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Superación del Mártir. El camino del héroe (107)

El Mártir es un inseguro que duda de su misión en esta vida. A veces su victimismo es solo una fantasía para no evidenciar su cobardía y el miedo a enfrentarse abiertamente a sus enemigos internos. Esta es una de las características principales del antihéroe Mártir. El miedo le subyuga y le reduce a sentirse enfadado con los retos de crecimiento, con cierto resentimiento hacia los impulsores del mismo. Esta tensión casi permanente entre sus ideales y sus temores le lleva a desdoblarse e iniciar un proceso doloroso.

Cuando el Mártir resuelve su enfrentamiento entre sacrificio y responsabilidad y se erige en salvador gozoso a través de sus valores, y además reconoce la felicidad suprema en la entrega de sí mismo y de sus pilares más fundamentales, aparecen la generosidad y el amor a los compromisos. Así inicia el Mártir su proceso de superación y abre sus puertas a un cambio esperanzador, donde la felicidad es posible.
Ahora bien, este camino es lento. El Mártir viene de un pasado de placeres que se diluyeron ante el sentimiento de culpa por su falta de compromiso con ideales más profundos. En el presente vive una continua tortura cuando se siente exigido en la asunción de responsabilidades que le parecen demasiado ingratas. En el futuro sólo ve una promesa de lucha y guerra para lograr sus metas. El camino trascendente, al que quiere llegar, y el cumplimiento de su búsqueda, son ideales lejanos. El amor a este proceso le impulsa, y la congoja ante el esfuerzo le deprime. El Mártir tiene su mayor dragón en el miedo a la autoridad de la vida y en la pérdida de sus valores por su autocomplacencia y sometimiento a las creencias más vulgares. Recordemos que cuando superó al Vagabundo le acometía el pensamiento de que los placeres eran la única realidad y lo que merecía ser vivido. Todavía esta máxima resuena en su espíritu como un eco dulzón y atractivo.
La superación del Mártir. El camino del héroe (107)
El Mártir debe aceptar la cuestión de su crecimiento personal, que le resulta ridículo, y sobre lo que ironiza cuando está ante grupos que le importan. Cuando acomete su crecimiento como un proceso inevitable, se siente liberado y la paz le envuelve. Activa en su día a día la entrega a los demás y opta por salvarse de su mediocridad. El latido de su corazón es de todos, y los frágiles se convierten en sus motores de cambio. Esta metamorfosis inunda todo su derredor, y se transforma en un visionario de un nuevo mundo que quiere compartir con aquellos que le acompañan y secundan en sus planes de transformación.
El Mártir se ha hecho todo amor. Un amor de dar y recibir que es una ventura y que disipa el sentimiento de sacrificio por el esfuerzo gratificante que de ello se deriva.
Para cumplir este proceso debe aprender a darse. Necesita discernir entre entregar lo que es necesario para la vida, la propia y la de los otros, y el atractivo que tiene darse hasta la muerte. Le atrae su inmolación. El sacrificio por los demás, a costa de su propio sufrimiento, le subyuga y le conmueve. Ahora bien, este Mártir debe desaparecer para sostener una actitud responsable e independiente. Este héroe debe aprender que el mundo no necesita de su sacrificio final. Le seduce sentirse adorado por tan noble acto, pero esa tentación debe desvanecerse. El Mártir da una imagen de responsabilidad consigo mismo y  con los demás. Debe aprender a acabar con su tendencia a consentir, pues de lo contrario correrá siempre el riesgo de romper los límites de la entrega para ser víctima de los requerimientos de sus amigos y compañeros de viaje.
Hay una cierta satisfacción en sentirse necesitado por encima de sus posibilidades. Su victimismo es un riesgo para que claudique y se aleje de su sentido verdadero, que es la entrega atemporal a sus metas más elevadas de una forma saludable, respetando lo que da y lo que recibe.
La tarea más complicada para un Mártir es aprender a recibir. Porque dar bien conlleva aceptar bien. Necesita desbloquear su conciencia hacia lo que recibe cada día. El Mártir tiene grandes dificultades para recibir de su entorno, es decir, para señalar todo lo que su alrededor le aporta. Este héroe debe conocer lo que es imprescindible en la realización de sus tareas. Aceptar la colaboración de sus amigos y conocidos le elevará por encima de sí mismo. Este ejercicio de compartir generosamente le engrandece, convirtiendo su esfuerzo en un beneficio transformador y no en un mero sufrimiento sin sentido.
El Mártir va descubriendo que no es bueno entregar aquello que no es esencial. Para hacer una donación apropiada debe desprenderse sólo de aquello para lo que está preparado. Cuánto más generosa sea su entrega, más fácilmente recibirá de los demás.
Cuando el Mártir se compromete libre y honestamente, genera un espacio de seguridad y credibilidad único. Este Mártir ama el mundo como es y asume la postura de idealista ilusionado que ve en todo una oportunidad irrepetible para experimentar el proceso en el que estamos sumergidos. Su clarividencia convierte todo en un éxtasis de vida, donde es posible darlo todo sin esperar nada. El amor como una forma de desapego y experiencia incondicional es la máxima de este héroe, que nos aproxima a la bondad, la consideración y la responsabilidad sin sufrimiento.
Nuestro héroe ha dejado atrás la queja y se ha llenado de optimismo hacia el mundo que le rodea. Observa cada una de sus acciones como una oportunidad de llegar a las metas que se ha fijado. El cambio le inunda de gozo, y la felicidad es el amor, que dona con total grandeza. Recibe de los suyos la aquiescencia y el reconocimiento de su búsqueda como un bien para todos.
El Mártir se recoge cada noche, y en su meditación da gracias por ser quien es y vivir donde vive. Cada día es una flor que deja su aroma en los rincones por los que ha pasado. Todos sus antepasados le sonríen y le dan las buenas noches protegiendo su espíritu para lo que está por venir.
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Ejercicio práctico sobre temperamentos (86)

