En ELPAÍS.com aparece la siguiente noticia:

Sentada en una bancada de pupitres de un aula de la Facultad de Relaciones Laborales de la Universidad Complutense, Hilda Farfante Cayo, de 79 años, confesó ayer, entre lágrimas, que había sido el sentimiento de culpa el que la había llevado hasta allí, a participar en el encierro simbólico de apoyo al juez Baltasar Garzón. «Me siento culpable de lo que le pasa. Porque yo le veía que iba a por Pinochet y luego a por los argentinos y siempre decía: ¿Y lo de mis padres? ¿Y la represión franquista? Cuando dijo que se iba a ocupar de esto, me llevé la alegría de mi vida. Ahora, con todo lo que le está pasando, tengo ganas de pedirle perdón. Mi abuela siempre decía: “ a los falangistas decidles siempre a todo que sí. No les llevéis nunca la contraria”. Y a lo mejor tenía razón».

El artículo continúa contando la muerte de sus padres, maestros, y la separación de sus hermanas, que nunca se reencontraron.

Yo formo parte de la generación de españoles cuyos padres vivieron la guerra. Los jóvenes de hoy no están conectados a estos recuerdos, y sus mentes sólo se estremecen cuando van al cine y ven películas sobre la Segunda Guerra Mundial y la matanza de los judíos por los «malos alemanes». Nuestros jóvenes crecen felices e ignorantes porque los asesinos vivían muy lejos de España.

Los jóvenes alemanes, los franceses ahora, los rusos y muchos de los pueblos europeos, sufren una y otra vez con la reposición de films que recrean la crudeza del alma de sus antepasados. Los españoles hablamos y comentamos estos horrores, que juzgamos alejados de nuestros valores. La conciencia de los hechos es la esencia de los aprendizajes más profundos.

Querida Hilda, lamento muchísimo tu desgracia, que ha sido la de muchos. Sé que si el resultado de la Historia hubiera sido otro, los que ahora defienden el pasado lo estarían atacando, y me sorprende que no seamos capaces de comprender el doble sentido de los hechos. Que no tengamos sensibilidad y compasión para hacernos eco de que no podemos cambiar el pasado, pero al menos sí podemos entender el presente.

Hay un principio que se nos está olvidando: ama a tu prójimo como a ti mismo.

Seguro que en estas palabras se esconden principios para entender la necesidad de recuperar la historia que tienen algunos, y de olvidarla, como intentan otros.

Recordar la matanza de judíos ayuda a no repetir la historia, decían algunos en la última película que apareció en cartelera. Seguramente rememorar nuestra cruda realidad nos ayudará a que nunca se repita la peor de las guerras: la de los españoles contra los españoles.

Esta doble mirada hacia los dos mundos nos abrirá las puertas a la conciliación real y sincera.

Todo será distinto cuando independiente de nuestras creencias sepamos valorar los hechos cambiando de perspectiva.