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PNL. Sistema visual (57)

Seguimos profundizando en los sistemas representacionales de la PNL, tema que iniciamos en el post 52.

¿Eres capaz de memorizar esta secuencia en 30 segundos?

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Si lo has conseguido quiere decir que tienes una memoria visual muy poderosa, a no ser que la hayas repetido en voz alta o hayas recurrido al escrito para recordarla.

PNL Sistemas representacionales. El sistema visualSobre las personas a las que les resulta fácil memorizar fotos, ciudades, caras, aunque luego no recuerden los nombres de los lugares, o las fechas en las que estuvieron allí, se dice que tienen un mapa representacional visual.  Para ellos, una imagen vale  más que mil palabras. Cuando conversan emplean verbos como ver, mirar, visualizar, examinar, imaginar, enfocar, observar. También podemos identificarles por palabras como: interior, oscuridad, espejismo, imagen, ilustrar, reflejo…

Los visuales hacen construcciones tales como: «Ya veo lo que quieres decir», «Tras la sombra de la duda», «Esto dará luz a la cuestión», «Es interesante este modo de ver el mundo».

Además de su preferencia por las imágenes podemos descubrir a un «visual» porque suelen hablar rápido y con un tono de voz más alto de lo normal. Algunos estudiosos dicen que les «falta música y ritmo». El hecho es que las imágenes se suceden con rapidez en su cerebro y las comunican con prisa para poder seguirlas. No se recrean en modular la voz y endulzar las palabras, porque perderían parte de los fotogramas.

Otro aspecto que podemos observar es el ritmo respiratorio. Los visuales, debido a la velocidad comunicativa, se habitúan a inspiraciones rápidas y superficiales. Notaremos que no elevan la caja torácica y que no expanden el abdomen.   Con frecuencia padecen tensión muscular, particularmente en los hombros, porque elevan la cabeza y la tiran un poco hacia atrás, como si estuvieran retando a los interlocutores. El ánimo no está en retar, sino en conseguir una visión amplia del entorno y, como decíamos en el post anterior, en acceder a sus propios recuerdos mirando hacia el techo.

Hasta aquí hemos establecido generalidades que de alguna manera todos empleamos. Ahora vamos a penetrar más profundamente  en el  sistema. Proponemos el siguiente ejercicio:

Busca un rincón retirado para evitar las interrupciones. Es imprescindible desconectar el teléfono móvil. Ahora  cierra los ojos y piensa en algo agradable. En una escena que te resulte grata. Examina cualquier imagen que tengas de ella, y define el modo en el que lo haces:

  • Asociado: la contemplas como si la vieras con tus propios ojos. Participas de la escena y formas parte de ella
  • Disociado: la observas desde otro lugar y tú te ves dentro de la imagen. Te desdoblas como espectador y actor de la escena.
  • Enmarcado: ves la imagen limitada a un contexto concreto
  • Ilimitada: el fotograma tiene un espacio sin bordes y abierto
  • ¿Es en color?, ¿está fija o se mueve?, ¿es en 3D o plana como una foto?

Esto es lo que en PNL se llama submodalidades, y nos llevan a profundizar un poco más en el sistema representacional. Las submodalidades visuales son, además de las que hemos visto en el ejemplo, el brillo, el contraste, la claridad, la velocidad y el tamaño. Estas submodalidades nos ayudarán a posicionarnos en este mapa o a descartarlo.

Las personas que son visuales tienen las máximas posibilidades sensoriales. Pueden crear imágenes con todo lujo de detalles. Cuando esta preferencia es más débil, sólo se cubren las especificaciones básicas.

Para definir más profundamente y eliminar las posibles dudas podemos contestar a estas preguntas: ¿creo imágenes en mi cabeza?, ¿tengo imágenes en la cabeza mientras hablo  o escucho a alguien?, ¿puedo ver lo que me dicen?

El visual, cuando se relaciona con los demás, está más pendiente de lo que ve  que de los otros. Su localización de las diapositivas cerebrales y su explicación oral exige mucha concentración y muy poca interrelación.

Las personas visuales tienden a desconfiar de todo aquello que no ven o que piensan que no podrán ver. Si cuando van a comunicarse se posicionan con los pies y piernas abiertas y los brazos a los costados (como si fueran a extraer un arma), casi seguro que su forma de acceder a la comunicación es a través de las imágenes.  El visual se mueve con brusquedad y está pendiente de sí mismo para no despistarse con sus imágenes mentales. Sus movimientos son escasos. Puede mantener una larga conversación con los brazos caídos a lo largo del cuerpo, o en ocasiones apretarse las manos por inquietud.

Para un visual es importante captar la atención y obtener el reconocimiento. Un feedback muy valorado para un visual sería: “¡Qué bien te vi! Me imaginaba que eras muy competente, y aún así me has sorprendido muy favorablemente. Me llevo una imagen   ampliada de tus enormes capacidades”

La próxima entrega seguiremos hablando de los mapas representacionales. Esperamos que sea de vuestro interés.

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Temperamento colérico (56)

Retomamos el análisis de los temperamentos iniciado en los post 46 y 51 con sendas descripciones del sanguíneo y el flemático. Recordemos que todos tenemos  características de los cuatro temperamentos, y que sólo nos diferencia cierta inclinación hacia uno u otro. Esta inclinación de nuestra personalidad nos permite desarrollar nuestras cualidades más sobresalientes y plantearnos las áreas de mejora que debemos acometer para lograr nuestros objetivos con confianza y maestría. Hoy vamos a averiguar cuántos de nosotros tenemos mayoritariamente características del temperamento colérico.

Este es el temperamento práctico y activo por excelencia, es decir: no se dedica a ninguna acción que no tenga un propósito concreto. El colérico reconoce las oportunidades de inmediato y no necesita que el entorno le estimule para llevar a cabo sus propósitos. Cuando está en grupo se le reconoce porque aporta ideas y planes continuamente.

