Joaquina Fernández

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Alimentación emocional: algo más que comer. Las proteínas (60)

En el post 55 hablábamos de los aminoácidos que participan en la estructura de las proteínas. Los aminoácidos codificados por el genoma son 20; de estos aminoácidos, 10 se sintetizan en el cuerpo, y los otros 10, llamados esenciales, sólo se aportan a través de la alimentación. También recordábamos que las proteínas están conectadas a los estados de tristeza y depresión. Siguiendo este hilo conductor, vamos a ampliar las conexiones entre las proteínas y la alimentación emocional, principalmente los nexos entre los aminoácidos esenciales y las indicadas emociones.
Si bien la tristeza y la depresión son emociones que aparecen raramente en el tiempo estival, resurgen, y con cierta intensidad, al final de un ciclo vacacional y a la vuelta al trabajo. Las estadísticas apuntan a que después de las vacaciones estivales aparecen sintomatologías de desánimo y desesperanza en un número elevado de personas que no logran adaptarse al retorno, tanto a nivel laboral como personal. En algunos casos, se precisa de una medicación antidepresiva con el fin de facilitar esta acomodación al cambio.
Alimentación emocional: algo más que comer. Las proteínas (60)
También se han detectado un alto porcentaje de parejas con dificultades tras haber compartido un largo tiempo de ocio. Se estima que estas conflictos están originados por diferencias ostensibles en la entrega, el grado de compromiso, la adecuación a los ritmos familiares, así como por el (a veces imposible) consenso en el reparto de labores que exigen sacrificio y saber trabajar en equipo. Para que todo ello funcione es imprescindible cierto acoplamiento que reduzca las discrepancias, que en algunos casos son irresolubles. Las causas más frecuentes de estas crisis son las tensiones y la baja adaptabilidad a la frustración.
Podríamos argumentar que en verano se tiende a la superficialidad y a la vida cómoda, ajena a cierto tipo de responsabilidades. Cuando estas surgen, o bien se huye, rompiendo el compromiso, o bien se opta por la vía de la evasión a través de ciertas substancias como los tranquilizantes o los ansiolíticos.
Algunos de mis amigos defienden la tesis de que nuestras mentes están afectadas por el epicureísmo (Epicuro es el filósofo que pregonaba la necesidad del hombre de experimentar el placer y de conocer los límites para ello), y que el deseo de hedonismo impide analizar lo correcto y lo menos correcto. En este contexto, las vacaciones se convierten en el caldo de cultivo ideal para romper las rutinas y hábitos de todo el año, incluso cuando se trata de rutinas y hábitos saludables. Las disculpas para ello son múltiples, y subyace la determinación de cuidarse cuando se retome la vida ordinaria, a pesar de que año tras año se ha ido comprobando la dificultad para retornar a las «buenas costumbres».
Ahora bien, dentro de los planteamientos que hemos realizado al comenzar este post, pensamos que la falta de aminoácidos esenciales aboca a vivir emociones desbordadas, hecho que puede producirse por una deficiente alimentación o por la mala absorción de nutrientes a causa de ciertas substancias ingeridas: alcohol, tabaco, dulces, helados, drogas, excesiva exposición al sol, etc. Y esta deficiente asimilación provoca una escasez proteínica con el consiguiente deterioro para la salud.
El triptófano es el aminoácido que tiene mucho que ver con todos estos desajustes que se provocan en las fechas veraniegas. Una insuficiencia de este aminoácido origina los daños colaterales de muchos de los procesos disfuncionales del postverano.
La función principal del triptófano es normalizar los niveles adecuados de la serotonina, que es el neurotransmisor cerebral encargado de equilibrar, entre otros factores, el sueño, la ansiedad, y el estrés. La serotonina es precursora de la hormona melatonina, vital para el ciclo vigilia / sueño.
El triptófano es también, en su unión con la serotonina, un equilibrador del apetito desordenado (bulimia), porque reduce la ansiedad por la comida o cualquier otra substancia.
Durante las vacaciones se rompen las buenas costumbres con el sueño. También hay una tendencia a elevar la cuantía de comida, en contra del menor gasto energético. En esta época se ingieren gran cantidad de refrescos, helados y dulces, lo que conduce a un desequilibrio proteínico por el exceso de glúcidos (ver post 39, 45 y 50). En general, hay una contradicción entre la vida relajada que se busca y los resultados internos y químicos que se logran.
Para detectar los niveles de triptófano podemos fijarnos en la capacidad para controlar el apetito, el dominio en el deseo de bebidas alcohólicas, y también el desequilibrio del sueño. Un bajo aporte de triptófano provocará malestar físico con dolores de cabeza que no se erradican con calmantes, además de cierta inquietud cuando no se restablece el sueño, e irritabilidad por cuestiones que en otros momentos parecían nimiedades. Estos cambios de humor son preámbulos para la tristeza y la posterior depresión, que tienen su raíz en un primer momento por la bajada de vitamina B-6, que es imprescindible para la síntesis adecuada del triptófano, y después por la deficiencia de la serotonina, que desemboca en ansiedad y estrés emocional.
Una solución, pensamos que fácil, para la bajada de triptófano es tomar todos los días uno o dos dátiles junto con unas pocas almendras crudas, además de algunas semillas de sésamo, pipas de girasol o pipas de calabaza. Un desayuno con cereales como la avena, la cebada o el maíz aportará también suficiente vitamina B-6, imprescindible para la absorción de este aminoácido. Para que sea más efectivo es aconsejable evitar el alcohol, los dulces y la exposición excesiva al sol. Las primeras horas del día antes de las 12 son las mejores para recuperar energía y conseguir un maravilloso color de piel. Las horas del final de la tarde son increíbles para pasear por la arena y disfrutar de un bonito atardecer o sentarse mirando la montaña y descubriendo el amor que la naturaleza nos devuelve cada día.
Espero que os haya servido para iniciarnos en el estudio de las proteínas y su aplicación emocional. Perdonad la longitud de este post.
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Amor en pareja (59)

Miguel se movía por la casa desesperadamente. Cada baldosa del suelo de mármol se convertía en un carcelero de su ansiedad. Miró a la calle por detrás de los visillos. La calle permanecía desierta, y la impotencia ante el paso lento del tiempo le atenazó de nuevo. Sus pasos se avivaron. Inició un paseo enfebrecido por el pequeño salón, que le parecía una jaula de barrotes de hierro. Cruzó de un lado a otro golpeando con fuerza una de las puertas de la habitación más cercana. El dolor de sus nudillos, un poco ensangrentados, le relajó, y optó por sentarse. El cansancio le había abatido, y cerró los ojos mientras esperaba.
¿Por qué había abierto la carta? Esta era la pregunta que cercenaba su pensamiento desde hacía más de seis horas. El destinatario de aquella carta no era él. Su familia le había inculcado el respeto a la intimidad. En su defensa sólo podía decir que no pudo evitarlo; sin embargo, el problema no estaba en el hecho de abrir o no abrir una carta privada. Eso ahora era lo menos importante. Lo que clamaba en su cabeza eran las palabras que estaban escritas, y de las que no podía abstraerse.
Mientras leía aquella letra menuda, una ansiedad extraña se había aferrado a su garganta, junto con una sensación de marejadilla en la cabeza que le provocaba cierta inestabilidad. Cuando acabó de leer, estrujó el papel hasta convertirlo en una bola entre sus dedos agarrotados. Hubiera querido gritar, pero su garganta permaneció muda, mientras que en sus ojos brotaba una lágrima de rabia, de impotencia, de miedo. Las manecillas del reloj le parecían enemigos irreconciliables de su desasosiego.
Lo habitual era que ella recogiera el correo; sin embargo, algo le arrastró hasta el casillero. Cuando abrió el buzón volvió a sentirse vulnerable. Esto le sucedía cuando faltaba a sus ideales; era una especie de fragilidad extraña, que surgía, preferentemente, en aquellos raros momentos en los que se «fallaba a sí mismo». Este escenario era uno de ellos.
Al fondo, insensible a su dolor, estaba la carta. Desconocía por qué tuvo aprensión y el corazón se había acelerado de aquella manera. El remitente no tuvo reparos en poner su nombre; seguramente había confiado en que ella recogería el escrito. Hacía tiempo que estudiaban juntos, que acudían a exposiciones y eventos, que le telefoneaba a cualquier hora (a él le parecía que con demasiada frecuencia). Ella le llamaba «su amigo del alma». Tenía muchos amigos. Le encantaba la facultad innata que ella tenía para relacionarse con el mundo entero.
Ciertamente, en los últimos meses, cuando volvía del trabajo se metía en su despacho y salía para la cena. Las jornadas laborales se hacían tediosas. Sus estudios de abogacía no habían logrado situarle en un puesto de interés, y cada día era un poco peor. Su motivación por su desarrollo profesional estaba por los suelos. Ella le decía que valía mucho; que el problema estaba en su cabeza, en la dificultad para relacionarse, en su pánico a dirigir a grupos…
Hasta que apareció este «amigo del alma» ella le esperaba ansiosa por su llegada, exigente, con una petición continua de vivencias, de sentimientos, de entrega. Así era ella. Vital, alegre. Lo mismo le elevaba a los cielos, que le bajaba a los infiernos más profundos.
Por el contrario, él era frío, inexpresivo. Su procedencia manchega le impedía mostrar públicamente sus sentimientos. Para qué negarlo, le resultaba bastante «cursi». Alguna vez ella le había pedido que acudieran a un especialista en problemas de pareja. La respuesta era repetitiva: «mis problemas los arregló yo, si no estás contenta ya sabes lo que tienes que hacer».
Las manos se le quedaban inermes antes de abrazarla, de acariciarla. Mil veces, en su mente, la estrujaba, la besaba, la acariciaba. La quería como un loco, aunque la vida al lado de ella era un continuo reto, y él se sentía torpe.
Las palabras de la carta seguían acompañando su espera. Había tanta complicidad, tanta serenidad y tanta trascendencia, que no podía, por menos, que envidiarles.
Estaba claro que ella necesitaba otras vivencias, y lo más grave es que él no era sensible a este requerimiento tácito, ni estaba dispuesto a hacer el esfuerzo para logarlo. Pensaba que aquel romanticismo era un poco añejo. Ella quería vivir una historia de amor eterna, salvar al mundo, y a la vez disfrutar de cada cosa. Esta fantasía ilimitada a él le ponía ante las cuerdas, y se revolvía. Su búsqueda era mucho más sencilla; tener un buen trabajo, ganar el dinero suficiente para darse los pequeños caprichos, y una vida tranquila. Y por qué negarlo: sentarse delante del televisor y ver pasar los programas mientras dormita.
Sintió el ascensor que paraba en su descansillo. La llave giró en la puerta y algo se detuvo dentro. En ese instante comprendió que seguía enamorado, y que podía perderla. Sintió un dolor que le arrebataba la razón. Sus brazos se apoyaron en las caderas como queriendo contenerse. Se paró. Miguel temió hacer lo mismo que con la puerta. Aún le dolían los nudillos. La sangre de los celos le cegaba. Realmente, quería golpearla hasta quitarle las palabras, la risa. Un ahogo muy hondo le invadió, y las lágrimas emanaron una vez más.
Sintió la ira y la impotencia por igual. Le faltaba empuje para luchar por las cosas; sabía que era un cobarde para enfrentarse a esos sentimientos de ansiedad, miedo y angustia que le invadían por completo.
Entró en el salón sonriente y llena de vida. Miguel la miró, guardó la carta en su bolsillo y le preguntó: «¿Cómo ha ido el día?». Antes de que ella le contestara se metió en su despacho. En la mesa, en un lugar privilegiado, vio la tarjeta de un especialista para problemas de pareja. Un sentimiento de dulzura le invadió. Ella no cesaba en su empeño, quizá su amigo del alma era sólo eso, y ahora tenía la oportunidad de ser lo que era en verdad: su compañero de vida.
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Empowerment. Empleando lo mejor de ti mismo (58)

