Joaquina Fernández

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La taza de té. Un cuento zen para reflexionar (160)

Después de estos días de aprendizajes, hoy quisiera que reflexionáramos a través de un bello relato zen.

Es conocida la historia de Nan-in, un maestro japonés que vivió en la era Meiji, y lo que le sucedió con un profesor universitario que fue a visitarlo intrigado por la afluencia de jóvenes que acudían al jardín del maestro.
Nan-in era admirado por su sabiduría, por su prudencia y por la sencillez de su vida, a pesar de haber sido en su juventud un personaje que había brillado en la corte. Aceptaba en silencio que algunos se sentaran con él al caer de la tarde, pero no debían importunarlo después de la meditación. Entonces, parecía algo serio y hasta hosco, pero no era más que la necesaria readaptación mientras trabajaba en su jardín, pelaba patatas o remendaba la ropa.
El prestigioso profesor se hizo anunciar con antelación haciendo saber que no disponía de mucho tiempo, pues tenía que regresar a sus tareas en la universidad.
Cuando llegó, saludó al maestro y, sin más preámbulos, le preguntó por el zen. Nan-in le ofreció el té y se lo sirvió con toda la calma del mundo. Y aunque la taza del visitante ya estaba llena, el maestro siguió vertiéndolo. El profesor vio que el té se derramaba y ya no pudo contenerse.
La taza de té. Un cuento zen para reflexionar (160)– ¿Pero no se da cuenta de que está completamente llena? ¡Ya no cabe ni una gota más!
– Al igual que esta taza – respondió Nan-in sin perder la compostura ni abandonar su amable sonrisa-, usted está lleno de sus opiniones. ¿Cómo podría mostrarle lo que es el camino del zen si primero no vacía su taza?
Airado, el profesor se levantó y con una mera inclinación de cabeza se despidió sin decir palabra.
Mientras el maestro recogía los trozos de porcelana y limpiaba el suelo, un joven se acercó para ayudarle.
– Maestro, ¡cuánta suficiencia! Qué difícil debe de ser para los letrados comprender la sencillez del zen.
– No menos que para muchos jóvenes que llegan cargados de ambición y no se han esforzado por cultivar las disciplinas del estudio. Al menos, los estudiosos ya han hecho una parte del camino y tienen algo de lo que desprenderse.
– ¿Entonces, maestro, cuál es la actitud correcta?
– No juzgar, y permanecer atento.
Espero vuestros comentarios que recogerán sin duda todo lo que hemos aprendido en estos primeros días del año.
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Claves para una comunicación concreta (159)

El secreto de aburrir a la gente es decirlo todo

VOLTAIRE

Dice Rafael Echevarría en su libro Ontología del lenguaje: «Por siglos, hemos considerado al lenguaje como un instrumento que nos permite “describir” lo que percibimos (el mundo exterior) o “expresar” lo que pensamos o sentimos (mundo interior). Esta concepción hacía del lenguaje una capacidad fundamentalmente pasiva o descriptiva (…) Nuestro segundo postulado se hace cargo, precisamente, de cuestionar la concepción tradicional del lenguaje. Apoyado en los avances registrados durante las últimas décadas en el campo de la filosofía del lenguaje, este postulado reconoce que el lenguaje no sólo nos permite hablar “sobre” las cosas: el lenguaje hace que sucedan cosas (…) El lenguaje no sólo nos permite describir la realidad, sino que crea realidades».
¿Deberíamos cuidar el lenguaje en beneficio de la comunicación? En algunas ocasiones abusamos del lenguaje en un deseo vacuo de remarcar lo obvio y enredarnos en circunloquios que agotan, abruman y nos abocan a la no escucha y el desinterés. Y todo ello se produce porque, por nuestro egocentrismo, creemos que aquello que pensamos o sentimos es de interés general. De ahí la importancia de la concreción, importante pilar para conseguir generar una mayor atención y mantener más tiempo la atracción.
En geología, se denomina concreción a la acumulación en el seno de una roca de sustancias transportadas en disolución por el agua, que posteriormente se endurecen. La naturaleza nos brinda la mejor de las metáforas para definir la concreción: la esencia que queda una vez que el torrente de la comunicación se ha diluido. La reducción a lo preciso de un asunto o materia. Como define la Real Academia, concretar es tratar de una sola cosa que se considera principal, excluyendo las prescindibles o circunstanciales.
Nuestra comunicación debe ser precisa, concreta, ordenada, directa y honesta. Con ello conseguiremos lo más importante en el inicio de un proceso comunicativo: saber QUÉ queremos decir y PARA QUÉ. Y evitar todo aquello que es prescindible y somero.
Si bien conocer lo qué quiero comunicar es un primer paso, debemos analizar de inmediato al interlocutor a quien vamos a transmitir el mensaje y cuán oportuno es en este momento. Porque no se trata sólo del tema, ni tampoco del receptor, debemos ir mucho más lejos y considerar la oportunidad de la situación.
Claves para una comunicación concreta (159)
Con nuestro lenguaje construimos una imagen de nosotros que adquiere un significado preciso y diferente dependiendo de nuestra capacidad de materializar nuestro pensamiento abstracto en algo concreto y entendible. Y para ello debemos fijarnos como meta ser personas que manejemos una comunicación precisa y práctica.
Las características más sobresalientes de una persona concreta son:
Dice exactamente lo que quiere decir.
Se centra en el objetivo y no personaliza.
Informa y da datos constatables.
Habla de hechos.
Para lograr que la comunicación cumpla sus funciones de concreción debemos tener en cuenta tres pasos:
1. Asegurar que la expresión es cercana al receptor, reduciendo al máximo el personalismo, o las expresiones que no son compartidas.
2. Manejar un contenido exacto y medible, de tal modo que sea constatable y fiable.
3. Centrarse en objetivos específicos y experiencias concretas.
¿Para qué utilizamos la falta de concreción? La mayoría de nosotros empleamos la vaguedad como un juego que nos aleja de los compromisos y de las posibles reacciones negativas en el otro y en nosotros mismos. Es esta ambigüedad la que evita un contacto real y comprometido con los demás. Esconde el miedo y la cobardía a confrontar nuestra realidad con un entorno que desconocemos y que tememos. Creemos que un diálogo grandilocuente y sin objetivos nos escuda de cualquier malentendido.
¿Cómo comunicar concreción?
1. Especificar claramente qué se quiere decir y para qué.
2. Centrar el lenguaje en los asuntos que son realmente importantes evitando rodeos.
3. Valorar la necesidad del otro. Sopesar la utilidad real que tiene lo que se está comunicando.
4. Evitar teorizaciones estériles que llevan a conversaciones circulares.
5. Decir lo que se quiere con el menor número de palabras
Son varias las barreras que impiden o dificultan la comunicación concreta:
  • Lenguaje fuera de contexto. Tendencia a querer sentirse separado con un lenguaje poco próximo y que diferencie niveles.
  • No estructurar el mensaje, siendo un poco alocado, demasiado profundo o en su defecto muy superficial.
  • Una comunicación no verbal que altera el resultado comunicador.
  • No escuchar. Seguir hablando cuando el interlocutor no está prestando atención.
  • Entorno no adecuado. Desarrollar un tema de forma exhaustiva cuando el contexto no lo permite o exige otras modalidades de comunicación.
  • Sobrevalorar las ideas propias en detrimento de otras.
Para finalizar, quiero recordaros una máxima utilizada por publicistas y expertos en presentaciones: «Las abstracciones provocan distracciones. Lo concreto se entiende y recuerda».
Comparte este post con aquellas personas con las que quieras generar una comunicación repleta de lenguaje generativo y práctico.
Unas aclaraciones uniéndolo con los temperamentos que hemos estado viendo:
Sanguíneo: Pocas y útiles palabras engrandecen tu encanto
Colérico: Ser concreto no significa ser brusco
Flemático: Si dices algo ganas en simpatía
Melancólico: Buenas y pocas palabras enriquecen tu análisis
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Los tipos de personalidad y el entorno (158)

