
Alimentación emocional: algo más que comer. Las proteínas (60)

Seguimos profundizando en los sistemas representacionales de la PNL, tema que iniciamos en el post 52.
¿Eres capaz de memorizar esta secuencia en 30 segundos?
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Si lo has conseguido quiere decir que tienes una memoria visual muy poderosa, a no ser que la hayas repetido en voz alta o hayas recurrido al escrito para recordarla.
Sobre las personas a las que les resulta fácil memorizar fotos, ciudades, caras, aunque luego no recuerden los nombres de los lugares, o las fechas en las que estuvieron allí, se dice que tienen un mapa representacional visual. Para ellos, una imagen vale más que mil palabras. Cuando conversan emplean verbos como ver, mirar, visualizar, examinar, imaginar, enfocar, observar. También podemos identificarles por palabras como: interior, oscuridad, espejismo, imagen, ilustrar, reflejo…
Los visuales hacen construcciones tales como: «Ya veo lo que quieres decir», «Tras la sombra de la duda», «Esto dará luz a la cuestión», «Es interesante este modo de ver el mundo».
Además de su preferencia por las imágenes podemos descubrir a un «visual» porque suelen hablar rápido y con un tono de voz más alto de lo normal. Algunos estudiosos dicen que les «falta música y ritmo». El hecho es que las imágenes se suceden con rapidez en su cerebro y las comunican con prisa para poder seguirlas. No se recrean en modular la voz y endulzar las palabras, porque perderían parte de los fotogramas.
Otro aspecto que podemos observar es el ritmo respiratorio. Los visuales, debido a la velocidad comunicativa, se habitúan a inspiraciones rápidas y superficiales. Notaremos que no elevan la caja torácica y que no expanden el abdomen. Con frecuencia padecen tensión muscular, particularmente en los hombros, porque elevan la cabeza y la tiran un poco hacia atrás, como si estuvieran retando a los interlocutores. El ánimo no está en retar, sino en conseguir una visión amplia del entorno y, como decíamos en el post anterior, en acceder a sus propios recuerdos mirando hacia el techo.
Hasta aquí hemos establecido generalidades que de alguna manera todos empleamos. Ahora vamos a penetrar más profundamente en el sistema. Proponemos el siguiente ejercicio:
Busca un rincón retirado para evitar las interrupciones. Es imprescindible desconectar el teléfono móvil. Ahora cierra los ojos y piensa en algo agradable. En una escena que te resulte grata. Examina cualquier imagen que tengas de ella, y define el modo en el que lo haces:
Esto es lo que en PNL se llama submodalidades, y nos llevan a profundizar un poco más en el sistema representacional. Las submodalidades visuales son, además de las que hemos visto en el ejemplo, el brillo, el contraste, la claridad, la velocidad y el tamaño. Estas submodalidades nos ayudarán a posicionarnos en este mapa o a descartarlo.
Las personas que son visuales tienen las máximas posibilidades sensoriales. Pueden crear imágenes con todo lujo de detalles. Cuando esta preferencia es más débil, sólo se cubren las especificaciones básicas.
Para definir más profundamente y eliminar las posibles dudas podemos contestar a estas preguntas: ¿creo imágenes en mi cabeza?, ¿tengo imágenes en la cabeza mientras hablo o escucho a alguien?, ¿puedo ver lo que me dicen?
El visual, cuando se relaciona con los demás, está más pendiente de lo que ve que de los otros. Su localización de las diapositivas cerebrales y su explicación oral exige mucha concentración y muy poca interrelación.
Las personas visuales tienden a desconfiar de todo aquello que no ven o que piensan que no podrán ver. Si cuando van a comunicarse se posicionan con los pies y piernas abiertas y los brazos a los costados (como si fueran a extraer un arma), casi seguro que su forma de acceder a la comunicación es a través de las imágenes. El visual se mueve con brusquedad y está pendiente de sí mismo para no despistarse con sus imágenes mentales. Sus movimientos son escasos. Puede mantener una larga conversación con los brazos caídos a lo largo del cuerpo, o en ocasiones apretarse las manos por inquietud.
Para un visual es importante captar la atención y obtener el reconocimiento. Un feedback muy valorado para un visual sería: “¡Qué bien te vi! Me imaginaba que eras muy competente, y aún así me has sorprendido muy favorablemente. Me llevo una imagen ampliada de tus enormes capacidades”
La próxima entrega seguiremos hablando de los mapas representacionales. Esperamos que sea de vuestro interés.
Leer másRetomamos el análisis de los temperamentos iniciado en los post 46 y 51 con sendas descripciones del sanguíneo y el flemático. Recordemos que todos tenemos características de los cuatro temperamentos, y que sólo nos diferencia cierta inclinación hacia uno u otro. Esta inclinación de nuestra personalidad nos permite desarrollar nuestras cualidades más sobresalientes y plantearnos las áreas de mejora que debemos acometer para lograr nuestros objetivos con confianza y maestría. Hoy vamos a averiguar cuántos de nosotros tenemos mayoritariamente características del temperamento colérico.
