
- Mono o estéreo.
- Palabras o sonidos.
- Volumen (alto o bajo).
- Tono (suave o duro).
- Timbre (plenitud del sonido).
- Localización del sonido.
- Distancia de la fuente del sonido.
- Continuidad o discontinuidad.
- Claridad (claro o con interferencias).
Como quedamos ayer, voy a haceros una lectura de cada temperamento, señalando cuáles de sus virtudes pueden llevarlo al éxito, y cuáles de sus defectos al fracaso.
El sanguíneo, por encima de cualquier cosa, necesita expresarse. Es primordial para él vivir su explosión, realizar sus ilusiones, ser el centro de atención de los grupos en los que participa, vivir cada experiencia con total alegría y excelente sentido del humor. Es el temperamento más extravertido, por ello adora integrarse con la gente en la calle, y con todo aquello que se mueve al aire libre. Se llena de todas las cosas que vienen de fuera. De este modo, se siente exitoso y pletórico. Es el mejor creador de climas agradables y distendidos, tan necesarios en estos tiempos, además de ser un actor nato, cualidad que explota cuando está en grupo. Es encomiable su capacidad de recuperarse, sin ningún rencor, de cualquier enfado suyo o ajeno. Su talento más preciado es la expresividad.
El sanguíneo, sin embargo, debe ser muy cuidadoso con su falta de respeto y de discreción, así como con su inmadurez reflexiva, que le lleva a explosiones incontroladas de carácter y de gula. Su debilidad más acusada es el descontrol de sus emociones.
El flemático precisa que la vida sea muy agradable y quiere que siempre le resulte grata, para ello evita inmiscuirse en las actividades o en la vida de los demás, y procura no comprometerse con hazañas que no le interesan. El flemático difícilmente se enfada, pues posee una paciencia casi ilimitada, valor que le permite mostrarse imperturbable cuando todo está agitado. Esta gran cualidad le confiere un perfil de trabajador meticuloso muy por encima de cualquier otro temperamento. La gente le resulta encantadora si no se entromete en sus intereses. Es aconsejable no olvidar que el flemático es introvertido aunque se muestre muy amable, y que le gusta preservar su intimidad. Los amigos y colaboradores profesionales le emplean para que medie en causas perdidas o difíciles. Su talento más valorado es la inmutabilidad.
El flemático debe cuidar su desinterés por las cosas que le rodean. Esto le lleva a un estado de desmotivación muy profundo, del que en ocasiones no es capaz de evadirse. Además, para defender su comodidad reprime emociones que expresadas serían un gran canal de crecimiento profesional y artístico. Su desinterés por los demás a veces es excesivo, pues le cuesta mucho implicarse y servir de apoyo. Su debilidad más clara es la desmotivación.
El colérico define su vida desde las acciones concretas y los propósitos que se marca. Su don más preciado es el reconocimiento inmediato de todas las oportunidades que la vida le presenta, sobre las que actúa de modo muy práctico y preciso. Cuando está en grupo aporta ideas y planes de continuo. Gracias a su liderazgo natural, decide rápido sobre cualquier asunto que le interese, y lucha hasta que lo consigue sin desfallecer, pues la constancia es otra de sus grandes virtudes. Puede realizar varias funciones a la vez sin sentirse atosigado por ello. Y es que al colérico le hace feliz tener varios frentes abiertos para sentirse muy útil. Uno de sus valores es su extraversión. Su talento más sobresaliente es su actividad a pleno rendimiento y multifuncional.
El colérico tiene dificultades para delimitar sus errores, que difícilmente reconoce. Es más, tiende a culpar a los otros. A esto se suma su predisposición a hacer sin tener en cuenta los errores. Quizá sea su avaricia de éxito lo que debe mejorar de su personalidad. Su debilidad más notoria es la falta de aprecio por las personas de las que no puede conseguir algo.
El melancólico, amén de su capacidad para realizar sus trabajos con gran precisión, tiene un talento natural para el análisis y la ampliación del pensamiento, lo que le hace ser un gran observador de todo lo que le rodea. Su alma es muy esforzada, con una elevada tendencia hacia el servicio y el sacrificio por la comunidad. Es activo en la escucha, y desarrolla cualidades de atención que no tiene ningún otro temperamento. En la amistad es un amigo fiel, y lleva su fidelidad a través del tiempo. El melancólico recuerda a sus amistades «eternamente». Es el temperamento con mayor profundidad para las relaciones por la relevancia que ve en todas ellas. El melancólico tiene una vena mística que aviva a lo largo de su vida con la búsqueda de respuestas trascendentes. Es delicado con la intimidad de los demás por su condición de introvertido que a veces puede ser muy exagerada. El melancólico lleva a profundidades insondables su revisión de los aspectos de la realidad. Su talento más notable es su entrega al prójimo olvidándose de si mismos.
El melancólico debe cuidar mucho su tendencia a ver las dificultades en lugar de los posibles logros. Esto le convierte en agorero y le lleva a estados anímicos muy inestables, por no hablar de su amor exacerbado a su intimidad y a la soledad. Su debilidad más importante es la minuciosidad que despliega para analizar todo lo negativo.