¿Sigues un objetivo durante un tiempo y lo interrumpes sin saber la causa? ¿Te consideras una persona que se adapta a todo? ¿Te desespera la falta de formalidad de tus compañeros? ¿Tienes organizadas tus vacaciones seis meses antes y no aguantas que te rompan tus planes? ¿Vives el momento con espontaneidad, enrolándote en lo que surge sin problemas?
Las variadas respuestas que damos a estas preguntas surgen de nuestra preferencia para relacionarnos con el mundo exterior. Cómo vivir nuestra vida y cómo aplicarnos en ella difiere ostensiblemente de unos a otros. Y esta diversidad para entender nuestro particular universo hace de las relaciones un pequeño enredo y nos conduce a bastantes quebraderos de cabeza.
Porque si bien la toma de decisiones es importante, o cómo recibimos la información es esencial, lo es mucho más qué capacidad tenemos de tratar con el entorno con un criterio más abierto o menos. Y es vital conocer estas diferencias, no tanto por ellas en sí mismas, que también, sino porque son causa de rupturas personales o profesionales. Los conflictos con los jefes, con los amigos, con muchos de los que nos rodean, surgen de estas pequeñas y grandes diferencias con las que miramos el día a día cada uno de nosotros.
Se da con cierta frecuencia que buscamos en el otro, sea cual sea el tipo de relación, la compensación o el complemento a nuestra carencia. Al cabo del tiempo esa misma diversidad se convierte en nuestro campo de batalla. Queremos que el otro entienda nuestro punto de vista, nuestras actuaciones. Y es imposible. O al menos, es inevitable que la disparidad genere confrontación y falta de serenidad.
P.D. me contaba: «Mi mejor amigo necesita llegar a los aeropuertos con tiempo suficiente para hacer las gestiones de embarque tranquilamente, mientras que yo apuro hasta el último minuto.
Acabamos enredados en una discusión sin fin, y llegamos tarde».
Los tipos de personalidad y el entorno (158)
Este ejemplo evidencia dos tipos de preferencias para relacionarse con el mundo exterior:
· Tipo juicio: que prefiere vivir de una forma planeada u ordenada. Todo necesita una estructura y una organización clara y precisa.
· Tipo percepción: que prefiere vivir de una forma espontánea e imprevisible. Cualquier plan le resulta una limitación, y en bastantes casos, un aburrimiento.
Es interesante descubrir cómo vive se vive el día a día dependiendo de la preferencia:
1. El tipo juicio:
o Imprescindible tener las cosas decididas.
o Hace planes a corto, medio y largo plazo.
o Su vida está organizada y es sistemática.
o Sigue una planificación y rechaza cualquier sorpresa.
o Las tensiones del último minuto le debilitan.
o Precisa establecer metas.
2. El tipo percepción:
o Necesita experimentar y no controlar.
o Vive de una forma informal.
o Se adapta a lo que pasa y permite que todo cambie de rumbo.
o Se vitaliza cuando vive presiones de último minuto.
o Le gustan las relaciones y las experiencias abiertas.
o Le es imprescindible encontrar varias opciones.
Las cualidades más sobresalientes del tipo juicio en el trabajo son:
o Hacen listas para establecer prioridades.
o Son amantes de los horarios y de respetar su cumplimiento.
o Se enfocan en terminar las tareas. Desestiman lo que aparece en el momento.
o Responden cuando pueden planear su trabajo y respetar lo que tienen previsto.
o Su mayor gozo es acabar las tareas que tienen iniciadas.
o Su capacidad de decidir es muy alta y saben cumplir con sus decisiones.
Las cualidades más sobresalientes del tipo percepción en el trabajo son:
o Libertad de horarios.
o Rompen el orden de las tareas.
o Dejan de hacer lo que estén realizando en aras de nuevas propuestas.
o Lentos para la toma de decisiones. Les gusta estudiar diferentes opciones.
o Hacen listas para recordar cosas que harán si les queda tiempo.
o Les gusta hacer cambios de última hora en los proyectos para aprovechar las ideas de última hora.
Quizá te reconozcas en ambas propuestas, y pienses que todos somos un poco de todo. Y eso es así en general. Ahora bien, te propongo que reconozcas cuál es tu preferencia en los asuntos importantes para ti. Hay algo de todo esto que te caracteriza y te distingue en tus relaciones más relevantes.
Una clara diferencia entre el tipo percepción y juicio es que a este último no le gustannada las sorpresas, mientras que el primero es amante de cualquier noticia que rompa la cotidianidad y lo establecido. Esto es visible hasta en las conversaciones. El tipo juicio se centra en resultados y logros, mientras que el tipo percepción disfruta hablando sobre las opciones que existen, y las grandes oportunidades que les depara el futuro.
Es posible que durante estos días hayas ido descubriendo cosas íntimas que facilitan tu plan de acción. Ahora quisiera que revisaras cómo vas a llevar a término ese plan y cómo va a afectar a tu alrededor. Este trabajo busca que estudies tu modo de enfrentarte a las tareas, a los horarios, al método, a un sistema reglado o un poco anárquico. En cualquier caso, se trata de ayudarte a saber quién eres, y cómo será tu comportamiento ante los retos.
Quiero remarcar que para los que transitan por el mundo desde el juicio lo importante es tener un plan determinado al que ceñirse, y que poco o nada le interesan los avatares que se van produciendo a su derredor. En cambio, el tipo percepción prefiere experimentar la vida a controlarla. Disfruta más de lo inesperado que de lo establecido.
La mayoría de las dificultades que tiene el tipo juicio vienen de su excesiva planificación. Los horarios, los objetivos y los resultados previstos son una muralla contra la espontaneidad, la informalidad y la adaptabilidad del tipo percepción.
Mi propuesta sigue siendo la que hacía en el post 155, centrar la atención en lo mejor de ambos tipos e intentar suavizar los aspectos de mayor descontrol. Esto ayudará bastante a consolidar relaciones profesionales y personales. El bienestar depende de aceptar la diversidad y confiar en nuestra competencia para integrar todas las posibilidades.
Disfrutemos de seguir un plan sin olvidar que la vida está llena de posibles experiencias que sólo pueden aparecer una vez. Respetemos que hay aspectos de la vida que necesitan de nuestra responsabilidad y de una visión más simplista y sencilla. A veces tener una opción es conseguir todo lo que esperamos.
Espero vuestros comentarios. Gracias por vuestra acogida en este nuevo año.
Bibliografía
C.G.Jung, Tipos psicológicos, traducción de R. de la Serna, editorial Letras, Chile, 1937
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Tipos de personalidad para recibir la información (157)

