¿Te sientes vital y fuerte? ¿Mantienes tu atención y la memoria a pesar del paso del tiempo? ¿Consigues perseverar en tu ánimo y entregarte a tus proyectos? ¿En tus últimos análisis los niveles de glóbulos rojos estaban en los parámetros correctos? Estas respuestas serán positivas si tu alimentación te aporta suficiente vitamina B12.

La historia del descubrimiento de esta vitamina tiene más de 150 años. Ya en 1855 Thomas Addison describió la sintomatología más grave de su carencia, la anemia perniciosa o anemia crónica, término qué acuñó en el año 1872 Biermer. En Medicina, a esta enfermedad se le llama «enfermedad de Addison Bermier» en reconocimiento a estos dos grandes investigadores.
Pasados los años 20, George H. Whipple (premio Nobel de Medicina) realizó experimentos con perros generando una anemia artificial. Para ello les provocaba sangrados y les alimentaba con hígado crudo. Los resultados fueron sorprendentes. Los perros alimentados de esta manera eran mucho más resistentes a cualquier tipo de enfermedades. Apoyado en estos datos, George Richards Minot descubrió que la anemia perniciosa consistía en una pérdida gradual de glóbulos rojos y un aumento de tamaño de los mismos. Minot compartió estos datos con su colega William Parry Murphy, e iniciaron unos tratamientos con enfermos anémicos a base de alimentarlos con unos 250 gramos de hígado crudo diarios. Los resultados fueron altamente positivos.
A pesar de estos éxitos, los estudiosos siguieron analizando y buscando respuestas a esta grave dolencia, que se recrudeció después de las grandes guerras, y que afectaba a muchos sectores de la sociedad. Pasados más de veinte años, hacia 1946, Karl Folkers consiguió aislar la cianocobalamina de un hígado de vaca. A este descubrimiento se le reconoció como el «factor antianemia perniciosa».
Ya en el año 1962, la química Dorothy C. Hodgkin realizaba una serie de investigaciones mediante difracción con Rayos X cuando logró dilucidar la estructura química de esta vitamina. Este hecho representó un gran avance en el tratamiento de los casos graves de anemias perniciosas que estaban asolando a los grupos económicamente más débiles. Por este gran descubrimiento le dieron a Hodgkin el premio Nobel de Química en el año 1964. En 1978, la B12 fue totalmente sintetizada por Albert Eschenmoser.
Dentro de las funciones más sobresalientes de esta vitamina cabe distinguir la formación de las células sanguíneas y de la médula ósea. También se encarga de la producción de material genético junto al ácido fólico. Esta vitamina es vital para el mantenimiento del sistema nervioso central. Y al igual que todas las vitaminas del grupo B contribuye al metabolismo de las grasas, proteínas y carbohidratos.
L a mayoría de los niños y jóvenes de los años 60 elevaron su vitalidad a costa de pinchazos lacerantes con vitamina B12 extraída del hígado de animales. Fueron estas vitaminas de hígado, en forma de dañinas lanzas, las que permitieron que muchos de aquellos críos no murieran, que otros se recuperaran del cansancio, que elevaran su deprimido estado de ánimo y que pudieran mantenerse en la lucha por la supervivencia en un entorno mísero.
Quisiera que este post sirviera para tomar consciencia de la importancia de esta vitamina en la vida del hombre. Porque, si bien el hambre ahora está mucho más localizada, y la sociedad occidental vive un exceso de alimentación, no por ello hemos conseguido cuidar el sistema nervioso, ni reducir el estrés que se deriva en desarreglos digestivos e intestinales. O el malestar intestinal que debilita el factor intrínseco, imprescindible para la correcta absorción de esta vitamina. También es alarmante el creciente nivel de enfermedades cardiovasculares desde finales del siglo pasado. Sin olvidar la esclerosis múltiple por rotura de la envoltura mielínica. Cualquiera de estas anomalías está ligada a la deficiente absorción o baja aportación de esta vitamina.
Si bien todos estos datos son importantes, ninguno de ellos nos aproxima al verdadero valor de esta vitamina en el campo de las emociones. La vitamina B12 es el vehículo que nos hace sentirnos vivos. Nos lleva por el valle de la vitalidad y nos refuerza para subir las montañas del esfuerzo, una y otra vez, sin que cunda el desánimo. Cuando hay una carencia o baja absorción de esta vitamina, surge el abatimiento total. Es un decaimiento general que se apodera de las piernas y sube por el tronco debilitando la espalda. Apetece cerrar los ojos y dejar que el tiempo pase. Parece que las constantes van a parar y que la vida ha llegado a su fin. Después suele producirse una fuerte depresión sin ilusión por vivir o luchar. La mente se enturbia y se desorienta. La melancolía reduce las ilusiones y debilita la memoria a corto plazo. Y cuando llega la edad madura, la carencia de B12 hace que brote la demencia.
La vitamina B12 es producida por unos microorganismos que están en las raíces de las plantas y en el intestino de los animales. Las necesidades del organismo pueden cubrirse con:
  • Pescados y mariscos: róbalo, almejas, cangrejo, langosta, sardinas, camarones.
  • Carnes: res, pollo, hígado de ternera, cerdo, salchichas, pavo, cordero.
  • Derivados lácteos: leche, queso azul, queso camembert, queso gorgonzola, queso suizo.
  • Huevos.
  • Algas: la Nori es una de las más ricas.
  • El Aloe vera también es rico en esta vitamina.
  • Extracto de levadura.
  • Copos de cereales.
  • La hierba Angélica sinensis es una de las pocas plantas que contiene cantidades significativas de esta vitamina. En China, Corea y otros países asiáticos se utiliza para las anemias, los problemas de hipertensión y la fatiga.
La vitalidad de la sangre es uno de los motores de nuestro estado de ánimo. Es el marcador de nuestra energía y el impulsor para sentir que todo logro es posible. La carencia de este sentimiento hace que vivir sea una pequeña tortura. La vitamina B12 nos ayuda a alcanzar la vitalidad y la ilusión, en colaboración con el ácido fólico, como vimos la semana pasada.
Espero que esta información os resulte interesante y que podamos compartir comentarios y experiencias
Video relacionado: