Joaquina Fernández

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Historia para sensibilizar nuestra mirada social (110)

La anciana cruzó tambaleante el dintel de la puerta. Sus manos huesudas se agarraron a las maderas, y con gran esfuerzo entró dentro de la sala. Un hombre, de unos 75 años, se levantó acelerado, aunque tambaleante, para ayudarle. Se desplazaron con cierta lentitud por el restaurante hasta una mesa colindante a la mía, en la que les esperaban un grupo de ancianos.

La recién llegada (no pude abstraerme de escuchar sus palabras exaltadas) había participado en un debate sobre el envejecimiento precoz y algunas enfermedades degenerativas, de las que prefería no decir el nombre. Sus movimientos expresaban su clara oposición a los argumentos de los ponentes. Ella (según sus palabras) tenía una funcionalidad cerebral extraordinaria. El problema lo tenía en su cuerpo. En sus articulaciones, que le dolían hasta paralizarla. En sus pies, que la torturaban… Ejemplificaba la explicación señalándose cada zona y evidenciando su deterioro mediante un gracioso y esperpéntico movimiento.
Una historia para sensibilizar nuestra mirada social (110)
La cuestión había despertado su interés, y aunque algunos le parecieron unos «dementes», la síntesis general era muy positiva. Quería que todos los asistentes participaran en esta discusión, que consideraba muy relevante y oportuna. Alzó un poco la voz, y dijo: «Somos un colectivo importante, por el número y por nuestra posición social. No cabe duda de que representamos una carga económica para este país de jóvenes. Nuestro deterioro, y el peso que ello representa, les preocupan enormemente. No tanto por nosotros. Lo que se esconde detrás de toda esta polémica es por un lado, la dimensión a la que puede llegar el problema si no lo detienen, y por otro, que no saben qué hacer con esta situación». Un joven debatiente preguntó al resto de compañeros si comprendían que ellos mismos estarían en esa situación en breve. «El tiempo pasa rápido, y antes de que una brizna de aire corra, otros estarán analizando nuestro caso», dijo el muchacho, bastante afectado por sus palabras.
Se hizo un gran silencio. Los que escuchábamos resolvimos que también el tema nos incumbía. El anciano que había salido a socorrerla tomó la palabra, y su voz grave me conmovió. «Mi vida intelectual es mucho más activa que cuando trabajaba. Han pasado más de 15 años desde mi jubilación. Mis únicos achaques han sido dos operaciones de prótesis de mis dos rodillas. Estas lesiones han disminuido mi celeridad para acudir a foros, asistir a ponencias en las que he participado activamente…»
Estas manifestaciones fueron secundadas por otras parecidas. Cada uno de los allí presentes relató alguna lesión ósea, y la dependencia familiar que se originaba por ello.
Poco a poco, el interés de los que estábamos alrededor fue decayendo. La magia que trasmitió la primera anciana había desaparecido. Pasadas las cinco de la tarde, cuando se disolvió la sobremesa, me acerqué a la mujer y le pregunté qué pensaba sobre la cuestión física planteada. Su mayor interés era que se respetara su capacidad intelectual y que se fijaran cotas de atención hacia otras deficiencias que quizá tenían su origen en cuestiones mucho más físicas y que podían estar desatendidas. Y quizá podían ser resueltas.
Me comentó que muchas de sus amigas vivían un deterioro estructural que les impedía participar de aquellas charlas culturales. Ellos se reunían una vez por semana para comentar libros, asistir a conferencias y ser testigos de adelantos sociales de cualquier índole. Para todo ello era imprescindible desplazarse desde sus domicilios, y muchos conocidos no tenían esa posibilidad. El motivo de su asistencia al debate eran los problemas derivados del envejecimiento de la sociedad. Según ella, había que hacer otra lectura de la situación. Quería, y así me lo hizo saber, que los jóvenes buscaran las raíces del porqué se deterioraban tantísimo los huesos de las personas. Entonces le dije que en algunas sociedades este problema se daba más que en otras, tal vez por el clima, la alimentación, los cuidados preventivos…
Me informó de que cada una de las personas allí presentes habían tenido importantes cargos profesionales. Unos habían sido catedráticos, otros ingenieros, algunos investigadores, bastantes abogados. Y todos de gran prestigio. Me confirmó esta relevancia haciendo referencia a invitados y personajes de la vida social que habían acudido a sus fiestas. Afirmó además que todos ellos se habían  retirado de la vida profesional cuando aún podían trasmitir su conocimiento y experiencia a muchos jóvenes.
Pretendía lograr por parte de la sociedad y las instituciones el respeto a sus mentes y el cuidado de sus cuerpos. Pensaba que habría que instaurar un servicio de ayuda especial para que todos estos amigos pudieran desplazarse fácilmente.
La prevención. Ahí estaba el matiz en el que quería incidir. Qué provocaba ese deterioro y esas minusvalías corporales. Mi activista consideraba que era necesario un estudio sobre qué y por qué ella estaba en aquellas condiciones.
Me despedí, y por la calle fui observando cada una de las personas que mostraban alguna deficiencia en su caminar, en sus movimientos. Observé a todos y cada uno de los transeúntes con los que me crucé. Muchos más de los que me habría gustado caminaban torpemente; sus espaldas se doblaban, sus manos estaban deformes.
La osteoporosis tan temida está minando la movilidad de nuestros mayores. ¿Cuál es su origen, cuál su casuística? Los estudios parecen apuntar a que estas situaciones se deben a una deficiencia de calcio, uno de los minerales más importantes para la estructura humana.
La próxima semana hablaremos de ello. Hoy sólo quiero movilizar nuestra mirada para ayudar a los ancianos. Para que escuchemos su sabiduría y pongamos nuestros brazos todavía fuertes a su disposición. Sólo así podrán llegar a todos los lugares con los que sueñan. También trataremos el tema de cómo cuidarnos en el presente para tener un excelente futuro.
Os recuerdo que el calcio está en las almendras, las espinacas, las legumbres verdes, el tofu, la soja, la leche y derivados y el pescado graso, como las sardinas, el salmón, etc.
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Liberarnos del miedo al éxito. Adaptación de un cuento de Sapo y Sepo (109)

Mi amiga Elisa, madre de tres varones maravillosos, me regaló en mi último cumpleaños un libro de niños. En él se relatan las aventuras de dos personajes llamados Sapo y Sepo. Estos protagonistas, a través de sus historias, muestran algunas de las paradojas de nuestra vida.

Uno de estos relatos lo he adaptado al trabajo que estamos realizando conjuntamente. Por un lado, cuento la historia, y por otro, propongo un ejercicio. Esta tarea nos da herramientas de autodiagnóstico a la vez que podemos compartirla con los niños y escuchar sus conclusiones, seguro que acertadas.
El relato nos presenta a un Sapo extravertido, activo y lleno de ilusión, y a un Sepo introvertido, apegado a sus espacios habituales, a la comodidad y a sus miedos.
 
ADAPTACIÓN DE «COLINA ABAJO», CUENTO DE SAPO Y SEPO (Arnold Lobel):
 
«Una mañana de invierno, recién levantado el sol por las colinas de las montañas cercanas, Sapo llamó a la puerta de su gran amigo Sepo.
 
-¡Sepo, despierta! –gritó. Sapo sabía que su amigo Sepo aún estaría dormido. A Sepo le costaba ponerse en marcha a primera hora de la mañana. Normalmente daba muchas vueltas antes de empezar su jornada, y muchas mañanas Sapo tenía que despertarle.
 