¿Te sientes fracasado? ¿Estás pasando una crisis de incompetencia, y piensas que no aprendes a pesar de tus grandes y continuos esfuerzos? ¿Vives un frenesí entre el esfuerzo que aplicas a todas las tareas y los resultados que logras? ¿Te desespera el tiempo que pierdes y lo poco que te cunde el día?

Muchas de estas cuestiones dependen de cómo gestionas la información que recibes de tu entorno más cercano y del modo en que reciclas todos estos datos para tu compromiso cotidiano, responsabilidad que se reparte entre tu vida personal, profesional y social.
Jung determinó que las personas, dependiendo de nuestras preferencias, teníamos dos modos claves de recoger la información. Estos dos tipos, como en el caso del post anterior (155), presentan ostensibles diferencias, que son causa de bastantes conflictos en la ya compleja interacción con los demás. Y esto es importante, además de por el autoconocimiento, porque cuando recibimos datos, estadísticas, informes, referencias, opiniones, etc., que no cubren nuestra preferencia, solemos rechazarlos, aunque sean válidos y concluyentes.
Estas dos preferencias para recibir información son:
  • Tipo sensación: aquellos que prefieren recibir información real y tangible. Sólo atienden a aquello que está sucediendo y que tiene una aplicación práctica.
  • Tipo intuición: los que prefieren recibir la información representada en un esquema. Les parece mucho más interesante conocer todas las conexiones que existen entre unos datos y otros a quedarse con lo nimio de su concreción real.
Las personas que están muy polarizadas en estas dos preferencias parecen vivir en dos mundos diferentes y sin conexión posible. Si bien esto a priori puede ser cierto, también lo es que cada uno guarda en su interior aquello que no evidencia. Las personas que son de tipo sensación temen el error de su intuición. Piensan que ésta puede ser un fraude, lo que les lleva a elaborarlo todo desde un contenido muy pragmático. Del otro lado están aquellos que gustan de la intuición y que emplean las relaciones y conexiones entre varios hechos. A pesar de que responden a su manera de percibir la realidad, también es cierto que tras esta actitud se esconde el miedo a que los detalles pormenorizados les cercenen su fantasía y les reduzcan al ostracismo y la vulgaridad.
Es interesarte considerar cómo reciben la información ambas preferencias:
1. El tipo sensación:
o Recoge la información específica.
o Le interesa el aquí y el ahora. Se aleja de las suposiciones.
o Valora las situaciones pasadas. Estudia datos que estén conectados al presente.
o Respeta todo lo que es tangible. Le exasperan los supuestos o conexiones que no entiende.
2. El tipo intuición:
o Valora el significado y la asociación. No le interesa la realidad concreta.
o Genera ideas y conexiones muy diferentes. Todo essusceptible de una nueva interpretación.
o Prefiere conectar con lo intangible. La inspiración es un valor.
o Rechaza los detalles. Le gusta la visión general.
Las cualidades más sobresalientes del tipo sensación en el trabajo son:
o Trabaja con experiencias comprobadas.
o Disfruta con lo habitual para resolver cualquier situación.
o Estima y respeta el tiempo que invierte en cada proyecto.
o Procede secuencialmente. Primero, segundo…
o En las reuniones presenta los detalles de su trabajo minuciosamente.
o Es práctico y funcional.
o No comete errores, pero rechaza su inspiración.
Las cualidades más sobresalientes del tipo intuición en el trabajo son:
o Le entusiasma las situaciones novedosas y complejas.
o Opta por cambiar antes que continuar con algo que no le entusiasma. Puede iniciar un proyecto desde cero.
o En las reuniones presenta una idea general del proyecto.
o Disfruta de aprender algo nuevo.
o Procede siguiendo su inspiración en el transcurso del proceso.
o Encuentra todas las conexiones que existen.
o Saca conclusiones que nadie ve, aunque a veces pueden ser imprecisas.
Tipos de personalidad para recibir la información (157)
Ya conoces tu modo particular de recibir la información y de procesarla. Quizá cuando estuviste conformando tu plan de acción y tomando decisiones te encontraste con algún problema para hacer tangibles tus ideas. Pasabas de una a otra, y te costaba centrarte en un proceso realizable. O por el contrario te has perdido en los detalles, y todavía estás planteándote el tiempo para la realización de cada propuesta. Tu preferencia para ordenar la información que tienes sobre ti mismo y las experiencias pasadas han condicionado tu tarea.
