Ha llegado el momento de descubrirse. Hemos estado arropados durante estas semanas detrás de nuestros amigos sanguíneos, flemáticos y coléricos, y entre tanto disfrutábamos de un pequeño desconocimiento sobre nosotros mismos. Nuestro amigo de hoy es el analista, y por ello nos conducirá por lugares mucho más claros y más precisos. A este temperamento le parece muy interesante la vida, siempre y cuando pueda encontrar respuestas del por qué y para qué de todo aquello que sucede a su alrededor.
El temperamento melancólico es el más rico y el de mayor registros de los cuatro; es talentoso, perfeccionista, abnegado y muchas cosas más que iremos viendo. Además, el melancólico es por excelencia el más analítico de todos. Es decir: su mayor valor es su capacidad para diagnosticar acertadamente los obstáculos y los riesgos de los proyectos en los que participa.
Gestionar lo imperfecto de uno mismo. El temperamento melancólico (61)
Para realizar esta función analítica, el melancólico indaga en lo más recóndito de sus recuerdos, y para ello desmenuza cada situación a niveles insospechados e incomprensibles para otros. Su facultad para rememorar instantes pasados, de hace mucho tiempo, es asombrosa, no sólo porque descorre velos que parecían impenetrables, sino porque además su pensamiento sobre los hechos es profundo, elude la superficialidad (que aborrece) y va relatando las experiencias con todo lujo de detalles que recogen la máxima información posible sobre una situación.
Para saber si eres melancólico debes preguntarte: ¿buscas la perfección en todo lo que haces y en los demás?, ¿tu mayor afán es contribuir y estar al servicio de los otros porque tienes un alma esforzada que está dispuesta al sacrificio personal en aras del bienestar social?, ¿eres un gran observador con alto nivel de escucha activa? Seguramente hay muchos grados para estas respuestas y estés meditando sobre cuánto te compromete reconocerte en alguna de ellas. Esto también te define como melancólico: la dificultad para tomar decisiones sobre ti y tus competencias. Esta incertidumbre es una de tus grandes parálisis, que te imposibilita avanzar todo lo que podrías.
Los puntos expuestos son los más prominentes de un temperamento melancólico, y si los cumples podríamos decir que tu identidad temperamental es preferentemente melancólica. ¿Eres de este tipo?
Si es así, tienes como sello ser un amigo fiel, si bien tu facilidad para hacerte amigos es muy baja, aunque en ningún caso abandonas a alguien cuando esperan tu respaldo o protección. No olvides que puedes ejercer cualquier profesión, siempre que tenga un sentido humanitario. Esa humanidad es la que hace perdonables algunos de tus grandes defectos o debilidades, como la visión negativa sobre el mundo, que te impele al pesimismo y te arrastra a la crítica.
Estos puntos oscuros en tu temperamento melancólico originan que en los nuevos proyectos encuentres primero las dificultades que los posibles logros. La mente analítica te abduce y comienzas a visionar previamente los problemas, para luego ilusionarte con los beneficios de la idea. Cuando has superado esta primera fase derrotista, tu posición ante el proyecto no es muy activa, porque prefieres mantenerte al resguardo de la celeridad, que te ofende, ya que consideras que se pierden detalles.
Es conveniente que no olvides tu tendencia a plantear novedosos proyectos, aunque sin participar en su desarrollo y realización. Los melancólicos necesitáis asociaros a otros temperamentos para paliar vuestra vena nada práctica.
Otro aspecto de mejora es la tendencia a esperar que la gente acuda a ti, esforzándote poco o nada en producir tú el acercamiento. El problema no está en si te gusta la gente, que te agrada, sino en que tienes una doble necesidad: primero que te acepten, y después que te dejen solo.
Detrás de cada melancólico hay escondida alguna experiencia dolorosa que les lleva a rehusar a la gente porque ven en ellos oscuras intenciones, que en muchos casos acaban siendo ciertas. Es difícil que las relaciones que mantiene no acaben cumpliendo la premonición de que «te pueden fallar». Este es un pensamiento reiterativo de un melancólico: «Si alguien se acerca es porque busca algo de mí».
Si concibes por un instante que alguien demanda tu compañía y desea estar muy próximo a ti, generarás un conflicto para evitarlo. Eres muy susceptible a las relaciones, y pueden ofenderte con sólo mirarte. Tus vaivenes de ánimo son insoportables, no sólo para ti, sino para todos los que te rodean, puesto que puedes llegar a ser irrazonable
Tienes un potente cerebro que funciona dependiendo de tu estado anímico, que como hemos visto es un poco inestable. Cuando estás optimista (pocas veces) el mundo gira alrededor de tus ideas y tus grandes conceptos creativos, si bien cuando vives alentado por el rencor, el miedo y la tristeza, te encierras en un rincón y esperas a que se pare el tiempo.
Esta línea de pensamiento melancólico y negativo hace que muchas de las decisiones que tomas sean poco realistas. Los grandes picos y valles de tu temperamento hará que a veces pienses que eres un sanguíneo, transportado a grandes alturas, y otras que vayas por el mundo como un alma en pena. O aprendes a controlarte, o a medida que vayan pasando los años irán aumentando los momentos de insatisfacción, amargura y depresión.
Todos estos matices podemos definirlos en cuatro escalas principales, que dan una información muy rica a la hora de aproximarnos a un conocimiento más profundo de los comportamientos del temperamento melancólico en diferentes momentos y ante diversas situaciones:
  • En qué centras tu atención: eres el más introvertido de todos los temperamentos. Tiendes a mirar tu mundo interior, en el que te recreas.
  • Cómo accedes a la información: casi siempre de manera intuitiva. Tiendes a centrarte en tu imaginación y en el mundo poco práctico del que participa. Ves los datos desde sí mismos, no desde los sentidos.
  • En qué basas tus decisiones: eres muy dado al análisis, aunque este tiende a ser destructivo y negativo, lo que hace que tus decisiones no sean muy realistas.
  • Cómo tratas al mundo que te rodea: desde el juicio y el análisis. La exigencia y la valoración es tu forma más común de relacionarte.
Eres un idealista que a veces tiende a ser poco práctico y muy teórico. Te convendría someter tus proyectos a la prueba de la viabilidad, así como asociarte con personas de otro temperamento que te complementen.
Sed amables y compartir vuestras opiniones para que podamos saber si os identificáis con esta descripción de los temperamentos. Nos ayudará conocer los puntos en los que estáis de acuerdo y en los que no.
Bibliografía:
Descripciones de la melancolía y sus síntomas pueden encontrarse desde la Antigüedad. «Si el miedo y la tristeza se prolongan, es melancolía», escribía Hipócrates.
La famosa medicina árabe medieval tiene un libro dedicado exclusivamente a este trastorno: Tratado de melancolía (Maqâla fî âl-Malîhûliyâ).
1621. Anatomía de la melancolía, de Robert Buton. Ensayo médico y filosófico en el que se resumen los conocimientos y hábitos del temperamento melancólico hasta la fecha.
Duelo y melancolía, de Sigmund Freud.
La melancolía, de H. Tellenbach
Oda a la Melancolía (poema de John Keats)
A los amantes del arte (que suelen ser melancólicos) os recomiendo el estudio de un grabado de Alberto Durero titulado Melancolía (en la foto). Ha sido objeto de más interpretaciones modernas que casi cualquier otra imagen en arte, incluyendo un libro en dos volúmenes de Peter-Klaus Schuster, y una discusión muy influyente en la monografía sobre Durero de Erwin Panofsky.