temperamentos

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Temperamentos. Pilares para la excelencia profesional y personal.

Hoy voy a haceros una lectura de cada temperamento, señalando cuáles de sus virtudes pueden llevarlo al éxito, y cuáles de sus defectos al fracaso.

El sanguíneo, por encima de cualquier cosa, necesita expresarse. Es primordial para él vivir su explosión, realizar sus ilusiones, ser el centro de atención de los grupos en los que participa, vivir cada experiencia con total alegría y excelente sentido del humor. Es el temperamento más extravertido, por ello adora integrarse con la gente en la calle, y con todo aquello que se mueve al aire libre. Se llena de todas las cosas que vienen de fuera. De este modo, se siente exitoso y pletórico. Es el mejor creador de climas agradables y distendidos, tan necesarios en estos tiempos, además de ser un actor nato, cualidad que explota cuando está en grupo. Es encomiable su capacidad de recuperarse, sin ningún rencor, de cualquier enfado suyo o ajeno. Su talento más preciado es la expresividad.

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La gestión del tiempo y los temperamentos (192)

Henri Laborit (Hanoi 1914 –París 1995) decía que nuestra naturaleza nos conmina a actuar con cierta negligencia seducidos por el confort y el bienestar. El deseo de realizar lo mínimo y con el menor esfuerzo es un handicap a la hora de organizar nuestro tiempo.

Laborit consideró que en nuestra distribución de tareas priorizamos:
Lo que nos resulta más fácil antes de lo que es difícil
Lo que se hace enseguida antes de lo que toma tiempo
Lo que sabemos hacer antes de lo que nos resulta nuevo
Lo que es urgente antes de lo que es importante
Lo que otros nos imponen antes de lo que nosotros hemos decidido
Esta realidad es más incisiva dependiendo de nuestra personalidad. Cada temperamento vive el espacio/tiempo de un modo diferente, y pienso que puede resultaros de interés tener algunas nociones sobre esta diversidad temperamental y la gestión del tiempo. Con ello ampliaréis además el trabajo de la priorización que vimos en el post 191.
La gestión del tiempo y los temperamentos (192)
El temperamento colérico vive trabajando sobre lo urgente y pocas veces actúa desde lo importante. La frase predilecta de un colérico es: «Me encantaría… en cuanto encuentre tiempo seguro que…».
Un ejemplo claro es esta historia de un leñador:
«Un hombre que paseaba por el bosque se encontró con un leñador que con gran prisa y esfuerzo se afanaba en aserrar en trozos más pequeños el tronco de un árbol ya caído.
El paseante se acercó para ver por qué se esforzaba tanto el leñador y entonces le dijo:
Usted perdone, pero hay algo que me llama la atención: ¡su serrucho está totalmente romo! ¿Por qué no lo afila?
El leñador suspiró agotado: «No tengo tiempo para ello, tengo que aserrar».
Conviene que el colérico reflexione antes de actuar, y que prepondere el cuidado de las herramientas, incluido su propio desarrollo, antes que los resultados.
El temperamento melancólico se consume planificando y previendo posibilidades que teme que no se cumplan. Al final se quedan muchas tareas sin realizar. Una muestra de ello sería esta ironía sobre la planificación excesiva:
«Los lunes me preparo para planificar mi semana, los martes la planifico, los miércoles reviso mi planificación semanal, los jueves escribo mi plan en el PC y los viernes pienso cómo voy a planificar mi próxima semana…»
Conviene emplear el tiempo adecuado para analizar y planificar las tareas; con el mucho o poco tiempo existen muchas probabilidades de que se produzca una pérdida de eficacia.
El temperamento flemático elige lo fácil antes que lo difícil, o lo que le gusta hacer sobre lo ingrato; en ningún caso prefiere hacer sus tareas contrarreloj. Le encanta también hacer lo que le imponen y no defender lo que él quiere. Al flemático le desagradan los conflictos y los evita siempre que puede.
Su dificultad es que vive un poco cansado y bastante desmotivado. La frase siguiente define este temperamento perfectamente: «¡Yo siempre doy el 110% en mi trabajo: el 40% el lunes, el 30% el martes, el 20% el miércoles, el 15% el jueves y el 5% el viernes…!».
Para salir airoso debería fragmentar sus tareas en rodajas más manejables. Le motiva un poco más tener tareas segmentadas.
El temperamento sanguíneo adora hacer las cosas que requieren poco tiempo y que le permite evadirse de la responsabilidad con rapidez. Esta falta de profundidad le conduce a realizar chapuzas cuando no conoce el tema y se le exige estudio. Por el contrario, cuando se trata de algo en lo que es experto, puede llegar a tocar la perfección.
Esta frase define muy bien a este temperamento: «La gestión del tiempo es un mito… Si yo pudiera tener algún control sobre el tiempo aún tendría 16 años y pesaría 40 kilos…».
El aprendizaje para el sanguíneo es el reparto del tiempo para cada tarea según su necesidad, y no según su comodidad.
Si queréis nos podéis contestar cuál sería la solución que le daríais a esta situación donde la gestión del tiempo es vital:
«Está usted de camino a su casa en su coche deportivo, en medio de una terrible tormenta. Pasa por delante de una parada de autobús y ve a tres personas:
    1. Una viejita que está muy grave y que si no llega al hospital a tiempo se muere.
    2. Un médico, muy amigo suyo, que le salvó la vida hace un par de años.
    3. Al ser más maravilloso que haya visto en su vida, con quien siempre ha soñado y estaría dispuesto/a a pasar el resto de su existencia.
Como su coche es del tipo deportivo, sólo puede llevar a un pasajero de estos tres.
¿Cómo resolvería esta situación?
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Los tipos de personalidad y el entorno (158)

¿Sigues un objetivo durante un tiempo y lo interrumpes sin saber la causa? ¿Te consideras una persona que se adapta a todo? ¿Te desespera la falta de formalidad de tus compañeros? ¿Tienes organizadas tus vacaciones seis meses antes y no aguantas que te rompan tus planes? ¿Vives el momento con espontaneidad, enrolándote en lo que surge sin problemas?
Las variadas respuestas que damos a estas preguntas surgen de nuestra preferencia para relacionarnos con el mundo exterior. Cómo vivir nuestra vida y cómo aplicarnos en ella difiere ostensiblemente de unos a otros. Y esta diversidad para entender nuestro particular universo hace de las relaciones un pequeño enredo y nos conduce a bastantes quebraderos de cabeza.
Porque si bien la toma de decisiones es importante, o cómo recibimos la información es esencial, lo es mucho más qué capacidad tenemos de tratar con el entorno con un criterio más abierto o menos. Y es vital conocer estas diferencias, no tanto por ellas en sí mismas, que también, sino porque son causa de rupturas personales o profesionales. Los conflictos con los jefes, con los amigos, con muchos de los que nos rodean, surgen de estas pequeñas y grandes diferencias con las que miramos el día a día cada uno de nosotros.
Se da con cierta frecuencia que buscamos en el otro, sea cual sea el tipo de relación, la compensación o el complemento a nuestra carencia. Al cabo del tiempo esa misma diversidad se convierte en nuestro campo de batalla. Queremos que el otro entienda nuestro punto de vista, nuestras actuaciones. Y es imposible. O al menos, es inevitable que la disparidad genere confrontación y falta de serenidad.
P.D. me contaba: «Mi mejor amigo necesita llegar a los aeropuertos con tiempo suficiente para hacer las gestiones de embarque tranquilamente, mientras que yo apuro hasta el último minuto.
Acabamos enredados en una discusión sin fin, y llegamos tarde».
Los tipos de personalidad y el entorno (158)
Este ejemplo evidencia dos tipos de preferencias para relacionarse con el mundo exterior:
· Tipo juicio: que prefiere vivir de una forma planeada u ordenada. Todo necesita una estructura y una organización clara y precisa.
· Tipo percepción: que prefiere vivir de una forma espontánea e imprevisible. Cualquier plan le resulta una limitación, y en bastantes casos, un aburrimiento.
Es interesante descubrir cómo vive se vive el día a día dependiendo de la preferencia:
1. El tipo juicio:
o Imprescindible tener las cosas decididas.
o Hace planes a corto, medio y largo plazo.
o Su vida está organizada y es sistemática.
o Sigue una planificación y rechaza cualquier sorpresa.
o Las tensiones del último minuto le debilitan.
o Precisa establecer metas.
2. El tipo percepción:
o Necesita experimentar y no controlar.
o Vive de una forma informal.
o Se adapta a lo que pasa y permite que todo cambie de rumbo.
o Se vitaliza cuando vive presiones de último minuto.
o Le gustan las relaciones y las experiencias abiertas.
o Le es imprescindible encontrar varias opciones.
Las cualidades más sobresalientes del tipo juicio en el trabajo son:
o Hacen listas para establecer prioridades.
o Son amantes de los horarios y de respetar su cumplimiento.
o Se enfocan en terminar las tareas. Desestiman lo que aparece en el momento.
o Responden cuando pueden planear su trabajo y respetar lo que tienen previsto.
o Su mayor gozo es acabar las tareas que tienen iniciadas.
o Su capacidad de decidir es muy alta y saben cumplir con sus decisiones.
Las cualidades más sobresalientes del tipo percepción en el trabajo son:
o Libertad de horarios.
o Rompen el orden de las tareas.
o Dejan de hacer lo que estén realizando en aras de nuevas propuestas.
o Lentos para la toma de decisiones. Les gusta estudiar diferentes opciones.
o Hacen listas para recordar cosas que harán si les queda tiempo.
o Les gusta hacer cambios de última hora en los proyectos para aprovechar las ideas de última hora.
Quizá te reconozcas en ambas propuestas, y pienses que todos somos un poco de todo. Y eso es así en general. Ahora bien, te propongo que reconozcas cuál es tu preferencia en los asuntos importantes para ti. Hay algo de todo esto que te caracteriza y te distingue en tus relaciones más relevantes.
Una clara diferencia entre el tipo percepción y juicio es que a este último no le gustannada las sorpresas, mientras que el primero es amante de cualquier noticia que rompa la cotidianidad y lo establecido. Esto es visible hasta en las conversaciones. El tipo juicio se centra en resultados y logros, mientras que el tipo percepción disfruta hablando sobre las opciones que existen, y las grandes oportunidades que les depara el futuro.
Es posible que durante estos días hayas ido descubriendo cosas íntimas que facilitan tu plan de acción. Ahora quisiera que revisaras cómo vas a llevar a término ese plan y cómo va a afectar a tu alrededor. Este trabajo busca que estudies tu modo de enfrentarte a las tareas, a los horarios, al método, a un sistema reglado o un poco anárquico. En cualquier caso, se trata de ayudarte a saber quién eres, y cómo será tu comportamiento ante los retos.
Quiero remarcar que para los que transitan por el mundo desde el juicio lo importante es tener un plan determinado al que ceñirse, y que poco o nada le interesan los avatares que se van produciendo a su derredor. En cambio, el tipo percepción prefiere experimentar la vida a controlarla. Disfruta más de lo inesperado que de lo establecido.
La mayoría de las dificultades que tiene el tipo juicio vienen de su excesiva planificación. Los horarios, los objetivos y los resultados previstos son una muralla contra la espontaneidad, la informalidad y la adaptabilidad del tipo percepción.
Mi propuesta sigue siendo la que hacía en el post 155, centrar la atención en lo mejor de ambos tipos e intentar suavizar los aspectos de mayor descontrol. Esto ayudará bastante a consolidar relaciones profesionales y personales. El bienestar depende de aceptar la diversidad y confiar en nuestra competencia para integrar todas las posibilidades.
Disfrutemos de seguir un plan sin olvidar que la vida está llena de posibles experiencias que sólo pueden aparecer una vez. Respetemos que hay aspectos de la vida que necesitan de nuestra responsabilidad y de una visión más simplista y sencilla. A veces tener una opción es conseguir todo lo que esperamos.
Espero vuestros comentarios. Gracias por vuestra acogida en este nuevo año.
Bibliografía
C.G.Jung, Tipos psicológicos, traducción de R. de la Serna, editorial Letras, Chile, 1937
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Tipos de personalidad para recibir la información (157)

¿Te sientes fracasado? ¿Estás pasando una crisis de incompetencia, y piensas que no aprendes a pesar de tus grandes y continuos esfuerzos? ¿Vives un frenesí entre el esfuerzo que aplicas a todas las tareas y los resultados que logras? ¿Te desespera el tiempo que pierdes y lo poco que te cunde el día?

Muchas de estas cuestiones dependen de cómo gestionas la información que recibes de tu entorno más cercano y del modo en que reciclas todos estos datos para tu compromiso cotidiano, responsabilidad que se reparte entre tu vida personal, profesional y social.
Jung determinó que las personas, dependiendo de nuestras preferencias, teníamos dos modos claves de recoger la información. Estos dos tipos, como en el caso del post anterior (155), presentan ostensibles diferencias, que son causa de bastantes conflictos en la ya compleja interacción con los demás. Y esto es importante, además de por el autoconocimiento, porque cuando recibimos datos, estadísticas, informes, referencias, opiniones, etc., que no cubren nuestra preferencia, solemos rechazarlos, aunque sean válidos y concluyentes.
Estas dos preferencias para recibir información son:
  • Tipo sensación: aquellos que prefieren recibir información real y tangible. Sólo atienden a aquello que está sucediendo y que tiene una aplicación práctica.
  • Tipo intuición: los que prefieren recibir la información representada en un esquema. Les parece mucho más interesante conocer todas las conexiones que existen entre unos datos y otros a quedarse con lo nimio de su concreción real.
Las personas que están muy polarizadas en estas dos preferencias parecen vivir en dos mundos diferentes y sin conexión posible. Si bien esto a priori puede ser cierto, también lo es que cada uno guarda en su interior aquello que no evidencia. Las personas que son de tipo sensación temen el error de su intuición. Piensan que ésta puede ser un fraude, lo que les lleva a elaborarlo todo desde un contenido muy pragmático. Del otro lado están aquellos que gustan de la intuición y que emplean las relaciones y conexiones entre varios hechos. A pesar de que responden a su manera de percibir la realidad, también es cierto que tras esta actitud se esconde el miedo a que los detalles pormenorizados les cercenen su fantasía y les reduzcan al ostracismo y la vulgaridad.
Es interesarte considerar cómo reciben la información ambas preferencias:
1. El tipo sensación:
o Recoge la información específica.
o Le interesa el aquí y el ahora. Se aleja de las suposiciones.
o Valora las situaciones pasadas. Estudia datos que estén conectados al presente.
o Respeta todo lo que es tangible. Le exasperan los supuestos o conexiones que no entiende.
2. El tipo intuición:
o Valora el significado y la asociación. No le interesa la realidad concreta.
o Genera ideas y conexiones muy diferentes. Todo essusceptible de una nueva interpretación.
o Prefiere conectar con lo intangible. La inspiración es un valor.
o Rechaza los detalles. Le gusta la visión general.
Las cualidades más sobresalientes del tipo sensación en el trabajo son:
o Trabaja con experiencias comprobadas.
o Disfruta con lo habitual para resolver cualquier situación.
o Estima y respeta el tiempo que invierte en cada proyecto.
o Procede secuencialmente. Primero, segundo…
o En las reuniones presenta los detalles de su trabajo minuciosamente.
o Es práctico y funcional.
o No comete errores, pero rechaza su inspiración.
Las cualidades más sobresalientes del tipo intuición en el trabajo son:
o Le entusiasma las situaciones novedosas y complejas.
o Opta por cambiar antes que continuar con algo que no le entusiasma. Puede iniciar un proyecto desde cero.
o En las reuniones presenta una idea general del proyecto.
o Disfruta de aprender algo nuevo.
o Procede siguiendo su inspiración en el transcurso del proceso.
o Encuentra todas las conexiones que existen.
o Saca conclusiones que nadie ve, aunque a veces pueden ser imprecisas.
Tipos de personalidad para recibir la información (157)
Ya conoces tu modo particular de recibir la información y de procesarla. Quizá cuando estuviste conformando tu plan de acción y tomando decisiones te encontraste con algún problema para hacer tangibles tus ideas. Pasabas de una a otra, y te costaba centrarte en un proceso realizable. O por el contrario te has perdido en los detalles, y todavía estás planteándote el tiempo para la realización de cada propuesta. Tu preferencia para ordenar la información que tienes sobre ti mismo y las experiencias pasadas han condicionado tu tarea.
Quiero subrayar que quienes procesan la información desde la sensación estarán más pendientes del aquí y ahora que de vivir procedimientos novedosos o experiencias que rompan lo establecido, obviando cualquier intuición que pudiera surgir en el proceso. Tal es así que desprecian la imaginación o la chispa de aquellos que son innovadores, un tanto anárquicos y más generalistas. Por el contrario, los que son del tipo intuición viven pendientes de las conexiones reales o no que detectan en cualquier proyecto. Su visión del todo les aísla de las partes. Esta disolución de lo tangible les lleva a un futurible que no siempre es posible, con muy poco respeto a las realidades que le presenta el tipo sensación. Para ello se salta los tiempos rompiendo las agendas de todos, y destruye las tareas realizadas hasta ese momento si ya no le interesa el proyecto.
La mayoría de las dificultades para gestionar la información del tipo sensación convergen en su excesivo realismo, mientras que los del tipo intuición proceden de su inconstancia ante retos que consideraba aburridos.
Mi propuesta sigue siendo la que hacía en el post 155 de centrar la atención en lo mejor de ambos tipos e intentar suavizar los aspectos de mayor descontrol. Esto ayudará bastante a consolidar relaciones profesionales y personales. El bienestar depende de aceptar la diversidad y confiar en nuestra competencia para integrar todas las posibilidades de la información.
Reduzcamos un poco nuestra tendencia a dar detalles y ser minuciosos en la presentación de nuestros proyectos, que a veces es innecesaria. El tiempo es importante, pero registrar cada minuto no siempre conduce a optimizar nuestras funciones, ni a garantizar el triunfo que se buscaba. El reloj marca fracciones de tiempo muy diferentes dependiendo de la ligereza o densidad de nuestro ánimo.
Valoremos el esfuerzo que se ha consumido en proyectos que, si bien parecen tediosos, han promovido la ilusión para una parte de nuestro equipo. Nuestra rapidez para incorporar aprendizajes no siempre es tan efectiva, y quizá sea bueno ganar en consistencia y medir un poco más los detalles. Seguro que lo arcaico necesita un poco de innovación, pero no hay que minusvalorarlo, pues en él reside la experiencia y el conocimiento.
Espero vuestros comentarios y que sigamos juntos mucho tiempo
Bibliografía

C.G.Jung, Tipos psicológicos, traducción de R. de la Serna, editorial Letras, Chile, 1937
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Tipos de personalidad para la toma de decisiones (155)

El plan de acción propuesto en el post 154 exigía una toma de decisión previa que implicaba responder a estas cuestiones: ¿qué es lo que me preocupa realmente?, ¿cuál sería la acción más adecuada para deshacer este desaguisado que me conmueve y me inmoviliza con igual fuerza?

