El segundo temperamento, el flemático, me impresiona por su paciencia, su flema, su espíritu anglosajón distante y templado, y también su inmutabilidad. Esta revisión de sus áreas de mejora busca avanzar en el autoconocimiento para promover el cambio y optimizar todas las oportunidades que este temperamento ofrece. Si bien algunos aspectos pueden resultar duros y difíciles de aceptar, conviene revisarlos recordando que todos guardamos una esencia de cada temperamento, y que tener el mapa completo nos posibilita el desarrollo profundo de nuestra personalidad.

El temperamento flemático en las relaciones personales: es amante de hacer lo que le apetece. Tiene varias formas de logarlo. La más común es su terquedad. Es difícil que las personas con las que mantiene una relación superficial lo detecten; sin embargo, con sus parejas, compañeros, amigos, etc., no cede en sus opiniones, aunque no se manifieste al respecto. No expone con franqueza su punto de vista, ni siquiera enfrenta sus ideas abiertamente, aunque se las arregla para salirse con la suya casi siempre. A sus conocidos les desespera la cara de autismo con la que les mira (indicativo de que no escucha) cuando saben que no está cediendo ni se plantea aceptar las posibilidades expuestas por el otro.
La avaricia y mezquindad de los flemáticos es otro área de mejora importante. Sólo es espléndido cuando va a comprar algo para sí mismo. Es posible que sus amigos cercanos conozcan en detalle esta cualidad de los flemáticos, pero difícilmente la apreciarán los extraños, porque este temperamento no habla de dinero fuera de su círculo. En algunos casos su integridad económica está en entredicho. Cuando son extremistas en este punto, se afilian a grupos que les faciliten ingresos o les protejan económicamente. Su alma usurera se acrecienta cuando va cumpliendo años. Un flemático anciano es avaro y gruñón.
Este temperamento es poco sensible; sin embargo, no por ello permite que la vida le dé golpes emocionales. Los evita escondiéndose en sus espacios vitales. No deja que su entorno le victimice con sensiblerías poco estimulantes. Por lo general, las expresiones muy emotivas las ridiculiza y las considera fatuas y descontextualizadas. Este distanciamiento emocional reduce posibles afrentas amorosas.
En el crecimiento personal: el flemático es muy temeroso. Aunque no expresa sus miedos, todo lo que le resulte esotérico o extraño le asusta y le aleja de posibles contactos con el más allá. La vida y la muerte le resultan asuntos interesantes más desde un punto de vista conceptual que por la experiencia. Su tendencia a la comodidad excesiva le impide comprometerse con proyectos que requieran de su inmersión profunda. Mira con escepticismo la posibilidad del cambio, y evita todo lo que le haga dudar de su posición agnóstica. Cuando inicia un proceso de desarrollo, necesita que le atraiga muchísimo para no caer rápidamente en el incumplimiento de los planes de acción previstos.
Suelen acudir a programas que le aconsejan sus amigos, más como espectador que como ferviente interesado. Su indecisión y cobardía no le permiten profundizar en su autoconocimiento. Tiene un alto concepto de sí mismo que estimula sus ataques de soberbia cuando le dejan en evidencia. Esta cualidad le impide aceptar maestros y respetar la disciplina de los aprendizajes profundos. El temperamento flemático es aprendiz de todo y maestro de nada. No suelen tener una meta clara sobre su crecimiento, y evitan ser conscientes de ello.
Gestionar lo imperfecto de uno mismo. Las áreas de mejora del flemático (111)
El flemático como empresario: esmuy difícil que un flemático desarrolle proyectos empresariales por sí mismo. En raras ocasiones se asociará con otros temperamentos, a los que exigirá que defienda sus intereses. Su falta de ambición y empuje debilita su trayectoria profesional. Su tendencia a puestos que no le exijan esfuerzos extras le aboca a una vida mediocre y de bajo nivel de liderazgo. Cuando acude a reuniones que no le motivan acostumbra a dormitar. Prefiere trabajos fijos que le aseguren un salario y que le dejen tiempo libre. Al final de su jornada laboral suele acabar agotado y necesita de un reposo largo, y si es posible de una buena siesta. 
Consigo mismo: es indeciso e inseguro. Su alma tiene poco de aventurera, principalmente porque prima la comodidad por encima de la curiosidad. Esto hace que su personalidad tenga muy pocos matices y un atractivo casi nulo. Es amante de su comodidad en todos los aspectos de su vida. La falta de compromiso con sus ideales, el bajo interés por los demás y la ausencia de relaciones sociales hacen de este temperamento el menos conflictivo, pero también el menos inquietante.
Su rostro es inexpresivo, y la languidez de sus movimientos exaspera a temperamentos como el colérico. A pesar de esta pasividad, el flemático está muy pagado de sus cualidades, y no acepta la opinión de los demás si no es favorable. Sus reacciones son lentas (si es que existen), y en raras ocasiones las provoca el exterior. La rutina es su aliada, y cuantas menos sorpresas le depare, más atractiva le parece su vida.
Lo anodino de sus comportamientos le relaja y le asegura una vida tranquila, aunque en su interior el flemático se agita e impacienta. Raramente deja entrever este lado inquieto y ansioso. La mayoría de sus amigos desconoce que es un gran hipocondríaco que no acude a los facultativos por temor a que le digan que tiene algo grave. Se complace de su lentitud. Olvida con facilidad y raramente guarda rencor. No es que haya nobleza en ello, simplemente se olvida. Los extraños no merecen su atención. Nada externo le interesa. Su yo placentero y callado le basta para entretenerle.
La envidia a veces le cercena e inquieta su espíritu, atormentado por los logros de sus hermanos, amigos o vecinos. Si bien no soporta el esfuerzo, sí le gustaría recoger los resultados que los otros obtienen. Es quizá la envidia lo que más desestabiliza a este temperamento.
 
