Seguiremos hablando de Gladiator. Gracias por estar al otro lado y leer estas reflexiones de tú a tú.
Leer másFamily Man, una dualidad diferente (103)
En el film Family Man de Bertt Ratner que Antena 3 emitió el pasado viernes, Jack (Nicolas Cage) vive un proceso de lucha contra sí mismo entre su éxito y la posibilidad de formar una familia. Ya en la carátula nos amenazan con una grave pregunta: «¿Qué habrías elegido tú?». Y nos dan dos opciones: éxito o familia. Me detengo con miedo, y creo que si decido por una estaré impedida para disfrutar de la otra. ¿El éxito me quitará a mi familia? ¿Mi familia me anulará las posibilidades de éxito?
The Matrix. La pastilla roja sin olvidar la azul (98)
El film de los hermanos Wachowski (Larry y Andy) The Matrix, del que hablamos en el post 093, recrea una escena interesante para los indecisos sobre lo acertado o no de haberse decidido por la pastilla roja.
The Matrix. Elegir la pastilla azul o la roja (93)
No es lo mismo conocer el camino que andar el camino. (MORFEO)
El film de los hermanos Wachowski (Larry y Andy) The Matrix, que el jueves se emitió en la Cuatro, se inicia con una persecución de un grupo de policías que van detrás de Trinity (Carrie-Anne Moss) quien, en una carrera magistral, y salvando todas las leyes de la gravedad, consigue escapar. Trinity volando entre los edificios con su cuerpo entubado de negro es una buena presentación de la guerrera impecable que ayudará al protagonista a encontrar su camino y a cumplir su meta.
Íntimo y personal. Cuando el alumno aventaja al maestro (53)
Como pedir para tener (37)
La película que emitió el sábado TVE1, Seducción letal, del director Volker Schlöndorff (EE.UU.- Alemania, 1998), tiene como argumento la mentira, el engaño, los mecanismos que empleamos los humanos para lograr nuestros objetivos con el mínimo esfuerzo y a la mayor brevedad posible.
El director juega en el desarrollo y entramado del film con el resentimiento del joven Harry Barber (Woody Harrelson), quien cumplió dos años en prisión por un falso cargo, y que ahora busca obtener beneficios inmediatos mediante los medios más fáciles. Esto le lleva a aprovecharse de la avaricia de una supuesta señora Malroux, que le contrata para simular el secuestro de la hija de su marido, un hombre mucho mayor que ella y al parecer tacaño, que le restringe la paga. Barber ha de simular el rapto y exigir al anciano el pago de 500.000 dólares. El 10% será para él. Esta cifra, nada despreciable, nubla el entendimiento y la honradez de nuestro muchacho. Para vencer la resistencia (casi inexistente) de Harry, la «señora Malroux» le enreda con sus eróticos encantos y le explica que la hijastra está de acuerdo con este simulacro.
A partir de este momento, van encadenándose situaciones cada vez más intrigantes y menos resolubles para Harry Barber.
El guionista nos aproxima a realidades vitales que pueden pasar desapercibidas para algunos de nosotros. Un ejemplo puede ser el de cómo se forman las parejas que intervienen en la película, y que son muy similares a las que conformamos en la vida real. Sirva como ejemplo la «señora Malroux», que detecta «el calado humano» de Harry e inician una relación de intereses económicos sin que importen los medios utilizados para la consecución de sus fines.
Pareciera que lleváramos un receptor de ondas energéticas que fuera emitiendo por el aire llamadas como estas: «Ansío amor», «Anhelo ganar dinero», «Busco caricias», «Sueño con ampliar mis relaciones sociales», «Necesito éxito y prestigio». Detrás de cada uno de estos «reclamos publicitarios» podemos leer: «No importa el precio, ni en qué condiciones, ni qué tengo que pagar», porque surgen de una imperiosa necesidad que excluye el análisis de su viabilidad, así como el target al que llega.
Estas solicitudes formuladas de forma consciente podrían darnos buenos resultados. Para ello, hay que definir qué se quiere, de quién, cuándo y para qué. Con esta información detallada, el éxito debería ser inmediato, porque cabe esperar que las ondas son igual de operativas cuando el mensaje es impreciso que cuando lo detallamos y amplificamos al máximo.
¿Cuántas veces hemos hecho llamadas de SOS sin medir las repercusiones? Ahora se trata de enviar mensajes cifrados que clarifiquen nuestras competencias y lo que queremos lograr, para nosotros y para los demás. Seguro que alguna vez lo has hecho y ha funcionado, porqué no seguir intentándolo.
Película asociada: Interstate 60
Leer másConnecting the dots. Recuerdos que nos construyen (31)
En la película de Clint Eastwood Ejecución inminente, que el sábado se emitió en TV1, el director, productor y actor nos ofrece un film un poco mediocre, que sin embargo nos abre un mundo de posibilidades para observar y analizar, como si de puntos conexos se tratara, nuestra vida.