-¡Sal y mira qué maravilloso es el invierno!-. Las colinas aparecían totalmente blancas por las primeras nieves del año, y Sapo quería que su amigo disfrutara de aquel esplendor invernal.
 
-No saldré -dijo Sepo–. Estoy calentito en mi cama.
 
Sapo, que ya esperaba esta respuesta de su perezoso amigo, no se dio por vencido y replicó:
 
– El invierno es hermoso, sal y vamos a divertirnos.
 
-¡Bah! -contestó Sepo–. No tengo ropa de invierno.
 
Sapo entró en la casa. Se sabía de memoria las excusas de su amigo, y en su mochila roja llevaba varias prendas para él.
 
– Te he traído algunas cosas para que te las pongas –dijo.
 
Sapo le puso a Sepo un abrigo y unos pantalones y se los abrochó.
 
También le puso un gorro y una bufanda.
 
-¡Socorro! –gritó Sepo- , ¡mi mejor amigo quiere ahogarme!
 
– Sólo quiero prepararte bien para el invierno –dijo Sapo.
 
Sapo y Sepo por fin salieron de la casa. Corretearon durante un rato por la nieve
 
– Nos lanzaremos cuesta abajo por la colina en mi trineo –Propuso Sapo
 
Sepo contestó: 
 
-Yo no. 
 
-No tengas miedo –dijo Sapo– yo iré contigo en el trineo. Bajaremos a toda velocidad. Será emocionante. Tú te sientas delante y yo me sentaré detrás.
 
El trineo comenzó a deslizarse colina abajo.
 
-¡Allá vamos! – dijo Sapo.
 
Saltaron sobre un montón de nieve. Sapo, que no había tenido tiempo para agarrarse, se calló del trineo.
 
Sepo siguió a toda velocidad dejando atrás árboles y rocas.
 
-Sapo, me alegro de que estés aquí –dijo Sepo– yo no podría conducir el trineo sin ti.
 
Sepo saltó sobre otro montón de nieve.
 
-Sapo tienes razón. ¡El invierno es divertido!
 
Un cuervo revoloteó cerca de él.
 
-Hola, cuervo –gritó Sepo–, míranos a Sapo y a mí. ¡Montamos en trineo mejor que nadie en el mundo!
 
-Pero Sepo –dijo el cuervo– estás tú solo en el trineo.
 
Sepo miró alrededor. Vio que Sapo no estaba allí.
 
-¡Estoy completamente solo! –gritó asustado Sepo.
 
¡Bang! El trineo chocó contra un árbol.
 
¡Crack! El trineo chocó contra una roca.
 
¡Plop! El trineo se incrustó en la nieve.
 
Sapo llegó corriendo colina abajo. Sacó a Sepo de la nieve.
 
-Lo he visto todo -dijo Sapo–, lo hiciste muy bien tú solo.
 
-No es verdad –dijo Sepo–, aunque hay una cosa que sí puedo hacer yo solo.
 
-¿Cuál? –preguntó Sapo
 
-Puedo irme a casa –dijo Sepo–, quizá el invierno sea hermoso, pero la cama es mucho mejor.» 
 
 
Ejercicio:
 
Medita sobre los siguientes aspectos del cuento:
  • Sapo nos hace propuestas para alejarnos del confort de nuestras rutinas. A veces cedemos, y otras no.
  • Cuando estamos acompañados por los Sapos de nuestra vida, nos adentramos en experiencias a las que no nos habríamos entregado estando solos..
  • Si Sapo nos abandona, las habilidades que estábamos desarrollando se nos olvidan, y parecemos torpes.
  • La decisión puede ser volver a escondernos en nuestra cama y seguir como siempre.
Plantéate otra posibilidad:
  • Piensa en las cosas que lograste alguna vez, y que no has repetido por miedo.
  • Elige una y repítela varios días seguidos. No te preocupes de las facultades que se requieren para hacerla. Piensa sólo en tener la mejor actitud.
  • Cuando hayas logrado un nivel satisfactorio para ti, busca a algún amigo al que le pudiera ayudar conocer esta habilidad, y conviértete en su Sapo.
  • Cuenta a tus amigos cómo te encuentras después.
Luchemos porque cada día encontremos «un invierno maravilloso» que compartir con alguien. Llevemos preparadas las soluciones a sus disculpas. Y ante todo, tengamos en cuenta que el cambio sólo se logra mediante ensayo y error.
 
Venzamos el miedo a equivocarnos. Cuando «el cuervo»  nos avise de que vamos solos, mantengamos la misma destreza y capacidad. En la vida, hay momentos para estar solos y momentos para compartir. Tú eliges.
 
Agradezco a todos los Sapos de mi vida las veces que me han sacado de mi Sepo y de mi comodidad.
 
Vosotros sois el Sapo más poderoso de mis últimos tiempos. 
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Gladiator. Algo más que un destino (108)

El film de Ridley Scott Gladiator se inicia con una gran batalla entre romanos y germanos. El general de las legiones romanas, Máximo Décimo Meridio, (Russell Crowe), gritaba a sus soldados: «Dentro de tres semanas yo estaré recogiendo mis cosechas. Imaginad dónde queréis estar y se hará realidad». Luego añadió: «Hermanos, lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad». Quizá hayan sido estas palabras las que abocaron a nuestro héroe a renunciar a sus sueños  y alejarse de sus amadas campiñas extremeñas, cercanas a Merita Augusta. En el campo de batalla yacen más de cinco mil soldados romanos muertos. Máximo, extenuado, grita: «Roma Vinci». Y entre tanto, en un carromato, Cómodo (JoaquínPhoenix) intriga sobre las decisiones de su padre para su sucesión. Tales son las paradojas del ser humano: mientras unos defienden sus ideales, otros sólo quieren vivir de los resultados del vencedor.
 
Marco Aurelio (Richard Harris) agradece a su fiel guerrero conminándole a que esta sea la última matanza. Para Máximo, esto sólo es posible después de aniquilar a todos los enemigos de Roma. El César le recuerda: «Siempre hay alguien con quien pelear». Pero Máximo quiere volver a su hogar. Unos minutos antes se debatía en el suelo contra la muerte. Sus manos ensangrentadas cercenaban los cuerpos que se movían a su alrededor. Las cosechas para las que estaba preparado no eran las de los campos fértiles donde crecen las espigas de trigo. Su alma ruda no vislumbraba su futuro, ni tampoco apreciaba su presente.
 
Llenamos nuestras vidas de conocimientos y de vivencias. Nos debatimos entre el éxito y la riqueza, anhelando momentos y lugares que nos abstraigan de los esfuerzos. Nos confrontamos con las horas de trabajo y los breves instantes de placer, mientras que el mundo nos reclama consideración y compresión social.
 
Roma necesitaba a un estratega. Máximo ya había aprendido a guerrear, había practicado la lucha y experimentado la victoria. Todas estas experiencias le conferían congruencia y capacidad para lidiar con un nuevo estado de cosas donde primara el diálogo sobre la guerra. Sólo él podía transmitir la necesidad de consenso con los países vecinos. Atrás quedaban los muertos; no hay ninguna guerra que no aporte dolor a todos los implicadas. En cada discusión, en cada confrontación, todas las partes pierden.
 
Algunos somos como Cómodo. Llegamos al final de la contienda, y cuando los soldados gritan el nombre de Máximo enfebrecidos de admiración, la envidia nos envilece. Cuando el pueblo grita el nombre del envidiado suplicamos la misma atención. Los días de recreo ya pasaron, y ahora queremos que nos aclamen. «Me la perdí, me perdí la batalla», grita Cómodo abrazando a su padre. Nos hemos perdido la batalla. No estuvimos en la guerra de la vida y queremos los laureles del triunfador. Nos debatimos entre el esfuerzo y la desgana; sin embargo, nos regocijamos apropiándonos de los triunfos ajenos, porque en nuestro yo profundo llevamos mucho de Máximo, pero también de Cómodo. Repudiamos el alejamiento de nuestro padre. Nos sentimos zaheridos con las lanzas del desamor cuando nuestro amado protector mira con orgullo a nuestro opositor. Horas antes nos recreábamos en el placer fútil y disoluto.
 
Quién va a dirigir este nuevo mundo. El mundo del cambio. Donde desaparezcan la corruptela, los intereses creados, las diferencias entre unos y otros. Donde el hambre sea un recuerdo, la pobreza una fiebre pasajera. Donde todos los niños sean atendidos por igual. Donde el rico hable con el pobre y le enseñe el arte de la riqueza. El lugar en el que todos miremos a un mismo punto. En el que las mejores ideas confluyan para cuidar el planeta.
 
Marco Aurelio nos llama a sus aposentos. Nos pregunta: ¿por qué estamos aquí? Sabemos la respuesta, y como Máximo decimos que estamos aquí por la gloria del Imperio. Sabemos que estamos en el mundo para el mundo. No para nuestros propios intereses. Hemos nacido para hacer crecer lo que nos rodea y convertirlo en próspero y útil para aquellos que viven en este “imperio!. Marco Aurelio nos enseña el mundo que hemos creado. Inmenso. Igual que las conquistas de Roma.
 
Durante miles de años hemos luchado los unos contra los otros. Hemos pensando que con cada terreno arrebatado a los otros ganábamos algo para nosotros. Hemos vertido sangre, dolor, miseria. Durante siglos no ha habido ni cuatro años de paz en la Tierra. Y, ¿para qué? El César se hace esta pregunta rendido.
 
Sentémonos juntos. Hablemos un rato con franqueza. De persona a persona. Millones de nuestros hermanos yacen en el frío barro. Muchos sangran por sus heridas. Otros no abandonarán los lugares a los que llegaron para saciar su hambre. No quiero pensar que lucharon y murieron por nada. ¿Qué quiero creer? Que hasta ahora hemos luchado por unos ideales, por unas creencias. Seguramente no lo hemos hecho de la mejor forma. Como Marco Aurelio propone, es necesaria una transformación. Es el momento de dar un giro a nuestro modo de entender la vida.
 
Adelantemos a nuestro final. Que antes de sentirnos agotados, tengamos una perspectiva diferente. Ciertamente, soñamos con nuestra casa, y el sol la calienta con sus rayos. Pero sólo cada uno de nosotros puede aportar una luz diferente a este holocausto que nos rodea. Miremos atrás. Recordemos las veces que le hemos dicho que no al Marco Aurelio de nuestra existencia. A cuántos ofrecimientos de ser los protectores de este mundo nos hemos negado, y en nuestro lugar hemos nombrado a otros. El mundo lo dirigen muchos Cómodos que aman el poder, aunque no el camino para lograrlo. Hay muchos Máximos que se negaron al honor de ser los transformadores.
 

Seguiremos hablando de Gladiator. Gracias por estar al otro lado y leer estas reflexiones de tú a tú. 

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Superación del Mártir. El camino del héroe (107)

El Mártir es un inseguro que duda de su misión en esta vida. A veces su victimismo es solo una fantasía para no evidenciar su cobardía y el miedo a enfrentarse abiertamente a sus enemigos internos. Esta es una de las características principales del antihéroe Mártir. El miedo le subyuga y le reduce a sentirse enfadado con los retos de crecimiento, con cierto resentimiento hacia los impulsores del mismo. Esta tensión casi permanente entre sus ideales y sus temores le lleva a desdoblarse e iniciar un proceso doloroso.

Cuando el Mártir resuelve su enfrentamiento entre sacrificio y responsabilidad y se erige en salvador gozoso a través de sus valores, y además reconoce la felicidad suprema en la entrega de sí mismo y de sus pilares más fundamentales, aparecen la generosidad y el amor a los compromisos. Así inicia el Mártir su proceso de superación y abre sus puertas a un cambio esperanzador, donde la felicidad es posible.
Ahora bien, este camino es lento. El Mártir viene de un pasado de placeres que se diluyeron ante el sentimiento de culpa por su falta de compromiso con ideales más profundos. En el presente vive una continua tortura cuando se siente exigido en la asunción de responsabilidades que le parecen demasiado ingratas. En el futuro sólo ve una promesa de lucha y guerra para lograr sus metas. El camino trascendente, al que quiere llegar, y el cumplimiento de su búsqueda, son ideales lejanos. El amor a este proceso le impulsa, y la congoja ante el esfuerzo le deprime. El Mártir tiene su mayor dragón en el miedo a la autoridad de la vida y en la pérdida de sus valores por su autocomplacencia y sometimiento a las creencias más vulgares. Recordemos que cuando superó al Vagabundo le acometía el pensamiento de que los placeres eran la única realidad y lo que merecía ser vivido. Todavía esta máxima resuena en su espíritu como un eco dulzón y atractivo.
La superación del Mártir. El camino del héroe (107)
El Mártir debe aceptar la cuestión de su crecimiento personal, que le resulta ridículo, y sobre lo que ironiza cuando está ante grupos que le importan. Cuando acomete su crecimiento como un proceso inevitable, se siente liberado y la paz le envuelve. Activa en su día a día la entrega a los demás y opta por salvarse de su mediocridad. El latido de su corazón es de todos, y los frágiles se convierten en sus motores de cambio. Esta metamorfosis inunda todo su derredor, y se transforma en un visionario de un nuevo mundo que quiere compartir con aquellos que le acompañan y secundan en sus planes de transformación.
El Mártir se ha hecho todo amor. Un amor de dar y recibir que es una ventura y que disipa el sentimiento de sacrificio por el esfuerzo gratificante que de ello se deriva.
Para cumplir este proceso debe aprender a darse. Necesita discernir entre entregar lo que es necesario para la vida, la propia y la de los otros, y el atractivo que tiene darse hasta la muerte. Le atrae su inmolación. El sacrificio por los demás, a costa de su propio sufrimiento, le subyuga y le conmueve. Ahora bien, este Mártir debe desaparecer para sostener una actitud responsable e independiente. Este héroe debe aprender que el mundo no necesita de su sacrificio final. Le seduce sentirse adorado por tan noble acto, pero esa tentación debe desvanecerse. El Mártir da una imagen de responsabilidad consigo mismo y  con los demás. Debe aprender a acabar con su tendencia a consentir, pues de lo contrario correrá siempre el riesgo de romper los límites de la entrega para ser víctima de los requerimientos de sus amigos y compañeros de viaje.
Hay una cierta satisfacción en sentirse necesitado por encima de sus posibilidades. Su victimismo es un riesgo para que claudique y se aleje de su sentido verdadero, que es la entrega atemporal a sus metas más elevadas de una forma saludable, respetando lo que da y lo que recibe.
La tarea más complicada para un Mártir es aprender a recibir. Porque dar bien conlleva aceptar bien. Necesita desbloquear su conciencia hacia lo que recibe cada día. El Mártir tiene grandes dificultades para recibir de su entorno, es decir, para señalar todo lo que su alrededor le aporta. Este héroe debe conocer lo que es imprescindible en la realización de sus tareas. Aceptar la colaboración de sus amigos y conocidos le elevará por encima de sí mismo. Este ejercicio de compartir generosamente le engrandece, convirtiendo su esfuerzo en un beneficio transformador y no en un mero sufrimiento sin sentido.
El Mártir va descubriendo que no es bueno entregar aquello que no es esencial. Para hacer una donación apropiada debe desprenderse sólo de aquello para lo que está preparado. Cuánto más generosa sea su entrega, más fácilmente recibirá de los demás.
Cuando el Mártir se compromete libre y honestamente, genera un espacio de seguridad y credibilidad único. Este Mártir ama el mundo como es y asume la postura de idealista ilusionado que ve en todo una oportunidad irrepetible para experimentar el proceso en el que estamos sumergidos. Su clarividencia convierte todo en un éxtasis de vida, donde es posible darlo todo sin esperar nada. El amor como una forma de desapego y experiencia incondicional es la máxima de este héroe, que nos aproxima a la bondad, la consideración y la responsabilidad sin sufrimiento.
Nuestro héroe ha dejado atrás la queja y se ha llenado de optimismo hacia el mundo que le rodea. Observa cada una de sus acciones como una oportunidad de llegar a las metas que se ha fijado. El cambio le inunda de gozo, y la felicidad es el amor, que dona con total grandeza. Recibe de los suyos la aquiescencia y el reconocimiento de su búsqueda como un bien para todos.
El Mártir se recoge cada noche, y en su meditación da gracias por ser quien es y vivir donde vive. Cada día es una flor que deja su aroma en los rincones por los que ha pasado. Todos sus antepasados le sonríen y le dan las buenas noches protegiendo su espíritu para lo que está por venir.
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Alimentación emocional. Algunos consejos para estos días de otoño (106)