Gestionar lo imperfecto de uno mismo. El temperamento coléricoLa llave maestra para detectar si somos de preferencia colérico es: ¿nos motiva hacer varias cosas a la vez aunque no estén perfectas? El colérico prefiere hacer las tareas con celeridad y un 80% de precisión a detenerse en la búsqueda de la corrección al 100%. Descubrir esta clave del temperamento colérico nos abre un doble visión: por un lado, entendemos el malestar que provocamos cuando presentamos trabajos con fallos (algunos descomunales), y por otro, si no somos de este temperamento entenderemos un poco más la propensión de los coléricos a hacer mucho, aunque poco bueno,  y desde luego nada perfecto. El colérico piensa que la búsqueda de la perfección en las ocupaciones es poco práctica, además de imposible, lo que le lleva a ser pródigo en errores, que en muchos casos es incapaz de detectar.

La vida para un colérico es pura actividad, y estimula a compañeros para que le secunden, adoptando posiciones muy decididas sobre cualquier asunto, sin vacilar ante la presión u opinión contraria de los demás. Su practicidad y agudeza le hacen planificar actividades muy ventajosas y lograr objetivos que parecían inalcanzables, aunque su disposición en varios frentes a la vez le lleva a declinar su entusiasmo allí donde no logra sus propósitos con celeridad. La paciencia es una cualidad poco habitual en los coléricos puros, y aunque son constantes y luchadores, también son ambiciosos y necesitan resultados tangibles pronto.

El colérico se considera independiente y autosuficiente, y su tendencia natural es menospreciar la ayuda de los demás, lo que en algunos casos le aboca a situaciones límites e irresolubles. Difícilmente reconoce sus  errores, y tiende a culpar a los otros de su  fracaso.
Estos puntos son los más sobresalientes de un colérico, y si una persona los cumple, podríamos decir que su identidad temperamental es de preferencia colérica, pues no le asustan las adversidades y  se muestra tenaz en su determinación, logrando el éxito donde otros fracasan.

El colérico es un líder nato, aquel al que los expertos en administración empresarial llaman un líder natural fuerte; por ello, todas las profesiones que requieren de un liderazgo motivacional e impulsor, así como los puestos que exigen una alta productividad, suelen estar ocupados por coléricos. Este temperamento suele fracasar en los puestos que necesitan demasiada atención en cuestiones de detalles y planificación analítica.

El colérico ve la vida como un mundo de oportunidades muy diversas donde la adversidad forma parte del juego y le permite desarrollar sus habilidades para la lucha y para estar en forma.

La  naturaleza emocional es la parte menos desarrollada de este temperamento, y eso le dificulta la relación con los otros. En situaciones de confrontación  se deja llevar por la ira, emoción que expresa cuando se le contradice o las cosas no salen como quiere.
El punto más negativo de un temperamento colérico es la falta de compasión por los que sufren a su lado, sobre todo si son relaciones poco profundas o que no le interesan. El colérico se precia de ser frío y poco afectivo.

Sus inquietudes se dirigen más hacia los valores utilitarios y productivos que hacia las artes, por las que demuestran poco aprecio. Las ven como una pérdida de tiempo. Sin embargo, son grandes gourmets, y disfrutan de las artes culinarias y de los buenos espacios.

Otra área de mejora, especialmente en el mundo laboral, es que los coléricos no delegan la responsabilidad, y  terminan teniéndolo que hacer todo ellos solos.

Todos estos matices podemos definirlos en cuatro escalas principales, que dan una información muy rica a la hora de aproximarnos a un conocimiento más profundo de los comportamientos del temperamento colérico en diferentes momentos y ante diversas situaciones:

  • En qué centran su atención: por su condición de extravertidos, tienden a preferir relacionarse con el mundo exterior (entorno o personas). Se llenan  de energía cuando están en la calle o en el campo, o cuando salen de la oficina.
  • Cómo acceden a la información: les gusta que les entre por los cinco sentidos. Lo tangible les parece mucho más apetecible que lo imaginario. No les gusta enredarse en supuestos.
  • En qué basan sus decisiones: como no son muy dados al análisis, valoran las cosas como buenas o malas, bellas o feas. Sus decisiones están influidas por sus relaciones y sus intereses emocionales.
  • Cómo tratan al mundo que les rodea: Tienden a ser dominantes y autoritarios, usando a la gente sin vacilación con tal de lograr tus fines.

La próxima semana hablaré del melancólico. Sed amables y compartir vuestras opiniones para que podamos saber si os identificáis con esta descripción de los temperamentos. Nos ayudará a todos conocer los puntos en los que estáis de acuerdo y en los que no.

Películas recomendadas:

El Tormento y el Éxtasis (Miguel Ángel)
Ben Hur

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Alimentación emocional: algo más que comer. Las proteínas (55)

Muy pocos conocen que las proteínas deben su nombre a Proteo, un antiguo dios de la mitología griega, que era pastor de las manadas de focas de su padre. Proteo podía predecir el futuro; sin embargo, cambiaba de forma para evitar hacerlo, y sólo contestaba a las preguntas de aquellos que eran capaces de capturarle. De este dios proceden el sustantivo «proteo» y el adjetivo «proteico», que aluden a quienes cambian frecuentemente de opiniones y afectos. También de él viene la palabra proteína, que se define por tener la capacidad de tomar diversas formas.
 
Este macronutriente, cuya estructura básica es una cadena de aminoácidos, es uno de los compuestos orgánicos más complejos y el más «trabajador» de todos. Cada una de las células del cuerpo humano contiene proteínas. Estas constituyen una parte muy importante de la piel, los músculos, los órganos y las glándulas, a la vez que se encuentra también en todos los líquidos corporales, excepto en la bilis y en la orina.
 
Las proteínas, que son macromoléculas compuestas de carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, fabrican:
–       Las hormonas necesarias para el correcto funcionamiento de las glándulas endocrinas.
–       Las enzimas o fermentos que catalizan las reacciones de anabolismo (asimilación) o catabolismo (eliminación).
Anticuerposque tienen funciones de defensa.
–       Los neurotransmisores necesarios para el buen funcionamiento del sistema nervioso.
 
