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Tipos de personalidad para recibir la información (157)

¿Te sientes fracasado? ¿Estás pasando una crisis de incompetencia, y piensas que no aprendes a pesar de tus grandes y continuos esfuerzos? ¿Vives un frenesí entre el esfuerzo que aplicas a todas las tareas y los resultados que logras? ¿Te desespera el tiempo que pierdes y lo poco que te cunde el día?

Muchas de estas cuestiones dependen de cómo gestionas la información que recibes de tu entorno más cercano y del modo en que reciclas todos estos datos para tu compromiso cotidiano, responsabilidad que se reparte entre tu vida personal, profesional y social.
Jung determinó que las personas, dependiendo de nuestras preferencias, teníamos dos modos claves de recoger la información. Estos dos tipos, como en el caso del post anterior (155), presentan ostensibles diferencias, que son causa de bastantes conflictos en la ya compleja interacción con los demás. Y esto es importante, además de por el autoconocimiento, porque cuando recibimos datos, estadísticas, informes, referencias, opiniones, etc., que no cubren nuestra preferencia, solemos rechazarlos, aunque sean válidos y concluyentes.
Estas dos preferencias para recibir información son:
  • Tipo sensación: aquellos que prefieren recibir información real y tangible. Sólo atienden a aquello que está sucediendo y que tiene una aplicación práctica.
  • Tipo intuición: los que prefieren recibir la información representada en un esquema. Les parece mucho más interesante conocer todas las conexiones que existen entre unos datos y otros a quedarse con lo nimio de su concreción real.
Las personas que están muy polarizadas en estas dos preferencias parecen vivir en dos mundos diferentes y sin conexión posible. Si bien esto a priori puede ser cierto, también lo es que cada uno guarda en su interior aquello que no evidencia. Las personas que son de tipo sensación temen el error de su intuición. Piensan que ésta puede ser un fraude, lo que les lleva a elaborarlo todo desde un contenido muy pragmático. Del otro lado están aquellos que gustan de la intuición y que emplean las relaciones y conexiones entre varios hechos. A pesar de que responden a su manera de percibir la realidad, también es cierto que tras esta actitud se esconde el miedo a que los detalles pormenorizados les cercenen su fantasía y les reduzcan al ostracismo y la vulgaridad.
Es interesarte considerar cómo reciben la información ambas preferencias:
1. El tipo sensación:
o Recoge la información específica.
o Le interesa el aquí y el ahora. Se aleja de las suposiciones.
o Valora las situaciones pasadas. Estudia datos que estén conectados al presente.
o Respeta todo lo que es tangible. Le exasperan los supuestos o conexiones que no entiende.
2. El tipo intuición:
o Valora el significado y la asociación. No le interesa la realidad concreta.
o Genera ideas y conexiones muy diferentes. Todo essusceptible de una nueva interpretación.
o Prefiere conectar con lo intangible. La inspiración es un valor.
o Rechaza los detalles. Le gusta la visión general.
Las cualidades más sobresalientes del tipo sensación en el trabajo son:
o Trabaja con experiencias comprobadas.
o Disfruta con lo habitual para resolver cualquier situación.
o Estima y respeta el tiempo que invierte en cada proyecto.
o Procede secuencialmente. Primero, segundo…
o En las reuniones presenta los detalles de su trabajo minuciosamente.
o Es práctico y funcional.
o No comete errores, pero rechaza su inspiración.
Las cualidades más sobresalientes del tipo intuición en el trabajo son:
o Le entusiasma las situaciones novedosas y complejas.
o Opta por cambiar antes que continuar con algo que no le entusiasma. Puede iniciar un proyecto desde cero.
o En las reuniones presenta una idea general del proyecto.
o Disfruta de aprender algo nuevo.
o Procede siguiendo su inspiración en el transcurso del proceso.
o Encuentra todas las conexiones que existen.
o Saca conclusiones que nadie ve, aunque a veces pueden ser imprecisas.
Tipos de personalidad para recibir la información (157)
Ya conoces tu modo particular de recibir la información y de procesarla. Quizá cuando estuviste conformando tu plan de acción y tomando decisiones te encontraste con algún problema para hacer tangibles tus ideas. Pasabas de una a otra, y te costaba centrarte en un proceso realizable. O por el contrario te has perdido en los detalles, y todavía estás planteándote el tiempo para la realización de cada propuesta. Tu preferencia para ordenar la información que tienes sobre ti mismo y las experiencias pasadas han condicionado tu tarea.
Quiero subrayar que quienes procesan la información desde la sensación estarán más pendientes del aquí y ahora que de vivir procedimientos novedosos o experiencias que rompan lo establecido, obviando cualquier intuición que pudiera surgir en el proceso. Tal es así que desprecian la imaginación o la chispa de aquellos que son innovadores, un tanto anárquicos y más generalistas. Por el contrario, los que son del tipo intuición viven pendientes de las conexiones reales o no que detectan en cualquier proyecto. Su visión del todo les aísla de las partes. Esta disolución de lo tangible les lleva a un futurible que no siempre es posible, con muy poco respeto a las realidades que le presenta el tipo sensación. Para ello se salta los tiempos rompiendo las agendas de todos, y destruye las tareas realizadas hasta ese momento si ya no le interesa el proyecto.
La mayoría de las dificultades para gestionar la información del tipo sensación convergen en su excesivo realismo, mientras que los del tipo intuición proceden de su inconstancia ante retos que consideraba aburridos.
Mi propuesta sigue siendo la que hacía en el post 155 de centrar la atención en lo mejor de ambos tipos e intentar suavizar los aspectos de mayor descontrol. Esto ayudará bastante a consolidar relaciones profesionales y personales. El bienestar depende de aceptar la diversidad y confiar en nuestra competencia para integrar todas las posibilidades de la información.
Reduzcamos un poco nuestra tendencia a dar detalles y ser minuciosos en la presentación de nuestros proyectos, que a veces es innecesaria. El tiempo es importante, pero registrar cada minuto no siempre conduce a optimizar nuestras funciones, ni a garantizar el triunfo que se buscaba. El reloj marca fracciones de tiempo muy diferentes dependiendo de la ligereza o densidad de nuestro ánimo.
Valoremos el esfuerzo que se ha consumido en proyectos que, si bien parecen tediosos, han promovido la ilusión para una parte de nuestro equipo. Nuestra rapidez para incorporar aprendizajes no siempre es tan efectiva, y quizá sea bueno ganar en consistencia y medir un poco más los detalles. Seguro que lo arcaico necesita un poco de innovación, pero no hay que minusvalorarlo, pues en él reside la experiencia y el conocimiento.
Espero vuestros comentarios y que sigamos juntos mucho tiempo
Bibliografía