La mejor parte de nuestra personalidad es la que nos permite disfrutar de todos los matices posibles para cualquier acción que vayamos a realizar. No cabe duda de que un plan de acción que busca favorecer un cambio personal condiciona nuestra naturaleza y nos detiene. A veces porque nos asusta el resultado positivo, y otras porque nos sentimos maniatados por relaciones y vivencias que nos atemoriza abandonar.
Tipos de personalidad para la toma de decisiones (155)Carl Jung determinó que había dos preferencias para la toma de decisiones, y que cada uno empleábamos una en detrimento de la otra:
· Tipo pensamiento: aquellos que prefieren tomar las decisiones con una visión más clara y objetiva, empleando el análisis y la lógica.
· Tipo sentimiento: los que prefieren tener en cuenta los valores personales, pensando en la situación y en las personas que están implicadas en la misma.
No se trata de etiquetar a unos u otros, sino de ampliar los modos de comportamiento de la psique y conocernos un poco mejor. Para ello, vamos a describir algunas de las formas de plantearse la toma de decisiones de estos dos tipos:
1. El tipo pensamiento:
o Falta de apasionamiento. Son capaces de salirse de la situación y verla con perspectiva.
o Rapidez para encontrar los errores y criticar.
o Emplean la lógica y se distancian de los individuos que participan de la situación.
o Valoran el objeto y los beneficios resultantes.
2. El tipo sentimiento:
o Se sumergen en la situación para sopesar los motivos.
o Buscan puntos en común y suelen tener en cuenta a las partes implicadas.
o Toman las decisiones a partir de sus valores personales.
o Valoran a los sujetos implicados por encima del objeto.
Las cualidades más sobresalientes del tipo pensamiento son:
o Su enfoque está en lo que puede hacer.
o Lo importante es analizar objetivamente cada situación.
o Es imprescindible encontrar la verdad.
o Todas las acciones tienen una causa y de ellas se deriva un efecto.
o Acepta los criterios que son impersonales.
o Todo es criticable.
o Las decisiones deben ser razonables y lógicas para que sean válidas.
o El pensamiento será objetivo y frío.
Las cualidades más sobresalientes del tipo sentimiento:
o Es importante analizar las circunstancias personales.
o Todas las cosas tienen un lado positivo y hay que elogiarlo.
o La compasión debe regir la toma de decisiones.
o Los valores personales son su guía.
o Es necesario tener en cuenta los puntos de vista de los otros.
o Procuran la armonía y el bienestar de los demás.
o El enfoque es hacia las relaciones.
Ahora podemos situarnos en nuestra preferencia cuando tomamos decisiones, lo que nos servirá para el plan de acción que propusimos ayer. Podemos ser del tipo pensamiento, enfocados a la tarea, o del tipo sentimiento, orientados a las relaciones. Ambos son igual de válidos.
No obstante lo dicho, es necesario remarcar que quienes se dirijan por el pensamiento estarán más pendientes del resultado que del proceso, obviando a las personas que participan en él. Por el contrario, los que son del tipo sentimiento olvidarán las acciones que exige su plan de acción, y se centrarán en descubrir si están dispuestos a dejar algunos de los placeres que obtienen con sus relaciones.
La mayoría de las objeciones para tomar decisiones del tipo pensamiento habrán aparecido por su excesiva crítica y análisis, mientras que los del tipo sentimiento habrán flaqueado ante el temor a que les dejen de querer.
Propongo buscar lo mejor de los dos grupos e intentar relativizar los puntos más polarizados para ser más justos con nosotros mismos y darnos la oportunidad de hacer cambios de valor que nos ayuden a sentirnos mucho más felices.
Reduzcamos un poco nuestro espíritu crítico y minusvaloremos los resultados en aras de disfrutar del proceso que nos llevará a triunfar en nuestros objetivos. Es el momento de estimar a los que nos acompañan en el camino.
Valoremos en su justa medida las relaciones afectivas y profesionales que tenemos, dando cabida al análisis lógico y equilibrado desde los valores y la coherencia.
Bibliografía:

C.G.Jung, Tipos psicológicos, traducción de R. de la Serna, editorial Letras, Chile, 1937.
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Áreas de mejora del melancólico (122)

El temperamento melancólico ha provocado comentarios derrotistas y algo pesimistas. Cómo no, es su cualidad más notoria. En realidad, todos los comportamientos que nos disgustan son complicados de asumir como propios. Los temperamentos más polarizados en sus áreas de mejora son el colérico y el melancólico. Más por su rencor y su dificultad para perdonar que por otras de sus características, que son también relevantes. Los temperamentos que no recuerdan las ofensas, los que viajan ligeros de equipaje, aquellos que llevan en su maleta sólo lo necesario, son mucho más sencillos. Por ello las debilidades del sanguíneo y el flemático son menos insidiosas y avivan menos resquemor y rechazo.

Ahora bien, los motores del cambio, los enardecedores de las transformaciones vitales, son los temperamentos que afectan a las relaciones y su evolución. El origen es su tendencia a vengarse cuando las cosas no salen como ellos quieren. El melancólico se ataca y menosprecia casi de continuo. El colérico hace lo mismo, pero con los demás.
Por ello es necesario relajarse. Relativizar estas lecturas y plantearse la tarea de arremeter contra los dragones de la soberbia que nos conminan a escondernos. Aligeremos el equipaje de los miedos y enfrentémonos valientemente contra todo aquello que nos debilite y nos asuste.
Gestionar lo imperfecto de uno mismo. Las áreas de mejora del melancólico