Historia anónima: No estrujes los corazones

Esta historia me la contó un profesor hace muchos años, y pienso que nos ayudará a reflexionar sobre la actitud de un temperamento que es perjudicial para él y para su entorno. La historia dice así:
«Cuando era joven, mi carácter fuerte, impulsivo y explosivo me hacía saltar a la menor provocación. La mayoría de las veces, después de uno de estos incidentes, me sentía avergonzado, y me esforzaba por consolar a quien había dañado.
Un día mi maestro, quien me vio dando excusas a un compañero después de una explosión de ira, me llevó a un aula, me entregó una hoja de papel lisa y me dijo: “Estrújalo”. Asombrado, obedecí. Lo arrugué e hice con el papel una bola. Luego me dijo: “Ahora déjalo como estaba antes”. Por supuesto, no pude dejarlo como estaba. Por más que lo intenté, el papel quedó lleno de pliegues y arrugas. El profesor me dijo: “El corazón de las personas es como este papel. La impresión que dejas en ellos será tan difícil de borrar como esas arrugas y pliegues que has hecho en el papel”.
Así aprendí a ser más comprensivo y paciente. Cuando siento ganas de estallar recuerdo ese papel arrugado. Comprendí que la impresión que dejamos en los demás es imposible de borrar. Sobre todo cuando lastimamos con nuestras reacciones o con nuestras palabras.»
Gestionar lo imperfecto de ti mismo. Ejercicio práctico sobre los temperamentos (86)
Ejercicio:
  1. Repasa las cualidades del sanguíneo, flemático, colérico y melancólico, y define qué temperamento muestra el autor de esta historia.
  1. Argumenta por qué es ese, y no otro.
  1. ¿Queda alguna señal cuando la actuación es positiva?
  1. Si la respuesta es sí, ¿qué prueba podrías realizar para mostrar que los actos positivos dejan una huella indeleble?
  1. Recuerda un acto muy negativo de tu vida y analiza si has dejado esa impresión en el corazón de los otros, pero también si ha quedado en el tuyo.
  1. Recuerda el mejor acto que haya acontecido en tu vida y piensa si has dejado esa marca en el corazón del otro, y también en el tuyo.
  1. Estudia tu historia personal y estima qué actos pesan más de los dos.
  1. Decide qué huella quieres dejar hoy en aquellos que conviven contigo y en ti mismo.
Este ejercicio nos lleva a una reflexión profunda sobre nuestras actuaciones. Tratemos hoy con delicadeza y respeto a:
  • Todos nuestros compañeros de profesión
  • Cada uno de nuestros colaboradores
  • Aquellas personas que nos ofrecen sus servicios en los establecimientos públicos
  • A los que nos miran, nos hablan, nos escuchan, nos aman
  • A cada persona que nos elige como guías y a los que nos guían
  • A los que menos nos gustan
  • A todos…
Y cuando lo hayamos aprendido sigamos dejando lisa la hoja de papel todos los días
Gracias
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Cuestión de perspectiva. Dos temperamentos (81)

Alguien me contó esta historia:

A mediados del siglo XX una importante industria de calzado desarrolló un proyecto para exportar zapatos a la India. La gerencia de la empresa envió a sus dos mejores consultores a puntos diferentes de la India para hacer las primeras observaciones del potencial de compra de aquel futuro mercado.
Después de algunos días de investigación, uno de los consultores remitió el siguiente fax a la gerencia de la industria:
«Señores, cancelen el proyecto de exportación de zapatos para la India. Aquí nadie usa zapatos.»
Sin conocer la existencia de este fax, algunos días después el segundo consultor mandó el siguiente mensaje:
«Señores, tripliquen el proyecto de exportación de zapatos para la India. Aquí todavía nadie usa zapatos.»
La misma situación puede ser una gran oportunidad para unos y un enorme desastre para otros. Cabe aprender quiénes somos y cómo nos comportamos para optimizar nuestras acciones, y el efecto que las mismas tienen en el entorno en el que nos movemos.
Para ayudarnos, en este conocimiento y aprendizaje personal, vamos a analizar esta situación, que tiene varias lecturas, desde la perspectiva de los temperamentos, con el fin de agilizar nuestra mente en la detección de qué temperamento poseemos y qué debemos potenciar:
  1. Qué tipo de temperamento es el primero, es decir, el que decide que no hay posibilidades en la India
  2. Cuál sería el temperamento segundo, a saber: el que ve todas las oportunidades en que no haya calzado
  3. Enumera y compara las características de cada temperamento para esta situación concreta
  4. En tu caso, ¿cuál de las dos decisiones hubieras tomado? Para confirmar que es real, compáralo con situaciones parecidas de tu pasado
  5. ¿Estás conforme en cómo tomas decisiones?
  6. ¿Piensas que podrías unir ambas posiciones y encontrar una decisión intermedia?
En breve revisaremos las debilidades de todos los temperamentos para detectar nuestros puntos de inflexión. Después de las vacaciones estivales suelen aparecer algunas “dificultades” que conviene prevenir.
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