El otoño siempre llega con lluvias, y el cielo muestra sus nubes más grises.  Es ya época de recogerse en casa, lo que hace siempre más fácil la elaboración de algunos platos que son aconsejables en esta estación. Este impulso de cuidarnos nos evoca a nuestra madre y sus amorosas comidas. El recuerdo del olor de sus platos calientes y su amor nos estremece. Si cerramos los ojos y susurramos: «Mamá, mamá, mamá» varias veces, parece que sus cariñosas palabras y sus cuidados insustituibles nos envuelven, y nos sentimos acunados de nuevo. Estén donde estén, estas mujeres tan significadas y significantes vivirán en nosotros en forma de gran recuerdo culinario. Ellas han sido artífices de muchos de nuestros momentos de gozo. Nos hemos alimentado con sus deliciosas recetas sin cuestionarnos su valor dietético, y hemos disfrutado de los aromas de sus caldos, de las jugosas salsas, de las cremas tamizadas, de los guisos caseros, de cada una de las creativas formas de amor que cada almuerzo o cena nos ofrecían.

Quisiera que retomáramos estas experiencias e hiciéramos un ejercicio de cuidado personal, en el que pongamos nuestro esfuerzo en adquirir pequeños hábitos que nos alimenten un poco mejor, aunque sin renunciar al goce de la buena mesa.  
 
Iniciemos la mañana con un vaso de agua templada para que el cuerpo reciba un cariñoso saludo y cada órgano depure el sueño de la noche desperezándose suavemente.
 
Un poco más tarde podríamos desayunar un racimo de uvas. Esta fruta de la estación aporta muchísimas vitaminas y minerales. La ingesta de uvas favorece también la depuración de la sangre, que en otoño es imprescindible para elevar el sistema inmune y prevenir los catarros.
 
A mediodía es aconsejable empezar con una ensalada muy variada, y detrás un plato de lentejas con arroz, cocido de garbanzos, arroz con verduras, patatas al horno…Todos estos alimentos contribuyen al equilibrio de los aminoácidos esenciales en la sangre.
 
A media tarde podemos merendar un yogur de soja, o queso de cabra con unas rodajas de tomate. También viene bien un poco de pan de centeno con aceite y unas rodajas de tomate y queso de cabra
 
Por la noche, nada mejor que descubrir las maravillas de una verdura a la plancha. Podemos elegir entre todas aquellas que son de temporada. Es factible también alternarlo con verduras al vapor. De segundo plato,  pescado fresco a la plancha o al horno, o bien pollo, pavo o gallina. El sabroso solomillo lo tomaremos tan sólo una o dos veces por semana, y lo prepararemos del modo que más nos agrade. También podemos probar las exquisitas setas con ajetes de la receta que acompaña a este post. Recordemos que los huevos son muy socorridos para visitas inesperadas.
 
Alimentémonos así durante unos 21 días, aligerando las cantidades y permitiendo que las digestiones sean más rápidas. Experimentaremos un mayor bienestar, y el carácter se nos dulcificará bastante.
 
Esta es tan sólo una orientación para esta estación, en la que conviene que nos depuremos para hacer frente a las continuas agresiones al sistema inmunológico. Los cambios climáticos, la incorporación a la vida profesional intensa después de las vacaciones estivales y otras circunstancias originan desequilibrios en el sistema nervioso y en las cantidades de adrenalina que el cuerpo resiste. Las emociones en esta estación están a flor de piel, y les afecta las bajadas de las temperaturas y de la luz solar.
 
 
Os obsequiamos con una receta realizada y fotografiada por Javier Peñas Capel
 
 Alimentación emocional. Algunos consejos para estos días de otoño (106)
 
SETAS CON AJETES TIERNOS
 
 
INGREDIENTES
 
Setas, en este caso, rebozuelo, champiñón, boletus, seta de cardo, sitake.
Ajetes tiernos
Aceite de oliva
 
 
ELABORACION
 
Es un plato sencillísimo de realizar. Se confitan los ajetes tiernos en una sartén con un poco de aceite de oliva hasta que este se impregne del aroma de los ajetes, 5min a fuego lento.
Se ponen las setas en la sartén. Se saltean durante 5 minutos y ¡listo! 
 
El momento ideal para comer este plato es en otoño, cuando los mercados rebosan de todo tipo de setas y hongos.
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Debilidades de los 4 temperamentos. El sanguíneo (105)

Cuando iniciamos los post sobre la gestión de lo imperfecto de nosotros mismos, exponíamos la dificultad de enfrentarnos con el lado oscuro de nuestra personalidad por su connotación de irresoluble. Por un lado, está el deseo de perfección que todos llevamos dentro, y que hace que las sombras tiñan demasiado rápido el paisaje de negatividad. Otra de las razones que me llevó a posponer este trabajo fue que el temperamento, en su lado menos favorable, al ser un imponderable con bajas posibilidades de transformación, podía generar bastante ansiedad. Además, el verano es una época poco propicia para este proceso.

