En los estudios de la personalidad la doctrina más antigua de Occidente es la representada por la teoría de los cuatro humores propuesta por Hipócrates hacia el año 400 a.C. y desarrollada por Galeno hacia la mitad del siglo II d.C. Esta teoría sostiene que el cuerpo humano se compone de cuatro sustancias básicas identificadas como: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema, siendo su equilibrio o desequilibrio causa directa de nuestra salud o enfermedad. Galeno muestra en su obra Las facultades del alma siguen los temperamentos del cuerpo, que las facultades del alma se generan a partir de la mezcla de los cuatro humores del cuerpo, concluyendo que de esta mezcla se conforman cuatro personalidades y sus comportamientos. De este modo, podemos decir que cada uno de nosotros, dependiendo del desequilibrio de nuestros humores, mostramos un temperamento diferente con actitudes diversas, ejemplificando lo variopinto del espectro humano en su concepto más «inamovible», que son los temperamentos.

Estos temperamentos han sido clasificados en: sanguíneo, colérico, melancólico o flemático, correspondiendo el sanguíneo al equilibrio de la sangre, el colérico a la cantidad de bilis amarilla, el melancólico al nivel de bilis negra y el flemático a la flema. Este conocimiento nos permite observar el entorno con un nuevo enfoque. No es lo mismo pensar que el otro tiene mala uva, que descubrir que tiene una alteración en sus humores, y por ende en su temperamento.

Gestionar lo imperfecto de uno mismo. Los cuatro temperamentos básicosSi bien todos tenemos un temperamento preferente, en ningún caso existe un temperamento puro. Lo que generalmente encontramos es una combinación de unos y otros conformando la totalidad de nuestra personalidad. Los puntos clave de cada uno de los tipos nos darán pistas para hacer un modelo robot aproximado de nuestra realidad cotidiana.

Esta primera visión fue ampliada por otros estudiosos de la personalidad, quienes entendían que la interacción y los niveles de emocionalidad eran netamente diferentes dependiendo del temperamento. Estos investigadores aportaron más información para acotar las variables de cada uno y poder definir las áreas de mejora a desarrollar. También así se conocían las debilidades de propias desde un abanico mucho más amplio.

Antes de ponernos a desarrollar nuestro trabajo, es bueno que sepamos que ninguno de los temperamentos es mejor que otro. Todos tienen fortalezas y áreas de mejora.

El más relevante de estos investigadores fue el psicoanalista freudiano suizo Carl Gustav Jung (1875–1961), que reinterpreta los conceptos de Freud de Eros y Thanatos (pulsión y muerte) considerando dos tipologías: la extrovertida o Eros y la introvertida o Thanatos. Jung considera que estas dos tipologías son estables y duraderas, lo que nos permite ponerlas en relación con el temperamento. Para Jung, los extrovertidos interactúan con su entorno y participan de él, mientras que los introvertidos tienen dificultades para relacionarse con el exterior y tienden a encerrarse en ellos mismos y sus circunstancias. En ambos casos, hay grados de aproximación que pueden confundir a las personas en su identificación; por ello, es necesario fijarse en el concepto de «preferencia» para facilitar la elección.

Ya en el final del siglo XX, y abundando en la historia relativa a las personalidades, el psicólogo moderno alemán Hans Eysenck (1916-1997) no sólo considera los tipos de Jung como dos rasgos de orden superior, sino que los amplía examinando la estabilidad de cada temperamento en la relación con los demás. Eysenck realiza una primera división en la que sitúa la introversión en los melancólicos y los flemáticos, mientras que considera la extroversión propia de los coléricos y los sanguíneos. Esta división queda ampliada cuando se da cuenta de  que los coléricos y los melancólicos son mucho más inestables emocionalmente que los sanguíneos y los flemáticos. Según Eysenck, estas diferencias de las personalidades en el campo emocional dependen del sistema nervioso, de por sí muy alterado en tiempos de crisis y agitación económica.

El estudio de los cuatro temperamentos, su nivel de apertura en la relación con los demás y la estabilidad emocional que presentan cada uno de ellos nos aproximará al conocimiento más preciso de nosotros mismos y ampliará nuestra percepción de los que nos rodean.

El próximo jueves iniciaré la descripción de cada temperamento, partiendo del self y llegando hasta el nivel más social. Conoceremos algunas de sus cualidades en el trabajo, en la vida personal, en el liderazgo y en la economía. También haré una aproximación a la vida sexual y en pareja.