Madrid se llenó de rojo y la algarabía inundó de fiesta las calles. La «Roja» fue aplaudida vitoreada, ensalzada y se enarbolaron las banderas rojigualdas profusamente. Los que venimos de lejos nunca antes habíamos visto tanta conexión. El bipartidismo quedó abolido por instantes. La gresca política, tan ácida y molesta, bajo la guardia y los de derechas y los de izquierdas gritaban del mismo modo y con el mismo ritmo.
Leer másFútbol: fenómeno de fenómenos. Debate con el autor (125)
Respecto a lo que comenta Joaquina, es cierto. El fútbol es inabarcable y otras muchas se podrían haber incluido, como el impacto en las relaciones familiares y, sobre todo, cómo en el pasado las mujeres vivían el domingo o la influencia de las victorias / derrotas de sus maridos (o hijos) en el ámbito familiar o cómo tal vez fue un limitador de la comunicación familiar cuando sólo existía un aparato… Interesante análisis que, desde luego, sería necesario estudiar…. aunque también, todo hay que decirlo, cada vez más mujeres forman parte de este fenómeno (por diferentes motivos). ¿Os acordáis de la Eurocopa?… En breve hay un Mundial en Sudáfrica.”
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Fútbol: fenómeno de fenómenos (124)
En el libro Fútbol: fenómeno de fenómenos de la editorial LID, mi amigo Francisco Alcaide plantea la importancia del fútbol en entornos como el político, el social, el económico, el cultural y el solidario. Este autor hace un trabajo exhaustivo en cada uno de estos campos resaltando hitos históricos en los que este deporte movilizó a las masas, apoyó a los mandatarios, fue utilizado por los organismos, alteró el mercado de valores y muchas otras proezas que están contadas con gran detalle.
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Leer másPensamiento horizontal (13)
El pasado miércoles el Barcelona logró ganar en la final de la Copa de Europa al Manchester United en un encuentro en el que demostró que ahora mismo es el mejor equipo europeo. Sus jugadores fueron agasajados por sus seguidores en el Nou Camp, donde se reunieron más de 92.000 aficionados enfebrecidos por el éxito de su conjunto.
Esta es una historia llena de entusiasmo y gloria deportiva para el equipo catalán. Entre tanto, en la ciudad de Nigeria, un forofo del Manchester provocó una noticia que a mí me pasó inadvertida:
«Un seguidor del Manchester United irrumpió con su minibús contra un grupo de aficionados del FC Barcelona que festejaban en la ciudad nigeriana de Ogbo el título de la Liga de Campeones, y provocó la muerte de cuatro de ellos, además de otros 10 heridos.» (Leer el texto completo)
El seguidor del Manchester vivió un desbordamiento cuando su imaginal (la victoria de su equipo) no se materializó. La creencia de que sus deseos están por encima de los de cualquiera provocó un pensamiento incontrolado, que derivó en este hecho tan deleznable, y a la vez tan irremediable, si tenemos en cuenta la fuerza de sus emociones en contra de su débil razón.
¿Es un hecho aislado? ¿Empieza a ser un acto normalizado destruir la alegría de los que triunfan cuando nosotros estamos derrotados?
Quizá tengamos que iniciar un entrenamiento extradeportivo que nos permita disfrutar de los éxitos ajenos, y para ello avivar la conciencia de humanidad por encima de cualquier diferencia.
Proponemos que entre todos creemos un plan de acción de nuevos comportamientos que hagan aflorar lo mejor de cada uno de nosotros.
Espero vuestras aportaciones.
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Que pierdan los dos (6)
Valencia bullía desde las primeras horas de la mañana por la final de la Copa del Rey. Cuando entramos en el taxi en la plaza de las Cortes Valencianas, eran ya casi las 17 horas. Un autobús emitía a todo volumen el “Aserejé” de Las Ketchup, a la vez que unos jóvenes proferían gritos animando a su equipo de fútbol, el Athletic. “Están lejos del campo de fútbol, nos comentó el taxista, hoy hay más de 35.000 seguidores del Athletic, muchos de ellos no tienen entradas… Los seguidores del Barcelona están llegando ahora porque están mucho más cerca. En tres horas llegan por carretera”. El taxista, con una gracia natural, nos informaba del evento del día.
“¿En Valencia cuál de los equipos es el preferido? ¿Qué equipo quiere que gane?” La respuesta fue rápida y muy clara: “Ninguno. Si pudiera ser, lo que yo quisiera es que perdieran los dos. Lo peor que nos podía pasar en Valencia es que vinieran los vascos y los catalanes”. Para aumentar su desagrado, al llegar a nuestro destino nos encontramos con una profusión de simpatizantes de ambos clubes.
En el recorrido hasta la estación de RENFE pudimos comprobar el impacto social del fútbol. Valencia era una ciudad nueva en la que se mezclaban los ciudadanos de todos los días con una muchedumbre de roj
o y blanco o de azulgrana. Algunos de ellos llevaban pintadas rojas en la cara y cantaban la victoria de su equipo. Ya en de vuelta a Madrid, escuchamos conversaciones muy variadas que giraban sobre el posible vencedor del partido. Uno decía que aunque le gustaba el Barça, le daba mucha rabia que “se lo llevaran todo este año” y prefería que ganara el Athletic . Alguien explicaba que en ‘Sanse’ tenían un poco de repelús al equipo de Bilbao… Otro quería que ganara el Barça sin saber por qué; parece ser que no le gustaba el fútbol.
Cuando llegué a casa escuché un grito de gol, tímido y muy distinto a cuando se trata del derbi madrileño o de un Madrid-Barça. Puse la TV 1. El marcador iba 1 – 3. Los graderíos gritaban desaforadamente. El reloj de la crisis se había quedado parado. Los miles de problemas sociales estaban colgados en algún perchero. Al final, el himno y miles de pitidos estallaron en el campo. Extraña combinación entre algarabía deportiva y queja política. Los humanos somos sorprendentes. Pasamos de llorar a reír, de la paz al grito, en cuestión de segundos. Quizá tendríamos que tener un plan de humanidad renovable para aplicarlo a todas las experiencias. ¿Qué nos parecería una bolsa de reciclaje para los miedos, la ira y los malos modos? Cuando se habla de cogeneración para reducir el CO2 o de biomasa para consumir los deshechos, deberíamos también pensar en la creación de un sistema para retirar las actitudes humanas contaminantes.
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