Quiero subrayar que quienes procesan la información desde la sensación estarán más pendientes del aquí y ahora que de vivir procedimientos novedosos o experiencias que rompan lo establecido, obviando cualquier intuición que pudiera surgir en el proceso. Tal es así que desprecian la imaginación o la chispa de aquellos que son innovadores, un tanto anárquicos y más generalistas. Por el contrario, los que son del tipo intuición viven pendientes de las conexiones reales o no que detectan en cualquier proyecto. Su visión del todo les aísla de las partes. Esta disolución de lo tangible les lleva a un futurible que no siempre es posible, con muy poco respeto a las realidades que le presenta el tipo sensación. Para ello se salta los tiempos rompiendo las agendas de todos, y destruye las tareas realizadas hasta ese momento si ya no le interesa el proyecto.
La mayoría de las dificultades para gestionar la información del tipo sensación convergen en su excesivo realismo, mientras que los del tipo intuición proceden de su inconstancia ante retos que consideraba aburridos.
Mi propuesta sigue siendo la que hacía en el post 155 de centrar la atención en lo mejor de ambos tipos e intentar suavizar los aspectos de mayor descontrol. Esto ayudará bastante a consolidar relaciones profesionales y personales. El bienestar depende de aceptar la diversidad y confiar en nuestra competencia para integrar todas las posibilidades de la información.
Reduzcamos un poco nuestra tendencia a dar detalles y ser minuciosos en la presentación de nuestros proyectos, que a veces es innecesaria. El tiempo es importante, pero registrar cada minuto no siempre conduce a optimizar nuestras funciones, ni a garantizar el triunfo que se buscaba. El reloj marca fracciones de tiempo muy diferentes dependiendo de la ligereza o densidad de nuestro ánimo.
Valoremos el esfuerzo que se ha consumido en proyectos que, si bien parecen tediosos, han promovido la ilusión para una parte de nuestro equipo. Nuestra rapidez para incorporar aprendizajes no siempre es tan efectiva, y quizá sea bueno ganar en consistencia y medir un poco más los detalles. Seguro que lo arcaico necesita un poco de innovación, pero no hay que minusvalorarlo, pues en él reside la experiencia y el conocimiento.
Espero vuestros comentarios y que sigamos juntos mucho tiempo
Bibliografía

C.G.Jung, Tipos psicológicos, traducción de R. de la Serna, editorial Letras, Chile, 1937
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Solidaridad. Fábula de Esopo: Los hijos del labrador (156)

Los vencedores no son aquéllos que están siempre aferrados a sus bienes; ni los que se pasan la vida rezando con las cuentas secas del deber; son aquéllos que aman porque viven, y vencen de veras porque de veras se dan; los que aceptan el dolor con toda su alma y con toda su alma separan el dolor; los que crean porque conocen el secreto de la única alegría, que es el secreto del desprendimiento

«Los hijos de un labrador vivían permanentemente en medio de discusiones y peleas. Sus llamados a la concordia  eran inútiles para hacerles mejorar sus sentimientos, por lo cual resolvió darles una lección con la experiencia.
Les llamó y les pidió que le llevaran un manojo de varas. Cumplida la orden, les dio las varas en haz y les dijo que las rompieran todas al mismo tiempo; más a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron. Entonces deshizo el haz y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron fácilmente.
-¡Se dan cuenta! -les dijo el padre-. Si también ustedes, hijos míos, permanecen unidos como el haz de varas, serán invencibles ante la adversidad; pero si están divididos serán vencidos uno a uno con facilidad».
Esta maravillosa fábula, escrita en el siglo VI aC por Esopo, nos ayuda a reflexionar sobre la necesidad de convertirnos en un haz de ideas, de fuerza, de entrega, que nada ni nadie puede destruir.
Necesitamos llegar al desprendimiento del que habla Tagore. En estos momentos las organizaciones, y las personas en particular, debemos hacer un ejercicio sincero de donación hacia todos aquellos que lo necesitan. Activar para ello la alegría y la sencillez, relativizando la importancia de lo que hacemos y potenciando lo que aún nos queda por resolver en este camino alucinante de convertirnos todos en uno.

Solidaridad. Fábula de Esopo: Los hijos del labrador (156)

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Tipos de personalidad para la toma de decisiones (155)

El plan de acción propuesto en el post 154 exigía una toma de decisión previa que implicaba responder a estas cuestiones: ¿qué es lo que me preocupa realmente?, ¿cuál sería la acción más adecuada para deshacer este desaguisado que me conmueve y me inmoviliza con igual fuerza?

La mejor parte de nuestra personalidad es la que nos permite disfrutar de todos los matices posibles para cualquier acción que vayamos a realizar. No cabe duda de que un plan de acción que busca favorecer un cambio personal condiciona nuestra naturaleza y nos detiene. A veces porque nos asusta el resultado positivo, y otras porque nos sentimos maniatados por relaciones y vivencias que nos atemoriza abandonar.
Tipos de personalidad para la toma de decisiones (155)Carl Jung determinó que había dos preferencias para la toma de decisiones, y que cada uno empleábamos una en detrimento de la otra:
· Tipo pensamiento: aquellos que prefieren tomar las decisiones con una visión más clara y objetiva, empleando el análisis y la lógica.
· Tipo sentimiento: los que prefieren tener en cuenta los valores personales, pensando en la situación y en las personas que están implicadas en la misma.
No se trata de etiquetar a unos u otros, sino de ampliar los modos de comportamiento de la psique y conocernos un poco mejor. Para ello, vamos a describir algunas de las formas de plantearse la toma de decisiones de estos dos tipos:
1. El tipo pensamiento:
o Falta de apasionamiento. Son capaces de salirse de la situación y verla con perspectiva.
o Rapidez para encontrar los errores y criticar.
o Emplean la lógica y se distancian de los individuos que participan de la situación.
o Valoran el objeto y los beneficios resultantes.
2. El tipo sentimiento:
o Se sumergen en la situación para sopesar los motivos.
o Buscan puntos en común y suelen tener en cuenta a las partes implicadas.
o Toman las decisiones a partir de sus valores personales.
o Valoran a los sujetos implicados por encima del objeto.
Las cualidades más sobresalientes del tipo pensamiento son:
o Su enfoque está en lo que puede hacer.
o Lo importante es analizar objetivamente cada situación.
o Es imprescindible encontrar la verdad.
o Todas las acciones tienen una causa y de ellas se deriva un efecto.
o Acepta los criterios que son impersonales.
o Todo es criticable.
o Las decisiones deben ser razonables y lógicas para que sean válidas.
o El pensamiento será objetivo y frío.
Las cualidades más sobresalientes del tipo sentimiento:
o Es importante analizar las circunstancias personales.
o Todas las cosas tienen un lado positivo y hay que elogiarlo.
o La compasión debe regir la toma de decisiones.
o Los valores personales son su guía.
o Es necesario tener en cuenta los puntos de vista de los otros.
o Procuran la armonía y el bienestar de los demás.
o El enfoque es hacia las relaciones.
Ahora podemos situarnos en nuestra preferencia cuando tomamos decisiones, lo que nos servirá para el plan de acción que propusimos ayer. Podemos ser del tipo pensamiento, enfocados a la tarea, o del tipo sentimiento, orientados a las relaciones. Ambos son igual de válidos.
No obstante lo dicho, es necesario remarcar que quienes se dirijan por el pensamiento estarán más pendientes del resultado que del proceso, obviando a las personas que participan en él. Por el contrario, los que son del tipo sentimiento olvidarán las acciones que exige su plan de acción, y se centrarán en descubrir si están dispuestos a dejar algunos de los placeres que obtienen con sus relaciones.
La mayoría de las objeciones para tomar decisiones del tipo pensamiento habrán aparecido por su excesiva crítica y análisis, mientras que los del tipo sentimiento habrán flaqueado ante el temor a que les dejen de querer.
Propongo buscar lo mejor de los dos grupos e intentar relativizar los puntos más polarizados para ser más justos con nosotros mismos y darnos la oportunidad de hacer cambios de valor que nos ayuden a sentirnos mucho más felices.
Reduzcamos un poco nuestro espíritu crítico y minusvaloremos los resultados en aras de disfrutar del proceso que nos llevará a triunfar en nuestros objetivos. Es el momento de estimar a los que nos acompañan en el camino.
Valoremos en su justa medida las relaciones afectivas y profesionales que tenemos, dando cabida al análisis lógico y equilibrado desde los valores y la coherencia.
Bibliografía:

C.G.Jung, Tipos psicológicos, traducción de R. de la Serna, editorial Letras, Chile, 1937.
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Cómo realizar un plan de acción para promover cambios (154)

Casi todos los días nos quejamos de que algo no funciona. Vamos por la vida como si fuéramos un dolor andante. Caminan las palabras tristes delante de nuestros pasos. Las ventanas de los vagones del tren o los cristales de los autobuses podrían contar historias para no dormir de los millones de momentos en los que el pesimismo fue nuestro compañero de viaje.

