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Desarrollo personal

Empleando todos tus sentidos para el cambio

En los años 70 los investigadores John Grinder y Richard Bandler decidieron identificar modelos explícitos de excelencia personal y profesional. Para ello eligieron tres eminentes psicoterapeutas, Fritz Perls (1893-1970): Neuropsiquiatra y psicoanalista creador de la terapia Gestalt, Virginia Satir (1916-1988): psicoterapeuta familiar estadounidense y Milton Erikson (1901-1980): Una eminencia de la hipnosis clínica moderna.

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Desarrollo personal

Claves para fijarte objetivos

En el cuento Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carrol nos sugiere con una frase la importancia de conocer a dónde queremos ir:

“¿Podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí? -Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar, dijo el Gato. – No me importa mucho el sitio, respondió Alicia. -Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes, le contestó el Gato.”

Si tú no sabes o no defines tus objetivos poco o nada importa qué esté sucediendo en tu vida en el presente y tampoco será relevante en el futuro. Llegarás a algún lugar que no sabrás identificar, y pasarás por los confines de tus riquezas sin desenterrar los tesoros que para ti están escondidos.

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La ira ¿causa o efecto de la agresividad?

En un lugar cualquiera de nombre desconocido se levanta la vida y a la vez la agresividad. Se consume la paz y con ella los momentos de bienestar. Los vecinos protestan y las calles no son ya las que eran. El país se hace eco de la noticia, y los ciudadanos sin nombre hasta ese instante, llenan los titulares originando dispares opiniones; unos medios ven lógica esta crispación, mientras que para otros es incomprensible.

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Fumar, algo más que una adicción

Mi amigo dejó de fumar. Los médicos le aseguraron que tenía muy pocos meses de vida si continuaba fumando. La noticia nos la contó con la mirada perdida y un aire de víctima que por un momento consiguió afectarme. Muchos de nosotros, los amigos de siempre, le amenazábamos cada día con este posible desenlace.

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Por qué esperar al cielo

Si buscamos la bondad, la paz o la felicidad más allá de este mundo, estamos perdiendo la oportunidad de mejorar nuestra calidad de vida, nuestros pensamientos y nuestra modo de vivir aquí y ahora.

Mis maestros me enseñaron que era imprescindible cumplir los mandamientos para optar a la salvación de mi alma, la cual se vería cumplida al final de mi vida. De alguna manera, con esta enseñanza perdí el sentido del ahora. Mis actos tenían como premio descansar al lado del Padre amoroso. Dios me regalaba, una vez superados los lazos con lo terreno, un espacio a su lado para siempre.

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Calla y ve

Hoy, como en todos los tiempos, un místico es alguien tan necesario como inútil para su generación. Es inútil porque no produce nada y lo que ofrece no se puede comprar ni vender. No tiene precio en el mercado. Se escapa a quien lo quiere prender y confunde a quien lo quiere comprender. Por ello hay que apartarlo, porque se interpone entre la inmediatez de lo que hay que lograr y producir. El místico dice: lo que verdaderamente es, ya existe. Sólo hay que aprender a percibirlo. Molesta también a la institución, porque la relativiza y le recuerda que el cielo que ha pintado en el interior de sus bóvedas no es el cielo abierto auténtico.

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La duda

Decía Benjamín Franklin que la peor decisión es la indecisión. Seguramente, en este juego de palabras Franklin nos inducía a pensar que la indecisión surge de un acto consciente deseado por nosotros para no llegar a realizar alguna acción que tememos por el fracaso que llevaría implícito, o porque quizá podría llevarnos al éxito.

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La historia del martillo

«Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno. Así pues, nuestro hombre decide pedirle al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta una duda: “¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y si el hombre abriga algo contra mí, ¿qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se le habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo”. Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir “Buenos días”, nuestro hombre le grita furioso: “¡Quédese usted con su martillo, so penco!”»

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