Pensé también que podía resultar interesante iniciar el nuevo curso con una propuesta de auto-observación para crear planes de acción que nos posibiliten alcanzar los resultados que anhelamos. Para ello, es imprescindible conocer, aceptar y gestionar estas pequeñas imperfecciones centrándonos en los puntos clave de nuestro potencial, que ya hemos visto en los post anteriores.
Mi necesidad de escribir sobre cómo afrontar lo peor de nosotros mismos se activó cuando un amigo me preguntó si iba a tratar el tema de los daños colaterales que se generan cuando los diferentes temperamentos se relacionan entre sí. Mi amigo me sugirió que este tema sería muy útil para mejorar las relaciones interpersonales. Me comentó que había observado ciertas tensiones en su convivencia con algunos temperamentos, y que pensaba que, si lograba conocer mejor el lado oscuro del suyo, podría ser más consciente de qué estaba pasando y por qué. También me contó un desagradable tropiezo profesional que estaba vinculado a las incompatibilidades de un flemático con un sanguíneo en la vida social.
En este post iniciamos este trabajo de profundizar sobre las debilidades de cada temperamento. Al igual que hicimos con las fortalezas, debemos valorarlas para encontrar el perfil más fidedigno de nuestras carencias. Así podremos conocer nuestra personalidad y aquello que va a ser nuestro handicap en cualquier situación. Quisiera que antes de leer lo que sigue tuviéramos una actitud de aprendizaje. Pueden resultar duros algunos de los puntos que desarrollo; sin embargo, sólo debemos quedarnos con lo que nos identifica. Únicamente los temperamentos muy puros van a coincidir en la mayoría de los puntos, si bien todos tenemos algo de cada temperamento, y es posible que nos duela vernos reflejados en comportamientos poco loables. Recordemos lo mejor que tenemos y asumamos nuestros defectos como parte del camino del autoconocimiento. Hay que procurar no autoflagelarse.
Gestionar lo imperfecto de ti mismo. Las áreas de mejora de cada temperamento. El sanguíneo (105)El temperamento sanguíneo en las relaciones personales: es amante de todo lo que viene del exterior. Le encanta que le admiren y el galanteo de sus amigos y colaboradores. Es muy difícil que un sanguíneo ame profundamente. Vive con la sensación de que si ama a una sola persona puede perder todos los amoríos que la vida le ofrece. Para no perder todas las ofertas, miente compulsivamente, y los que caen en sus redes viven un auténtico martirio. El sanguíneo es deseado por aquellos que tienen dificultades para las relaciones sociales o para disfrutar de los placeres. Y al principio todo resulta muy seductor; sin embargo, al cabo de un tiempo, la excesiva promiscuidad de los sanguíneos y la falta de fidelidad hace casi imposible la relación.
En el crecimiento personal: el sanguíneo es inconstante. Inicia proyectos que parecen muy profundos (casi siempre para cautivar a algún inocente a quien engañar), pero cuando tiene que hacer esfuerzos y dejar sus placeres, se aleja rápidamente. El sanguíneo ama los deleites por encima de cualquier otra cosa, lo que le lleva a buscar diversiones frívolas y desenfrenadas. Huye de todo lo que implique sacrificio o renuncia al goce de los sentidos, y soporta mal el silencio y la soledad. No conoce la abnegación ni la templanza, pues las considera una amenaza para el verdadero sentido de la vida, que según él es el hedonismo. Suele ser mordaz y dañino con los que dedican su existencia a los demás y al crecimiento personal. Es muy negligente con sus errores, y disculpa su falta de responsabilidad. Reacciona con ironía ante las propuestas que implican un desarrollo de carácter humano, y que no respetan su negación a los esfuerzos.
El sanguíneo como empresario: cuando este temperamento está muy polarizado, las empresas que inicia tienen poca vida, porque suele dejarse llevar por los resultados fáciles y las inversiones arriesgadas. Es inconstante en la entrega profesional, y vive de ilusiones que casi nunca se realizan. Su fantasía sobre los resultados hace que no cuide los detalles más importantes de un proyecto organizacional. Seducidos por su gracia y su palabrería fácil, algunos inversores caen en sus redes, y el resultado suele traducirse en gravísimas pérdidas económicas. Y es que los sanguíneos pierden el interés cuando los proyectos les exigen tiempo y dedicación en lugares cerrados. Este daño es menor cuando las empresas obtienen resultados rápidos. Es muy bocazas con sus éxitos, y poco discreto con los resultados. Le encanta dejar impactados a los demás con su buen hacer.
Consigo mismo: es pueril y se regodea en su belleza. Es amante de su figura, y pocas veces acepta críticas sobre sus actos. Si hay algún comentario que podría ayudarle en su desarrollo, rápidamente recuerda lo que le ha dicho otro que le agrada más. Aunque parezca que acepta retos de superación, siempre se inclina por seguir adulándose tal cual es. Su autocomplacencia es excesiva, y raramente sale de ella. Su adicción al halago es única entre los temperamentos. Se pavonea y se exhibe todo el tiempo, difícilmente acepta no ser el mejor.
En la comunicación: el sanguíneo odia el silencio y la discreción. Parlotea continuamente sin que sus palabras aporten valor a los demás ni a sí mismo. Es incapaz de observar lo que le rodea y detectar qué agrada y qué no de lo que él hace. Castiga a los demás con sus ironías y su falta de tacto. Detesta el recogimiento y los ambientes que le muestran el lado sereno de su personalidad. Adora comunicarse y ser el centro. Es el temperamento con el discurso más trivial y poco profundo de todos, y pocas veces sabe cuándo molesta con sus gracias y sus continuas interrupciones.
Pienso que estos puntos recogen lo menos grato del temperamento sanguíneo, que, recordemos, es extravertido y olvida lo negativo con facilidad. Si tu temperamento es éste, no te enfades por aquellas debilidades que te acompañan. Recuerda que todavía no somos perfectos, y que en nuestro camino de cambio esta es una aportación más. Nada es definitivo. Ni las grandes fortalezas ni las pequeñas áreas de mejora.
Nos ayudará configurar planes de acción para diagnosticar nuestro perfil y aprender a modelarlo de cara a alcanzar nuestros logros.
Si tu compañero, pareja o colaborador es sanguíneo y observas que algunas de estas características se cumplen, entiende que es una parte de sí mismo tan irremediable como la tuya. Nada es mejor que nada. Ni peor una cosa que otra. Somos una maravillosa obra que se va conformando cada día con pequeñas partículas de conocimiento. Amemos lo que somos y lo que son los demás.
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Los niños sí quieren cambiar el mundo (104)

Esta es una historia que me contaron hace tiempo:

Los niños sí quieren cambiar el mundo (104)En un día muy caluroso de un mes de agosto, durante la celebración de las fiestas populares de mi ciudad, un niño de 12 años entró en una heladería y se sentó en una mesa. Miró a su alrededor con serenidad y tomó en su mano la carta de los helados. Cuando ya hubo decidido lo que deseaba, llamó a la camarera y le preguntó: «¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con almendras?». «50 céntimos», respondió la mujer un tanto sorprendida por la independencia del niño. Éste sacó de su bolsillo unas cuantas monedas, que contó detenidamente. «¿Cuánto cuesta un helado solo?», volvió a preguntar. La dependiente empezó a impacientarse. Habían entrado al establecimiento varias personas que buscaban sitio. Malhumorada, le contestó: «35 céntimos». El niño volvió a contar las monedas, y dijo a la camarera: «Quiero el helado solo». La mujer le trajo el helado y dejó el ticket con el importe encima de la mesa.
Cuando terminó el helado, el niño abonó su consumición en la caja y se fue. Tras haber atendido a otros clientes, la camarera volvió para preparar la mesa que había dejado el niño. Se encontró con que allí, colocadas ordenadamente junto al plato vacío, había veinticinco céntimos: su propina. La muchacha tragó saliva.
Ejercicio:
  • Recuerda algún momento en el que hayas juzgado negativamente a algún niño o joven de tu entorno.
  • Haz memoria de instantes en los que te haya sorprendido gratamente la generosidad de algún menor.
  • Ve a tus recuerdos de la infancia y disfruta de los pensamientos de grandeza que tenías sobre el mundo, los pobres…
  • Piensa las veces que has salido a pedir para cambiar alguna injusticia y la fuerza que ponías en ello.
  • Anota las profesiones orientadas a ayudar a los demás que querías hacer cuando eras pequeño (o un poco más mayor).
  • Escucha a los más jóvenes de la familia, y anímales a que tengan una mirada positiva sobre el mundo.
  • ¿Qué debemos hacer para que nuestra sensibilidad social y nuestra generosidad permanezca en el tiempo? ¿Qué cambio debemos realizar los adultos para que esto sea posible?
Hoy me gustaría que pusiéramos la atención en cuidar nuestras palabras ante los menores para que todo lo que escuchen de nosotros sea positivo y aprendan a respetar a los que les dirigen y enseñan. Y es que eso sólo será posible si en nosotros ven el mismo respeto y consideración
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Family Man, una dualidad diferente (103)

 En el film Family Man de Bertt Ratner que Antena 3 emitió el pasado viernes, Jack (Nicolas Cage) vive un proceso de lucha contra sí mismo entre su éxito y la posibilidad de formar una familia. Ya en la carátula nos amenazan con una grave pregunta: «¿Qué habrías elegido tú?». Y nos dan dos opciones: éxito o familia. Me detengo con miedo, y creo que si decido por una estaré impedida para disfrutar de la otra. ¿El éxito me quitará a mi familia? ¿Mi familia me anulará las posibilidades de éxito?

En el año 1987 los personajes principales se despiden, porque Jack se marcha a Londres a trabajar en un prestigioso banco inglés. Kate (Tea Leoni) tiene el presentimiento de que algo va a salir mal. Jack, sin embargo, piensa que Londres es el principio de una nueva y espléndida vida. Kate le pide que no se vaya. Que olviden todos los planes previos, y que inicien una vida juntos. No puede ofrecerle ningún futuro prometedor, pero lo construirán juntos. Kate piensa que así serán felices; cree que lo mejor que hay en el mundo es el amor entre ellos dos. Jack le jura que ni cien años pueden cambiar lo que comparten.
 
La historia muestra lo efímero de nuestras promesas. Trece años más tarde, Jack tiene una vida llena de lujos. Sus relaciones están teñidas de deseos, falta de respeto y exigencia de resultados. Su colaborador Alan quiere pasar la Nochebuena con sus hijos, a los que les ha prometido acudir pronto. Jack trivializa su petición y le ofrece a cambio un talón con más de diez ceros. Van pasando las horas y el día se agota. La ironía va llenando los despachos junto con la dureza de unos y otros. Jack pasa la Navidad solo.
 
La película retrata a un tipo muy exitoso profesionalmente, y a la vez egoísta e interesado, contraponiéndolo a otro cariñoso, familiar y sin grandes posibilidades para mantener a su familia. Según esta comedia, es imposible que nuestro carácter reúna ambas cualidades sin que parezcamos seres bicéfalos luchando el uno contra el otro.
 
El director muestra un ambiente cosmopolita, con atuendos de diseño y ambientes sofisticados, que contrasta con una vida vulgar en la que todo se resume en sacar adelante a dos hijos, y en fracasos y vivencias deprimentes. Como espectador te dejan muy pocas opciones. Si eliges al primero ganarás mucho dinero y estarás solo, y si optas por el segundo, los compromisos y las responsabilidades te mantendrán prisionero.
 
Por supuesto, al mostrarnos a una caterva de personajes literalmente ahogados en el lujo, con sus cualidades morales adormecidas, el guión ya nos está haciendo inclinarnos por una de las dos opciones. Como espectadores, nos dejamos convencer de que las almas más hermosas sólo pueden habitar en lugares alejados de las grandes ciudades y ejercer profesiones que no impliquen progreso, dedicación y lucro. Ciertamente, nuestras dudas sobre lo que es la calidad humana están muy arraigadas, y nos dejamos llevar por ellas.
Voy recordando los momentos donde la vida me ha situado en dos coyunturas. Dos caminos en los que elegir uno era abandonar el otro.
 
El director nos muestra etapas de la vida de todos nosotros. En algún aeropuerto decidimos tomar el avión equivocado, y hemos arrastrado con nuestro error a muchos otros. También hemos aprovechado nuestras posibilidades en los mejores escenarios, y algunas personas que nos siguieron o a las que acompañamos compartieron su felicidad y lo mejor de ellas mismas con nosotros.
 
En algún momento, nuestra alma alimentó nuestras decisiones, y la generosidad nos acogió dulcemente. En realidad, cada día vamos eligiendo una u otra postura, independientemente de nuestra economía, nuestra familia o nuestras profesiones.
 
No es necesario cambiar los escenarios. Ni quitar o poner hijos. Ni tan siquiera el dinero. La vida de cada uno tiene esas paradojas sin que llegue el hombre del saco y nos arrebate la libertad en aras de ser mejores personas. No es necesario ningún mensajero del cielo para convertir nuestro entorno en el peor o mejor lugar para crecer.
 
Todos los días jugamos a este doblete. Nuestras inquietudes más bajas nos llevan a acciones en las que nos olvidamos de la Navidad de todos los que nos rodean, a veces sin que medie el querer ganar más dinero (que, al menos, tendría un sentido): sólo queremos vencer al que tenemos al lado.
 
Otras veces leemos unas líneas en un libro, o encontramos un mensaje, y lo mejor de nosotros florece y nos moviliza, enterneciendo nuestro corazón. La sonrisa nos rejuvenece, y blandimos nuestras esencias por doquier con aire victorioso.
Cualquiera de esas vivencias nos acerca o aleja de lo mejor de nosotros mismos.
 
No se trata de éxito o familia, querido Brett Ratner, aunque la película ha sido buena para darnos un toque de atención. Los ricos tienen familia y siguen siendo ricos, los pobres están solos y continúan empobrecidos. Esta película va mucho más allá, y nos toca el alma. Nos dice que cada día olvidamos lo que tenemos para sentirnos ricos de nuestra pobreza moral. También nos sensibiliza hacia la necesidad de adentrarnos en las grandezas de nuestro espíritu, y para que éstas se extiendan como una ola inmensa de amor por todos los lugares donde pasamos.
 
Gracias a Family Man hoy hemos compartido un día de cine y nos hemos hecho un poco mejores. Algún niño nos dirá que ha merecido la pena tenernos en esta vida.
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Las semillas y el rey. Claves para el cambio (102)

Quiero contaros un pequeño cuento que escuché una vez. Seguramente la historia no será muy fidedigna, pero me parece interesante compartir este recuerdo.

Un gran rey tenía tres hijos, y quería elegir a uno para ser su heredero. Era muy difícil, porque los tres eran muy inteligentes y valientes, cualidades necesarias para ser regentes. Sin embargo, este rey pensaba que eran imprescindibles otros valores para legislar su reino. Como no tenía forma de decidir adecuadamente, pues eran trillizos, le preguntó a un gran sabio, y este le sugirió una idea.
 