Estos son los puntos clave de cada temperamento, que nos permiten definir sólo nuestra preferencia, y en ningún caso la personalidad completa. Para ello se necesita un trabajo más exhaustivo, y desde este espacio procuraremos dar las herramientas para que vayamos progresando en nuestro autoconocimiento. La información que hasta ahora hemos ofrecido es una base para iniciar el camino de detección de nuestro pilar interior, sobre el que se cimentará el resto de nuestros valores.
El ejercicio que haremos ahora es el siguiente:
Toma un papel y puntúa del 1 a 10 cada uno de los valores y contravalores definidos como el más singular de cada temperamento. El que tenga más puntuación será el preferente tuyo. Para aquellos que no tengáis una preferencia definida, debéis hacer el trabajo con la totalidad de los valores que se expresan, y al final encontraréis cuál es el que os define con mayor exactitud. El ejercicio se hace con los valores, y no con las debilidades.
Ejemplo imaginario:
Sanguíneo: Mi nivel de expresividad y extraversión: 4
Flemático: Mi capacidad de inmutabilidad: 5
Colérico: Soy activo y elevo mi rendimiento permanente: 9
Melancólico: Mente analítica y pensamiento profundo: 1
Resultado: Preferencia Colérico. Esta persona tiene su diamante en su actividad y rendimiento permanente. Cada vez que quiera realizar un cambio deberá poner su atención en esta gran cualidad “de acción y rendimiento permanente”. En ningún caso se fijará en las cosas que le faltan de los otros temperamentos.
Los que no hayáis encontrado ninguno, puede ser que estéis muy armonizados entre los cuatro, y seguramente tenéis muchos elementos de todos.
Leer másDurante estas semanas hemos ofrecido información sobre los cuatro temperamentos de Hipócrates y Galeno, y hemos disfrutado de todos los matices de cada uno de ellos. Hemos conversado con el expresivo sanguíneo (46), respetado al paciente flemático (51), estuvimos trabajando con el activo colérico (56) y, por último, escuchamos a nuestro analítico y profundo melancólico (61).
De todos los post (65 hasta el momento), estos han sido los que más comentarios han provocado, a la vez que han recibido el mayor número de visitas a nuestro blog. El melancólico ha superado a todos con 365 entradas, y con 43 comentarios vuestros y 14 respuestas mías. Estoy muy emocionada por ello. Considero que tiene un significado positivo hacia el trabajo realizado, además de llevar implícita una necesidad de autoconocimiento y transformación de cada uno de los que participamos en este espacio.
El sentido del descubrimiento personal sólo puede estar motivado y sustentado por el deseo de promover y potenciar todo lo que de extraordinario hay en cada uno de nosotros para, desde ese lugar de fuerza, posicionarnos en la parilla de salida con las ideas muy claras de hacia dónde queremos ir, qué queremos conseguir y con qué medios contamos para ello. Muy fútil sería el esfuerzo si, colocados en el principio de la carrera, desconociéramos qué buscamos, quiénes somos y cuáles son nuestras grandes habilidades y talentos para lograr el éxito.
Se trata de descubrirse para dignificarse con lo que uno es. De percibirnos con un potencial único para ayudar a nuestra voluntad a generar hábitos de excelencia desde los que afrontar las adversidades como si fueran oportunidades. Además, saber con qué contamos nos compromete con la gestión de nuestros dones para llegar a la meta. Y es que de lo que se trata es de liderar nuestra vida.
Conocerse en ningún caso puede ser dolerse de ser quienes somos y resquebrajar nuestras fuerzas por el miedo al camino. No importa si nuestro temperamento es más sanguíneo o más colérico, ni si tenemos la mayoría de las cualidades del flemático o, por el contrario, nos hemos descubierto como melancólicos. Porque, sea como sea, ese es nuestro contingente, es decir, el pilar sobre el que nos apoyamos para seguir adelante. Sobre dicho pilar crecerá nuestro carácter, parte mutable sobre la que podremos trabajar día a día hasta lograr unos buenos resultados.
Muchos de vuestros comentarios han mostrado una predisposición a rechazar vuestra preferencia, o a mirar el lado negativo de la misma, olvidando, posiblemente porque yo no he sido clara, que el temperamento preferente es el diamante que todos llevamos dentro, y que cuando se desconoce, en lugar de una piedra preciosa se convierte en un enemigo.
Cada temperamento nos ha presentado su cara fortalecedora y sus debilidades, y es en este conocimiento donde está nuestra mayor riqueza. Una riqueza que nos aproxima al éxito y a la excelencia personal. El talento del hombre está en aprovechar todo su potencial y abrirse a conocer y descubrir nuevas posibilidades. No debería pues sentirse quejumbroso por sus debilidades y recrearse en ellas. Poco o nada podemos hacer con aquello que es inherente a nuestra personalidad y que llevamos en nuestra maleta para que el viaje resulte más entretenido, más saludable y, sobre todo, más real.