Alimentación emocional: algo más que comer. Las proteínas (55)Dentro de las funciones principales de las proteínas están aquellas que tienen un comportamiento dinámico como las de: defensa, transporte, catálisis, regulación de funciones y movimientos contráctiles. Además las proteínas son la base del colágeno del tejido conectivo. Cuando desarmonizamos el nivel proteínico se forman masas musculares (culturismo) o aparece la flacidez, propia de las edades avanzadas.
 
Además, en el caso de deficiencia de carbohidratos o grasas, cumplen también una función energética, pues tienen 4 calorías por gramo. La proteína es el alimento más complejo, y su asimilación resulta de las más complicadas, ya que es muy difícil de descomponer. La enzima que se encarga de su disolución es la pepsina, que se encuentra en el jugo gástrico y transforma las proteínas en elementos más sencillos (péptidos) para que puedan ser digeridos en el duodeno. El tiempo que una proteína precisa para cruzar por completo el tracto intestinal es 2 veces superior al de cualquier otro alimento, y estos necesitan de 25 a 30  horas. No debemos olvidar que una proteína está formada por un número indefinido de aminoácidos, en los que se tiene que descomponer para su asimilación orgánica. Las proteínas no se forman en el cuerpo partiendo de otra proteína. Se forman a partir de los aminoácidos que hay en el cuerpo. Alguien dijo “El hombre es un conjunto de aminoácidos no muy bien armonizados”
Poniendo un símil, los aminoácidos son los sillares y piedras para la construcción. Los péptidos son los pilares y estructuras donde se apoyan, y las proteínas son las bóvedas y cubiertas de las grandes naves.
 
Hay 23 aminoácidos que participan de la estructura de las proteínas, y según su composición, que puede ser muy variada, constituyen multitud de sustancias proteínicas. Ahora bien, 13 de estos aminoácidos los sintetiza el propio cuerpo; sin embargo, 10 de ellos, llamados esenciales, sólo se aportan a través de la alimentación; de ahí la importancia del equilibrio en la ingesta de las proteínas, además de tener en cuenta que para la síntesis endógena de los aminoácidos es indispensable la no carencia de los glúcidos en la sangre.
 
Otra particularidad de las proteínas es que su aportación debe ser regular, ya que no se almacenan, como los hidratos de carbono o las grasas. Cada uno de los aminoácidos tiene un papel específico en las reacciones del organismo, y su insuficiencia provoca alteraciones graves.
 
Para lograr el nivel de proteínas adecuado conviene ingerir alimentos de origen animal, (cuya mayor ventaja es la alta asimilación del hierro) como los huevos,  carne, pescados y subproductos animales como los derivados lácteos. Y las proteínas de origen vegetal (siendo la mayor ventaja que tienen fibra) entre los que se encuentran los cereales, legumbres, setas, champiñones, soja, espelta y quínoa, frutos secos, seitán, tofu, algas, polen… Un truco para conseguir los aminoácidos esenciales es la combinación de legumbres con cereales. Ejemplo un buen plato de lentejas con arroz.
 
La semana próxima continuaremos con este macronutriente, que para los orientales tiene una correspondencia con el metal. A nivel emocional, el desequilibrio de las proteínas provoca estados de tristeza y depresión, dos grandes problemas de los siglos XX y XXI.
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Constructivismo. Cont. (54)

En el post 49 explicamos la importancia del crecimiento en el razonamiento independiente de un niño. Queremos ahora exponer los estudios que se han realizado sobre el modelo constructivista. También hablaremos de enfoques distintos que amplían y fortalecen dicho modelo.
A partir de los años 60, las ideas que habían desarrollado el suizo Jean William Fritz Piaget (1896 – 1980), y el bielorruso Lev Semionovich Vygotsky (1896-1934), revolucionan la visión sobre el aprendizaje, ampliando la visión de Skinner y Albert Bandura, que partían de que todos los aprendizajes se realizan desde la asociación de estímulos y respuestas.
La diferencia más notoria que plantean estos autores es que: todas las partes cognitivas de cada individuo son una construcción propia que se va produciendo todos los días como resultado de su interacción entre sus disposiciones internas y el mundo que le rodea.
Esta hipótesis supedita el aprendizaje del individuo en general, y del niño en particular, al proceso evolutivo y al equilibrio y receptividad que mantiene el hombre con su mundo, pues va a depender de ello la adquisición del conocimiento, tanto en el nivel cognoscitivo como social.
El tercer pilar de la educación. La enseñanza a través del constructivismo. Cont.
A este modelo de aprendizaje se le llamó constructivista, y son Piaget y Vigotskyquienes presentan dos modos de entender el proceso cognitivo constructivo, sobre los que apoyamos nuestro enfoque sin excluir a ninguno. Lo que aquí nos interesa es la suma de ambos como una parte del todo educativo al que queremos llegar:
Aprendizaje Endógeno: Piaget, autodidacta, partió del estudio exhaustivo de sus hijos durante su crecimiento y evolución. Sus conclusiones determinan que aprendemos por etapas consecutivas, y que la compleción de una favorece el avance de la siguiente. Piaget dice que la panacea del conocimiento está en la adaptación. El niño aprende algo que le provoca cierta tensión que precisa asimilar, y cuando lo ha hecho, adapta estos nuevos conocimientos a su comportamiento, y va acomodando los nuevos datos a los que ya tenía. Este incremento de información va favoreciendo la realización de nuevas y más complejas tareas. Piaget consideraba que, para que este conocimiento fuera real, era imprescindible encontrar las relaciones entre los diferentes conocimientos. Piaget desarrolló la teoría de los estadios, que resulta interesante para comprender todo su pensamiento.
Aprendizaje sociocognitivo: El representante por excelencia de este modelo es Vigostky, quien consideraba que sin entorno no era posible el aprendizaje (Mario Carretero, en su libro Constructivismos y educación, lo llama sin amigos no se puede aprender). El investigador bielorruso considera que el conocimiento es el producto de la sociabilización del individuo, y no de un trabajo individual. Es más, sostiene que educar es una actividad que se ejerce desde la colaboración de muchas partes que influyen en los resultados, y por ello propone métodos dinámicos y heterogéneos. En cada aprendizaje, el niño va construyendo su conocimiento, y los adultos que participan en esta enseñanza ayudan a que ese proceso sea viable y exitoso.
La llegada de los diez años y la próxima salida a la sociedad hacen del niño un receptor de sensaciones un tanto desequilibrantes que precisan de conocimientos personales y de la adquisición de mecanismos que le apoyen y le permitan un desarrollo secuencial, en el que se sienta seguro y confiado. Lograr estos objetivos requiere ante todo tener estructuras mentales cognitivas y que el adulto facilite que el niño mantengan su motivación focalizada en descubrir por sí mismo las respuestas.
Recordemos que el niño construye su conocimiento a medida que interactúa con la realidad circundante, hecho este que será mucho más efectivo si hemos mantenido sus hábitos y fortalecido sus conductas mediante estímulos de refuerzo.
Este modelo constructivista exige adaptación y relación con los demás, y para ello los padres y educadores debemos fortalecer al niño/joven para que incorpore conocimientos y los comparta con su entorno más cercano en un primer estadio, para luego ir ampliando su campo de actuación paulatinamente.
De algún modo es primordial que se produzca un desapego familiar que fragmente el área de confort del muchacho y le movilice hacia nuevas metas.
Películas recomendadas:
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Íntimo y personal. Cuando el alumno aventaja al maestro (53)