Una historia de «yo puedo» que todos llevamos dentro
Hacía pocos meses que Nicolás ocupaba un puesto de ingeniero industrial en  el montaje de Laminación en Frío.Esta mañana, cuando cruzó la barrera metálica, sintió miedo y algo de angustia. Desde que le habían trasladado venía sufriendo este malestar. Sabía que no tenía la experiencia suficiente; sin embargo, su jefe mostraba una confianza en él que le impulsaba a ser más eficiente y capaz.
Atravesó los miles de metros de estructuras metálicas que constituían la nueva base metalúrgica. La nave central estaba detenida porque no se acoplaban las juntas de una de las moles en su escuadra superior. Los técnicos españoles llevaban intentando resolverlo desde hacía unas semanas, y pidieron ayuda a la compañía constructora alemana. Las cientos de horas de estudio y trabajo previo no habían tenido ninguna utilidad, y el ambiente se había enrarecido bastante entre todos los compañeros.
Empowerment. Empleando lo mejor de ti mismo (58)
Los trabajadores estaban desbordados. Al problema, grave para todos, se sumaba el sentirse observados por los expertos germanos. Cuando Nicolás tuvo que exponerles los intentos de solución que habían ido probando, la angustia le ahogaba y le impedía respirar, junto a una sensación de nubosidad mental que le abocaban a la torpeza. El temor al ridículo, amén de la inexperiencia, estaban convirtiendo las últimas jornadas en un sacrificio insoportable.
A Nicolás los foráneos le parecían bastante dogmáticos, y en algunos momentos inflexibles. Pensaba, además, que los arios profesaban cierto desprecio a los profesionales españoles. Esto le ponía «de los pelos». En esos momentos deseaba superar todos sus bloqueos y dar soluciones viables. No sabía cómo, porque muchos de los implicados eran dinosaurios de la ingeniería. No obstante, seguía sintiendo aquella seguridad interna. Suspiró y siguió caminando hasta el lugar donde su jefe y los expertos teutones le esperaban.
Cuando atravesó el dintel de la puerta metálica la punzada se hizo más penetrante. El ingeniero jefe, hombre habitualmente sonriente y distendido, parecía confuso e irritado. Las manos detrás de su espalda y los hombros un poco inclinados mostraban su abatimiento. Nicolás sintió aún más intensamente su dualidad; por un lado su timidez, y por otro su deseo de colaborar activamente apoyando al hombre que confiaba en el.
Nicolás inspiró. Detrás de su jefe estaba uno de los ingenieros alemanes. Este hombre le parecía el menos distante, y con él había conseguido tener una relación profesional bastante más próxima que con el resto del equipo extranjero.
Esperó. Deseaba estar muy atento y preparado. Aquietó su respiración, envaró todos sus músculos y puso su cerebro en guardia. Colocó sus manos detrás de la espalda, las apretó fuertemente y las dejó salir libres de nuevo. Afloraron a su mente recuerdos de la infancia. Cuando su madre le pedía algo, el miedo le provocaba una tensión muy similar. Había vivido acorralado por ella y eso había moldeado su carácter observador, cauteloso y muy proclive a los silencios. Ahora necesitaba palabras, y además precisas. Seguro que le servirían aquellas vivencias. Intuía que podría aplicar todo este pasado fortalecedor a la situación actual. Allí estaba, tenso, vivo y esperando. Sólo esperando.
Sabía que su jefe había agotado todos sus conocimientos para esta situación tan compleja. Él había estudiado procesos muy novedosos que aún no había experimentado allí, y que ahora podían servir para solucionar el problema. Sólo tenía que… Como un tigre saltó sobre la presa y se encontró diciendo: «Denme tres días, sólo tres días, y yo intentaré resolver este problema».
Aquellos hombres no esperaban esta irrupción y se miraron sorprendidos. El alemán «más cercano» le observó. Sus ojos mostraban años de conocimiento sobre los hombres y sus contradicciones. El Nicolás que ahora estaba frente a él no tenía nada que ver con el de hacía unas horas. Allí enfrente estaba un hombre nuevo. Empoderado y fortalecido por la situación. Algo en aquel muchacho le gustaba. La mirada de Nicolás, directa, sin retar, sólo expectante; sus hombros cuadrados, las piernas enraizadas al suelo. Su calma. Una calma extraña.
«No pierden nada. Llevan semanas con la nave parada, no han encontrado la solución. Se sienten perdidos y posiblemente lo seguirán estando. ¿Podemos intentarlo?»
«Déjenme solo», dijo, sabiendo que sería incapaz de trabajar con cualquier otro alemán. «Mi única condición es quiero hacerlo solo. Tres días, ni uno más, y solo.»
La nave estaba ya funcionando. Los ruidos de siempre tranquilizaban a los compañeros. Habían pasado los tres días y todos le habían felicitado. Nadie más conocería quién lo había resuelto. Él no necesitaba notoriedad. Lo importante de la experiencia estaba en su interior. Necesitaba respirar. Llovía. Levantó su cara y las gotas cayeron suavemente llevándose el cansancio.
Atrás quedaban muchas cosas. Su madre, su carrera, sus miedos. El “poder” era suyo y lo llevaba con él para siempre.

Laminación en frío

Empowerment

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PNL. Sistema visual (57)

Seguimos profundizando en los sistemas representacionales de la PNL, tema que iniciamos en el post 52.

¿Eres capaz de memorizar esta secuencia en 30 segundos?

L R G B V 7 P 5 W 4

Si lo has conseguido quiere decir que tienes una memoria visual muy poderosa, a no ser que la hayas repetido en voz alta o hayas recurrido al escrito para recordarla.

PNL Sistemas representacionales. El sistema visualSobre las personas a las que les resulta fácil memorizar fotos, ciudades, caras, aunque luego no recuerden los nombres de los lugares, o las fechas en las que estuvieron allí, se dice que tienen un mapa representacional visual.  Para ellos, una imagen vale  más que mil palabras. Cuando conversan emplean verbos como ver, mirar, visualizar, examinar, imaginar, enfocar, observar. También podemos identificarles por palabras como: interior, oscuridad, espejismo, imagen, ilustrar, reflejo…

Los visuales hacen construcciones tales como: «Ya veo lo que quieres decir», «Tras la sombra de la duda», «Esto dará luz a la cuestión», «Es interesante este modo de ver el mundo».

Además de su preferencia por las imágenes podemos descubrir a un «visual» porque suelen hablar rápido y con un tono de voz más alto de lo normal. Algunos estudiosos dicen que les «falta música y ritmo». El hecho es que las imágenes se suceden con rapidez en su cerebro y las comunican con prisa para poder seguirlas. No se recrean en modular la voz y endulzar las palabras, porque perderían parte de los fotogramas.

Otro aspecto que podemos observar es el ritmo respiratorio. Los visuales, debido a la velocidad comunicativa, se habitúan a inspiraciones rápidas y superficiales. Notaremos que no elevan la caja torácica y que no expanden el abdomen.   Con frecuencia padecen tensión muscular, particularmente en los hombros, porque elevan la cabeza y la tiran un poco hacia atrás, como si estuvieran retando a los interlocutores. El ánimo no está en retar, sino en conseguir una visión amplia del entorno y, como decíamos en el post anterior, en acceder a sus propios recuerdos mirando hacia el techo.