C.G.Jung, Tipos psicológicos, traducción de R. de la Serna, editorial Letras, Chile, 1937
Ver video http://www.vimeo.com/8436294 Completo
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Solidaridad. Fábula de Esopo: Los hijos del labrador (156)

Los vencedores no son aquéllos que están siempre aferrados a sus bienes; ni los que se pasan la vida rezando con las cuentas secas del deber; son aquéllos que aman porque viven, y vencen de veras porque de veras se dan; los que aceptan el dolor con toda su alma y con toda su alma separan el dolor; los que crean porque conocen el secreto de la única alegría, que es el secreto del desprendimiento

«Los hijos de un labrador vivían permanentemente en medio de discusiones y peleas. Sus llamados a la concordia  eran inútiles para hacerles mejorar sus sentimientos, por lo cual resolvió darles una lección con la experiencia.
Les llamó y les pidió que le llevaran un manojo de varas. Cumplida la orden, les dio las varas en haz y les dijo que las rompieran todas al mismo tiempo; más a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron. Entonces deshizo el haz y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron fácilmente.
-¡Se dan cuenta! -les dijo el padre-. Si también ustedes, hijos míos, permanecen unidos como el haz de varas, serán invencibles ante la adversidad; pero si están divididos serán vencidos uno a uno con facilidad».
Esta maravillosa fábula, escrita en el siglo VI aC por Esopo, nos ayuda a reflexionar sobre la necesidad de convertirnos en un haz de ideas, de fuerza, de entrega, que nada ni nadie puede destruir.
Necesitamos llegar al desprendimiento del que habla Tagore. En estos momentos las organizaciones, y las personas en particular, debemos hacer un ejercicio sincero de donación hacia todos aquellos que lo necesitan. Activar para ello la alegría y la sencillez, relativizando la importancia de lo que hacemos y potenciando lo que aún nos queda por resolver en este camino alucinante de convertirnos todos en uno.

Solidaridad. Fábula de Esopo: Los hijos del labrador (156)

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Tipos de personalidad para la toma de decisiones (155)

El plan de acción propuesto en el post 154 exigía una toma de decisión previa que implicaba responder a estas cuestiones: ¿qué es lo que me preocupa realmente?, ¿cuál sería la acción más adecuada para deshacer este desaguisado que me conmueve y me inmoviliza con igual fuerza?

La mejor parte de nuestra personalidad es la que nos permite disfrutar de todos los matices posibles para cualquier acción que vayamos a realizar. No cabe duda de que un plan de acción que busca favorecer un cambio personal condiciona nuestra naturaleza y nos detiene. A veces porque nos asusta el resultado positivo, y otras porque nos sentimos maniatados por relaciones y vivencias que nos atemoriza abandonar.
Tipos de personalidad para la toma de decisiones (155)Carl Jung determinó que había dos preferencias para la toma de decisiones, y que cada uno empleábamos una en detrimento de la otra:
· Tipo pensamiento: aquellos que prefieren tomar las decisiones con una visión más clara y objetiva, empleando el análisis y la lógica.
· Tipo sentimiento: los que prefieren tener en cuenta los valores personales, pensando en la situación y en las personas que están implicadas en la misma.
No se trata de etiquetar a unos u otros, sino de ampliar los modos de comportamiento de la psique y conocernos un poco mejor. Para ello, vamos a describir algunas de las formas de plantearse la toma de decisiones de estos dos tipos:
1. El tipo pensamiento:
o Falta de apasionamiento. Son capaces de salirse de la situación y verla con perspectiva.
o Rapidez para encontrar los errores y criticar.
o Emplean la lógica y se distancian de los individuos que participan de la situación.
o Valoran el objeto y los beneficios resultantes.
2. El tipo sentimiento:
o Se sumergen en la situación para sopesar los motivos.
o Buscan puntos en común y suelen tener en cuenta a las partes implicadas.
o Toman las decisiones a partir de sus valores personales.
o Valoran a los sujetos implicados por encima del objeto.
Las cualidades más sobresalientes del tipo pensamiento son:
o Su enfoque está en lo que puede hacer.
o Lo importante es analizar objetivamente cada situación.
o Es imprescindible encontrar la verdad.
o Todas las acciones tienen una causa y de ellas se deriva un efecto.
o Acepta los criterios que son impersonales.
o Todo es criticable.
o Las decisiones deben ser razonables y lógicas para que sean válidas.
o El pensamiento será objetivo y frío.
Las cualidades más sobresalientes del tipo sentimiento:
o Es importante analizar las circunstancias personales.
o Todas las cosas tienen un lado positivo y hay que elogiarlo.
o La compasión debe regir la toma de decisiones.
o Los valores personales son su guía.
o Es necesario tener en cuenta los puntos de vista de los otros.
o Procuran la armonía y el bienestar de los demás.
o El enfoque es hacia las relaciones.
Ahora podemos situarnos en nuestra preferencia cuando tomamos decisiones, lo que nos servirá para el plan de acción que propusimos ayer. Podemos ser del tipo pensamiento, enfocados a la tarea, o del tipo sentimiento, orientados a las relaciones. Ambos son igual de válidos.
No obstante lo dicho, es necesario remarcar que quienes se dirijan por el pensamiento estarán más pendientes del resultado que del proceso, obviando a las personas que participan en él. Por el contrario, los que son del tipo sentimiento olvidarán las acciones que exige su plan de acción, y se centrarán en descubrir si están dispuestos a dejar algunos de los placeres que obtienen con sus relaciones.
La mayoría de las objeciones para tomar decisiones del tipo pensamiento habrán aparecido por su excesiva crítica y análisis, mientras que los del tipo sentimiento habrán flaqueado ante el temor a que les dejen de querer.
Propongo buscar lo mejor de los dos grupos e intentar relativizar los puntos más polarizados para ser más justos con nosotros mismos y darnos la oportunidad de hacer cambios de valor que nos ayuden a sentirnos mucho más felices.
Reduzcamos un poco nuestro espíritu crítico y minusvaloremos los resultados en aras de disfrutar del proceso que nos llevará a triunfar en nuestros objetivos. Es el momento de estimar a los que nos acompañan en el camino.
Valoremos en su justa medida las relaciones afectivas y profesionales que tenemos, dando cabida al análisis lógico y equilibrado desde los valores y la coherencia.
Bibliografía:

C.G.Jung, Tipos psicológicos, traducción de R. de la Serna, editorial Letras, Chile, 1937.
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Cómo realizar un plan de acción para promover cambios (154)

Casi todos los días nos quejamos de que algo no funciona. Vamos por la vida como si fuéramos un dolor andante. Caminan las palabras tristes delante de nuestros pasos. Las ventanas de los vagones del tren o los cristales de los autobuses podrían contar historias para no dormir de los millones de momentos en los que el pesimismo fue nuestro compañero de viaje.

En realidad nos falta un guión bien escrito. No sabemos qué nos ocurre. Nos enredamos y nos aturdimos con los problemas. Cuando nos asola el pesimismo telefoneamos a algún amigo, quien escucha pacientemente nuestro particular melodrama carente de argumento y sin posible desenlace.
Propongo que demos los siguientes pasos, a ver qué pasa en los próximos días:
1. Qué definamos muy bien qué nos sucede. Para ello tomemos un papel y empecemos sin más dilación a escribir nuestro descontento:
o Identificar el área en la que tenemos el conflicto: trabajo, pareja, economía, sexo…
o Cómo nos sentimos por esta situación. Qué sentimiento nos acompaña: miedo, cólera, pesimismo, pesadumbre, ansiedad, tristeza…
o Qué utilidad nos reporta seguir con el problema y hablar de ello sin hallar una posible solución. Raramente aceptamos que las dificultades tienen un sentido. Por ejemplo, logramos una mayor atención, pues somos víctimas y nos consuelan.
o Qué pasaría si lo resolvemos. Podría hacernos avanzar y tememos el éxito o el fracaso, el ser responsables y maduros.
2. Llegados a este punto sólo cabe preguntarse si realmente queremos resolver aquello que nos asola. No siempre estamos dispuestos a darle una solución a los conflictos. Querer sólo no es poder, aunque desde luego, es el segundo paso para lograrlo. Los puntos clave que dificultan la predisposición al cambio son:
o Los hábitos y costumbres.
o Las creencias limitadoras de las pasadas experiencias.
3. Si hemos superado el conocimiento (pensamiento) y queremos (sentimiento), ya sólo nos queda la realización (acción). Hay que marcar una tarea o serie de acciones que nos vayan situando en la línea de flotación, para que dejemos de sentirnos ahogados por el embrollo en el que estábamos metidos. Debemos cerrar los ojos y tirarnos al vacío, porque hay que hacer cosas muy distintas que marquen un antes y un después. Despidamos a la queja, dejemos de ser víctimas y situémonos en la línea de salida con respuestas claras a estas tres preguntas:
o Qué quiero lograr (objetivo).
o Cómo voy a conseguirlo (hábitos que tendré que dejar, actitudes que ya no son válidas).
o Para qué quiero este objetivo. Qué utilidad me reporta y si estoy preparado para un resultado exitoso.
4. Ya estamos en la recta final. Definamos la tarea específica para el objetivo que hemos señalado en el punto 3:
o Qué voy a hacer.
o Cuándo lo voy a hacer.
o Quiénes van a estar implicados.
Sería aconsejable emprender este camino con tareas muy sencillas y específicas. El triunfo está en ser conscientes de nuestras posibilidades actuales e ir acrecentándolas.
Me encantará atender a vuestros comentarios sobre esta propuesta y conocer vuestro proceso.
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No al paro. José Saramago en su cuaderno (153)

He empezado el año leyendo los trabajos que otros escritores han hecho en la Red. Algunos me han sorprendido por sus propuestas sencillas y fáciles. Muchos me han dejado impasible. Y el que más me ha conmocionado ha sido el trabajo de José Saramago sobre el paro.