“Lo que jamás debemos olvidar en el mundo de las noticias es que sólo somos buenos si las noticias que damos lo son.”
Tally Atwater
El film de Jon Avnet, Íntimo y personal, (Up Close & Personal), que el sábado se emitió en Tele 5, se inicia con una entrevista a la exitosa reportera Tally Atwater (Michelle Pfeiffer), en la que el entrevistador le sugiere que cuente alguna de las anécdotas de sus comienzos profesionales, un estupendo símbolo para que nosotros vayamos, a la par que analizamos la película, revisando nuestra procedencia, los puntos clave de nuestro devenir que nos han situado en nuestra posición actual, y el reconocimiento a los benefactores que nos la han posibilitado. Todos llevamos un Warren (Robert Redford) en el maletín de nuestros recuerdos.
Tally siempre supo que quería tener éxito, y para logarlo preparó una prueba que remitió a más de treinta cadenas de televisión. Sólo le contestó una de Miami, la WMA. Cuando Tally acudió a la entrevista, mostró algunos de los errores de una principiante: ropa inapropiada, excesivo deseo de agradar con la consiguiente falta de naturalidad, nervios…; sin embargo, estaba impulsada por lo que no puede faltar para lograr el éxito: un deseo de aprender ilimitado, aceptación de su ignorancia y disposición al trabajo y al esfuerzo que exigía su triunfo.
Íntimo y personal. Cuando el alumno aventaja al maestro
Cuando Warren le preguntó qué esperaba encontrar allí, la respuesta fue rotunda y firme: «Creo que puedo aprender todo». A partir de este momento, el experto reportero inició una revisión descarnada del trabajo realizado por la aspirante, y le designó funciones de administración y base de datos dentro de la gestión de la cadena, amén de traerle el café, recogerle la ropa… Fue pasando el tiempo y Tally seguía entregada a la causa administrativa, sin olvidar sus aspiraciones como presentadora, que aprovechó cuando surgió una vacante en la sección del tiempo.
Su jefe le ofreció la oportunidad, que resultó un fracaso rotundo; sin embargo, Warren, extraordinario observador, vio en ella su gran potencial como reportera. Tally «se come la cámara»: este era un argumento muy sólido sobre el que iniciar un camino de maduración, aprendizaje e intervención. Y desde ese momento, Warren se convierte en su mentor, aquel que alivia sus miedos y le confronta con ellos, el que rectifica sus actuaciones y, sobre todo, el que pone el foco en lo importante y le enseña a abstraerse de sí misma, del entorno, de todo aquello que no tiene sentido. Warren y Tally pasan horas interminables revisando el trabajo de ella, buscando mejorarlo y fortalecerlo
Hay dos momentos magistrales: uno, cuando cubre la muerte de dos cubanos en las playas de Miami, y dos, cuando hay una sublevación en una cárcel. En ambos, Tally piensa en los hombres, en sus vidas, en aquello que provoca que el espectador se movilice y vibre con los reportajes. Tiene presente todo aquello que aprendió día a día junto a su maestro, el hombre que se olvidó de sí mismo mientras que le daba pautas y le enseñaba a entregarse por encima de todo, arrinconando el terror y obviando el peligro de su profesión. Warren había trasformado a su alumna en una réplica mejorada de sí mismo.
Tally se convirtió en la mejor, y su ascenso sólo fue posible porque aprendió a conocerse, y desde ahí conformó sus deseos, sus ilusiones, su propósito vital, aceptando sus progresos y viviéndolos con total humildad, repasando sus trabajos con su mentor hasta que estuvo preparada para saltar al vacío del triunfo, mientras que Warren luchaba con la disyuntiva de seguirla o retornar a su vida activa con una propuesta peligrosa que consideraba su «última oportunidad».
«Cada día que tenemos es un día más de lo que merecemos»: así se despidió Warren para siempre de su alumna, compañera, esposa… Entregándole la última lección. Cada día tenemos una oportunidad de cambio irrepetible y única, donde convergen todas las posibilidades de aprendizaje y de generosidad para compartir con nuestro equipo y con nuestros amigos.
Tally dice: «Estoy aquí para dar la noticia. Mi marido me lo enseñó, y de eso no hace tanto… ».
Ciertamente, estamos aquí para hacer bien nuestra labor. Ese trabajo que hemos elegido hace tiempo o que estamos a punto de decidir ahora. Un espacio donde alguien cubrirá el puesto de Warren, ese profesor que nos indicará lo mejor de nosotros para entregar lo más favorable de nuestra faceta personal y profesional.
Gracias a cada uno de los muchos Warren que han existido en mi vida. El mejor, mi padre Joaquín.
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PNL Sistemas representacionales (52)