El rey fue a su casa y reunió a sus tres hijos. Le dio a cada uno una bolsa con semillas y les dijo que él se iba a un peregrinaje religioso. «Me tomará un tiempo volver, quizá uno o dos años, y ésta es una especie de prueba para vosotros. Tendréis que devolverme estas semillas cuando regrese. Aquel que mejor las proteja se convertirá en mi heredero». Dicho esto, el rey partió.
 
El primer hijo se preguntó: «¿Qué debería hacer con estas semillas?». Las guardó en una caja de seguridad de hierro, porque al regresar su padre debía devolverlas como las había recibido».  
El segundo hijo pensó: «Si las guardo como hizo mi hermano, morirán. Y una semilla muerta no es una semilla». De modo que fue al mercado, vendió las semillas y guardó el dinero. Y se dijo: «Cuando mi padre regrese iré al mercado, compraré semillas nuevas y le devolveré unas semillas mejores que las que me entregó».
El tercer hijo sembró las semillas y esperó a que dieran su fruto. Así, fue cosechando las semillas que su padre tan amorosamente le había entregado antes de marcharse a su peregrinación. Sus hermanos, entre tanto, se reían de él y pensaban que era un esfuerzo vano. Su padre sólo les había pedido que le devolvieran lo que les había dado. Además ellos eran ricos y no necesitaban trabajar. El consejo de su padre había sido muy claro. Dejaría su herencia a quien protegiera mejor las semillas. 
 
Después de tres años, cuando el padre regresó, el primer hijo abrió su caja fuerte. Todas las semillas estaban muertas, apestaban, y el padre le dijo: « ¡Qué! ¿Son éstas las semillas que te di? Tenías la posibilidad de hacerlas crecer y germinar, y ahora están podridas. ¡Estas no son mis semillas!».
 
El hijo insistió en que eran las mismas semillas, y el padre le increpó: «Eres un avaricioso».
 
El segundo hijo fue al mercado a comprar semillas. Volvió a la casa y se las presentó a su padre. El padre dijo: «Estas no son las semillas que yo te entregué. Tu idea es un poco mejor que la de tu hermano; sin embargo, no tienes las cualidades que yo quisiera para mi sucesor. Tu comportamiento es el de un calculador».
 
El rey se acercó con gran esperanza y cierto temor a su último hijo. «Y tú, hijo, ¿qué has hecho con las semillas que te encargué?». El tercer hijo pidió a su padre que le acompañara a ver los campos que había sembrado año tras año desde su marcha. Y le dijo: «Las semillas que me has dado están en estos campos. Cuando recoja la cosecha podré devolvértelas. Estos campos han ampliado tu fortuna y han servido para alimentar a tus empleados. La labor la han realizado labriegos que no tenían trabajo, y así han podido proteger a sus familias. Pensé que era más sabio sembrar que guardar unas semillas hasta que volvieras». Y el padre contestó: «Tú eres mi heredero. Es así como deberíamos actuar todos con las semillas que la vida nos ofrece».
 
Las semillas y el rey. Claves para el cambio (102)
 
El avaricioso no disfrutará de la vida porque todo lo que le ofrecen lo guarda y no lo comparte. El calculador buscará el beneficio rápido e intentará hacer el mínimo esfuerzo buscando los medios de favorecerse por encima de los otros. La mente creativa gozará de todo lo que la vida le entrega y sabrá multiplicarlo una y otra vez para compartir los beneficios con todos los que le rodean. Para lograr su éxito empleará todos los recursos que estén a su alcance, y no dudará en entregarse. De este modo ganará el Reino.
Ejercicio:
  • Lee la historia y piensa en qué aspecto de tu vida te pareces al hijo avaricioso; qué parte de ti mismo guardas celosamente aunque se te pudra por no compartirlo.
  • También tienes algo de calculador. Piensa en qué situaciones actúas buscando el beneficio inmediato, o cuándo manipulas para lograr lo que te interesa, sin pensar en lo que los otros quieren. 
  • Hay una parte de ti mismo que es generosa, amorosa y espléndida. Disfruta descubriendo este diamante de tu personalidad.
Cada uno de nosotros estamos conformados de luces y sombras. Descubrir nuestras pequeñas imperfecciones nos impulsará hacia el cambio, y sólo así podremos encontrar nuestros grandes valores. Acepta a tu avaro y a tu calculador como partes de tu lado oscuro, y emplea la generosidad de tu corazón para ser un heredero con alma.
Lo importante es que generes planes de acción proactivos con los que te comprometas, y así irás ampliando tu siembra y tu cosecha, respetando las semillas que la vida te ha dado. Agradece el terreno que han puesto a tu servicio y todos los colaboradores que permiten que alcances tus metas.
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Respuesta de por qué estamos juntos (101)

Hemos llegado a más de cien respuestas. Algunos las han realizado en grupo para que sumaran más. Otros han animado a los que se demoraban en dar su punto de vista. Los tímidos me han hecho llegar sus respuestas sin escribirlas porque no se atrevían. Otros no han contestado, creyendo que no era necesario y que su opinión no sería significativa en orden a modificar el resultado final.