Este es el temperamento práctico y activo por excelencia, es decir: no se dedica a ninguna acción que no tenga un propósito concreto. El colérico reconoce las oportunidades de inmediato y no necesita que el entorno le estimule para llevar a cabo sus propósitos. Cuando está en grupo se le reconoce porque aporta ideas y planes continuamente.
La llave maestra para detectar si somos de preferencia colérico es: ¿nos motiva hacer varias cosas a la vez aunque no estén perfectas? El colérico prefiere hacer las tareas con celeridad y un 80% de precisión a detenerse en la búsqueda de la corrección al 100%. Descubrir esta clave del temperamento colérico nos abre un doble visión: por un lado, entendemos el malestar que provocamos cuando presentamos trabajos con fallos (algunos descomunales), y por otro, si no somos de este temperamento entenderemos un poco más la propensión de los coléricos a hacer mucho, aunque poco bueno, y desde luego nada perfecto. El colérico piensa que la búsqueda de la perfección en las ocupaciones es poco práctica, además de imposible, lo que le lleva a ser pródigo en errores, que en muchos casos es incapaz de detectar.
La vida para un colérico es pura actividad, y estimula a compañeros para que le secunden, adoptando posiciones muy decididas sobre cualquier asunto, sin vacilar ante la presión u opinión contraria de los demás. Su practicidad y agudeza le hacen planificar actividades muy ventajosas y lograr objetivos que parecían inalcanzables, aunque su disposición en varios frentes a la vez le lleva a declinar su entusiasmo allí donde no logra sus propósitos con celeridad. La paciencia es una cualidad poco habitual en los coléricos puros, y aunque son constantes y luchadores, también son ambiciosos y necesitan resultados tangibles pronto.
El colérico se considera independiente y autosuficiente, y su tendencia natural es menospreciar la ayuda de los demás, lo que en algunos casos le aboca a situaciones límites e irresolubles. Difícilmente reconoce sus errores, y tiende a culpar a los otros de su fracaso.
Estos puntos son los más sobresalientes de un colérico, y si una persona los cumple, podríamos decir que su identidad temperamental es de preferencia colérica, pues no le asustan las adversidades y se muestra tenaz en su determinación, logrando el éxito donde otros fracasan.
El colérico es un líder nato, aquel al que los expertos en administración empresarial llaman un líder natural fuerte; por ello, todas las profesiones que requieren de un liderazgo motivacional e impulsor, así como los puestos que exigen una alta productividad, suelen estar ocupados por coléricos. Este temperamento suele fracasar en los puestos que necesitan demasiada atención en cuestiones de detalles y planificación analítica.
El colérico ve la vida como un mundo de oportunidades muy diversas donde la adversidad forma parte del juego y le permite desarrollar sus habilidades para la lucha y para estar en forma.
La naturaleza emocional es la parte menos desarrollada de este temperamento, y eso le dificulta la relación con los otros. En situaciones de confrontación se deja llevar por la ira, emoción que expresa cuando se le contradice o las cosas no salen como quiere.
El punto más negativo de un temperamento colérico es la falta de compasión por los que sufren a su lado, sobre todo si son relaciones poco profundas o que no le interesan. El colérico se precia de ser frío y poco afectivo.
Sus inquietudes se dirigen más hacia los valores utilitarios y productivos que hacia las artes, por las que demuestran poco aprecio. Las ven como una pérdida de tiempo. Sin embargo, son grandes gourmets, y disfrutan de las artes culinarias y de los buenos espacios.
Otra área de mejora, especialmente en el mundo laboral, es que los coléricos no delegan la responsabilidad, y terminan teniéndolo que hacer todo ellos solos.
Todos estos matices podemos definirlos en cuatro escalas principales, que dan una información muy rica a la hora de aproximarnos a un conocimiento más profundo de los comportamientos del temperamento colérico en diferentes momentos y ante diversas situaciones:
La próxima semana hablaré del melancólico. Sed amables y compartir vuestras opiniones para que podamos saber si os identificáis con esta descripción de los temperamentos. Nos ayudará a todos conocer los puntos en los que estáis de acuerdo y en los que no.
Películas recomendadas:
El Tormento y el Éxtasis (Miguel Ángel)
Ben Hur
Comenzamos este post allí donde terminamos el 47, hablando sobre la percepción de la realidad. Planteábamos que cada uno responde a lo que le rodea a través de su sistema representacional sensorial, pues es mediante el mapa neurológico como se determina el comportamiento y su significado, y no a través de la realidad en sí misma. Esto es lo que en PNL se llama: «el mapa no es el territorio», o entender que la representación de un objeto mediante nuestros sentidos no es el objeto en sí.
Con ello podemos decir, sin posibilidad de equivocarnos, que ante una misma cosa cada persona procederá a describirla según su percepción, ampliada por los conocimientos, juicios e intereses que sobre el objeto tenga. A esto podemos llamarle «filtro personal». La percepción de la realidad, cuando estamos ante un mismo objeto, utiliza nuestros archivos y experiencias personales creando descripciones diferentes de una misma realidad.