 

 

Comenzamos este post allí donde terminamos el 47, hablando sobre la percepción de la realidad. Planteábamos que cada uno responde a lo que le rodea a través de su sistema representacional sensorial, pues es mediante el mapa neurológico como se determina el comportamiento y su significado, y no a través de la realidad en sí misma. Esto es lo que en PNL se llama: «el mapa no es el territorio», o entender que la representación de un objeto mediante nuestros sentidos no es el objeto en sí.

 

 

Con ello podemos decir, sin posibilidad de equivocarnos, que ante una misma cosa cada persona procederá a describirla según su percepción, ampliada por los conocimientos, juicios e intereses que sobre el objeto tenga. A esto podemos llamarle «filtro personal». La percepción de la realidad, cuando estamos ante un mismo objeto, utiliza nuestros archivos y experiencias personales creando descripciones diferentes de una misma realidad.

Imaginemos que queremos hablar de una gaviota en la playa. Una descripción podría ser: «Vi una gaviota volando en la playa». Otra: «Había un grupo de cinco gaviotas gritando y alborotando en la playa». Y otra, por ejemplo: «Era un atardecer precioso, el cielo naranja estaba salpicado de blancas gaviotas que me recordaron al libro de Richard Bach que leí en mi juventud».

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PNL Sistemas representacionales. Cómo percibimos la realidad (52)


Podríamos tener una interminable lista de juicios e interpretaciones de un único acontecimiento aparentemente simple: una gaviota en la playa. Captamos, almacenamos y codificamos la información en nuestra mente  mediante uno o varios de los sistemas sensoriales. En la cultura occidental los sistemas representacionales primarios son el visual, el auditivo y el kinestésico.

 

En PNL se dice que el sistema visual lo empleamos cuando miramos al mundo interior o exterior mediante imágenes que va recogiendo nuestro pensamiento; mientras que nos valemos del sistema auditivo cuando escuchamos sonidos externos y hablamos con nosotros mismos internamente. Por último, el sistema kinestésico está ligado a los sentidos del tacto, el gusto y el olfato, así como a las sensaciones propioceptivas internas (equilibrio y conciencia del propio cuerpo). Recurrimos a este sistema cuando estamos en contacto con el mundo exterior desde los colores, los olores o el contacto, e internamente cuando recordamos sensaciones  y las emociones que habíamos experimentado.

 

Debemos tener en cuenta que estos sistemas no son excluyentes. Cada experiencia tiene elementos de los tres, aunque nosotros tendamos a favorecer uno por encima de los otros en función de nuestra personalidad y también del contexto en el que nos encontremos.

En algunos casos nos topamos con personalidades que perciben el mundo, mediante imágenes y  que comparten sus experiencias como si de un film se tratara. Van hablando según van surgiendo los fotogramas en su memoria, saltando de uno a otro sin mantener un orden cronológico. Quienes funcionan de este modo suben sus ojos como si estuvieran buscando las historias en el techo.

Otras personas, por el contrario, se dejan llevar por las  sensaciones y emociones que les provocaron sus vivencias, recreándonos en  aspectos inteligibles y de confusa explicación, que por su sofisticación les impiden participar u opinar, además de la posible deformación de los hechos  que suele acompañar a este sistema. El excesivo movimiento corporal, sobre todo de las manos, es muy habitual en quienes son kinestésicos.

Por último, están los que escuchan sus palabras mientras narran los hechos. Suelen ser  desapasionados y monótonos, pero los más aproximados a la realidad, porque no se dejan llevar ni por las imágenes ni por los sentidos. Van contando secuencialmente aquello que han escuchado o las palabras que lo conformaban. Son estrictos y meticulosos en el orden en el que hablan sin alterarlo ni alardearse. Si se les interrumpe, volverán a la frase última, y desde ella proseguirán. A veces al escrudiñar sus ojos, nos parecerá que van leyendo un escrito.

 

En cualquiera de estos tres casos, hay muy poca participación de otro mapa representacional que no sea el preferente, lo que acarrea una apreciación muy sesgada de las condiciones  en las que realmente se han producido los hechos, con importante detrimento de la exactitud narrativa.

 

Los autores Bandler y Grinder, en su libro La estructura de la magia (vol. II), señalan que las personas que sobresalen en su desempeño, sea cual sea su campo de actividad, tienen desarrollada la habilidad de cambiar de un sistema a otro según sea más adecuado para el contexto en el que se encuentran. Estos autores consideran que la excelencia se logra nivelando los tres canales. Estos investigadores, así mismo nos animan a dominar el uso de los tres sistemas o canales y así conseguir un mapa mental más ajustado al territorio y a la comunicación con los demás, sin importar cuál sea su campo dominante. Lograr esta tarea nos parece realmente importante, porque se lograría una mayor exactitud descriptiva de cualquier experiencia, con el consiguiente beneficio en las interrelaciones y en el desarrollo profesional.

 

Una vez analizado este planteamiento tradicional de la PNL, que nos parece interesante, indagaremos sobre lo que origina que tengamos una preferencia por un sistema u otro, y sobre todo si surge por una decisión libre o si su origen es traumático o sistémico, imponiendo una determinada configuración.

Os esperamos el próximo viernes para continuar con PNL y el modo de entender y comunicar “la realidad”. Entre tanto os pedimos los comentarios sobre vuestra experiencia, para poder ampliar nuestro marco de referencia.

Gracias por vuestra inestimable colaboración.

