El último temperamento, el melancólico, tiene unas altas cualidades para el análisis y la observación. Su perfeccionismo le convierte en un temperamento muy exigente consigo mismo y también con todo lo que le rodea. Esta faceta le hace muy sensible a los errores, pues ve obstáculos en casi todo. Revisar las áreas de mejora del temperamento melancólico tiene su complejidad. Este temperamento, tendiente al pesimismo, puede hundirse en el derrotismo ante cualquier observación sobre sus puntos negros.

La parte más insidiosa de nuestra personalidad se esconde detrás de este temperamento, introvertido, sensible y ante todo negativo. Identificarse con las características que expondré en este apartado puede resultar costoso y quizá hasta molesto; sin embargo, aceptar esta idiosincrasia temperamental nos avivará el deseo de superación. No olvidemos que es también este temperamento el más rico en matices. Atender a este proceso de desarrollo y transcendencia nos aproximará a lo mejor de todo lo que somos.
\"Gestionar
El temperamento melancólico en las relaciones personales: es quizá el temperamento más egocéntrico, porque todo lo que sucedea su alrededor lo reinterpreta desde sí mismo. Su susceptibilidad es excesiva y tiende a compararse con los demás permanentemente. Se compara con el intelecto, la belleza, la sensibilidad, el talento. En todos los casos sale perdedor. Su afán de perfección le impide ver que compite con lo mejor de los otros. Este exhaustivo análisis de sí mismo le hace muy sensible a cualquier conflicto, convirtiéndole en un ser muy quisquilloso y alterable. En sus relaciones personales e íntimas se subestima de continuo, y piensa que su pareja le desprecia frente a los otros. Se siente exento de cualidades estimables, aunque es consciente de su intento de mejora permanente. Su baja estima no le permite disfrutar de relaciones fructíferas y serenas. Por el contrario, vive en un sin vivir amoroso. Los celos hacen de sus relaciones un auténtico calvario. Sus amigos y parejas no saben cómo aliviarle de su infravaloración. Se observa desde su perfil menos favorecedor. El abatimiento es su bandera en las relaciones interpersonales.
Puede mantenerse en silencio durante varios días cuando se ha sentido afectado por el desprecio. Su instinto de conservación emocional le arrastra a la venganza. Sueña con el abandono, la muerte y la desventura eterna cuando se siente herido. El problema inicial lo lleva a límites insostenibles e inabordables para los otros. Su visión polarizada magnifica los conflictos hasta convertirlos en problemas irresolubles. A su derredor surge la incomprensión y el desvarío.
Su gran capacidad intelectual le aísla de razonamientos pueriles y descontextualizados. Cuando sus parejas buscan resolver las dificultades latentes, sólo pueden intentarlo mediante la aceptación de la lógica del melancólico. Cualquier apreciación que difiera de su opinión la desprecia, o al menos no la estima como válida y rebusca otra que le satisfaga sólo a él.
Otro de los puntos clave de este temperamento es la discreción y el intimismo. Es muy difícil que converse con personas desconocidas o que se acerque a grupos no habituales. El melancólico es muy elitista y parcial en sus afectos. En casos extremos tienden a vivir en soledad. Su aislamiento le reconforta más que la compañía no deseada.
En el crecimiento personal: el melancólico piensa que la vida es un sacrificio. El desarrollo personal lo entiende como un camino de dolor donde confluyen las grandes líneas de su pensamiento negativo. Piensa que la transcendencia sólo es posible para aquellos que han sido beneficiarios de los mejores dones. La mayoría de las veces se ve abocado al rechazo de los dirigentes de grupos de crecimiento. La oscuridad ideológica le aterra, y teme caer en grupos o sectas que le laven su cerebro. Se obsesiona con el más allá y busca la verdad con angustia. Su fascinación por lo oculto está unida a la pesadumbre por su inadecuación para lograr el éxito en su búsqueda. Pasa del ateísmo a una fe ciega para volver a dudar de todo. Cree que todos acceden a poderes superiores que a él le están negados.
La disconformidad permanente sobre su yo hace de este temperamento un buen aliado para cursos de desarrollo personal. Tiende a recelar de los resultados de los mismos, y los acaba con una sensación de incomprensión hacia su afán permanente de superación. Pareciera que los hados le han conformado incompleto y carente para lograr su plenitud personal. Nada es suficiente. Un día y otro busca cómo superarse, con un anhelo desbocado. Siempre parece que hay algo por hacer que no ha hecho, y por lo que se le castigará duramente.
La felicidad no existe para este temperamento lleno de sombras y oquedades que nadie llena. Una melancolía negra le abruma, y el cielo tiene nubes oscuras que derraman sus aguas pokies no download entre tormentas eléctricas que le sobrecogen y asustan.
Quisiera dedicarse a ser mensajero de la luz, pero nunca decide cuándo empezar a hacerlo. Algunos, en sus días finales, anhelarán haber sido sacerdotes o misioneros de un pensamiento superior. No por ello religioso o espiritual, pero si que busque respuestas al por qué de la vida y el para qué. Si no lo hicieran se flagelarán por no haberse entregado al sacrificio, y padecerán por ello.
Cuando acuden a programas de crecimiento personal muestran su gran timidez y su desaliento. Son poco participativos y pueden abandonarlos, invadidos por el desaliento. El melancólico es lento y muy pesado en sus reflexiones, y necesita mucho más tiempo que otros temperamentos para sus meditaciones.
El melancólico como empresario: esirresoluto, y por ello resulta muy difícil que inicie empresas en el tiempo del éxito. Las ideas que tiene, que suelen ser muy buenas, pasan por tantos filtros de viabilidad que en raras ocasiones son realizables. Su baja competencia para las relaciones profesionales le impide asociarse con quienes podrían aligerarle la carga empresarial. Es poco dado a las fiestas o saraos para lograr contactos. Sólo funciona cuando se deja aconsejar por sanguíneos o delega en ellos estas funciones de networking.
El melancólico es el temperamento de las oportunidades perdidas. Llega tarde a todo y luego se arrepiente. Es el que no ganó suficiente dinero, el inventor tardío, el creador fracasado o plagiado por otros. Cuando se quiere dar cuenta, las ideas que ha compartido ya están puestas en práctica mientras él está dudando si saltar o no al vacío.
En sus cavilaciones empresariales suele encontrar varios caminos que confluyen en la misma meta. Dirimir cuál es el más apropiado y por dónde empezar es tarea casi imposible para el melancólico. Todos le parecen igual de positivos o nefastos. En cada uno de ellos encuentra tantas posibilidades para el éxito como para el fracaso. Podemos encontrar a un melancólico especulando horas enteras, sin avanzar ni dedicarse a otros menesteres.
Los inicios o cambios son aterradores para este temperamento. A todos les encuentra algún defecto de difícil resolución. No es amigo de consejeros, y pocas veces se deja influenciar por las opiniones de los demás. Su terquedad le aísla de las buenas direcciones y juicios de otros temperamentos.
Las reuniones con un melancólico pueden ser eternas por su tendencia a examinar cada detalle y ver los pros y contras de cada situación. Agota a los flemáticos, y los sanguíneos tienden a compadecerle a la vez que no le escuchan. Con los coléricos tiene una relación de amor odio.
Continuaré con este temperamento revisando cómo es consigo mismo y en su comunicación. Recordar que todos nosotros tenemos este temperamento conformando la totalidad de nuestra personalidad. Ahora queda saber cuánto de ti está reflejado aquí.