Consigo mismo: su mirada sobre el mundo que le rodea es negra y adversa. Este advenedizo futuro que presagia tormentas permanentes en la vida de este temperamento, se aviva mucho más cuando se analiza a sí mismo. Su corazón llora casi constantemente. Podríamos decir que en los pocos momentos de cordura analítica, en la que se atisba una pequeña apertura a la luz, este temperamento sigue viendo nubes grises que pronto serán nubarrones negros.
Volátil en su concepción vital, pasa por etapas de gran inestabilidad emocional que le desbordan. Las cadenas de su cuerpo material y la ausencia de entendimiento sobre los otros temperamentos (el sanguíneo, sobre todo) le hacen sufrir, le tensionan y le paralizan. Parece vivir en una nube de irrealidad esperando que algo cambie y que le permita acceder al discernimiento. La materia representa una cadena insuperable que le ata y le limita. Le alienta una llamada interior que busca trascender, y su tendencia al sacrificio pide ser víctima de un dolor irreparable.
Mi querido melancólico, con cuánta saña arremetes contra ti mismo. Con cuánta negrura visionas los dones recibidos y qué poca condescendencia tienes hacia tus pequeños o grandes errores. A esta condición añades que cualquier propuesta o proyecto lo miras desde el lado desfavorable y le niegas cualquier oportunidad de éxito.
Esta disconformidad que tienes contra ti mismo deja en evidencia tus orígenes, de los que muchas veces reniegas. Durante tu infancia has sido muy crítico con uno de tus progenitores, al que rechazas, y te has apasionado ardientemente por el otro. Sin causa aparente aunque intentaras justificarlo. Idolatrabas al que te parecía inalcanzable y criticabas con dureza al otro. Esta es una pauta que sigues manteniendo. Vibras de amor (aunque pocas veces lo expresas) a la vez que criticas descarnadamente. Cal y arena emocional, que se identifican como tus pautas amorosas.
Tu pensamiento es bastante perjudicial y te convierte en un maniático, a veces depresivo, con reflexiones autopunitivas. Todo esto hace que seas ciclotímico e inestable en tus decisiones y en tus afectos. Y sobre todo en la valoración que haces de ti mismo.
Te vives como una persona equivocada y te sientes de una gran bajeza moral si no estás permanentemente realizando lo que esperas de ti mismo. Implacable con tus acciones y rígido con los placeres, no te permites licencias que te hagan vivir más relajado y distendido. Cuando te lo permites sufres y te flagelas durante largo tiempo.
En fin, eres intolerante y te cuesta hacer equipo contigo mismo cuando estás mirando el lado oscuro de tu personalidad.
En la comunicación: el melancólico no habla sobre su vida privada. De hecho le incomoda contestar a cualquier pregunta que atente contra su intimidad. El intrusismo comunicativo le parece poco elegante y lo critica desabridamente. Antes de llegar a un coloquio saludable necesita superar limitaciones e impedimentos que emanan de su timidez y su falta de calma. En ocasiones se le tilda de torpe por estas imprecisiones expresivas. Cuando se siente muy abrumado por el desconocimiento de su interlocutor inicia la conversación con una objeción o censura que a veces está fuera de contexto. Esta confrontación tan inesperada como absurda resulta inadecuada y deriva en una enemistad inicial.
La calidad de observación de un melancólico hace que se exprese tácitamente con la mirada. A veces su desaprobación la evidencia, tensionando el ambiente más de lo habitual. Cuando está sumido en la melancolía ve enemigos en todas las partes, y eso entorpece mucho su comunicación y le lleva a enemistarse con los otros. Con tendencia a ser agorero, expresa fácilmente las dificultades que observa en los planes que le presentan. Pocas veces participa de un plan con relajación o positivamente.
El melancólico es muy introvertido y muy elitista en sus relaciones, al igual que el flemático. Escucha bien cuando le interesa el tema y es afín a él. Es poco abierto a ideas nuevas o diferentes a sus criterios. Cuando está en grupos de extrovertidos se pliega en sí mismo y muestra su rechazo. Esto se evidencia más cuando está con personas que alardean de sus éxitos. El melancólico es humilde en las evaluaciones de sus actos, y le resulta incomprensible que otros se jacten de sus premios sin recato. En una reunión puede permanecer mudo durante horas si el tenor de sus interlocutores es presuntuoso o fatuo. Independiente de que sea real o no lo que sus acompañantes digan.
Huye de la vida en sociedad. En familia es poco habilidoso para hacer feliz a los suyos por su exigencia y su ánimo perfeccionista. No permite que se frivolice en las conversaciones cuando son muy interesantes para él. En este sentido es muy radical, y no participa de las opiniones, aunque sean de personas muy cercanas. Una de las deficiencias más notorias del melancólico es que no entiende de bromas ni de ironías. Se siente muy afectado por esta particularidad de los sanguíneos y en ocasiones pueden llegar a romper su relación.
Pienso que estos puntos recogen lo menos grato del temperamento melancólico, que, recordemos que como el colérico, recuerda todo lo negativo casi para siempre. Si tu temperamento es éste, entiende esta información como un mapa de ruta que te recuerda el camino que has recorrido y que no puedes desandar. Estas son las debilidades que te acompañan. A la postre no somos perfectos, y que en nuestro camino de retorno esta es una posibilidad más. Nada es decisivo ni condenatorio. Ni las grandes fortalezas ni las pequeñas áreas de mejora.
Asomarnos al lado luminoso del temperamento melancólico nos ayudará a plantearnos planes de acción para revisar nuestro perfil y aprender a aceptarlo y modelarlo de cara a alcanzar nuestros logros.
Si alguien de tu entorno tiene estas características como más sobresalientes y observas que se cumplen, entiende que es una parte de sí mismo tan irremisible como la tuya. Nada es mejor que nada. Ni peor una cosa que otra. Somos una maravillosa obra que se va conformando cada día con pequeñas partículas de conocimiento.
En breve analizaremos las relaciones entre temperamentos y será más fácil comprender porqué ha sido tan complicada la relación con unos y tan fácil y maravillosa con otros. Y porqué somos tan impredecibles con nosotros mismos.
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Las áreas de mejora del melancólico (120)

El último temperamento, el melancólico, tiene unas altas cualidades para el análisis y la observación. Su perfeccionismo le convierte en un temperamento muy exigente consigo mismo y también con todo lo que le rodea. Esta faceta le hace muy sensible a los errores, pues ve obstáculos en casi todo. Revisar las áreas de mejora del temperamento melancólico tiene su complejidad. Este temperamento, tendiente al pesimismo, puede hundirse en el derrotismo ante cualquier observación sobre sus puntos negros.