En realidad nos falta un guión bien escrito. No sabemos qué nos ocurre. Nos enredamos y nos aturdimos con los problemas. Cuando nos asola el pesimismo telefoneamos a algún amigo, quien escucha pacientemente nuestro particular melodrama carente de argumento y sin posible desenlace.
Propongo que demos los siguientes pasos, a ver qué pasa en los próximos días:
1. Qué definamos muy bien qué nos sucede. Para ello tomemos un papel y empecemos sin más dilación a escribir nuestro descontento:
o Identificar el área en la que tenemos el conflicto: trabajo, pareja, economía, sexo…
o Cómo nos sentimos por esta situación. Qué sentimiento nos acompaña: miedo, cólera, pesimismo, pesadumbre, ansiedad, tristeza…
o Qué utilidad nos reporta seguir con el problema y hablar de ello sin hallar una posible solución. Raramente aceptamos que las dificultades tienen un sentido. Por ejemplo, logramos una mayor atención, pues somos víctimas y nos consuelan.
o Qué pasaría si lo resolvemos. Podría hacernos avanzar y tememos el éxito o el fracaso, el ser responsables y maduros.
2. Llegados a este punto sólo cabe preguntarse si realmente queremos resolver aquello que nos asola. No siempre estamos dispuestos a darle una solución a los conflictos. Querer sólo no es poder, aunque desde luego, es el segundo paso para lograrlo. Los puntos clave que dificultan la predisposición al cambio son:
o Los hábitos y costumbres.
o Las creencias limitadoras de las pasadas experiencias.
3. Si hemos superado el conocimiento (pensamiento) y queremos (sentimiento), ya sólo nos queda la realización (acción). Hay que marcar una tarea o serie de acciones que nos vayan situando en la línea de flotación, para que dejemos de sentirnos ahogados por el embrollo en el que estábamos metidos. Debemos cerrar los ojos y tirarnos al vacío, porque hay que hacer cosas muy distintas que marquen un antes y un después. Despidamos a la queja, dejemos de ser víctimas y situémonos en la línea de salida con respuestas claras a estas tres preguntas:
o Qué quiero lograr (objetivo).
o Cómo voy a conseguirlo (hábitos que tendré que dejar, actitudes que ya no son válidas).
o Para qué quiero este objetivo. Qué utilidad me reporta y si estoy preparado para un resultado exitoso.
4. Ya estamos en la recta final. Definamos la tarea específica para el objetivo que hemos señalado en el punto 3:
o Qué voy a hacer.
o Cuándo lo voy a hacer.
o Quiénes van a estar implicados.
Sería aconsejable emprender este camino con tareas muy sencillas y específicas. El triunfo está en ser conscientes de nuestras posibilidades actuales e ir acrecentándolas.
Me encantará atender a vuestros comentarios sobre esta propuesta y conocer vuestro proceso.
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No al paro. José Saramago en su cuaderno (153)

He empezado el año leyendo los trabajos que otros escritores han hecho en la Red. Algunos me han sorprendido por sus propuestas sencillas y fáciles. Muchos me han dejado impasible. Y el que más me ha conmocionado ha sido el trabajo de José Saramago sobre el paro.

Él lo llama «No al paro».
José Saramago, con 87 años (16 de noviembre de 1922), cuestiona la situación actual y nos pregunta qué hacemos cada uno de nosotros, observadores impasibles del paso sin freno de los grandes potentados económicos y financieros. También nos pregunta qué hacemos ante el deseo de conquista enloquecido de poder y dinero que nos invade.
El escritor portugués se pregunta si son realmente los expertos los que conseguirán sacarnos del conflicto en el que estamos inmersos, cuando son estos mismos expertos los que nos han abocado a él.
El escritor considera el paro como un lento genocidio de la humanidad. Y nos pide que denunciemos todo lo que esta situación está provocando.
No al paro. José Saramago en su cuaderno (153)Es admirable el verbo de este premio Nobel, y mucho más su valentía para denunciar hechos tan deleznables de la sociedad de esta década. Sus palabras tienen una contundencia que hace que tiemble al rebatirlas o discrepar; no por ello dejo de disentir con este párrafo:
«Decir “No al paro” es un deber ético, un imperativo moral. Como lo es denunciar que esta situación no la generaron los trabajadores, que no son los empleados los que deben pagar la estulticia y los errores del sistema.»
Lógicamente, los trabajadores no somos generadores de esta circunstancia en su totalidad, aunque pienso que sí lo somos de una forma parcial y tangencial.
La actitud generalizada, cuando no estamos afectados por una problemática social, es aislarnos y no participar activamente. Miramos de soslayo los hechos y hablamos de ellos someramente y en foros de bajo riesgo cuando el despedido es de otra empresa y no cabe la posibilidad de que nos toque a alguno de nosotros.
Nuestra sensibilización fuera del área de riesgo es casi nula. Y no hablo solo de crisis profesionales, también de las personales. Poco o nada hacemos con nuestras relaciones, con nuestros amigos, con nuestro entorno; con cada uno de los pilares de nuestra estabilidad personal o social si no le hemos visto las orejas al lobo. Esto hace que en muchos casos no seamos proactivos en temas de gran valor para nosotros. Dice un dicho popular que «cuando veas las barbas de tu amigo cortar pon las tuyas a remojar». Quizá esto no sea suficiente y debamos tener una actitud mucho más proactiva, mediante objetivos diarios en los que primen los intereses sociales sobre los nuestros, entendiendo que es de este modo como nos beneficiamos todos.
Se trata de liberarnos de la cobardía y activar nuestros valores más sobresalientes en pos de una mejora sustancial para la colectividad. Generalmente sólo participamos y exigimos la implicación de los demás cuando nuestra piel está en juego. Esta falta de generosidad que nos asola hace que los movimientos sociales sean lentos e inoperantes.
El paro no lo vive el que está parado únicamente, si no cada uno de los que estamos dentro del sistema. Por ello, estoy de acuerdo con párrafo final de nuestro escritor:
«Sabemos que podemos salir de esta crisis, sabemos que no pedimos la luna. Y sabemos que tenemos voz para usarla. Frente a la soberbia del sistema, invoquemos nuestro derecho a la crítica y nuestra protesta. Ellos no lo saben todo. Se han equivocado. Nos han engañado. No toleremos ser sus víctimas».
No seamos víctimas del paro, ni de nuestras relaciones, ni de ninguna cosa, pero sobre todo no seamos víctimas de nuestra soberbia. Las organizaciones y todo lo que nos rodea nos necesita activamente.
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Últimos avances de la tecnología interior (152)