En Ejecución inminente un periodista derrotado, que casi todo el mundo considera un paria, con muy poca ilusión por casi nada y a punto de hundirse en el agujero, se encuentra, a raíz de la muerte de una compañera que escribía sobre un reo en el corredor de la muerte, con un reportaje motivador. El reo, Frank Beachum (Isaiah Washington), cumpliría al día siguiente su condena por haber matado a una joven embarazada de seis meses. Steve Everett (Clint Eastwood) visita al convicto, y después de escuchar la historia de Beachum, dice: «esto me huele mal, y antes mi olfato no me engañaba. Ahora no estoy seguro de que esto funcione; sin embargo, yo pienso que tú no mataste a esta mujer».
El joven negro había acudido al sitio equivocado, en el instante menos oportuno, e hizo lo menos deseable: salir huyendo cuando entró un hombre en la tienda y le encontró lleno de sangre. El joven había ido a comprar tomate, y pasó un momento a los lavabos mientras entraba en la tienda un asaltante a robar. Era el 4 de julio y se había recaudado poco en la caja. El atracador, cuando no encontró dinero, quiso un colgante de oro de la joven, y al dar esta un paso atrás, el agresor perdió el control y disparó. Beachum escuchó el disparo y salió a buscar a la dependienta, intentando reanimarla sin lograrlo. Seis años han pasado de aquello, y ahora nuestro protagonista está a punto de morir. La abogada le informa de que ha sido denegada la impugnación.
El adiestrado olfato del reportero le lleva a localizar el domicilio de un testigo que considera vital para el esclarecimiento del homicidio. Cuando llega a la casa, se encuentra con la abuela y con que el posible asesino murió tres años antes. Durante la conversación, la anciana juguetea con un colgante de oro que lleva al cuello.
Everett se aleja en su coche golpeando el volante y gritándose «fracasado» mientras escucha en la radio que el condenado Frank Beachum ha confesado al sacerdote del penal que es culpable del asesinato de la joven empleada. Este es un duro golpe para el periodista, que recae en el alcohol.
La vida y sus conexiones tienen perfiles insondables y hasta jocosos. Nuestro fracasado periodista, entre copa y copa, ve un reportaje en la televisión de la muchacha asesinada, quien llevaba puesto el colgante que la anciana tomaba entre sus dedos unas horas antes. De reacciones rápidas pero imprecisas por la borrachera, Everett regresa en busca de la mujer y, como puede, llega a casa del gobernador, quien detiene la ejecución a Frank Beachum cuando ya le habían suministrado una de las tres inyecciones letales.
Aquí queda la trama y el argumento de la película. Ahora nuestro ejercicio empieza así: recordemos una experiencia muy singular de nuestro pasado. Esa que al contarla acabas diciendo: «no entiendo mucho lo que pasó; sin embargo, evité un descalabro… o me salvé de algo muy grave… o hallé aquello a lo que aspiraba desde hacía tiempo». Un hecho que retrospectivamente nos parezca muy casual (causal).
Podemos apoyarnos con el símil del desarrollo del film: ¿qué hubiera sido de Beachum si la joven no hubiera muerto, o si Sverett no tuviera un «olfato» especial, o si no estuviera mirando el televisor cuando apareció el colgante en la muchacha asesinada, o no llegara a tiempo para parar la pena de muerte? Interrogantes como estos nos llevarán a nuestros connecting the dots, a los puntos que dan sentido a algunos éxitos que nos han parecido inexplicables.
Nuestro devenir es como un fotograma donde el guionista, productor y director somos nosotros, aunque la mayoría de las veces de forma inconsciente, lo que hace que suframos intervalos de desconexión.
Miremos nuestro connecting the dots y creemos un mapa de ruta, porque seguro que hemos tenido a algún personaje con gran «olfato» para ayudarnos.
Esperamos vuestros mapas en los comentarios.
Leer másCambio versus violencia (17)
En la película de Quentin Tarantino «Pulp Fiction», que el sábado se emitió en La Cuatro, el director juega magistralmente con la sincronicidad entre tres historias en las que los personajes centrales se van encontrando con situaciones paradójicas que crean un entramado inusual, donde se mezcla el esperpento con giros inesperados de cambio personal.
Las entregas están enlazadas entre sí a través de palabras y hechos relevantes. Son llamadas de atención simbólicas e irónicas, que captan al espectador mediante la intriga, y le conecta con imágenes de las que no puede desprenderse.
En la primera historia, “Vincent Vega y la esposa de Marsellus Wallace”, el guionista y director da un quiebro en la trama y sitúa en el escenario al espectador a través de un golpe de naturalidad: el diálogo entre Vincent y Mia, al que sigue un electrizante twist en el que John Travolta baila sencillo y ligero, apoyándose sobre la puntas de sus pies descalzos.
Después, Mía (Uma Thurman) superficial y alocada experimenta su fragilidad por una sobredosis, de la que Vincent le rescata. Cuando acaba la noche, con una Mia vulnerable, el guionista finaliza la tragedia con un chiste de un tomate aplastado y el secreto del proceso sólo para ellos.