Hasta aquí hemos establecido generalidades que de alguna manera todos empleamos. Ahora vamos a penetrar más profundamente  en el  sistema. Proponemos el siguiente ejercicio:

Busca un rincón retirado para evitar las interrupciones. Es imprescindible desconectar el teléfono móvil. Ahora  cierra los ojos y piensa en algo agradable. En una escena que te resulte grata. Examina cualquier imagen que tengas de ella, y define el modo en el que lo haces:

  • Asociado: la contemplas como si la vieras con tus propios ojos. Participas de la escena y formas parte de ella
  • Disociado: la observas desde otro lugar y tú te ves dentro de la imagen. Te desdoblas como espectador y actor de la escena.
  • Enmarcado: ves la imagen limitada a un contexto concreto
  • Ilimitada: el fotograma tiene un espacio sin bordes y abierto
  • ¿Es en color?, ¿está fija o se mueve?, ¿es en 3D o plana como una foto?

Esto es lo que en PNL se llama submodalidades, y nos llevan a profundizar un poco más en el sistema representacional. Las submodalidades visuales son, además de las que hemos visto en el ejemplo, el brillo, el contraste, la claridad, la velocidad y el tamaño. Estas submodalidades nos ayudarán a posicionarnos en este mapa o a descartarlo.

Las personas que son visuales tienen las máximas posibilidades sensoriales. Pueden crear imágenes con todo lujo de detalles. Cuando esta preferencia es más débil, sólo se cubren las especificaciones básicas.

Para definir más profundamente y eliminar las posibles dudas podemos contestar a estas preguntas: ¿creo imágenes en mi cabeza?, ¿tengo imágenes en la cabeza mientras hablo  o escucho a alguien?, ¿puedo ver lo que me dicen?

El visual, cuando se relaciona con los demás, está más pendiente de lo que ve  que de los otros. Su localización de las diapositivas cerebrales y su explicación oral exige mucha concentración y muy poca interrelación.

Las personas visuales tienden a desconfiar de todo aquello que no ven o que piensan que no podrán ver. Si cuando van a comunicarse se posicionan con los pies y piernas abiertas y los brazos a los costados (como si fueran a extraer un arma), casi seguro que su forma de acceder a la comunicación es a través de las imágenes.  El visual se mueve con brusquedad y está pendiente de sí mismo para no despistarse con sus imágenes mentales. Sus movimientos son escasos. Puede mantener una larga conversación con los brazos caídos a lo largo del cuerpo, o en ocasiones apretarse las manos por inquietud.

Para un visual es importante captar la atención y obtener el reconocimiento. Un feedback muy valorado para un visual sería: “¡Qué bien te vi! Me imaginaba que eras muy competente, y aún así me has sorprendido muy favorablemente. Me llevo una imagen   ampliada de tus enormes capacidades”

La próxima entrega seguiremos hablando de los mapas representacionales. Esperamos que sea de vuestro interés.

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Temperamento colérico (56)

Retomamos el análisis de los temperamentos iniciado en los post 46 y 51 con sendas descripciones del sanguíneo y el flemático. Recordemos que todos tenemos  características de los cuatro temperamentos, y que sólo nos diferencia cierta inclinación hacia uno u otro. Esta inclinación de nuestra personalidad nos permite desarrollar nuestras cualidades más sobresalientes y plantearnos las áreas de mejora que debemos acometer para lograr nuestros objetivos con confianza y maestría. Hoy vamos a averiguar cuántos de nosotros tenemos mayoritariamente características del temperamento colérico.

Este es el temperamento práctico y activo por excelencia, es decir: no se dedica a ninguna acción que no tenga un propósito concreto. El colérico reconoce las oportunidades de inmediato y no necesita que el entorno le estimule para llevar a cabo sus propósitos. Cuando está en grupo se le reconoce porque aporta ideas y planes continuamente.

Gestionar lo imperfecto de uno mismo. El temperamento coléricoLa llave maestra para detectar si somos de preferencia colérico es: ¿nos motiva hacer varias cosas a la vez aunque no estén perfectas? El colérico prefiere hacer las tareas con celeridad y un 80% de precisión a detenerse en la búsqueda de la corrección al 100%. Descubrir esta clave del temperamento colérico nos abre un doble visión: por un lado, entendemos el malestar que provocamos cuando presentamos trabajos con fallos (algunos descomunales), y por otro, si no somos de este temperamento entenderemos un poco más la propensión de los coléricos a hacer mucho, aunque poco bueno,  y desde luego nada perfecto. El colérico piensa que la búsqueda de la perfección en las ocupaciones es poco práctica, además de imposible, lo que le lleva a ser pródigo en errores, que en muchos casos es incapaz de detectar.

La vida para un colérico es pura actividad, y estimula a compañeros para que le secunden, adoptando posiciones muy decididas sobre cualquier asunto, sin vacilar ante la presión u opinión contraria de los demás. Su practicidad y agudeza le hacen planificar actividades muy ventajosas y lograr objetivos que parecían inalcanzables, aunque su disposición en varios frentes a la vez le lleva a declinar su entusiasmo allí donde no logra sus propósitos con celeridad. La paciencia es una cualidad poco habitual en los coléricos puros, y aunque son constantes y luchadores, también son ambiciosos y necesitan resultados tangibles pronto.

El colérico se considera independiente y autosuficiente, y su tendencia natural es menospreciar la ayuda de los demás, lo que en algunos casos le aboca a situaciones límites e irresolubles. Difícilmente reconoce sus  errores, y tiende a culpar a los otros de su  fracaso.
Estos puntos son los más sobresalientes de un colérico, y si una persona los cumple, podríamos decir que su identidad temperamental es de preferencia colérica, pues no le asustan las adversidades y  se muestra tenaz en su determinación, logrando el éxito donde otros fracasan.

El colérico es un líder nato, aquel al que los expertos en administración empresarial llaman un líder natural fuerte; por ello, todas las profesiones que requieren de un liderazgo motivacional e impulsor, así como los puestos que exigen una alta productividad, suelen estar ocupados por coléricos. Este temperamento suele fracasar en los puestos que necesitan demasiada atención en cuestiones de detalles y planificación analítica.