La parte más insidiosa de nuestra personalidad se esconde detrás de este temperamento, introvertido, sensible y ante todo negativo. Identificarse con las características que expondré en este apartado puede resultar costoso y quizá hasta molesto; sin embargo, aceptar esta idiosincrasia temperamental nos avivará el deseo de superación. No olvidemos que es también este temperamento el más rico en matices. Atender a este proceso de desarrollo y transcendencia nos aproximará a lo mejor de todo lo que somos.
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El temperamento melancólico en las relaciones personales: es quizá el temperamento más egocéntrico, porque todo lo que sucedea su alrededor lo reinterpreta desde sí mismo. Su susceptibilidad es excesiva y tiende a compararse con los demás permanentemente. Se compara con el intelecto, la belleza, la sensibilidad, el talento. En todos los casos sale perdedor. Su afán de perfección le impide ver que compite con lo mejor de los otros. Este exhaustivo análisis de sí mismo le hace muy sensible a cualquier conflicto, convirtiéndole en un ser muy quisquilloso y alterable. En sus relaciones personales e íntimas se subestima de continuo, y piensa que su pareja le desprecia frente a los otros. Se siente exento de cualidades estimables, aunque es consciente de su intento de mejora permanente. Su baja estima no le permite disfrutar de relaciones fructíferas y serenas. Por el contrario, vive en un sin vivir amoroso. Los celos hacen de sus relaciones un auténtico calvario. Sus amigos y parejas no saben cómo aliviarle de su infravaloración. Se observa desde su perfil menos favorecedor. El abatimiento es su bandera en las relaciones interpersonales.
Puede mantenerse en silencio durante varios días cuando se ha sentido afectado por el desprecio. Su instinto de conservación emocional le arrastra a la venganza. Sueña con el abandono, la muerte y la desventura eterna cuando se siente herido. El problema inicial lo lleva a límites insostenibles e inabordables para los otros. Su visión polarizada magnifica los conflictos hasta convertirlos en problemas irresolubles. A su derredor surge la incomprensión y el desvarío.
Su gran capacidad intelectual le aísla de razonamientos pueriles y descontextualizados. Cuando sus parejas buscan resolver las dificultades latentes, sólo pueden intentarlo mediante la aceptación de la lógica del melancólico. Cualquier apreciación que difiera de su opinión la desprecia, o al menos no la estima como válida y rebusca otra que le satisfaga sólo a él.
Otro de los puntos clave de este temperamento es la discreción y el intimismo. Es muy difícil que converse con personas desconocidas o que se acerque a grupos no habituales. El melancólico es muy elitista y parcial en sus afectos. En casos extremos tienden a vivir en soledad. Su aislamiento le reconforta más que la compañía no deseada.
En el crecimiento personal: el melancólico piensa que la vida es un sacrificio. El desarrollo personal lo entiende como un camino de dolor donde confluyen las grandes líneas de su pensamiento negativo. Piensa que la transcendencia sólo es posible para aquellos que han sido beneficiarios de los mejores dones. La mayoría de las veces se ve abocado al rechazo de los dirigentes de grupos de crecimiento. La oscuridad ideológica le aterra, y teme caer en grupos o sectas que le laven su cerebro. Se obsesiona con el más allá y busca la verdad con angustia. Su fascinación por lo oculto está unida a la pesadumbre por su inadecuación para lograr el éxito en su búsqueda. Pasa del ateísmo a una fe ciega para volver a dudar de todo. Cree que todos acceden a poderes superiores que a él le están negados.
La disconformidad permanente sobre su yo hace de este temperamento un buen aliado para cursos de desarrollo personal. Tiende a recelar de los resultados de los mismos, y los acaba con una sensación de incomprensión hacia su afán permanente de superación. Pareciera que los hados le han conformado incompleto y carente para lograr su plenitud personal. Nada es suficiente. Un día y otro busca cómo superarse, con un anhelo desbocado. Siempre parece que hay algo por hacer que no ha hecho, y por lo que se le castigará duramente.
La felicidad no existe para este temperamento lleno de sombras y oquedades que nadie llena. Una melancolía negra le abruma, y el cielo tiene nubes oscuras que derraman sus aguas pokies no download entre tormentas eléctricas que le sobrecogen y asustan.
Quisiera dedicarse a ser mensajero de la luz, pero nunca decide cuándo empezar a hacerlo. Algunos, en sus días finales, anhelarán haber sido sacerdotes o misioneros de un pensamiento superior. No por ello religioso o espiritual, pero si que busque respuestas al por qué de la vida y el para qué. Si no lo hicieran se flagelarán por no haberse entregado al sacrificio, y padecerán por ello.
Cuando acuden a programas de crecimiento personal muestran su gran timidez y su desaliento. Son poco participativos y pueden abandonarlos, invadidos por el desaliento. El melancólico es lento y muy pesado en sus reflexiones, y necesita mucho más tiempo que otros temperamentos para sus meditaciones.
El melancólico como empresario: esirresoluto, y por ello resulta muy difícil que inicie empresas en el tiempo del éxito. Las ideas que tiene, que suelen ser muy buenas, pasan por tantos filtros de viabilidad que en raras ocasiones son realizables. Su baja competencia para las relaciones profesionales le impide asociarse con quienes podrían aligerarle la carga empresarial. Es poco dado a las fiestas o saraos para lograr contactos. Sólo funciona cuando se deja aconsejar por sanguíneos o delega en ellos estas funciones de networking.
El melancólico es el temperamento de las oportunidades perdidas. Llega tarde a todo y luego se arrepiente. Es el que no ganó suficiente dinero, el inventor tardío, el creador fracasado o plagiado por otros. Cuando se quiere dar cuenta, las ideas que ha compartido ya están puestas en práctica mientras él está dudando si saltar o no al vacío.
En sus cavilaciones empresariales suele encontrar varios caminos que confluyen en la misma meta. Dirimir cuál es el más apropiado y por dónde empezar es tarea casi imposible para el melancólico. Todos le parecen igual de positivos o nefastos. En cada uno de ellos encuentra tantas posibilidades para el éxito como para el fracaso. Podemos encontrar a un melancólico especulando horas enteras, sin avanzar ni dedicarse a otros menesteres.
Los inicios o cambios son aterradores para este temperamento. A todos les encuentra algún defecto de difícil resolución. No es amigo de consejeros, y pocas veces se deja influenciar por las opiniones de los demás. Su terquedad le aísla de las buenas direcciones y juicios de otros temperamentos.
Las reuniones con un melancólico pueden ser eternas por su tendencia a examinar cada detalle y ver los pros y contras de cada situación. Agota a los flemáticos, y los sanguíneos tienden a compadecerle a la vez que no le escuchan. Con los coléricos tiene una relación de amor odio.
Continuaré con este temperamento revisando cómo es consigo mismo y en su comunicación. Recordar que todos nosotros tenemos este temperamento conformando la totalidad de nuestra personalidad. Ahora queda saber cuánto de ti está reflejado aquí.
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Áreas de mejora del colérico (117)

Ayer vimos las cualidades del colérico en su aspecto interpersonal, su crecimiento personal y sus dotes de empresario. Vamos a continuar perfilando este temperamento tan seductor y a la vez tan complejo.