El introvertido lo seguirá siendo aunque con su trabajo personal resuelva varios de sus elementos negativos, tales como el ostracismo y el excesivo retraimiento en su espacio. Si el introvertido reconoce que su potencial está en su energía interior, en el conocimiento de sí mismo, y eso lo extrapola a todas las funciones de su vida, podrá apoyarse en dicho conocimiento para ir al encuentro de lo que le rodea, en lugar de transformarlo en un impedimento vital. Ahora bien, si niega esa cualidad porque cree que es mejor ser extravertido, entonces tendrá un grave problema. La aceptación de esta cualidad le aproximará a aprender de ciertos comportamientos extravertidos, mientras que la negativa le encerrará aún más en sí mismo.
Este mismo ejemplo podemos aplicarlo a cualquiera de los temperamentos. Mañana continuaremos con un estudio más detallado de cada uno de ellos desde sus fortalezas y debilidades, así como con alguna indicación de cómo diagnosticar nuestra preferencia más sobresaliente.
Esperamos continuar a vuestro lado todo el tiempo en este cálido e interesante mes de agosto. Gracias por vuestra atención. Hasta mañana.
Leer másEl niño obediente es el resultado de escuchar, y para ello hay que cuidar qué decirle y cómo decírselo. Recordar nuestra infancia nos ayudará a todos bastante.
Podéis ver estos vídeos relacionados:
Leer másLa narración escrita más antigua de la historia sobre la amistad es el poema de Gilgamesh, con escritura cuneiforme y preservada en 12 tablillas de arcilla, que data del año 1.300 a.C. El poema cuenta las aventuras del rey Gilgamesh, también conocido como Istubar, y su amigo Enkidu. Una relación de amistad entre un semidios y un mortal.
El origen etimológico de la palabra «amistad» no ha podido ser determinado con exactitud. Hay quienes afirman que proviene del latín amicus («amigo»), que a su vez derivó de amore («amar»). Otros dicen que viene de animi («alma») y custos («custodia»), o sea: el «guardián del alma». Sin embargo, otros estudiosos afirman que amigo es un vocablo griego compuesto por a («sin») y ego («yo»), por lo que vendría a significar algo así como «sin mi yo».
Nuestra amistad. La amistad que mantenemos los más de 192 firmantes es única. Llena un escenario diferente que no está contemplado, y a la vez se contiene dentro de todas las acepciones que conozco hasta ahora.
No hay palabra que nos ubique, que nos relacione, que nos signifique. Día a día noto que el amigo, el amor, el alma, la custodia, el «sin mi yo», rebosan, y algo más grandioso nos distingue y nos hace únicos, verdaderos e incognoscibles.
Nuestros encuentros simbolizan la atemporalidad, la universalidad, la multidiversidad, la singularidad. Todo ello es nada y se convierte en todo. Cada día el amigo es uno nuevo, los espacios más ilimitados, las cuestiones más interesantes y profundas. Es una magnificencia de conocimiento y de entrega ante la que sólo queda decir gracias.
Habéis conformado una estructura sólida y compacta con los más de 1118 comentarios que hemos compartido, con cientos de significados que hay detrás de cada una de vuestras observaciones. Cada palabra encierra otra que no se dice, que se almacena para que aflore en el nuevo y oportuno momento. Atrás han quedado los silencios «hablados» de los primeros días, cuando aún éramos balbucientes conocidos que medíamos nuestras expresiones un poco por timidez y otro mucho por miedo a ser inoportunos.
Creo que somos amigos un poco como decía Richard Bach: «Nuestra amistad no depende de cosas como el espacio y el tiempo». Vamos mucho más allá que eso, porque nuestra relación recorre ámbitos más complejos que la no dependencia del propio espacio, o el tic tac de un reloj que nos someta a su paso lento. Estamos siempre. A cualquier hora. Todos podemos recurrir a leernos, a repasarnos, a repetirnos. Y sentimos lo que decía Miguel de Unamuno: «Cada nuevo amigo que ganamos en la carrera de la vida nos perfecciona y enriquece más aún por lo que de nosotros mismos nos descubre, que por lo que de él mismo nos da». Así ocurre cuando un nuevo comentarista se suma a nosotros, y nos enriquece y nos perfecciona en nuestro modo especial de comprendernos.
Nos descubrimos a través de nuestras lecturas. Es infinito todo lo que nos damos. Sé que estamos en este viaje de procurar crecer un poco más cada día, y que las reflexiones que nos planteamos nos alimentan.
Aristóteles decía que una amistad es un alma en dos cuerpos. Nosotros hemos ampliado esta visión a miles de cuerpos, que no son tangibles, sino que se transcienden. Y ahí he encontrado el sentido a esta amistad única. Somos amigos sin fronteras, sin cuerpos, sin verdades ni mentiras. Somos lo que anhelamos ser, y por encima de todo somos lo que siempre hemos querido ser. Amigos y libres.
Hemos creado un nuevo concepto de amistad «sin mi yo», «sin tu yo», «sin el yo de ninguno». Nuestra amistad es sin «yoes».
«La amistad es el amor sin alas.»
Lord Byron.