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Temperamento flemático (51)

Retomamos el estudio de los temperamentos, que iniciamos con el tipo sanguíneo del post 46. Conforme vayáis leyendo, recordad que tenemos aspectos de todos los temperamentos, y que nos diferenciamos unos de otros por las preferencias. Vamos a averiguar cuántos de nosotros somos «preferentemente» flemáticos.

El temperamento flemático es el espectador por excelencia. Es el temperamento que no se alarma y que difícilmente se enfada. La experiencia de la vida le resulta grata, aunque nada emocionante, por ello procura no comprometerse mucho con las actividades de los demás ni con las suyas propias, y como dice el dicho: un flemático deja que vengan las cosas y se alegra de que pasen de largo. Socialmente, le gustan las personas, siempre que no le molesten o intenten inmiscuirle en sus problemas.
Gestionar lo imperfecto de uno mismo. El temperamento flemáticoPara saber si eres o no flemático, es fundamental contestar a esta pregunta: ¿te muestras imperturbable cuando todo a tu alrededor está agitado? Evidentemente, hay niveles para esta respuesta; sin embargo, intenta recordar si tus amigos, y más aún tus parejas, se quejan de que «parece que pasas de todo y que nada te importa».
Estos puntos son los más sobresalientes de un flemático, y si los cumples, podríamos decir que tu identidad temperamental es de preferencia flemática. ¿Eres de este tipo?
Si es así, tienes como sello tu tranquilidad y enorme serenidad. Algunos estudiosos opinan que eres el más simpático de los temperamentos por tu capacidad de ver el lado bueno de las cosas, aunque todavía no he podido discernir si es realmente simpatía o tu escudo para aislarte de los conflictos de los que sales indemne.
Tu aire sereno e inmutable te convierte en uno de los mejores mediadores para las situaciones límites. Puedes encontrarte entre fuegos cruzados y miras a los contendientes serenamente, esperando que detengan los disparos, sin tomar partido ni confrontar a ninguna de las partes. Eres un «sin partido» cuando las personas discuten. Podría parecer que no quieres perder la relación con los interfectos; no obstante, la realidad es que no te interesa lo que les pasa.
Eres un maestro de las manualidades y de todo aquello que te exija paciencia y ser muy meticuloso. He llegado a pensar que hay en este ejercicio deseos de calmar emociones que no permites que emerjan a la superficie.
Que nadie piense que no eres capaz de liderar proyectos si se presenta la ocasión; ahora bien, es difícil que busques una posición de liderazgo, porque aunque eres potencialmente un gran líder, la exigencia de este puesto rompe tus intereses y tus hábitos más preciados, lo que te lleva a no promocionarte voluntariamente. Los líderes flemáticos tenéis un potencial conciliador sorprendente y una gran capacidad para trabajar bajo la presión y el estrés exterior.
Tu mayor enemigo es el desinterés y la falta de motivación. Me confunde tu amor a la buena vida y el poco empuje que le pones para conseguirla. Evitas dar más de lo necesario, aunque eres cumplidor de tus compromisos y de las responsabilidades que has adquirido, tanto en lo profesional como lo personal.
Otra área de mejora importante es tu tacañería. A pesar de que sólo pueden dar fe de ello las personas que viven cerca, cuidas cada céntimo y actúas como un avaro, excepto cuando se trata de comprar algo para ti mismo.
Todos estos matices de tu temperamento flemático podemos definirlos en seis escalas principales, que dan una información muy rica a la hora de aproximarnos a un conocimiento más profundo de tus comportamientos en diferentes momentos y ante diversas situaciones:
  • En qué centras tu atención: por tu condición de introvertido, raramente compartes con otros tu mundo interior, ni te resulta seductor el mundo de fuera. Tu hogar es lo mejor.
  • Cómo accedes a la información: normalmente te gusta que te entre por los sentidos y no te dejas llevar por la imaginación.
  • En qué basas tus decisiones: tus análisis suelen estar basados en el pensamiento para evitarte la inseguridad personal y perderte en tus emociones.
  • Cómo tratas al mundo que te rodea: necesitas que las cosas estén claras y evitar en lo posible cualquier tipo de sorpresa.
La próxima semana hablaré del colérico. Ser amables y compartir vuestras opiniones para conocer si os identificáis con esta descripción de los temperamentos.
(Un buen ejemplo de personaje flemático es el famoso actor británico de los Monty Phyton, John Cleese. Ver vídeo)
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Alimentación Emocional. Algo más que comer (50)

La mayoría de las situaciones de inseguridad intentamos, inconscientemente, resolverlas ingiriendo alguna substancia química que nos de un «subidón» y nos provoque un estado muy parecido al de los superhéroes. Para unos el chocolate es la panacea, mientras que otros recurren inocentemente a los bollos o pasteles cremosos, figurándose que cada bocado es una respuesta amorosa del entorno. En casos más confrontantes, donde lo que se juega es «ligar» con muy pocas armas para ello, la solución más rápida es tomarse una copa para ir por todas. Detrás de cualquiera de estos «arreglos» hay una inestabilidad que nos hace sentir que la tierra se mueve bajo nuestros pies, y que somos marionetas de destino incierto. Se trata de una mezcolanza un tanto amarga de miedo, tensión y cobardía.