Acabo de llegar de Monterrey, y los amigos de allá me han explicado lo que para ellos ha supuesto el blog durante este tiempo. Me contaron sus reuniones para hablar de los temperamentos. El Camino Trascendente les aportó una visión diferente sobre su búsqueda. Vuestras observaciones han llegado desde todos los rincones. El mono 100 ha hecho su efecto. Gracias.
La valoración media del blog ha sido de 9,83. No obstante, ha habido una puntuación de 5 / 6 que es una llamada de atención para que mejore. Para que me supere y me abra a otras oportunidades.
De todos los participantes, 49 quieren que la frecuencia sea la misma. Para 16 sería mucho mejor que fuera de tres post a la semana con el fin de profundizar más en la materia de cada uno. Muy pocos desean que sean cuatro o dos a la semana. Alguno ha considerado que siete sería lo ideal. Nadie ha dicho que la frecuencia deba ser semanal. Si bien es grande la diferencia entre la primera y la segunda opción, pienso que debo escuchar estas opiniones y ver el modo de satisfacer su necesidad de tiempo. Quizá sólo me piden que cuide mi densidad. Es posible que algunos post hayan requerido más reflexión y estudio. En cualquier caso, estoy orgullosa de que hayáis podido reflexionar gracias a los post.
La respuesta de por qué estamos juntos (101)La puntuación más alta por temas ha sido el Camino Trascendente, con un 9,55. En segundo lugar, con un 9,49, está la Alimentación Emocional. El Management ocupa el tercer lugar con un 9,46, seguido por Mix, con un 9,45. Inteligencia Emocional se sitúa en el quinto lugar, con un 9,42. A Través del Cine y Formación han logrado un 9,23 y un 9,20 respectivamente. Familia y Comunicación rozan el sobresaliente, con un 9,08 y un 9,01.El tema menos valorado ha sido Con Nombre Propio, que se ha quedado con un notable (8,45).
Vuestras evaluaciones son tan altas que dignifican todos los temas elegidos y hacen de cada materia un espacio de análisis común donde encontrarnos. Consiguen incluso centrar y ordenar mi investigación y mis esfuerzos. Sobre las notas más bajas, quiero descubrir si la razón responde a que no me he expresado con claridad o que el tema no tiene suficiente recorrido. Quiero pensar más sobre ello. Me gustó escribir sobre algunos personajes como Michel Jackson. Posiblemente tenga que aprender a contar sus vivencias. Conocerles me enseña mucho sobre mí misma.
El post más apreciado por todos es el 86. ¿Lo recordáis?
«Cuando era joven, mi carácter fuerte, impulsivo y explosivo me hacía saltar a la menor provocación. La mayoría de las veces, después de uno de estos incidentes, me sentía avergonzado, y me esforzaba por consolar a quien había dañado.    
Un día mi maestro, quien me vio dando excusas a un compañero después de una explosión de ira, me llevó a un aula, me entregó una hoja de papel lisa y me dijo: “Estrújalo”. Asombrado, obedecí. Lo arrugué e hice con el papel una bola. Luego me dijo: “Ahora déjalo como estaba antes”. Por supuesto, no pude dejarlo como estaba. Por más que lo intenté, el papel quedó lleno de pliegues y arrugas. El profesor me dijo: “El corazón de las personas es como este papel. La impresión que dejas en ellos será tan difícil de borrar como esas arrugas y pliegues que has hecho en el papel” ».
El post 98 ha sido el segundo en vuestra valoración. Pongamos unas notas de Matrix en este escrito: Cifra cuestionando a Neo. Es uno de los post que más he disfrutado escribiendo:
«Neo baja su cabeza. Cifra continua con su incisiva conversación. «¿Por qué estás aquí?… Menudo lío mental. Estás aquí para salvar el mundo. ¡Qué se puede decir ante algo así!». Nada, realmente no se puede decir nada. Neo conoce su misión. Algunos de los que hemos elegido la pastilla roja nos preguntamos qué hacemos aquí. Para qué hemos elegido la pastilla roja. Aún no hemos encontrado el sentido trascendente de la decisión. Miramos a los compañeros de viaje recelosos de sus certezas. A los que nos rodean los percibimos como a Neo. Son los elegidos y conocen el sentido de su existencia. Los otros nos refrendan con un ejemplo de claridad y lucidez. Nuestra mediocridad nos invade y nos mortifica.
La envidia nos debilita. Se hace perentorio el afán de escapar de la cárcel de la pastilla roja. Con ella se han quedado muchos deseos sin cumplir. Locuras por disfrutar. Pasiones que ya no son posibles. Detrás de la pantalla del mundo cifrado pasean delante de nuestros ojos los afanes insatisfechos. Las riquezas que aún no se han materializado. Todos los intangibles que permanecen en nuestra cabeza, a los que no les hemos dado la ocasión de hacerse realidad.».
El tercer puesto lo consigue el post 65. Este trabajo de los temperamentos ha sido el más profundo, aunque aún quedan partes que quisiera seguir compartiendo.
«El sentido del descubrimiento personal sólo puede estar motivado y sustentado por el deseo de promover y potenciar todo lo que de extraordinario hay en cada uno de nosotros para, desde ese lugar de fuerza, posicionarnos en la parilla de salida con las ideas muy claras de hacia dónde queremos ir, qué queremos conseguir y con qué medios contamos para ello. Muy fútil sería el esfuerzo si, colocados en el principio de la carrera, desconociéramos qué buscamos, quiénes somos y cuáles son nuestras grandes habilidades y talentos para lograr el éxito.
Se trata de descubrirse para dignificarse con lo que uno es. De percibirnos con un potencial único para ayudar a nuestra voluntad a generar hábitos de excelencia desde los que afrontar las adversidades como si fueran oportunidades. Además, saber con qué contamos nos compromete con la gestión de nuestros dones para llegar a la meta. Y es que de lo que se trata es de liderar nuestra vida.
Conocerse en ningún caso puede ser dolerse de ser quiénes somos y resquebrajar nuestras fuerzas por el miedo al camino. No importa si nuestro temperamento es más sanguíneo o más colérico, ni si tenemos la mayoría de las cualidades del flemático o, por el contrario, nos hemos descubierto como melancólicos. Porque, sea como sea, ese es nuestro contingente, es decir, el pilar sobre el que nos apoyamos para seguir adelante. Sobre dicho pilar crecerá nuestro carácter, parte mutable sobre la que podremos trabajar día a día hasta lograr unos buenos resultados».
El post 78 cuenta como me quité muchas partes de mí para llegar adonde estoy. Pasó hace tiempo. Las palabras inútiles son las primeras que me quité. Después tiré todo lo superfluo, lo que no servía para nada, y al final me desprendí de las alas que sólo me elevaban por encima de mi esfera personal. Aunque 16 personas valoraron este post, son muchos los que me han hablado de su experiencia después de su lectura. Algunos hicieron su retiro después de leerlo.
«Entre las aves, el águila es la que vive más tiempo: cerca de 70 años. Pero para alcanzar esa edad debe tomar una difícil decisión: nacer de nuevo.
A los 40 años sus uñas se encogen y se ablandan, dificultándole agarrar presas con las que alimentarse. El pico alargado y puntiagudo se encorva. Las alas envejecidas y pesadas se le doblan sobre el pecho impidiéndole emprender vuelos ágiles y veloces.
En ese momento le quedan al águila dos alternativas: morir o pasar por una dura prueba a lo largo de 150 días. Esta prueba consiste en volar a la cumbre de una montaña y buscar abrigo en un nicho cavado en la peña. Allí golpea el pico viejo contra la piedra hasta quebrarlo, y espera hasta que le crezca el nuevo. Con este pico nuevo se arranca las uñas, y cuando le vuelven a crecer, el águila se deshace de las plumas viejas. Después de cinco meses, con el plumaje renovado, arranca a volar, decidida a vivir otros 30 años».
El anillo ha sido valorado por trece personas como el mejor post (es el 83).
«”Siéntate”, dijo el maestro después de escucharlo. “Tú eres como el anillo, una joya valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte un verdadero experto. ¿Por qué vas por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?”»
El post 93 me contestó a muchas de las preguntas que tenía cuando me comunicaba con vosotros cada noche. Gracias a los 13 que le habéis valorado.
«La película se detiene. Como si alguien le hubiera dado al pause, todo se interrumpe. De nuevo, las palabras de Trinity escenifican una realidad de la que a veces no soy consciente. Quiero saber qué hago aquí. Por qué y para qué cada día me siento delante del ordenador. Qué busco. Por qué necesitamos respuestas. Cuántos de nosotros tenemos clara la pregunta que nos moviliza, que nos conduce a hacer y a estar donde estamos. Es la pregunta la que nos impulsa y nos conduce a descubrir para qué queremos encontrar la respuesta y lo que significa llegar a ella».
Ahora entiendo mucho mejor el sentido de estar aquí juntos cada noche. De leernos cada mañana y de la búsqueda que compartimos.
Si estáis por Madrid el día 15 de octubre a las 20:00 horas, por favor no dejéis de acudir al Hotel Intercontinental para saludarme. No me digáis vuestro nombre. Sólo dejad que os mire y que pueda agradeceros estos cuatro meses de tanta conexión.
Gracias a los 140 amigos y amigas. Sé que cada foto eran palabras de ánimo para que estuviera aquí de nuevo. Me emocionó cómo algunos cambiaron su sombra por su rostro, o mostraron su faz, que estaba escondida. Y en fin, que aquí estamos de nuevo.
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