Él lo llama «No al paro».
José Saramago, con 87 años (16 de noviembre de 1922), cuestiona la situación actual y nos pregunta qué hacemos cada uno de nosotros, observadores impasibles del paso sin freno de los grandes potentados económicos y financieros. También nos pregunta qué hacemos ante el deseo de conquista enloquecido de poder y dinero que nos invade.
El escritor portugués se pregunta si son realmente los expertos los que conseguirán sacarnos del conflicto en el que estamos inmersos, cuando son estos mismos expertos los que nos han abocado a él.
El escritor considera el paro como un lento genocidio de la humanidad. Y nos pide que denunciemos todo lo que esta situación está provocando.
No al paro. José Saramago en su cuaderno (153)Es admirable el verbo de este premio Nobel, y mucho más su valentía para denunciar hechos tan deleznables de la sociedad de esta década. Sus palabras tienen una contundencia que hace que tiemble al rebatirlas o discrepar; no por ello dejo de disentir con este párrafo:
«Decir “No al paro” es un deber ético, un imperativo moral. Como lo es denunciar que esta situación no la generaron los trabajadores, que no son los empleados los que deben pagar la estulticia y los errores del sistema.»
Lógicamente, los trabajadores no somos generadores de esta circunstancia en su totalidad, aunque pienso que sí lo somos de una forma parcial y tangencial.
La actitud generalizada, cuando no estamos afectados por una problemática social, es aislarnos y no participar activamente. Miramos de soslayo los hechos y hablamos de ellos someramente y en foros de bajo riesgo cuando el despedido es de otra empresa y no cabe la posibilidad de que nos toque a alguno de nosotros.
Nuestra sensibilización fuera del área de riesgo es casi nula. Y no hablo solo de crisis profesionales, también de las personales. Poco o nada hacemos con nuestras relaciones, con nuestros amigos, con nuestro entorno; con cada uno de los pilares de nuestra estabilidad personal o social si no le hemos visto las orejas al lobo. Esto hace que en muchos casos no seamos proactivos en temas de gran valor para nosotros. Dice un dicho popular que «cuando veas las barbas de tu amigo cortar pon las tuyas a remojar». Quizá esto no sea suficiente y debamos tener una actitud mucho más proactiva, mediante objetivos diarios en los que primen los intereses sociales sobre los nuestros, entendiendo que es de este modo como nos beneficiamos todos.
Se trata de liberarnos de la cobardía y activar nuestros valores más sobresalientes en pos de una mejora sustancial para la colectividad. Generalmente sólo participamos y exigimos la implicación de los demás cuando nuestra piel está en juego. Esta falta de generosidad que nos asola hace que los movimientos sociales sean lentos e inoperantes.
El paro no lo vive el que está parado únicamente, si no cada uno de los que estamos dentro del sistema. Por ello, estoy de acuerdo con párrafo final de nuestro escritor:
«Sabemos que podemos salir de esta crisis, sabemos que no pedimos la luna. Y sabemos que tenemos voz para usarla. Frente a la soberbia del sistema, invoquemos nuestro derecho a la crítica y nuestra protesta. Ellos no lo saben todo. Se han equivocado. Nos han engañado. No toleremos ser sus víctimas».
No seamos víctimas del paro, ni de nuestras relaciones, ni de ninguna cosa, pero sobre todo no seamos víctimas de nuestra soberbia. Las organizaciones y todo lo que nos rodea nos necesita activamente.
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Últimos avances de la tecnología interior (152)

En la última Feria Internacional de Contenidos Digitales, Bernardo Hernández, director mundial de marketing de Google, explicó los cuatro pasos necesarios para tener éxito en el mundo de Internet:

1. Contar con una tecnología punta y competitiva que permita actuar de forma mucho más eficiente y distinta a como lo veníamos realizando.
2. Incorporar contenidos atractivos que mantengan vivo el interés para generar usuarios.
3. Fidelizar a estos usuarios,  que enriquecerán los contenidos a través de sus comentarios e interacción.
4. Crear un modelo publicitario que acabe configurando una economía sostenible que permita mantener todo el sistema.
A lo mejor deberíamos aprovechar estos puntos para aplicarlos con éxito al desarrollo personal. Porque, si bien, como dice Hernández, la tecnología evoluciona cada día más rápido, las personas necesitamos una revolución interior que nos estimule hacia unas mejores prácticas.
¿Qué os parece esta propuesta?:
  • Descubrir nuestro potencial más innovador y optimizar su rendimiento de forma que hagamos lo mismo, pero de una forma mucho más eficaz.
  •  Ampliar nuestra formación de modo que enriquezcamos nuestros conocimientos con habilidades humanistas y técnicas, para así generar interés y posibilidades de intercambio con otros.
  • Participar activamente en diferentes redes sociales, fortaleciendo las relaciones existentes y con una mayor apertura a la diversidad. De este modo se enriquecerá nuestro material cognitivo y emocional.
  • Crear un modelo de marca propia que estimule a los amigos y colaboradores para publicitar nuestros avances. Así seremos generadores de cambio y posibles líderes de opinión. Y sin duda transformadores del entorno.
¿Para qué sirve todo esto?
Últimos avances de la tecnología interior (152)
Nuestro cerebro es más poderoso y avanzado que cualquier máquina inventada por él. Si aplicamos la tecnología de nuestro cambio interior a las acciones diarias el éxito seguro que está servido.
Hernández comentó que cada día hay 1.500 millones de búsquedas en Google. La información, con la que se responde a estas preguntas ha sido elaborada por millones de personas que la ponen a disposición de todos nosotros, sin distinción de clases, color, sexo, nivel intelectual, temperamento, etc. Al mismo tiempo, más de 1.000 millones de seres desconocen si podrán comer o no. Estos seres no tienen un lugar al que acudir, ni nosotros ponemos a su disposición lo que nos sobra para que ellos los disfruten. Tampoco tienen acceso a algún medio tecnológico que les reporte información de cómo lograr lo que necesitan, y sólo algunos consiguen vivir de la caridad de otros.
Acaso debamos construir un mundo más generoso, y para ello hay que cambiar la tecnología interior. Es posible que si ponemos en marcha el plan de los cuatro puntos anteriores en nuestro sistema social, consigamos todos los éxitos que la informática y la tecnología en general están consiguiendo.
Si consideremos que Internet es un «país internauta», podría estipularse que el 0,7% del porcentaje de los beneficios recogidos en concepto de publicidad que se genera en los buscadores se ingresara directamente en un banco internacional de microcréditos para los desfavorecidos, quienes tendrían que devolver el dinero una vez logrados sus objetivos.
Las ideas magníficas, como las que explicaba el director mundial de marketing de Google, deberían estar también al servicio de la humanidad. Ideas para recuperar al mundo sin ánimo de lucro.
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Tercer post más visitado en 2009 (151)

Dicen los orientales que el elemento fuego sirve para superar cualquier avatar. Sus llamas dan luz y claridad a las situaciones, y cuando se eleva nos convierte en observadores de nuestros miedos diluyéndoles con su calor y su fuerza. Además el fuego nos reconforta y reanima para continuar las jornadas cuando parece que estamos exhaustos.