En el relato segundo, “El reloj de oro”, el creador juega con el sentimiento de guerra y ciertos valores a través de la historia de un reloj que acompañó a la familia del protagonista durante las tres últimas guerras. También nos da su visión subliminal de lo que piensa de estos valores a través del sitio donde el reloj es ocultado durante años.
El escritor juega con el valor de Butch (Bruce Willis) una y otra vez recreando momentos de gran tensión y violencia. Sin embargo, hay un instante crítico de cambio cuando Butch, en su última batalla, una vez liberado de sus ataduras y pudiendo al fin escaparse, decide no obstante bajar al sótano donde su enemigo está siendo brutalmente sodomizado, y le libera.
Dentro de la tercera entrega, “La situación con Bonnie”, Tarantino analiza las diferencias entre las reglas de la mafia en Holanda y Francia, repasando la diversidad de costumbres y hábitos, y haciendo hincapié en dos grandes mitos: el Ketchup y la mahonesa.
Un poco antes de liarse a balazos con unos ladrones, Samuel (Mulock) recita un salmo de Ezequiel, y cuando uno de los ladrones, que estaba escondido, les ataca con cinco disparos y no mueren, Mulock decide que es un milagro, y es en esta parte de la trama donde el cambio tiene sentido para Tarantino. Son los hechos inesperados, “los actos milagrosos”, los que marcan los hitos del cambio, aunque la transformación sólo se produce en los que son sensibles y observadores de los hechos relevantes.
Mulock lo llama intervención divina, y poco importa si esto es así o no. Lo que de verdad tiene significado es que en ese instante y no en otro, es cuando decide acabar con los hábitos y compromisos peligrosos que hasta ese momento tenía.
Por el contrario, Vincent acaba sus días en un apartamento, arrojado en una ducha con dos balazos en el cuerpo. Nada de lo que había vivido, ni los impactos que no le mataron, ni salvarse de los asaltantes, ni vencer la sobredosis de Mia, fue suficiente para situarle en una nueva salida de “meta”.
Las escenas de Pulp Fiction parecen alejadas de nuestra vida cotidiana; no obstante, argumentalmente están muy cerca.
¿Ha ocurrido algún “milagro” en tu vida? Y si ha sido así, ¿has modificado algo, o por el contrario, te has dejado arrastrar por la rutina o tu área de confort?
En los días más bajos, donde parece que nos encontramos al límite, seguro que hay capacidad para el cambio. Dentro de cada uno hay un rescoldo que, por pequeño que sea, puede encender una pequeña hoguera. Lo suficiente para iluminar un poco nuestros actos, sentir empatía por nuestros semejantes, sean o no nuestros amigos, y mirar hacia delante.
Leer másCómo vencer el miedo (12)
En la película de Marc Rocco, Homicidio en primer grado, que el sábado se emitió en Televisión Española, Henry Young (Kevin Bacon) se debate entre declararse culpable de asesinato en primer grado (y morir en la cámara de gas) y confesarse responsable de homicidio involuntario. Esta segunda opción significa la vuelta a la prisión de Alcatraz, lugar en el que había estado recluido en las celdas de castigo durante más de tres años por su intento fallido de fuga.
Del otro lado, James Stamphill (Christian Slater), abogado defensor de Henry Young, lucha por salvarle de la pena de muerte sin considerar las consecuencias emocionales que tendría para su defendido el hecho de que el jurado le librara de la pena máxima, con la consecuente vuelta a La Roca.
En un momento de gran clímax durante el juicio, abogado y reo discuten sobre el mejor modo de proseguir la defensa. Henry pide que cambien el argumento inicial de inocente por el de culpable. Ante la incomprensión de su defensor, Henry le dice: «Quiero dejar de tener miedo». Sus ojos llenos de lágrimas y el temblor de sus manos ponen de manifiesto que para Young la muerte significa una liberación de la opresión vivida; opresión que no está dispuesto a repetir.
En la sociedad de hoy quieren dejar de tener miedo como Henry:
- Los niños que se descomponen ante el autoritarismo de sus padres.
- Las mujeres que permanecen al lado de sus agresores, y que en casos extremos prefieren el suicidio para finalizar el dolor.
- Los trabajadores que anulan su invención y creatividad por la amenaza del despido.
- Y, en definitiva, todos los que están sometidos a cualquier forma de opresión y castigo.
Henry prefirió decir: «Yo he sido el arma, pero no soy un asesino». El jurado le castigó con tres años de cárcel. Henry Young fue asesinado por sus carceleros y no volvió a salir de Alcatraz. El destino es a veces cruel: ocho meses después de su juicio, se cerró La Roca para siempre.
Yo, al igual que Henry Young, quiero dejar de tener miedo y borrar todos los recuerdos de cobardía acumulados en mi pasado. Para ello, y al igual que nuestro protagonista de hoy, voy a enfrentarme a las situaciones mirando lo que está por venir y dejando atrás lo que no puedo cambiar.
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