El colérico ve la vida como un mundo de oportunidades muy diversas donde la adversidad forma parte del juego y le permite desarrollar sus habilidades para la lucha y para estar en forma.

La  naturaleza emocional es la parte menos desarrollada de este temperamento, y eso le dificulta la relación con los otros. En situaciones de confrontación  se deja llevar por la ira, emoción que expresa cuando se le contradice o las cosas no salen como quiere.
El punto más negativo de un temperamento colérico es la falta de compasión por los que sufren a su lado, sobre todo si son relaciones poco profundas o que no le interesan. El colérico se precia de ser frío y poco afectivo.

Sus inquietudes se dirigen más hacia los valores utilitarios y productivos que hacia las artes, por las que demuestran poco aprecio. Las ven como una pérdida de tiempo. Sin embargo, son grandes gourmets, y disfrutan de las artes culinarias y de los buenos espacios.

Otra área de mejora, especialmente en el mundo laboral, es que los coléricos no delegan la responsabilidad, y  terminan teniéndolo que hacer todo ellos solos.

Todos estos matices podemos definirlos en cuatro escalas principales, que dan una información muy rica a la hora de aproximarnos a un conocimiento más profundo de los comportamientos del temperamento colérico en diferentes momentos y ante diversas situaciones:

  • En qué centran su atención: por su condición de extravertidos, tienden a preferir relacionarse con el mundo exterior (entorno o personas). Se llenan  de energía cuando están en la calle o en el campo, o cuando salen de la oficina.
  • Cómo acceden a la información: les gusta que les entre por los cinco sentidos. Lo tangible les parece mucho más apetecible que lo imaginario. No les gusta enredarse en supuestos.
  • En qué basan sus decisiones: como no son muy dados al análisis, valoran las cosas como buenas o malas, bellas o feas. Sus decisiones están influidas por sus relaciones y sus intereses emocionales.
  • Cómo tratan al mundo que les rodea: Tienden a ser dominantes y autoritarios, usando a la gente sin vacilación con tal de lograr tus fines.

La próxima semana hablaré del melancólico. Sed amables y compartir vuestras opiniones para que podamos saber si os identificáis con esta descripción de los temperamentos. Nos ayudará a todos conocer los puntos en los que estáis de acuerdo y en los que no.

Películas recomendadas:

El Tormento y el Éxtasis (Miguel Ángel)
Ben Hur

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Alimentación emocional: algo más que comer. Las proteínas (55)

Muy pocos conocen que las proteínas deben su nombre a Proteo, un antiguo dios de la mitología griega, que era pastor de las manadas de focas de su padre. Proteo podía predecir el futuro; sin embargo, cambiaba de forma para evitar hacerlo, y sólo contestaba a las preguntas de aquellos que eran capaces de capturarle. De este dios proceden el sustantivo «proteo» y el adjetivo «proteico», que aluden a quienes cambian frecuentemente de opiniones y afectos. También de él viene la palabra proteína, que se define por tener la capacidad de tomar diversas formas.
 
Este macronutriente, cuya estructura básica es una cadena de aminoácidos, es uno de los compuestos orgánicos más complejos y el más «trabajador» de todos. Cada una de las células del cuerpo humano contiene proteínas. Estas constituyen una parte muy importante de la piel, los músculos, los órganos y las glándulas, a la vez que se encuentra también en todos los líquidos corporales, excepto en la bilis y en la orina.
 
Las proteínas, que son macromoléculas compuestas de carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, fabrican:
–       Las hormonas necesarias para el correcto funcionamiento de las glándulas endocrinas.
–       Las enzimas o fermentos que catalizan las reacciones de anabolismo (asimilación) o catabolismo (eliminación).
Anticuerposque tienen funciones de defensa.
–       Los neurotransmisores necesarios para el buen funcionamiento del sistema nervioso.
 
Alimentación emocional: algo más que comer. Las proteínas (55)Dentro de las funciones principales de las proteínas están aquellas que tienen un comportamiento dinámico como las de: defensa, transporte, catálisis, regulación de funciones y movimientos contráctiles. Además las proteínas son la base del colágeno del tejido conectivo. Cuando desarmonizamos el nivel proteínico se forman masas musculares (culturismo) o aparece la flacidez, propia de las edades avanzadas.
 
Además, en el caso de deficiencia de carbohidratos o grasas, cumplen también una función energética, pues tienen 4 calorías por gramo. La proteína es el alimento más complejo, y su asimilación resulta de las más complicadas, ya que es muy difícil de descomponer. La enzima que se encarga de su disolución es la pepsina, que se encuentra en el jugo gástrico y transforma las proteínas en elementos más sencillos (péptidos) para que puedan ser digeridos en el duodeno. El tiempo que una proteína precisa para cruzar por completo el tracto intestinal es 2 veces superior al de cualquier otro alimento, y estos necesitan de 25 a 30  horas. No debemos olvidar que una proteína está formada por un número indefinido de aminoácidos, en los que se tiene que descomponer para su asimilación orgánica. Las proteínas no se forman en el cuerpo partiendo de otra proteína. Se forman a partir de los aminoácidos que hay en el cuerpo. Alguien dijo “El hombre es un conjunto de aminoácidos no muy bien armonizados”
Poniendo un símil, los aminoácidos son los sillares y piedras para la construcción. Los péptidos son los pilares y estructuras donde se apoyan, y las proteínas son las bóvedas y cubiertas de las grandes naves.
 
Hay 23 aminoácidos que participan de la estructura de las proteínas, y según su composición, que puede ser muy variada, constituyen multitud de sustancias proteínicas. Ahora bien, 13 de estos aminoácidos los sintetiza el propio cuerpo; sin embargo, 10 de ellos, llamados esenciales, sólo se aportan a través de la alimentación; de ahí la importancia del equilibrio en la ingesta de las proteínas, además de tener en cuenta que para la síntesis endógena de los aminoácidos es indispensable la no carencia de los glúcidos en la sangre.
 
Otra particularidad de las proteínas es que su aportación debe ser regular, ya que no se almacenan, como los hidratos de carbono o las grasas. Cada uno de los aminoácidos tiene un papel específico en las reacciones del organismo, y su insuficiencia provoca alteraciones graves.
 