 
En la comunicación: el flemático ama casi en extremo el silencio y la discreción. De hecho, algunos flemáticos tienen hipoacusia por su continua evasión mental cuando están con gente que no les interesa demasiado. Son parcos en palabras, y aunque pueden ser concretos, tienen dificultades para ser asertivos e ir al fondo de las cuestiones. Sus palabras pueden aportar valor; sin embargo, huyen de la complicación, por lo que preferirán callarse a tener un enfrentamiento comunicativo.
No les interesan muchos temas. Suelen ser elitistas con las personas y los asuntos que eligen para dialogar. Cuando no les interesa la conversación pueden guardar silencio durante muchísimo tiempo, lo que no quiere decir que estén escuchando. En la vida familiar, su amor a la televisión y a estar entretenidos es un punto muy negativo. Pueden estar toda la tarde haciendo zapping y dormitando en una butaca. Les resulta muy gratificante este asilamiento, y rechazan que se hable mucho a su lado. Son amantes de la ironía, que esgrimen con gracia, aunque mordazmente.
Pienso que estos puntos recogen lo menos grato del temperamento flemático, que, recordemos, es introvertido y olvida lo negativo con facilidad. Si tu temperamento es éste, no te enfades por aquellas debilidades que te acompañan. Recuerda que no somos perfectos, y que en nuestro camino de cambio esta es una aportación más. Nada es definitivo. Ni las grandes fortalezas ni las pequeñas áreas de mejora.
Asomarnos al lado oscuro del temperamento flemático nos ayudará a configurar planes de acción para diagnosticar nuestro perfil y aprender a modelarlo de cara a alcanzar nuestros logros.
Si tu compañero, pareja o colaborador es flemático y observas que algunas de estas características se cumplen, entiende que es una parte de sí mismo tan irremediable como la tuya. Nada es mejor que nada. Ni peor una cosa que otra. Somos una maravillosa obra que se va conformando cada día con pequeñas partículas de conocimiento.
 
Amemos lo que somos y lo que son los demás.