Imaginemos que queremos hablar de una gaviota en la playa. Una descripción podría ser: «Vi una gaviota volando en la playa». Otra: «Había un grupo de cinco gaviotas gritando y alborotando en la playa». Y otra, por ejemplo: «Era un atardecer precioso, el cielo naranja estaba salpicado de blancas gaviotas que me recordaron al libro de Richard Bach que leí en mi juventud».
Podríamos tener una interminable lista de juicios e interpretaciones de un único acontecimiento aparentemente simple: una gaviota en la playa. Captamos, almacenamos y codificamos la información en nuestra mente mediante uno o varios de los sistemas sensoriales. En la cultura occidental los sistemas representacionales primarios son el visual, el auditivo y el kinestésico.
En PNL se dice que el sistema visual lo empleamos cuando miramos al mundo interior o exterior mediante imágenes que va recogiendo nuestro pensamiento; mientras que nos valemos del sistema auditivo cuando escuchamos sonidos externos y hablamos con nosotros mismos internamente. Por último, el sistema kinestésico está ligado a los sentidos del tacto, el gusto y el olfato, así como a las sensaciones propioceptivas internas (equilibrio y conciencia del propio cuerpo). Recurrimos a este sistema cuando estamos en contacto con el mundo exterior desde los colores, los olores o el contacto, e internamente cuando recordamos sensaciones y las emociones que habíamos experimentado.
Debemos tener en cuenta que estos sistemas no son excluyentes. Cada experiencia tiene elementos de los tres, aunque nosotros tendamos a favorecer uno por encima de los otros en función de nuestra personalidad y también del contexto en el que nos encontremos.
En algunos casos nos topamos con personalidades que perciben el mundo, mediante imágenes y que comparten sus experiencias como si de un film se tratara. Van hablando según van surgiendo los fotogramas en su memoria, saltando de uno a otro sin mantener un orden cronológico. Quienes funcionan de este modo suben sus ojos como si estuvieran buscando las historias en el techo.
Otras personas, por el contrario, se dejan llevar por las sensaciones y emociones que les provocaron sus vivencias, recreándonos en aspectos inteligibles y de confusa explicación, que por su sofisticación les impiden participar u opinar, además de la posible deformación de los hechos que suele acompañar a este sistema. El excesivo movimiento corporal, sobre todo de las manos, es muy habitual en quienes son kinestésicos.
Por último, están los que escuchan sus palabras mientras narran los hechos. Suelen ser desapasionados y monótonos, pero los más aproximados a la realidad, porque no se dejan llevar ni por las imágenes ni por los sentidos. Van contando secuencialmente aquello que han escuchado o las palabras que lo conformaban. Son estrictos y meticulosos en el orden en el que hablan sin alterarlo ni alardearse. Si se les interrumpe, volverán a la frase última, y desde ella proseguirán. A veces al escrudiñar sus ojos, nos parecerá que van leyendo un escrito.
En cualquiera de estos tres casos, hay muy poca participación de otro mapa representacional que no sea el preferente, lo que acarrea una apreciación muy sesgada de las condiciones en las que realmente se han producido los hechos, con importante detrimento de la exactitud narrativa.
Los autores Bandler y Grinder, en su libro La estructura de la magia (vol. II), señalan que las personas que sobresalen en su desempeño, sea cual sea su campo de actividad, tienen desarrollada la habilidad de cambiar de un sistema a otro según sea más adecuado para el contexto en el que se encuentran. Estos autores consideran que la excelencia se logra nivelando los tres canales. Estos investigadores, así mismo nos animan a dominar el uso de los tres sistemas o canales y así conseguir un mapa mental más ajustado al territorio y a la comunicación con los demás, sin importar cuál sea su campo dominante. Lograr esta tarea nos parece realmente importante, porque se lograría una mayor exactitud descriptiva de cualquier experiencia, con el consiguiente beneficio en las interrelaciones y en el desarrollo profesional.
Una vez analizado este planteamiento tradicional de la PNL, que nos parece interesante, indagaremos sobre lo que origina que tengamos una preferencia por un sistema u otro, y sobre todo si surge por una decisión libre o si su origen es traumático o sistémico, imponiendo una determinada configuración.
Os esperamos el próximo viernes para continuar con PNL y el modo de entender y comunicar “la realidad”. Entre tanto os pedimos los comentarios sobre vuestra experiencia, para poder ampliar nuestro marco de referencia.
Gracias por vuestra inestimable colaboración.
Retomamos el estudio de los temperamentos, que iniciamos con el tipo sanguíneo del post 46. Conforme vayáis leyendo, recordad que tenemos aspectos de todos los temperamentos, y que nos diferenciamos unos de otros por las preferencias. Vamos a averiguar cuántos de nosotros somos «preferentemente» flemáticos.