Para lograr el nivel de proteínas adecuado conviene ingerir alimentos de origen animal, (cuya mayor ventaja es la alta asimilación del hierro) como los huevos,  carne, pescados y subproductos animales como los derivados lácteos. Y las proteínas de origen vegetal (siendo la mayor ventaja que tienen fibra) entre los que se encuentran los cereales, legumbres, setas, champiñones, soja, espelta y quínoa, frutos secos, seitán, tofu, algas, polen… Un truco para conseguir los aminoácidos esenciales es la combinación de legumbres con cereales. Ejemplo un buen plato de lentejas con arroz.
 
La semana próxima continuaremos con este macronutriente, que para los orientales tiene una correspondencia con el metal. A nivel emocional, el desequilibrio de las proteínas provoca estados de tristeza y depresión, dos grandes problemas de los siglos XX y XXI.
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Constructivismo. Cont. (54)

En el post 49 explicamos la importancia del crecimiento en el razonamiento independiente de un niño. Queremos ahora exponer los estudios que se han realizado sobre el modelo constructivista. También hablaremos de enfoques distintos que amplían y fortalecen dicho modelo.
A partir de los años 60, las ideas que habían desarrollado el suizo Jean William Fritz Piaget (1896 – 1980), y el bielorruso Lev Semionovich Vygotsky (1896-1934), revolucionan la visión sobre el aprendizaje, ampliando la visión de Skinner y Albert Bandura, que partían de que todos los aprendizajes se realizan desde la asociación de estímulos y respuestas.
La diferencia más notoria que plantean estos autores es que: todas las partes cognitivas de cada individuo son una construcción propia que se va produciendo todos los días como resultado de su interacción entre sus disposiciones internas y el mundo que le rodea.
Esta hipótesis supedita el aprendizaje del individuo en general, y del niño en particular, al proceso evolutivo y al equilibrio y receptividad que mantiene el hombre con su mundo, pues va a depender de ello la adquisición del conocimiento, tanto en el nivel cognoscitivo como social.
El tercer pilar de la educación. La enseñanza a través del constructivismo. Cont.
A este modelo de aprendizaje se le llamó constructivista, y son Piaget y Vigotskyquienes presentan dos modos de entender el proceso cognitivo constructivo, sobre los que apoyamos nuestro enfoque sin excluir a ninguno. Lo que aquí nos interesa es la suma de ambos como una parte del todo educativo al que queremos llegar:
Aprendizaje Endógeno: Piaget, autodidacta, partió del estudio exhaustivo de sus hijos durante su crecimiento y evolución. Sus conclusiones determinan que aprendemos por etapas consecutivas, y que la compleción de una favorece el avance de la siguiente. Piaget dice que la panacea del conocimiento está en la adaptación. El niño aprende algo que le provoca cierta tensión que precisa asimilar, y cuando lo ha hecho, adapta estos nuevos conocimientos a su comportamiento, y va acomodando los nuevos datos a los que ya tenía. Este incremento de información va favoreciendo la realización de nuevas y más complejas tareas. Piaget consideraba que, para que este conocimiento fuera real, era imprescindible encontrar las relaciones entre los diferentes conocimientos. Piaget desarrolló la teoría de los estadios, que resulta interesante para comprender todo su pensamiento.
Aprendizaje sociocognitivo: El representante por excelencia de este modelo es Vigostky, quien consideraba que sin entorno no era posible el aprendizaje (Mario Carretero, en su libro Constructivismos y educación, lo llama sin amigos no se puede aprender). El investigador bielorruso considera que el conocimiento es el producto de la sociabilización del individuo, y no de un trabajo individual. Es más, sostiene que educar es una actividad que se ejerce desde la colaboración de muchas partes que influyen en los resultados, y por ello propone métodos dinámicos y heterogéneos. En cada aprendizaje, el niño va construyendo su conocimiento, y los adultos que participan en esta enseñanza ayudan a que ese proceso sea viable y exitoso.
La llegada de los diez años y la próxima salida a la sociedad hacen del niño un receptor de sensaciones un tanto desequilibrantes que precisan de conocimientos personales y de la adquisición de mecanismos que le apoyen y le permitan un desarrollo secuencial, en el que se sienta seguro y confiado. Lograr estos objetivos requiere ante todo tener estructuras mentales cognitivas y que el adulto facilite que el niño mantengan su motivación focalizada en descubrir por sí mismo las respuestas.
Recordemos que el niño construye su conocimiento a medida que interactúa con la realidad circundante, hecho este que será mucho más efectivo si hemos mantenido sus hábitos y fortalecido sus conductas mediante estímulos de refuerzo.
Este modelo constructivista exige adaptación y relación con los demás, y para ello los padres y educadores debemos fortalecer al niño/joven para que incorpore conocimientos y los comparta con su entorno más cercano en un primer estadio, para luego ir ampliando su campo de actuación paulatinamente.
De algún modo es primordial que se produzca un desapego familiar que fragmente el área de confort del muchacho y le movilice hacia nuevas metas.
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Íntimo y personal. Cuando el alumno aventaja al maestro (53)