Cómo es consigo mismo: le aburren los detalles. La observación minuciosa, el análisis profundo de sus acciones o de cualquier cosa, le parece tedioso y sin encanto. Esta merma analítica origina una falta de planificación en sus tiempos y en la dimensión de sus posibilidades reales para acometer proyectos de gran envergadura. Su negativa a las cosas ordinarias o que denomina vulgares hace que inicie empresas poco realistas. Su fantasía está escasamente desarrollada y no cree en los cuentos de hadas. Su intelecto le protege de cualquier divagación, evitando que desarrolle cualidades artísticas que le harían imparable e irrepetible. Es imprudente cuando desea algo. Nada le limita y nada le asusta si tiene claros sus objetivos; sin embargo, no medita sobre los efectos que sus acciones tienen sobre su entorno.
Su soberbia desmedida no le deja dar marcha atrás cuando percibe que se ha equivocado. Prefiere la derrota en la batalla que permitir que los demás disfruten de su caída. Puede golpearse contra muros de hormigón antes de ceder. En ningún caso va a aceptar que él ha sido el culpable de sus fracasos. Hallará miles de culpables y se exculpará con excusas pueriles. Prefiere incluso mentir y cambiar la historia a reconocer su necedad, que es mucha cuando está obtuso y lleno de ofuscación. Su irracionalidad para analizar los fallos personales le convierte en carne de conflictos que acaban tornándose en graves problemas.
Una de sus asignaturas pendientes es la comprensión. El colérico dice siempre la última palabra y no quiere ceder ante nada ni nadie. En muy raras ocasiones se pone en los zapatos de su oponente.
En la comunicación: el colérico es indiscreto y poco delicado con la vida de los demás si le sirven como ejemplo o apoyo a sus historias. Pocas veces silencia las cosas que conoce. Esgrime sus cualidades comunicativas como el arma para ganar a sus contendientes en reuniones, eventos o cualquier lugar al que acude. A veces es muy terco y un tanto impulsivo en sus apreciaciones. Cuando se siente acosado por preguntas que le ponen en tela de juicio puede variar los derroteros de los asuntos para llevar la razón. Es poco dado a la escucha, y pocas veces se beneficia de poner atención en los puntos de vista de los otros; por el contrario, sigue su discurso interno para rebatir raudo y presto antes que nadie. A veces esto trae consecuencias desagradables, porque llega a tener altercados que acarrean palabras altisonantes y hasta groseras debido a su falta de respeto. En la intimidad se solivianta tanto que puede llegar a proferir insultos. Parece un joven en una pelea callejera.
Su estatus intelectual le convierte en exigente con sus litigantes, y tiende al menosprecio cuando los considera de menor inteligencia o torpes. En esos instantes dirime con el otro bajo la premisa de que sólo vale lo que él piensa. Controlador infatigable en la comunicación, quiere sobresalir a costa de cualquier esfuerzo. Los temas que elige son sobre sus éxitos y sus extraordinarios resultados. Gusta de evidenciar sus honorarios altísimos y lo que la empresa gana con sus gestiones, amén de enumerar todas las funciones y cosas que ha realizado en la jornada. El colérico habla de hacer, hacer y hacer. Los temas preferidos son aquellos que tienen que ver con la realización de sus proyectos.
Sus comentarios cuando algo no le gusta suelen ser un poco vejatorios. Cabe recordar que la cualidad más acusada de un colérico es la crítica. El juicio discriminatorio es habitual, y se acentúa si no valora la situación cómo óptima.
El tono de la voz de colérico es frío. A veces muy metálico y altisonante. Este temperamento exige atención y escucha elevando su voz. Se pueden detectar fácilmente su aprobación o no por el timbre de su voz. Su comunicación no verbal es impositiva y un tanto acelerada. Se expresa con muchos gestos, y algunos pueden resultar invasivos.
El colérico debe aprender la diferencia entre opinar e imponer. También debería disfrutar de la discusión como medio de aproximar posiciones, y no emplearlo como si fuera una lucha donde se mata o se muere. Debe recordar que la agresión, además de física, puede ser moral.
El apego a sus creencias y a sí mismo convierte al colérico en un comunicador despótico, nada atento a las necesidades de los otros, a los que avasalla con su autoritarismo. Una alta seguridad en lo que quiere le lleva a infravalorar los deseos de los demás. Si el colérico se planteara obedecer a alguien sin cuestionarle, posiblemente se encontraría con grandes ideas que antes no había escuchado.
El colérico surge en cada uno de nosotros cuando sentimos el deseo de reivindicar nuestros logros. También cuando el resentimiento nos acomete y nos cercena la libertad para amar a los demás. Este temperamento en sus áreas de mejora debe reconsiderar el rencor y el egoísmo.
El mundo necesita de este temperamento por su gran empuje, por lo que debemos procurar que camine en la dirección adecuada. Su caudal imparable, lleno de voluntad y fuerza, es el motor de grandes cambios. Su constancia los hace posibles, aunque debe cuidar la eficacia. Sólo queda que piense que en el barco de la vida vamos todos, y queremos llegar a buen puerto sintiéndonos unidos.
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Áreas de mejora del colérico (116)

El tercer temperamento, el colérico, me sobrecoge por toda la riqueza de matices que presenta. Su condición de extrovertido hace que el mundo exterior le apasione y le subyugue. Su rapidez para vivir las impresiones hace que los vientos le agiten y movilicen sin freno ni medida. A la vez, su capacidad para recordar todas las ofensas y su tendencia a la venganza le convierten en un enemigo temido y temible para los otros temperamentos. Con todas estas tonalidades, adentrarse en lo mejorable del colérico tiene mucho de riesgo, y exige una valentía que espero que no me falle durante este ejercicio. Porque no voy a hablar de un personaje aislado que desconozco. O de alguien que sea más o menos cercano. Voy a penetrar en los rincones oscuros de cada uno de nosotros, a descubrir las sombras que hasta el momento han permanecido ocultas. Los velos que hoy vamos a descorrer nos conciernen a todos. Recordemos que los cuatro temperamentos, en mayor o menor medida, nos conforman. En este sentido, los cambios que debería llevar a cabo el colérico nos tocan a todos.