La madre tierra, en su semejanza con la madre protectora, tiene como función primordial el amor y el cariño. Tener una «buena madre» es ante todo sentirse protegido de la intemperie y el esfuerzo. La madre nutre y aleja de nosotros los miedos a la hambruna y al vacío de los afectos. Su hombro nos libra de la batalla y su cariño nos quita el temor a la soledad. La madre nos nutre de dulce, y de él extraemos la energía para todo lo que el día y la vida nos depare.
Cuando somos para nosotros mismos una extraordinaria madre, que sabe compensar el amor con el esfuerzo y nos exige a la vez que nos da, generamos un grado de consciencia entre lo que nos place y lo que es conveniente. Esto nos permite regular la energía consumida y la energía ingerida, equilibrando los resultados anatómicos y fisiológicos.
Cuando, por el contrario, somos para nosotros mismos una madre sobreprotectora, difícilmente sabremos enfrentarnos a la cruzada de la vida, desfalleciendo ante el mínimo esfuerzo o devenir poco victorioso. Las derrotas nos consumirán, y buscaremos paliativos bastante inmaduros y poco productivos, entre los que están sin duda los excesivos placeres culinarios y la glotonería hacia los dulces. Cargados de energía inoperativa, nos deslizaremos fácilmente hacia hábitos negligentes y vacuos.
El recuerdo de una madre inexistente que algunos llevamos encima nos convierte en inestables y ciclotímicos. Unas veces somos capaces de dirigirnos con voluntad y competencia, y otras, por el contrario, caemos en la satisfacción mediante dulces y excesivas dosis de alcohol, anegando los recuerdos para no sufrir el desamparo amoroso.
Cualquiera de estos procesos evidencian un grado de inseguridad que cercena nuestra confianza, impidiéndonos fluir en los procesos más cotidianos y dejándonos con un regusto personal nada grato. Lo peor es que perdemos la conciencia de nuestra magnitud energética.
La seguridad, una cualidad imprescindible para movilizarnos y estimular nuestro liderazgo personal, surge de la «buena cosecha», que es el resultado de: la calidad de la tierra (nuestros orígenes), de las semillas plantadas (lo que somos), de su proceso de maduración mediante el agua, la luz, los abonos (todo ello símil de lo que vamos incorporando con nuestras experiencias) y de los cuidados durante el proceso (los cambios que efectuamos para avanzar ). Es decir : la seguridad es todo un mecanismo de dar y recibir permanente en el que vamos fortaleciendo nuestra confianza y nos vamos adaptando a nuevos objetivos.
La seguridad exige la estabilidad de los vientos (revisar el post sobre las grasas) y la ingesta exacta de los hidratos de carbono imprescindibles para la energía que vamos a utilizar en nuestros quehaceres y labores profesionales , personales o sociales. Cuando experimentamos tensión, desfallecimiento, pesimismo o un mal humor inusual, suele deberse a dos circunstancias: por un lado, nos sentimos inseguros, y por otro, hemos evaluado erróneamente los alimentos suministrados a nuestro cuerpo.
El buen humor y el optimismo se alimentan de glúcidos de baja concentración de azúcares y de un nivel de grasa suficiente para su disolución y absorción por el aparato digestivo. Cuanto mayor es la cantidad de hidratos de carbono que ingerimos, más baja es nuestra resistencia al enfado, y mayor nuestra apetencia de dulces.
Espero que tengáis una buena comida y que probéis la receta de zanahoria que Javier Peñas ha diseñado y fotografiado para nosotros.
El próximo post lo dedicaremos a las proteínas.
CREMA DE ZANAHORIAS
Alimentación Emocional. Algo más que comer. Parte V
Ingredientes:
4 zanahorias
1 cebolleta
1 pimiento verde
1 calabacin
1 ramita de apio
½ nabo
aceite de oliva
Elaboración:
  • Limpiar y pelar las verduras que lo necesiten, cortarlas en trozos grandes.
  • Cocer las verduras durante una hora, triturarlas y, si es necesario, pasarlas por un chino.
  • A la hora de servir añadir un chorrito de aceite de oliva.
  • No es necesario incorporar sal ya que la mezcla de verduras aporta todo el sabor necesario.
Sencilla y muy sana.

Receta de: Joaquina Fernández con el visto bueno de Javier Peñas. Ahora sólo queda recibir vuestras opiniones

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Constructivismo (49)

p>En el post 44, dedicado a la familia, veíamos cómo a partir de los 8 años el niño empieza a reaccionar ante los impulsos externos buscando su espacio, y establecimos la necesidad de implementar un modelo «pedagógico» conductista, que colaborase con el crío para construir su estabilidad emocional a través de la apertura de canales novedosos de mirar el mundo. La meta de ese modelo era conformar la conducta.

Ell tercer pilar de la educación. Constructivismo
Ya casi con 10 años, cuando se aproxima la ruptura con la familia y el inicio de una vida social participativa, y de alguna manera conflictiva, el niño necesita tener incorporadas respuestas propias ante estos nuevos retos. Si bien el «modelo por repetición» le aportó confianza porque asentaba sus valores ante las costumbres y modos heterogéneos del entorno, no cabe duda de que se va a sentir desorientado cuando choque con otros valores de tinte muy diferente a los suyos y que no ha vivido, ni visto, durante su evolución en el seno familiar. Este proceso, propio de la etapa de 10 a 12 años y que se proyecta en los años juveniles, exige herramientas para construir su propio camino. El niño precisa dos fuentes de las que beber y nutrirse: la familia y la enseñanza.
El material didáctico lo forman los hábitos e integración de sus propias rutinas, así como el aprendizaje de conductas recibido de sus educadores y de las relaciones próximas, quienes son supervisores e incitadores de las actuaciones que se esperan del muchacho. Ahora bien, el crío necesita avanzar y empezar a practicar escenarios nuevos en los que pueda experimentar qué sucede y por qué sin respuestas ajenas a sí mismo. Sin este proceso, la confianza que se había logrado anteriormente pierde consistencia, y aparecerán crisis de inseguridad y pequeñas dificultades para expresar sus pensamientos o para descorrer los velos que cubren los orígenes de sus objeciones y posteriores réplicas.
Cuando se inicia el paso de la niñez a la juventud, corresponde aprender a través de la investigación y la experiencia razonando y extrayendo conclusiones que fluyen del interior al exterior paulatinamente, como si se tratara de un arroyo en la montaña escondido entre las lindes de los prados a los que humedece, y casi invisible a los ojos del observador poco experimentado.
El niño- joven ya no se limita a seguir las directrices del adulto, sino que balbucea iniciativas propias, alejándose del receptor pasivo y viviendo proactivamente los estímulos externos. El niño se concibe como un ser activo, lleno de posibilidades, siendo mejor cuanto más piensa y más rápido resuelve problemas individualmente. El adulto debe desempeñar el papel de mediador, de pacificador de los vientos que agitan el alma inexperta de nuestro jovencito incipiente, tambaleante. Lo que pretende el modelo constructivista es elevar su mirada por encima de lo que ya conoce, con el corazón abierto a los que saben y cerrado a los impositores y cercenadores de estas libertades hacia el conocimiento de la vida y la independencia intelectual. El constructivismo es una luz para borrar la infalibilidad de algunos y aprender a escuchar y modelar a otros.
Este modelo favorece la toma de decisiones. Emitir juicios de valor implica la participación impulsora de los adultos que interactúan en el desarrollo para construir, crear, facilitar, liberar, preguntar, criticar y reflexionar sobre la comprensión de las estructuras profundas del conocimiento.
El eje del modelo es el aprender haciendo. El «experimentado» es un facilitador que contribuye al desarrollo de las capacidades de los muchachos para pensar, idear, crear y reflexionar. El objetivo es desarrollar las habilidades del pensamiento de los jóvenes para que ellos puedan progresar, evolucionar secuencialmente en las estructuras cognitivas y acceder así a conocimientos cada vez más elaborados.
Seguiremos con este modelo el martes próximo.
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Dalila, Ryan y un error (48)