“Lo que jamás debemos olvidar en el mundo de las noticias es que sólo somos buenos si las noticias que damos lo son.”
Tally Atwater
El film de Jon Avnet, Íntimo y personal, (Up Close & Personal), que el sábado se emitió en Tele 5, se inicia con una entrevista a la exitosa reportera Tally Atwater (Michelle Pfeiffer), en la que el entrevistador le sugiere que cuente alguna de las anécdotas de sus comienzos profesionales, un estupendo símbolo para que nosotros vayamos, a la par que analizamos la película, revisando nuestra procedencia, los puntos clave de nuestro devenir que nos han situado en nuestra posición actual, y el reconocimiento a los benefactores que nos la han posibilitado. Todos llevamos un Warren (Robert Redford) en el maletín de nuestros recuerdos.
Tally siempre supo que quería tener éxito, y para logarlo preparó una prueba que remitió a más de treinta cadenas de televisión. Sólo le contestó una de Miami, la WMA. Cuando Tally acudió a la entrevista, mostró algunos de los errores de una principiante: ropa inapropiada, excesivo deseo de agradar con la consiguiente falta de naturalidad, nervios…; sin embargo, estaba impulsada por lo que no puede faltar para lograr el éxito: un deseo de aprender ilimitado, aceptación de su ignorancia y disposición al trabajo y al esfuerzo que exigía su triunfo.
Íntimo y personal. Cuando el alumno aventaja al maestro
Cuando Warren le preguntó qué esperaba encontrar allí, la respuesta fue rotunda y firme: «Creo que puedo aprender todo». A partir de este momento, el experto reportero inició una revisión descarnada del trabajo realizado por la aspirante, y le designó funciones de administración y base de datos dentro de la gestión de la cadena, amén de traerle el café, recogerle la ropa… Fue pasando el tiempo y Tally seguía entregada a la causa administrativa, sin olvidar sus aspiraciones como presentadora, que aprovechó cuando surgió una vacante en la sección del tiempo.
Su jefe le ofreció la oportunidad, que resultó un fracaso rotundo; sin embargo, Warren, extraordinario observador, vio en ella su gran potencial como reportera. Tally «se come la cámara»: este era un argumento muy sólido sobre el que iniciar un camino de maduración, aprendizaje e intervención. Y desde ese momento, Warren se convierte en su mentor, aquel que alivia sus miedos y le confronta con ellos, el que rectifica sus actuaciones y, sobre todo, el que pone el foco en lo importante y le enseña a abstraerse de sí misma, del entorno, de todo aquello que no tiene sentido. Warren y Tally pasan horas interminables revisando el trabajo de ella, buscando mejorarlo y fortalecerlo
Hay dos momentos magistrales: uno, cuando cubre la muerte de dos cubanos en las playas de Miami, y dos, cuando hay una sublevación en una cárcel. En ambos, Tally piensa en los hombres, en sus vidas, en aquello que provoca que el espectador se movilice y vibre con los reportajes. Tiene presente todo aquello que aprendió día a día junto a su maestro, el hombre que se olvidó de sí mismo mientras que le daba pautas y le enseñaba a entregarse por encima de todo, arrinconando el terror y obviando el peligro de su profesión. Warren había trasformado a su alumna en una réplica mejorada de sí mismo.
Tally se convirtió en la mejor, y su ascenso sólo fue posible porque aprendió a conocerse, y desde ahí conformó sus deseos, sus ilusiones, su propósito vital, aceptando sus progresos y viviéndolos con total humildad, repasando sus trabajos con su mentor hasta que estuvo preparada para saltar al vacío del triunfo, mientras que Warren luchaba con la disyuntiva de seguirla o retornar a su vida activa con una propuesta peligrosa que consideraba su «última oportunidad».
«Cada día que tenemos es un día más de lo que merecemos»: así se despidió Warren para siempre de su alumna, compañera, esposa… Entregándole la última lección. Cada día tenemos una oportunidad de cambio irrepetible y única, donde convergen todas las posibilidades de aprendizaje y de generosidad para compartir con nuestro equipo y con nuestros amigos.
Tally dice: «Estoy aquí para dar la noticia. Mi marido me lo enseñó, y de eso no hace tanto… ».
Ciertamente, estamos aquí para hacer bien nuestra labor. Ese trabajo que hemos elegido hace tiempo o que estamos a punto de decidir ahora. Un espacio donde alguien cubrirá el puesto de Warren, ese profesor que nos indicará lo mejor de nosotros para entregar lo más favorable de nuestra faceta personal y profesional.
Gracias a cada uno de los muchos Warren que han existido en mi vida. El mejor, mi padre Joaquín.
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PNL Sistemas representacionales (52)

 

 

Comenzamos este post allí donde terminamos el 47, hablando sobre la percepción de la realidad. Planteábamos que cada uno responde a lo que le rodea a través de su sistema representacional sensorial, pues es mediante el mapa neurológico como se determina el comportamiento y su significado, y no a través de la realidad en sí misma. Esto es lo que en PNL se llama: «el mapa no es el territorio», o entender que la representación de un objeto mediante nuestros sentidos no es el objeto en sí.

 

 

Con ello podemos decir, sin posibilidad de equivocarnos, que ante una misma cosa cada persona procederá a describirla según su percepción, ampliada por los conocimientos, juicios e intereses que sobre el objeto tenga. A esto podemos llamarle «filtro personal». La percepción de la realidad, cuando estamos ante un mismo objeto, utiliza nuestros archivos y experiencias personales creando descripciones diferentes de una misma realidad.

Imaginemos que queremos hablar de una gaviota en la playa. Una descripción podría ser: «Vi una gaviota volando en la playa». Otra: «Había un grupo de cinco gaviotas gritando y alborotando en la playa». Y otra, por ejemplo: «Era un atardecer precioso, el cielo naranja estaba salpicado de blancas gaviotas que me recordaron al libro de Richard Bach que leí en mi juventud».

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PNL Sistemas representacionales. Cómo percibimos la realidad (52)


Podríamos tener una interminable lista de juicios e interpretaciones de un único acontecimiento aparentemente simple: una gaviota en la playa. Captamos, almacenamos y codificamos la información en nuestra mente  mediante uno o varios de los sistemas sensoriales. En la cultura occidental los sistemas representacionales primarios son el visual, el auditivo y el kinestésico.

 

En PNL se dice que el sistema visual lo empleamos cuando miramos al mundo interior o exterior mediante imágenes que va recogiendo nuestro pensamiento; mientras que nos valemos del sistema auditivo cuando escuchamos sonidos externos y hablamos con nosotros mismos internamente. Por último, el sistema kinestésico está ligado a los sentidos del tacto, el gusto y el olfato, así como a las sensaciones propioceptivas internas (equilibrio y conciencia del propio cuerpo). Recurrimos a este sistema cuando estamos en contacto con el mundo exterior desde los colores, los olores o el contacto, e internamente cuando recordamos sensaciones  y las emociones que habíamos experimentado.

 

Debemos tener en cuenta que estos sistemas no son excluyentes. Cada experiencia tiene elementos de los tres, aunque nosotros tendamos a favorecer uno por encima de los otros en función de nuestra personalidad y también del contexto en el que nos encontremos.

En algunos casos nos topamos con personalidades que perciben el mundo, mediante imágenes y  que comparten sus experiencias como si de un film se tratara. Van hablando según van surgiendo los fotogramas en su memoria, saltando de uno a otro sin mantener un orden cronológico. Quienes funcionan de este modo suben sus ojos como si estuvieran buscando las historias en el techo.

Otras personas, por el contrario, se dejan llevar por las  sensaciones y emociones que les provocaron sus vivencias, recreándonos en  aspectos inteligibles y de confusa explicación, que por su sofisticación les impiden participar u opinar, además de la posible deformación de los hechos  que suele acompañar a este sistema. El excesivo movimiento corporal, sobre todo de las manos, es muy habitual en quienes son kinestésicos.

