Ayer vimos las cualidades del colérico en su aspecto interpersonal, su crecimiento personal y sus dotes de empresario. Vamos a continuar perfilando este temperamento tan seductor y a la vez tan complejo.

Ayer vimos las cualidades del colérico en su aspecto interpersonal, su crecimiento personal y sus dotes de empresario. Vamos a continuar perfilando este temperamento tan seductor y a la vez tan complejo.
El tercer temperamento, el colérico, me sobrecoge por toda la riqueza de matices que presenta. Su condición de extrovertido hace que el mundo exterior le apasione y le subyugue. Su rapidez para vivir las impresiones hace que los vientos le agiten y movilicen sin freno ni medida. A la vez, su capacidad para recordar todas las ofensas y su tendencia a la venganza le convierten en un enemigo temido y temible para los otros temperamentos. Con todas estas tonalidades, adentrarse en lo mejorable del colérico tiene mucho de riesgo, y exige una valentía que espero que no me falle durante este ejercicio. Porque no voy a hablar de un personaje aislado que desconozco. O de alguien que sea más o menos cercano. Voy a penetrar en los rincones oscuros de cada uno de nosotros, a descubrir las sombras que hasta el momento han permanecido ocultas. Los velos que hoy vamos a descorrer nos conciernen a todos. Recordemos que los cuatro temperamentos, en mayor o menor medida, nos conforman. En este sentido, los cambios que debería llevar a cabo el colérico nos tocan a todos.
Las vitaminas (que hemos visto en post anteriores) y las sales minerales reciben el nombre de micronutrientes. Se necesitan en cantidades mucho más reducidas que las proteínas, las grasas y los hidratos de carbono, pero son esenciales para una buena nutrición. Estos minúsculos nutrientes son los colaboradores más efectivos para mantener la salud del cuerpo, además de que algunos de ellos forman parte de los tejidos corporales, como es el caso de los huesos, que contienen y guardan el calcio del cuerpo. El flúor se encuentra en los dientes, y la sangre contiene hierro. Amén de favorecer el bienestar corporal, los minerales son el elixir de la juventud. Cuando nuestro organismo se siente nutrido adecuadamente de estos elementos químicos, sentimos una gran vitalidad y tomamos conciencia de todo nuestro potencial transformador.
J. F. tiene 12 años. El pasado domingo estuvimos trabajando sus dificultades para concentrarse y obtener mejores resultados curriculares. Me explicó que empleaba muchas horas de estudio con muy poco éxito. Quería conocer por qué le sucedía y qué medios tenía para cambiarlo.
En el post 108 del pasado lunes hablábamos del film de Ridley Scott Gladiator, y acabamos diciendo: «El mundo lo dirigen muchos Cómodos que aman el poder, aunque no el camino para lograrlo. Hay muchos Máximos que se negaron al honor de ser los transformadores».
Hay historias que nos sitúan en un lugar preferente para el cambio. Debemos aprovechar los tiempos que corren para marcarnos líneas de actuación que nos aligeren la carga y nos permitan ser efectivos y rápidos en las transformaciones a las que las circunstancias nos obligan. El relato de hoy me lo contó alguien en un proceso de aprendizaje:
El segundo temperamento, el flemático, me impresiona por su paciencia, su flema, su espíritu anglosajón distante y templado, y también su inmutabilidad. Esta revisión de sus áreas de mejora busca avanzar en el autoconocimiento para promover el cambio y optimizar todas las oportunidades que este temperamento ofrece. Si bien algunos aspectos pueden resultar duros y difíciles de aceptar, conviene revisarlos recordando que todos guardamos una esencia de cada temperamento, y que tener el mapa completo nos posibilita el desarrollo profundo de nuestra personalidad.
La anciana cruzó tambaleante el dintel de la puerta. Sus manos huesudas se agarraron a las maderas, y con gran esfuerzo entró dentro de la sala. Un hombre, de unos 75 años, se levantó acelerado, aunque tambaleante, para ayudarle. Se desplazaron con cierta lentitud por el restaurante hasta una mesa colindante a la mía, en la que les esperaban un grupo de ancianos.
Mi amiga Elisa, madre de tres varones maravillosos, me regaló en mi último cumpleaños un libro de niños. En él se relatan las aventuras de dos personajes llamados Sapo y Sepo. Estos protagonistas, a través de sus historias, muestran algunas de las paradojas de nuestra vida.
Seguiremos hablando de Gladiator. Gracias por estar al otro lado y leer estas reflexiones de tú a tú.
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