Tomar una decisión conlleva elegir entre varias posibilidades sabiendo cuál es la más adecuada. Este ejercicio selectivo exige rapidez porque, en caso contrario, se pierden oportunidades que pueden originar mucha frustración y cierto malestar.
Aprender a decidir entre dos posibilidades sin titubear exige tranquilidad, un alto nivel de concentración y la serenidad suficiente para liberarse de la noción del tiempo. Los enemigos de este proceso son la precipitación, el acaloramiento, cierta inestabilidad emocional y el alto nivel de presión.
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