En la alimentación emocional el elemento fuego son Las Vitaminas. Estos microalimentos son generadores de salud, bienestar, alegría, confortabilidad, y de todo aquello que hemos necesitado para superar las pasadas crisis. Estas pequeñas amigas han sido las promotoras de esos momentos de gran poder que nos han llevado hasta el momento presente.
El post nº 95 Las Vitaminas. Aprender y ser felices depende de ellas. Vitamina C ha sido el tercer post más visitado por vosotros con 368 visualizaciones.
Os agradecemos vuestra colaboración en este año 2009 que hemos dejado atrás y esperamos que en este nuevo año sigamos compartiendo conocimientos y experiencias y que el elemento fuego nos siga dando el calor y la luz que precisamos para ello.
Alimentación emocional: las vitaminas. Aprender y ser felices depende de ellas. Vitamina C (95)
Publicado por: Joaquina Fernández
miércoles, 23 de septiembre de 2009 6:31
¿Tus defensas están altas? ¿Tus heridas cicatrizan rápidamente? ¿Absorbes el hierro y alejas las anemias de tu vida? ¿Tus encías están sanas y no sangran? ¿Tus huesos son sólidos y soportan los golpes sin romperse? ¿Tu cabello es resistente y soporta los cambios de estación? ¿Tu ánimo se mantiene cuando llega el invierno o hay menos horas de sol? Estas respuestas serán positivas si tu alimentación te aporta suficiente vitamina C.
El descubrimiento de esta vitamina está unido a la inquietud social de finales del siglo XIX por el alto índice de muertes de los navegantes. Los datos apuntaban a que los marineros fallecían debido a su alimentación deficitaria en productos perecederos como frutas y verduras. Tras estudiar los grupos de riesgo, se comprobó que los barcos provistos de limones tenían menos tasas de muertos. Los hombres de mar que tomaban cítricos (con una alta tasa de vitamina C) llegaban a puerto en mejores condiciones que los otros.
El químico e investigador británico Walter Norman Haworth determinó la estructura química de esta vitamina en el año 1933 (recibió el Premio Nobel de Química por este descubrimiento en 1937). Por otra parte, Albert Szen-Györgyi de Nagyrápolt, fisiólogo húngaro, investigó la combustión biológica y la oxidación celular, y la relacionó con la vitamina C. A este investigador se le concedió el Premio Nobel de Medicina ese mismo año. El químico Paul Karrer, científico ruso que compartió el Premio Nobel de Química con Haworth, relacionó los hidratos de carbono con esta vitamina. Estos científicos indagaron sobre qué y de qué modo podían paliar la ausencia de los alimentos vivos, que provocaban un gran daño a los navegantes.
Estos sabios buscaron, y lograron, sintetizar químicamente la vitamina C o ácido ascórbico, que se convirtió en uno de los más reconocidos aditivos. A partir de esta síntesis, se empleó el ácido ascórbico en las grandes travesías marinas.
En la década de los 80 se definieron otras muchas aplicaciones de esta vitamina, que desembocaron en la creencia popular de que era la panacea de la salud y la cura definitiva para todas las enfermedades del hombre, creencia un tanto exagerada, aunque ciertamente el consumo diario de esta vitamina es muy importante.
Dentro de las funciones más sobresalientes de esta vitamina cabe distinguir su colaboración en el desarrollo de los dientes y las encías, los huesos y todos los cartílagos del cuerpo. Es un coadyuvante en la metabolización de las grasas, y ayuda en el crecimiento y cuidado del tejido conectivo. Las personas que absorben esta vitamina presentan pieles más suaves y tersas. La vitamina C participa en la producción del colágeno (factor que evita el envejecimiento), y es imprescindible para el buen funcionamiento de neurotransmisores tales como la dopamina, la serotonina y la acetilcolina. Se la considera como la vitamina protectora del sistema inmune (este dato está siendo muy discutido desde la aparición del SIDA).
Los tejidos que más cantidad de esta vitamina acumulan son los que están más unidos al crecimiento y desarrollo orgánico, así como los que tienen una mayor influencia en la formación de la sangre. Para contrarrestar la actividad de los radicales libres se acumula en el sistema nervioso central. Se acumula igualmente dentro de los glóbulos blancos para hacer más eficaz la respuesta inmunológica.
Uniendo todos estos datos, podemos valorar esta vitamina como de gran utilidad para mantener el cuerpo joven y elástico, revitalizar el organismo con la correcta absorción de las vitaminas y minerales, y también para evitar las enfermedades degenerativas como el Alzheimer, la arterioesclerosis, el Parkinson y los problemas de córnea.
Además de todo lo expuesto, la vitamina C tiene un valor antioxidante que produce una sensación de limpieza y pureza interna. Cuando la persona se siente hastiada de alimentos basura, o no ha ingerido alimentos crudos durante varios días, el ánimo se debilita y surge un pesimismo persistente, que desemboca en un espíritu crítico. El mal humor pasa a ser un compañero fiel, y surge la cólera reprimida. El organismo se siente viejo y gastado. Los pensamientos de desconfianza hacia el futuro son constantes, y la piel de la cara se avejenta. El esfuerzo es mal recibido casi siempre. Todas estas señales son índice de una alimentación muy pobre en esta vitamina. Para reponer este estado mediante la nutrición es imprescindible incorporar todos los días ensaladas sin aditivos, elaboradas con verduras y hortalizas crudas, que se tomarán como primer plato. Como complemento, conviene tomar la fruta media hora antes de las comidas, y en ningún caso detrás.
Durante bastantes años se pensó que las aportaciones extras de estas vitaminas en forma de complementos ricos de ácido ascórbico eran muy beneficiosas. Estudios posteriores llegaron a la conclusión que es imprescindible el consumo de frutas y verduras para su absorción y metabolización orgánica, y que no es tan aconsejable el consumo adicional de ascorbato a través de suplementos.
Cuando estamos en este proceso de baja absorción de vitamina C es oportuno incluir en la alimentación diaria productos muy ricos en esta vitamina:
  • Frutas: mango, cítricos (naranja, pomelo y limón), grosellas, fresas, frambuesas, arándanos, piña, escaramujo y moras
  • Verduras: acedera, hojas de rábano, diente de león, coles de Bruselas, repollo, coliflor, brécol, nabos y todas las lechugas. Las ensaladas en general tienen gran cantidad de esta vitamina
  • Hortalizas: pimiento verde, rojo y amarillo; perejil,
  • Hay que hacer una mención muy especial al kiwi, considerado el tesoro de la vitamina C. Su densidad nutritiva está en 16, y su seguidora más cercana es la papaya con 14, seguida del limón con 13 y de la fresa con 12. (Ver estudio de Rutgers realizado por el Dr. Paul Lachance en:  www.zespri-europe.com)
En momentos de alta exigencia a nivel de fuerza, estética y resultados personales, puede resultar muy beneficioso optimizar nuestra alimentación con frutas, verduras y alimentos naturales. Seguro que sentiremos mejor humor, mayor resistencia al paso de las horas en el trabajo y también una mayor voluntad a la hora de cuidarnos. La vitamina C eleva el nivel de valentía personal, y da una mayor resistencia en los huesos y el tejido conectivo. Es como si nuestro edificio incrementara el hormigón en sus bases o cimientos. A las personas coquetas les gustará saber que las mantendrá mucho más jóvenes.
Espero que esta información os resulte interesante, y que podamos compartir comentarios y experiencias.
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Segundo post más visitado en 2009. La pereza (150)