Por último, están los que escuchan sus palabras mientras narran los hechos. Suelen ser  desapasionados y monótonos, pero los más aproximados a la realidad, porque no se dejan llevar ni por las imágenes ni por los sentidos. Van contando secuencialmente aquello que han escuchado o las palabras que lo conformaban. Son estrictos y meticulosos en el orden en el que hablan sin alterarlo ni alardearse. Si se les interrumpe, volverán a la frase última, y desde ella proseguirán. A veces al escrudiñar sus ojos, nos parecerá que van leyendo un escrito.

 

En cualquiera de estos tres casos, hay muy poca participación de otro mapa representacional que no sea el preferente, lo que acarrea una apreciación muy sesgada de las condiciones  en las que realmente se han producido los hechos, con importante detrimento de la exactitud narrativa.

 

Los autores Bandler y Grinder, en su libro La estructura de la magia (vol. II), señalan que las personas que sobresalen en su desempeño, sea cual sea su campo de actividad, tienen desarrollada la habilidad de cambiar de un sistema a otro según sea más adecuado para el contexto en el que se encuentran. Estos autores consideran que la excelencia se logra nivelando los tres canales. Estos investigadores, así mismo nos animan a dominar el uso de los tres sistemas o canales y así conseguir un mapa mental más ajustado al territorio y a la comunicación con los demás, sin importar cuál sea su campo dominante. Lograr esta tarea nos parece realmente importante, porque se lograría una mayor exactitud descriptiva de cualquier experiencia, con el consiguiente beneficio en las interrelaciones y en el desarrollo profesional.

 

Una vez analizado este planteamiento tradicional de la PNL, que nos parece interesante, indagaremos sobre lo que origina que tengamos una preferencia por un sistema u otro, y sobre todo si surge por una decisión libre o si su origen es traumático o sistémico, imponiendo una determinada configuración.

Os esperamos el próximo viernes para continuar con PNL y el modo de entender y comunicar “la realidad”. Entre tanto os pedimos los comentarios sobre vuestra experiencia, para poder ampliar nuestro marco de referencia.

Gracias por vuestra inestimable colaboración.

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Temperamento flemático (51)

Retomamos el estudio de los temperamentos, que iniciamos con el tipo sanguíneo del post 46. Conforme vayáis leyendo, recordad que tenemos aspectos de todos los temperamentos, y que nos diferenciamos unos de otros por las preferencias. Vamos a averiguar cuántos de nosotros somos «preferentemente» flemáticos.

El temperamento flemático es el espectador por excelencia. Es el temperamento que no se alarma y que difícilmente se enfada. La experiencia de la vida le resulta grata, aunque nada emocionante, por ello procura no comprometerse mucho con las actividades de los demás ni con las suyas propias, y como dice el dicho: un flemático deja que vengan las cosas y se alegra de que pasen de largo. Socialmente, le gustan las personas, siempre que no le molesten o intenten inmiscuirle en sus problemas.
Gestionar lo imperfecto de uno mismo. El temperamento flemáticoPara saber si eres o no flemático, es fundamental contestar a esta pregunta: ¿te muestras imperturbable cuando todo a tu alrededor está agitado? Evidentemente, hay niveles para esta respuesta; sin embargo, intenta recordar si tus amigos, y más aún tus parejas, se quejan de que «parece que pasas de todo y que nada te importa».
Estos puntos son los más sobresalientes de un flemático, y si los cumples, podríamos decir que tu identidad temperamental es de preferencia flemática. ¿Eres de este tipo?
Si es así, tienes como sello tu tranquilidad y enorme serenidad. Algunos estudiosos opinan que eres el más simpático de los temperamentos por tu capacidad de ver el lado bueno de las cosas, aunque todavía no he podido discernir si es realmente simpatía o tu escudo para aislarte de los conflictos de los que sales indemne.
Tu aire sereno e inmutable te convierte en uno de los mejores mediadores para las situaciones límites. Puedes encontrarte entre fuegos cruzados y miras a los contendientes serenamente, esperando que detengan los disparos, sin tomar partido ni confrontar a ninguna de las partes. Eres un «sin partido» cuando las personas discuten. Podría parecer que no quieres perder la relación con los interfectos; no obstante, la realidad es que no te interesa lo que les pasa.
Eres un maestro de las manualidades y de todo aquello que te exija paciencia y ser muy meticuloso. He llegado a pensar que hay en este ejercicio deseos de calmar emociones que no permites que emerjan a la superficie.
Que nadie piense que no eres capaz de liderar proyectos si se presenta la ocasión; ahora bien, es difícil que busques una posición de liderazgo, porque aunque eres potencialmente un gran líder, la exigencia de este puesto rompe tus intereses y tus hábitos más preciados, lo que te lleva a no promocionarte voluntariamente. Los líderes flemáticos tenéis un potencial conciliador sorprendente y una gran capacidad para trabajar bajo la presión y el estrés exterior.
Tu mayor enemigo es el desinterés y la falta de motivación. Me confunde tu amor a la buena vida y el poco empuje que le pones para conseguirla. Evitas dar más de lo necesario, aunque eres cumplidor de tus compromisos y de las responsabilidades que has adquirido, tanto en lo profesional como lo personal.
Otra área de mejora importante es tu tacañería. A pesar de que sólo pueden dar fe de ello las personas que viven cerca, cuidas cada céntimo y actúas como un avaro, excepto cuando se trata de comprar algo para ti mismo.
Todos estos matices de tu temperamento flemático podemos definirlos en seis escalas principales, que dan una información muy rica a la hora de aproximarnos a un conocimiento más profundo de tus comportamientos en diferentes momentos y ante diversas situaciones:
  • En qué centras tu atención: por tu condición de introvertido, raramente compartes con otros tu mundo interior, ni te resulta seductor el mundo de fuera. Tu hogar es lo mejor.
  • Cómo accedes a la información: normalmente te gusta que te entre por los sentidos y no te dejas llevar por la imaginación.
  • En qué basas tus decisiones: tus análisis suelen estar basados en el pensamiento para evitarte la inseguridad personal y perderte en tus emociones.
  • Cómo tratas al mundo que te rodea: necesitas que las cosas estén claras y evitar en lo posible cualquier tipo de sorpresa.
La próxima semana hablaré del colérico. Ser amables y compartir vuestras opiniones para conocer si os identificáis con esta descripción de los temperamentos.
(Un buen ejemplo de personaje flemático es el famoso actor británico de los Monty Phyton, John Cleese. Ver vídeo)
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