Rezo por Dalila y siento el dolor de su muerte. Creo que su amado hijo Ryan estará jugando en el lugar de las almas inocentes y puras, y  los ángeles le estarán preparando un sitio en la cama de los niños. Ahora bien, también pienso en la enfermera que cuidaba de Ryan, quien se ha visto obligada a esconderse de las hirientes e injustas opiniones de muchos de nosotros.
A Dalila la sentimos y a Ryan le soñamos libre; sin embargo, no somos sensibles al dolor de esta trabajadora que puso la vía mortal a Ryan. Ella cubrió, sin protestar, el puesto que le designó la jefatura del hospital, aunque no había sido preparada para ello.  De una manera u otra le hemos hecho culpable de la muerte de Ryan, y hemos recordado con mayor exactitud los fallos del diagnóstico de Dalila, su madre. Recordemos que ambas vidas se perdieron en el mismo centro sanitario.
La enfermera puso el alimento a Ryan por vía intravenosa por error. No era la muerte del bebé lo que buscaba,  sino que su vitalidad creciera y que su cuerpo ganara peso. Quizá, antes de ponerle la vía, le acarició para reducir el dolor, y hasta es probable que intentara  ofrecerle la ternura de la madre perdida mientras deseaba acunarle. En ningún caso quiso quitarle la vida, y si no hubo intención, ¿puede haber culpa?
Señor gerente, dudo de que haya habido negligencia por parte de esta trabajadora. En todo caso, hubo ignorancia. Y si fue así, si era inexperta, todos formamos parte de ese error. Primero por permitir que la sanidad esté tan falta de recursos de personal y espacio, y además porque sólo somos capaces de reclamar cuando sufrimos un dolor tan intenso como éste.
Señor gerente, tampoco a usted puedo hacerle reo de estos fallos. Los medios  que tiene a veces son muy pocos, y los resultados que se exigen muy altos, aunque quizás usted deba reconocer donde están sus límites y los de su equipo. Ahora bien, sí debe rectificar el comunicado oficial en el que culpó a esta enfermera, y prepararse mejor las apariciones públicas en las que evidencie errores en las funciones o responsabilidades de sus trabajadores. Su cargo así lo exige.
A nosotros nos queda cuidar nuestras reacciones, porque seguro que no podemos lanzar la piedra sin estar libres de errores, y aunque no tengamos muertes escritas en nuestro diario personal, sí tenemos fracasos y equivocaciones que han dejado alguna secuela, de la que seguramente no nos hemos librado del todo.
Espero, querida enfermera, que la vida te ayude a superar este revés sin perder todo lo que de bueno tenías. Posiblemente ya no seas la misma a partir de ahora, y las palabras de consuelo no sirvan, aunque me gustaría que aprendieras a perdonar y a liberarte de cualquier dedo acusador. La vida cambia en un instante, y en esa fracción de tiempo podemos vernos sumergidos en una serie de circunstancias inexplicables. Tú lo has vivido, ahora sólo queda seguir adelante. Fuerza y a por todas.
Cronología de una concatenación de hechos en la vida de Dalila, Mohamed y Ryan:
2004: El padre de Dalila muere en Cataluña en un accidente laboral.
2007: Dalila y Mohamed se casan y se trasladan a España.
11 junio 2009: Dalila acude a urgencias del Hospital Gregorio Marañón con dolores de cabeza, articulaciones, garganta  y espalda. La envían a casa con el diagnóstico de infección de las vías respiratorias altas y dolor de espalda debido a su embarazo.
13 junio 2009: Urgencias del Hospital de Fuenlabrada. Confirman el diagnóstico anterior.
15 junio 2009: Urgencias del Hospital Gregorio Marañón. Se le diagnostica asma e infección respiratoria. Se le da de alta. Horas después vuelve a ingresar porque no puede respirar.
16 junio 2009: Dalila requiere ventilación mecánica y da positivo en la prueba de la gripe A H1N1.
20 junio 2009: Dalila cumple 20 años y se le practica una cesárea para intentar salvar a su hijo. Nace Ryan el mismo día del cumpleaños de su madre.
30 junio 2009: Dalia fallece por la nueva gripe.
6 julio 2009: El bebé no tiene la enfermedad que acabó con la vida de su madre, la gripe H1N1.
12 julio 2009: Mohamed regresa de Marruecos después de haber asistido a los funerales de su esposa.
13 julio 2009: El pequeño Ryan muere a las 12:20 horas por   «negligencia» médica.
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