El segundo post más visitado por todos vosotros fue el nº 84 La pereza, del día 8 de septiembre con 379 visualizaciones y 39 comentarios.

Decíamos en este post que detrás de la pereza se esconde algún sentimiento de impotencia e incapacidad. Para estos primeros días de revisión y planes de acción deberíamos estimar todos nuestros logros y afianzarnos en un Yo Puedo que nos acompañe día a día. Un valioso pensamiento que acreciente nuestra voluntad y confianza para llevar a cabo todos nuestros proyectos en este nuevo año.
Esta conversación está siendo muy clarificadora. Gracias a los participantes por vuestra colaboración.
¡Feliz día segundo del año!
La pereza (84)
Publicado por: Joaquina Fernández
martes, 08 de septiembre de 2009 8:51
Cuando a Don Miguel de Unamuno le preguntaron a qué religión pertenecía, contestó: «Porque yo, Miguel de Unamuno, como cualquier otro hombre que aspire a conciencia plena, soy una especie única. «No hay enfermedades, sino enfermos», suelen decir algunos médicos, y yo digo que no hay opiniones, sino opinantes»
Pienso que para hablar de este “pecado capital”, hay que situarse en el lugar de opinante, cuidando mucho la aproximación a un tema tan sensible. Máxime cuando se cree, como es mi caso, que todos estamos afectados, de alguna manera, por este “mal”. Decía el propio Unamuno: «La pereza, se dice, es la madre de todos los vicios, y la pereza, en efecto engendra los dos vicios; la envidia y la avaricia, que son a su vez, fuente de todos los demás vicios».
Estando bastante de acuerdo con Don Miguel, pienso sin embargo que es importante definir cuándo la pereza es pereza y cuándo es el resultado de una dificultad personal no resuelta y originaria de la infancia o de otras vivencias limitantes. Estimo que hay casos y casos de pereza, y es conveniente hablar de ellos e intentar diferenciarlos.
Fernando Savater en su libro Los siete pecados capitales, en la parte dedicada a la pereza, dice que «en ningún caso debe confundirse la pereza con ocio. El ocio, ese tiempo que no se dedica a lo laboral, puede ser rico en otras experiencias. La pereza en cambio es inactividad y falta de motivación».
Este autor nos abre la puerta a otra perspectiva sobre este asunto. ¿Es la pereza un vicio que sólo debemos contemplar en relación a trabajar? Considero que la pereza va mucho más allá de si estamos trabajando con devengo económico o no. Durante el estudio, en las labores cotidianas, al madrugar, caminar, o en cualquier otra función, aparece la desmotivación o el descuido. Se produce al disfrutar de uno mismo, de la higiene, de la vida, en cualquier momento la flojera es una garra fría que corta las alas al perezoso y le arrincona en el desánimo.
El ocioso busca entretenimiento alejado de sus obligaciones, o distrae su atención de lo importante con evasiones en el tiempo de labor. Otra cosa diferente es lo que llamamos ocio. En él están contenidas todas las acciones, que siendo activas no son lucrativas. Podemos decir que un ocioso es aquel que deja de hacer lo que debe, en el tiempo que se lo propone, mientras que el ocio son actividades que uno decide libre de cualquier imposición ajena al propio deseo.
La R.A.E. dice de la pereza que es: «Negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados; y flojedad, descuido o tardanza en las acciones o movimientos». Uniendo estos comentarios y acepciones me confirmo en la creencia de que todos contenemos alguna partícula de pereza; bien sea hacia el movimiento en sí mismo (cuando estamos haciendo algo), o hacia aquello que consideramos un deber. Ahora bien ¿es causa o efecto? ¿Somos perezosos porque es inherente a nosotros, o detrás de la indolencia se esconde una razón que deberíamos estudiar? ¿Habría que buscar soluciones al origen de este problema, que en muchos casos afecta a lo social?
Dicen algunos autores que la pereza surge de una paralización de la voluntad y el consiguiente bloqueo de la acción. Si la falta de voluntad fuera el eje de la cuestión, cabe preguntarse si la baja autoestima es uno de los focos del problema. Si unimos la baja autoestima a la ausencia de voluntad, el resultado es una anulación de poder que reduce el movimiento activo de la persona. En este caso, la pereza es inherente al «no puedo y por ello cejo en el intento».
Detrás de algunos “vagos” hay muchas acusaciones de «tú no puedes», «tú no eres capaz». También de protección y excesivo celo, con claro menoscabo a los intentos de autoafirmación. Algunas tentativas de independencia acabaron en: «para qué lo voy a intentar si luego no vale». Escenarios, todos ellos, que esconden mellas en la autoconfianza; mellas que han desembocado en un sentimiento de impotencia o pseudopereza.
La complejidad en la que nos debatimos nos va conduciendo a experiencias múltiples, donde conviven los deseos con las frustraciones, los éxitos con los fracasos. Y si bien algunos adquirimos habilidades de gestión emocional, otros, por el contrario, lidiamos con las luces y las sombras de múltiples sentimientos, desembocando en un desbordamiento que nos sume en la apatía. Entonces se nos tilda de perezosos.
No quisiera parecer benevolente con mi pereza, pues no lo soy. Para mí la pereza no es buena. Lo que deseo es recorrer todos sus vericuetos, pues algunos de ellos esconden actitudes indolentes y ociosas cuya raíz está muy lejos de ser un vicio, y muy cerca de ser una impotencia vital.
Un buen ejemplo de esto último es la lasitud que aparece después de una comida copiosa, que nos ralentiza y aletarga la mente y el cuerpo. Este estado nos conduce a dormitar y nos convierte en holgazanes durante un buen rato.
También podemos meter en este bloque las alergias (la primaveral es la más conocida), Los alérgicos sufren de lentitud en sus reflejos además de sentirse torpes mentalmente. Durante la jornada, tienen crisis de inactividad y desmotivación, que en ocasiones son valoradas como pereza.
William Cowper decía: «Una persona perezosa es un reloj sin agujas, siendo inútil tanto si anda como si está parado». Pienso que hay muy pocas personas sin agujas, y sin embargo hay muchas otras que se sienten inútiles y paradas por un yo interno que las detiene y anula.
La próxima semana seguiré hablando de la pereza en los niños. Al igual que en los adultos, detrás de la pereza infantil hay sentimientos de inferioridad, complejos, malas prácticas educativas u ocultación de verdaderos problemas.
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El post con más visitas del año 2009 (149)