A pesar de que, como acabamos de decir, el colérico, al igual que los otros temperamentos, está dentro de cada uno de nosotros, existen diferencias de grado. El colérico es el temperamento más reaccionario, más activo, más excitable y el más fuertemente impresionable con aquello que no le gusta. Y además, no lo olvida. El colérico es el que guarda nuestros rencores más implacables.  Es esa parte de nuestra personalidad que mantiene nuestra alma en pie de guerra contra viento y marea, frente a lo que es y a lo que supone. Hablar de superación de este temperamento exige nobleza para sentirnos identificados con algunos de estos descriptores.
Gestionar lo imperfecto de uno mismo. Las áreas de mejora del colérico (116)
El temperamento colérico en las relaciones personales: su insensibilidad para relacionarse con los demás es una de sus mayores deficiencias en su inteligencia interpersonal. Puede permanecer inalterable ante el dolor ajeno, rechazando visceralmente las manifestaciones de debilidad de la gente que le rodea, aunque sea muy próxima y mantengan lazos profundos.
Cuando se le contradice, se excita profundamente y se siente muy ofendido. Profiere entonces palabras muy duras para atacar al otro. Puede llegar a hacer recriminaciones falsas y muy exageradas con tal de conseguir vencer al oponente y que su razón triunfe. Sus reproches están llenos de palabras feroces que, la mayoría de las veces, son injustas. Y aun cuando no lo son, pierden valor por sus despóticas formas. Es imposible hacerle razonar sobre la improcedencia de sus criterios y acusaciones cuando se encuentra muy alterado. 
Si bien las relaciones son difíciles en general con un colérico por su dureza, falta de comprensión y cierta inhumanidad, se pueden convertir en insostenibles si se le evidencia ante personas que sean significativas y relevantes para él. Se siente muy dolido cuando se percibe ridiculizado o humillado en sus carencias y equivocaciones. Las relaciones personales son una de sus asignaturas pendientes. El ergotismo, la endogamia y el ego le distancian un poco más cada día de los otros.
En el crecimiento personal: el colérico está muy pagado de sí mismo. Su alta estima y el convencimiento que tiene sobre la bondad de sus cualidades personales hacen de este temperamento un difícil receptor de posibles cambios. Es muy poco habitual que acceda a valoraciones negativas. Suele ser más receptivo cuando el «maestro» tiene unas cualidades muy valoradas por él, y cuando considera inalcanzables esas competencias.
El colérico suele menospreciar a los demás, a los que considera torpes y poco inteligentes. Cuando accede a un proceso de transformación es porque considera que le va a aportar un valor con el que podrá ser más estimado en algún grupo que le interese. Si realiza algo importante suele hacer proselitismo con el fin de que se le agradezca y se le reconozca todo lo que sabe.
Los cambios espirituales o esotéricos le provocan risa y piensa que es de personas con bajos recursos y que no tienen una inteligencia tan práctica y competente como la suya. Este criterio resulta indestructible cuando pretende alejar a sus amigos de alguna tendencia que a él no le resulta estimulante, o cuando esta tendencia le impide lograr lo que busca. Es despectivo sin cuestionarse los orígenes de sus creencias.
Su autosuficiencia le lleva a rechazar cualquier ayuda extrínseca. Esta seguridad personal le impide ser un verdadero creyente de algo ajeno a él mismo. Piensa que él hace todo mejor que los demás. Y Dios o cualquier otra creencia de corte espiritual o político se convierten en una negación de su autosuficiencia. Su foco está en ser capaz de resolver por sí mismo cualquier dificultad. A veces tiene crisis de soberbia irracionales cuando le hacen entrever su incompetencia para ciertos asuntos. La enfermedad física es una variable que le desconcentra y le somete a tensiones incontroladas con crisis de hipocondría muy acusadas. En estos procesos pide ayuda a expertos que le aconsejan sus amigos. La fragilidad momentánea le lleva hacia una búsqueda personal que no estaba prevista. La intención velada es que le salven de su «mal», que supone incurable.
El colérico como empresario: la ambición de este temperamento no tiene límites. Todas las empresas que inicia tienen como fin primordial el éxito económico. Los socios son elegidos no por sinergias conceptuales, o propósitos de gran calado social, o porque vean el mundo del mismo modo. Todo eso queda relegado a un segundo término, y en algunos casos al último. Lo primordial es conseguir posicionarse en lugares de poder y ser valorados como los mejores. Esto se combina con un deseo de dirigir desmedido. Su dirección suele ser autocrática, aunque si puede conseguir algo se transforma y se somete. Es un empresario que para anular a la competencia puede manejar artes poco nobles. Un ejemplo de empresario colérico es Geko en la película Wall Street. Su estrategia y argucias estaban orientadas a vencer a todos sus competidores, llegando a degradarles públicamente. Es un líder infatigable y buscará muchas empresas con las que poder lucir todas sus extraordinarias artes, incluida la crueldad. Abandonará proyectos que no son rentables, independientemente de quien se quede tirado en el camino. La película Con el dinero de los demás  (1991) es un fiel reflejo de ello. Danny DeVitto hace una arenga final propia de un colérico en su más fino estilo.
El temperamento colérico es un trabajador infatigable y arrastrará a todos detrás de sus tiempos, ritmos y modos de hacer las cosas. Si alguien no cede a sus pretensiones le despreciará y conseguirá anularle.
Pienso que por hoy es suficiente. Cómo es el colérico consigo mismo y como se comunica lo dejaremos para mañana, y así podremos dosificar el estudio sobre nuestro yo colérico. Este estudio busca que seamos conscientes de nuestra necesidad de los demás y de nuestra persona rompiendo la estructura de nuestro colérico para ahondar en sus fortalezas y conseguir superar sus áreas de mejora. Nuestro entorno nos agradecerá la superación de un colérico resentido, egoísta y rencoroso. Atrás han quedado las imágenes de un sanguíneo y un flemático libres y sin animadversión. La acritud del colérico es nuestra batalla de hoy. Seguro que vamos a ganarla para lograr ser abiertos e investirnos de una empatía sincera.
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