En la última Feria Internacional de Contenidos Digitales, Bernardo Hernández, director mundial de marketing de Google, explicó los cuatro pasos necesarios para tener éxito en el mundo de Internet:

1. Contar con una tecnología punta y competitiva que permita actuar de forma mucho más eficiente y distinta a como lo veníamos realizando.
2. Incorporar contenidos atractivos que mantengan vivo el interés para generar usuarios.
3. Fidelizar a estos usuarios,  que enriquecerán los contenidos a través de sus comentarios e interacción.
4. Crear un modelo publicitario que acabe configurando una economía sostenible que permita mantener todo el sistema.
A lo mejor deberíamos aprovechar estos puntos para aplicarlos con éxito al desarrollo personal. Porque, si bien, como dice Hernández, la tecnología evoluciona cada día más rápido, las personas necesitamos una revolución interior que nos estimule hacia unas mejores prácticas.
¿Qué os parece esta propuesta?:
  • Descubrir nuestro potencial más innovador y optimizar su rendimiento de forma que hagamos lo mismo, pero de una forma mucho más eficaz.
  •  Ampliar nuestra formación de modo que enriquezcamos nuestros conocimientos con habilidades humanistas y técnicas, para así generar interés y posibilidades de intercambio con otros.
  • Participar activamente en diferentes redes sociales, fortaleciendo las relaciones existentes y con una mayor apertura a la diversidad. De este modo se enriquecerá nuestro material cognitivo y emocional.
  • Crear un modelo de marca propia que estimule a los amigos y colaboradores para publicitar nuestros avances. Así seremos generadores de cambio y posibles líderes de opinión. Y sin duda transformadores del entorno.
¿Para qué sirve todo esto?
Últimos avances de la tecnología interior (152)
Nuestro cerebro es más poderoso y avanzado que cualquier máquina inventada por él. Si aplicamos la tecnología de nuestro cambio interior a las acciones diarias el éxito seguro que está servido.
Hernández comentó que cada día hay 1.500 millones de búsquedas en Google. La información, con la que se responde a estas preguntas ha sido elaborada por millones de personas que la ponen a disposición de todos nosotros, sin distinción de clases, color, sexo, nivel intelectual, temperamento, etc. Al mismo tiempo, más de 1.000 millones de seres desconocen si podrán comer o no. Estos seres no tienen un lugar al que acudir, ni nosotros ponemos a su disposición lo que nos sobra para que ellos los disfruten. Tampoco tienen acceso a algún medio tecnológico que les reporte información de cómo lograr lo que necesitan, y sólo algunos consiguen vivir de la caridad de otros.
Acaso debamos construir un mundo más generoso, y para ello hay que cambiar la tecnología interior. Es posible que si ponemos en marcha el plan de los cuatro puntos anteriores en nuestro sistema social, consigamos todos los éxitos que la informática y la tecnología en general están consiguiendo.
Si consideremos que Internet es un «país internauta», podría estipularse que el 0,7% del porcentaje de los beneficios recogidos en concepto de publicidad que se genera en los buscadores se ingresara directamente en un banco internacional de microcréditos para los desfavorecidos, quienes tendrían que devolver el dinero una vez logrados sus objetivos.
Las ideas magníficas, como las que explicaba el director mundial de marketing de Google, deberían estar también al servicio de la humanidad. Ideas para recuperar al mundo sin ánimo de lucro.
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Tercer post más visitado en 2009 (151)

Dicen los orientales que el elemento fuego sirve para superar cualquier avatar. Sus llamas dan luz y claridad a las situaciones, y cuando se eleva nos convierte en observadores de nuestros miedos diluyéndoles con su calor y su fuerza. Además el fuego nos reconforta y reanima para continuar las jornadas cuando parece que estamos exhaustos.