Cada año, en las postreras horas del día 31 de diciembre, reflexiono sobre mi mejor actuación y la que menos me enorgullece del año. Analizo qué motivó ambas acciones y porqué he podido ser tan válida en una y tan poco correcta en la otra. Lejos de flagelarme por ello decido cuál de las dos quiero replicar para esto año y preparo mi plan de acción.
El blog que compartimos ha vivido también este chequeo, resultando que el post más visitado es el nº 91 Introversión y extroversión dos modos de enfocar la atención con 451 visitas.
Un recuerdo y agradecimiento a esta buena conversación mantenida con vosotros el pasado 17 de septiembre, jueves.
Introversión y extroversión. Dos modos de enfocar la atención (91)
Publicado por: Joaquina Fernández
jueves, 17 de septiembre de 2009 9:00
Durante su práctica médica, el psicoanalista y alumno de Freud, Carl Gustav Jung (1875–1961) observó que había dos tipos de individuos con dos maneras muy diferentes de enfocar su atención o interés. Uno de estos tipos era atraído por los objetos y todo aquello que veía en el exterior. Y el otro se quedaba impactado por lo que procedía de su interior.
A las relaciones existentes entre las influencias externas e internas Freud las llamaba «pulsiones» (energía psíquica profunda que orienta el comportamiento hacia un fin y se descarga al conseguirlo). Freud pensó que vivíamos entre dos pulsiones que eran antagónicas entre sí: una cuyo único afán era la preservación de la vida, y que nos arrastraba detrás de los placeres y los deseos, a la que llamó Eros, y otra que anhelaba la muerte y nos llevaba a buscar la calma, a la que llamó Tánatos. Jung reformuló esta visión de Freud y nombró extroversión a la pulsión  de Eros, e introversión a la de Tánatos.
El poeta alemán Goethe (1749-1832) estudió el comportamiento humano y las diferencias que percibía, empleando el término sístole y diástole para señalar estas diferencias. El poeta se fijó en que los hombres tienen dos modos muy diferentes de vivir y vivirse. Está el que siente una llamada que le pide apertura y libertad, como la sangre que sale del corazón para llenar todo el cuerpo (sístole), y el que siente un llamamiento interior que dilata su corazón y le colma de sangre (diástole). Este precisa de su silencio y recogimiento para vivirse en sí mismo. Se trata de dos modos de acceder al arte, la música, la belleza: uno comparte con el mundo; otro cierra sus ojos y reclina sobre sí toda la emoción para vivirla en soledad.
A pesar de las diferentes formulaciones, hay algo básico en todas ellas: la ilusión por las cosas que están fuera y la necesidad de salir de sí mismos que tienen unos, y la autocomplacencia que les aísla del entorno que poseen otros.
Para Jung, los extrovertidos interactúan con su entorno y participan de él seducidos por el objeto y todas las inmanencias que de él se derivan. Parece que están cautivados por el objeto, del que no pueden substraerse. El objeto es el valor preponderante, y el sujeto está subordinado a él. Es el movimiento que Goethe llama «sístole», y Freud «Eros».
Por otro lado, Jung dice que los introvertidos estiman al sujeto y dan muy poca importancia al objeto. Están interesados por lo subjetivo y tienen dificultades para relacionarse con el exterior. Se encierran en ellos mismos y sus circunstancias: la «diástole» de Goethe y el «Tánatos» de Freud.
Estas formulaciones nos aproximan a nuestra identidad, aunque al mismo tiempo también nos confunden. Ahora parece que somos una cosa y al rato otra. Para que podamos comprobar a qué grupo pertenecemos y eliminar la posible confusión, es necesario fijarse en el concepto de «preferencia».
Jung decía: «La extraversión se caracteriza normalmente por una naturaleza expansiva, abierta y complaciente, que se adapta con facilidad a una situación dada y crea vínculos rápidamente dejando de lado cualquier posible recelo». Es decir, que los factores externos son la palanca motivacional de los extravertidos, pues:
  • Adoran viajar, conocer personas y lugares nuevos.
  • Son y viven gracias a las relaciones con la familia y los amigos.
  • Necesitan los espacios abiertos: el sol, la montaña.
  • Se entusiasman con la naturaleza.
  • Les gusta hablar y verbalizar sus emociones o pensamientos.
  • Su aprendizaje es mucho más rápido cuando discuten o actúan.
  • Rehúsan las teorías y las explicaciones profundas.
  • Propician las relaciones y los proyectos.
En relación a la introversión, Jung considera «que es de una naturaleza vacilante, reflexiva y retraída que se encierra en sí misma. Rehúye de los objetos y tiende a estar a la defensiva». Podemos por tanto concluir que la palanca motivacional de los introvertidos es su mundo interior, pues:
  • Buscan los espacios privados para concentrarse.
  • Mantienen los pensamientos en sí mismos.
  • La naturaleza es un medio de reflexión, no de relación.
  • Les gusta escribir y callar sus pensamientos o emociones.
  • Su aprendizaje es mediante la reflexión y el análisis.
  • Se centran en sus intereses.
  • Rechazan las ideas o conclusiones superficiales.
  • Sólo se involucran si el asunto es muy interesante para ellos.
Si bien existe una preferencia, y es cierto que normalmente nos movemos fuera de los extremos, hay que cuidar estas particularidades. En los puestos de trabajo, en los colegios, en cualquier lugar de convivencia y desarrollo, deberíamos plantearnos favorecer el bienestar de ambas tipologías. Hablamos de continuo sobre la necesidad de rentabilizar resultados en las organizaciones, y pocas veces nos planteamos que los proyectos los realizan personas con determinadas peculiaridades, un mundo emocional, un temperamento… Para el caso que nos ocupa, son muy pocas las variaciones que tendríamos que hacer para lograr grandes éxitos.
Proponemos un estudio en el que ambas tipologías sean tenidas en cuenta para optimizar al máximo sus potenciales. En ningún caso se mermará la rentabilidad, ni será mayor el costo empresarial, si somos capaces de crear programas de desarrollo en el que se estudien las personalidades que conforman nuestros equipos. Y desde luego, debemos tener en cuenta qué y cómo somos en relación a nuestra configuración energética. El extravertido rellena sus «pilas» en el exterior y el introvertido en el interior de sí mismo. Si queremos personas que rindan al máximo, sean felices y además estén emocionalmente sanas, debemos recordar su configuración individual y única.
Freud habló de vida y muerte, Goethe de expresar y contener, Jung de objetos y personas. No hay que olvidar que somos cuerpo, sentimiento y mente. Pensemos juntos en soluciones. Gracias por vuestros comentarios.
¡Feliz día primero de 2010!
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Despedida del 2009 con alegría (148)

