El sentido del oído está unido a la capacidad de captar, de estar atentos, de escuchar prestando atención a aquello que suena a nuestro rededor.
Esta capacidad del oído seguramente la tenemos todos muy asumida; sin embargo, más allá de poder atender a los sonidos, el oído también está conectado a nuestra capacidad de obedecer. Cuando los niños son rebeldes a la autoridad, o quieren desoír los mandatos de sus adultos, cierran sus oídos con otitis rebeldes que no ceden ni con fármacos.
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