En la alimentación emocional el elemento fuego son Las Vitaminas. Estos microalimentos son generadores de salud, bienestar, alegría, confortabilidad, y de todo aquello que hemos necesitado para superar las pasadas crisis. Estas pequeñas amigas han sido las promotoras de esos momentos de gran poder que nos han llevado hasta el momento presente.
El post nº 95 Las Vitaminas. Aprender y ser felices depende de ellas. Vitamina C ha sido el tercer post más visitado por vosotros con 368 visualizaciones.
Os agradecemos vuestra colaboración en este año 2009 que hemos dejado atrás y esperamos que en este nuevo año sigamos compartiendo conocimientos y experiencias y que el elemento fuego nos siga dando el calor y la luz que precisamos para ello.
Alimentación emocional: las vitaminas. Aprender y ser felices depende de ellas. Vitamina C (95)
Publicado por: Joaquina Fernández
miércoles, 23 de septiembre de 2009 6:31
¿Tus defensas están altas? ¿Tus heridas cicatrizan rápidamente? ¿Absorbes el hierro y alejas las anemias de tu vida? ¿Tus encías están sanas y no sangran? ¿Tus huesos son sólidos y soportan los golpes sin romperse? ¿Tu cabello es resistente y soporta los cambios de estación? ¿Tu ánimo se mantiene cuando llega el invierno o hay menos horas de sol? Estas respuestas serán positivas si tu alimentación te aporta suficiente vitamina C.
El descubrimiento de esta vitamina está unido a la inquietud social de finales del siglo XIX por el alto índice de muertes de los navegantes. Los datos apuntaban a que los marineros fallecían debido a su alimentación deficitaria en productos perecederos como frutas y verduras. Tras estudiar los grupos de riesgo, se comprobó que los barcos provistos de limones tenían menos tasas de muertos. Los hombres de mar que tomaban cítricos (con una alta tasa de vitamina C) llegaban a puerto en mejores condiciones que los otros.
El químico e investigador británico Walter Norman Haworth determinó la estructura química de esta vitamina en el año 1933 (recibió el Premio Nobel de Química por este descubrimiento en 1937). Por otra parte, Albert Szen-Györgyi de Nagyrápolt, fisiólogo húngaro, investigó la combustión biológica y la oxidación celular, y la relacionó con la vitamina C. A este investigador se le concedió el Premio Nobel de Medicina ese mismo año. El químico Paul Karrer, científico ruso que compartió el Premio Nobel de Química con Haworth, relacionó los hidratos de carbono con esta vitamina. Estos científicos indagaron sobre qué y de qué modo podían paliar la ausencia de los alimentos vivos, que provocaban un gran daño a los navegantes.
Estos sabios buscaron, y lograron, sintetizar químicamente la vitamina C o ácido ascórbico, que se convirtió en uno de los más reconocidos aditivos. A partir de esta síntesis, se empleó el ácido ascórbico en las grandes travesías marinas.
En la década de los 80 se definieron otras muchas aplicaciones de esta vitamina, que desembocaron en la creencia popular de que era la panacea de la salud y la cura definitiva para todas las enfermedades del hombre, creencia un tanto exagerada, aunque ciertamente el consumo diario de esta vitamina es muy importante.
Dentro de las funciones más sobresalientes de esta vitamina cabe distinguir su colaboración en el desarrollo de los dientes y las encías, los huesos y todos los cartílagos del cuerpo. Es un coadyuvante en la metabolización de las grasas, y ayuda en el crecimiento y cuidado del tejido conectivo. Las personas que absorben esta vitamina presentan pieles más suaves y tersas. La vitamina C participa en la producción del colágeno (factor que evita el envejecimiento), y es imprescindible para el buen funcionamiento de neurotransmisores tales como la dopamina, la serotonina y la acetilcolina. Se la considera como la vitamina protectora del sistema inmune (este dato está siendo muy discutido desde la aparición del SIDA).
Los tejidos que más cantidad de esta vitamina acumulan son los que están más unidos al crecimiento y desarrollo orgánico, así como los que tienen una mayor influencia en la formación de la sangre. Para contrarrestar la actividad de los radicales libres se acumula en el sistema nervioso central. Se acumula igualmente dentro de los glóbulos blancos para hacer más eficaz la respuesta inmunológica.
Uniendo todos estos datos, podemos valorar esta vitamina como de gran utilidad para mantener el cuerpo joven y elástico, revitalizar el organismo con la correcta absorción de las vitaminas y minerales, y también para evitar las enfermedades degenerativas como el Alzheimer, la arterioesclerosis, el Parkinson y los problemas de córnea.
Además de todo lo expuesto, la vitamina C tiene un valor antioxidante que produce una sensación de limpieza y pureza interna. Cuando la persona se siente hastiada de alimentos basura, o no ha ingerido alimentos crudos durante varios días, el ánimo se debilita y surge un pesimismo persistente, que desemboca en un espíritu crítico. El mal humor pasa a ser un compañero fiel, y surge la cólera reprimida. El organismo se siente viejo y gastado. Los pensamientos de desconfianza hacia el futuro son constantes, y la piel de la cara se avejenta. El esfuerzo es mal recibido casi siempre. Todas estas señales son índice de una alimentación muy pobre en esta vitamina. Para reponer este estado mediante la nutrición es imprescindible incorporar todos los días ensaladas sin aditivos, elaboradas con verduras y hortalizas crudas, que se tomarán como primer plato. Como complemento, conviene tomar la fruta media hora antes de las comidas, y en ningún caso detrás.
Durante bastantes años se pensó que las aportaciones extras de estas vitaminas en forma de complementos ricos de ácido ascórbico eran muy beneficiosas. Estudios posteriores llegaron a la conclusión que es imprescindible el consumo de frutas y verduras para su absorción y metabolización orgánica, y que no es tan aconsejable el consumo adicional de ascorbato a través de suplementos.
Cuando estamos en este proceso de baja absorción de vitamina C es oportuno incluir en la alimentación diaria productos muy ricos en esta vitamina:
  • Frutas: mango, cítricos (naranja, pomelo y limón), grosellas, fresas, frambuesas, arándanos, piña, escaramujo y moras
  • Verduras: acedera, hojas de rábano, diente de león, coles de Bruselas, repollo, coliflor, brécol, nabos y todas las lechugas. Las ensaladas en general tienen gran cantidad de esta vitamina
  • Hortalizas: pimiento verde, rojo y amarillo; perejil,
  • Hay que hacer una mención muy especial al kiwi, considerado el tesoro de la vitamina C. Su densidad nutritiva está en 16, y su seguidora más cercana es la papaya con 14, seguida del limón con 13 y de la fresa con 12. (Ver estudio de Rutgers realizado por el Dr. Paul Lachance en:  www.zespri-europe.com)
En momentos de alta exigencia a nivel de fuerza, estética y resultados personales, puede resultar muy beneficioso optimizar nuestra alimentación con frutas, verduras y alimentos naturales. Seguro que sentiremos mejor humor, mayor resistencia al paso de las horas en el trabajo y también una mayor voluntad a la hora de cuidarnos. La vitamina C eleva el nivel de valentía personal, y da una mayor resistencia en los huesos y el tejido conectivo. Es como si nuestro edificio incrementara el hormigón en sus bases o cimientos. A las personas coquetas les gustará saber que las mantendrá mucho más jóvenes.
Espero que esta información os resulte interesante, y que podamos compartir comentarios y experiencias.
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