Darán las campanadas y sentiremos cierto alivio al despedirnos de este año caduco y postrero. Algunos lo han vivido con gran esfuerzo y pobres resultados. Otros han disfrutado de alguna que otra ventura que se entremezcló con algún fracaso. Quizá pocos disfrutaron de enormes beneficios y obtuvieron grandes éxitos. También están los que aceptaron el devenir de los hechos, y tomaron nota para aprender de las oportunidades de la crisis.

Sea como fuere, las conversaciones han sido bastante pesimistas y la alegría no nos estrechó socialmente ni en lo personal ni en lo profesional (no olvidemos que ambas parcelas están muy unidas). Lo mejor es que hemos curtido nuestra mente y nuestra emoción, y con ello somos un poco más adultos, lo que no quiere decir más sesudos. Para eso nos queda aún tiempo.
Todos agradecemos las nuevas relaciones que hemos atesorado, así como los lazos profesionales y personales que nos han enriquecido y apoyado una y otra vez.
Por nuestra parte, en mayo iniciamos este blog, y queremos agradecer las más de 35.000 visitas, los 162 amigos y todos los comentarios que han conformado este cuadro estelar que ha hecho del 2009 una película imborrable.
Desconozco las venturas que nos traerá el nuevo año. Ignoro si seremos mejores. Lo que sí quiero es que nuestras conversaciones defiendan por encima de todo la alegría y la aceptación de lo que pasa. Que no es, ni mucho menos, conformismo. Es un asunto de posición. Poner nuestro foco en las oportunidades de cambio, disfrutar del proceso y valorar los resultados. Y a tenor de estos, diseñar los planes de acción más oportunos, si es que se necesitan.
Mario Benedetti pensaba que había que defender la alegría de todo, hasta de la propia alegría. Esta poesía es un canto a lo mejor que tenemos, y que nada ni nadie nos debe arrebatar:
DEFENSA DE LA ALEGRÍA
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

Defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

Defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

Defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

Defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

Defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría

Mario Benedetti

Espero que vuestros comentarios sean una valoración del año y una apertura al nuevo.
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