felicidad

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La rojigualda

Madrid se llenó de rojo y la algarabía inundó de fiesta las calles. La «Roja» fue aplaudida vitoreada, ensalzada y se enarbolaron las banderas rojigualdas profusamente. Los que venimos de lejos nunca antes habíamos visto tanta conexión. El bipartidismo quedó abolido por instantes. La gresca política, tan ácida y molesta, bajo la guardia y los de derechas y los de izquierdas gritaban del mismo modo y con el mismo ritmo.

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La felicidad de no depender

La historia de hoy nos lleva hasta la India y no cuenta la historia de un hombre que se trasladó a otra aldea y se encontró con un sennyasí. Este es un mendigo, que tras haber alcanzado la iluminación, comprende que el mundo es su hogar y el cielo su techo. El Señor cuidará de él y eso le permite trasladarse de un lugar a otro.

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Discernimiento

Saber qué hacer en todo momento. Esa sería la clave para sentirnos dentro del Camino de vuelta a Casa. Ahora bien, ¿cómo conocer qué es lo correcto y qué no? Posiblemente para clarificarlo es imprescindible ampliar el marco de referencia más allá de lo bueno, y de lo menos bueno.

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Butan. El reino que midió la felicidad (133)

¿Eres feliz? Una y otra vez he preguntado por su felicidad a todos aquellos que han pasado por mi vida. Buscaba, y aún investigo, el grado de satisfacción y alegría que nos inunda a cada uno de nosotros. Algunos me han mirado con aquiescencia, otros como si estuviera falta de cordura. Los menos se han permitido despreciar cualquier afán de ser feliz.
Los significados de la felicidad han sido discutidos por filósofos, sociólogos, y por muchos estudiosos que ahondan en los paradigmas del hombre. Y ha sido una cuestión vital resolver el secreto de este tesoro. Algunos hemos ansiado descifrar el mapa de la felicidad. Infructuosamente. Porque si bien casi todos los pensadores coinciden en que el hombre busca insistentemente su felicidad, también lo es que pocos coinciden a la hora de precisar qué significa exactamente.
Quizá, como decía Aristóteles en su Ética a Nicómaco, la felicidad debía ser algún tipo de actividad. Aristóteles desterraba la posibilidad de que la felicidad fuera un placer en sí misma, dado que el placer surge de una sensación o estado que se deriva de actividades que resultaban placenteras. Este gran filósofo consideraba que el hombre tenía habilidades y cualidades, tanto psicológicas como físicas, y que la felicidad debería derivarse de poner en práctica lo mejor de cada uno. La meta se centraría en lograr la felicidad en sí misma. No sería un fin para conseguir a través de ella otra cosa. Es decir: la felicidad como meta y objetivo único. En ningún caso como medio.
Sócrates pensaba que el conocimiento es verdadero cuando llega desde dentro de las personas. La comprensión de la felicidad no podría darse, por tanto, mientras no proceda del interior de uno mismo. No hay posibilidad de que sea impuesta por otros ni que las conclusiones de unos sirvan para los demás.
En la Grecia clásica había varias posturas sobre la felicidad. Todas ellas ponían de manifiesto la divergencia de criterios sobre la misma:
  • Aristóteles defendía que ser feliz es la autorrealización. Cuando un ser humano lograba sus metas, conseguía la felicidad.
  • Los estoicos pensaban que la felicidad era lograr la autosuficiencia, no depender de otro para vivir o alcanzar las metas propias.
  • Ser feliz para los epicúreos era experimentar placer en el desarrollo intelectual y físico, evitando el sufrimiento en todos los niveles.
Entre Aristóteles y Epicuro existía una gran diferencia. El primero pensaba que era natural que el hombre fuera feliz, y que convirtiera dicho estado en su razón de existir, mientras que el segundo planteaba la felicidad como el resultado de vivir el placer.
Butan. El reino que midió la felicidad (133)
El 2 de Junio de 1974, en su discurso de coronación, Jigme Singye Wangchuck dijo: «La felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto» (El País Semanal Nº 1.731). Tenía 18 años y se convertía, tras la repentina muerte de su padre, en el monarca más joven del mundo. Más de veinte siglos separan los pensamientos de los clásicos griegos de este joven e inexperto rey, y sin embargo parecen existir grandes coincidencias con el pensamiento socrático y aristotélico. Jigme Singye Wangchuck ha implementado en su pequeño país del Himalaya el índice de felicidad bruta, FIB, a diferencia del PIB, que mide la economía y el bienestar de todos los demás países del mundo.
El gobierno butanés considera que el progreso de sus ciudadanos debe medirse por algo más que los logros económicos. La sociedad debe equiparar los beneficios materiales con los espirituales y con el desarrollo de las personas. Cada movimiento debe buscar no sólo el rendimiento económico, sino analizar si conduce a la felicidad. El FIB se basa en los principios filosóficos del budismo, en el que todos los seres persiguen la felicidad. A esto se añade que en Bután se considera que es el gobierno quien debe crear el entorno favorable para que se logre, pero que sólo los ciudadanos podrán decidir si se ha logrado o no.
Posiblemente la falta de tecnología sea un factor determinante para que muchos de estos logros hayan sido posibles. Y probablemente es esa misma falta la que permite vivir este sueño.
Los pilares sobre los que se sustenta el FIB son los siguientes:
1. Desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo
2. La preservación y promoción de la cultura
3. La conservación del medio ambiente
4. El buen gobierno.
Para llevarlo a la práctica, el cuarto rey creó una nueva infraestructura institucional al
servicio de esta filosofía, con una comisión nacional de FIB y una serie de comités a nivel local. Este bienestar y satisfacción debe ser valorado por los ciudadanos cada dos años para contemplar posibles desviaciones que alejen los resultados de la intención inicial. En el sondeo que se llevó a cabo en el año 2008, 950 butaneses contestaron más de 180 preguntas que recogían aspectos como el uso del tiempo, el nivel de estrés, el bienestar psicológico, la vitalidad de la comunidad, la cultura, el nivel de vida, el gobierno. El resultado fue que el 52% de los butaneses declararon sentirse felices, el 45% muy felices y sólo un 3% dijo que no lo era. Además de este alto índice de FIB, la economía butanesa fue la que creció más rápidamente en el mundo según los estudios realizados en el año 2007.
La Universidad de Leicester (Reino Unido) publicó en el año 2006 un estudio sobre los países más felices del mundo. De los 178 países estudiados, Bután fue el octavo. Los primeros puestos los ocuparon Dinamarca, Suiza, Austria, Islandia, Bahamas, Finlandia y Suecia (El País Semanal Nº 1731).
La ilusión de Hune es combinar la búsqueda de la felicidad con la rentabilidad de cada acción. Para asegurar un incremente en nuestro FIB y en los beneficios empresariales y profesionales. Dos fuerzas que subsisten en cada uno de nosotros. Un yo trascendente y un yo vital para llegar a la identidad excelente.

Gracias por vuestros comentarios y aportaciones para ser mas felices y más proactivos. Eficacia y felicidad juntas. Tanto monta, monta tanto lo uno como lo otro para lograr un equilibrio.

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El secreto de la felicidad. Historia de El alquimista (126)

Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven anduvo durante cuarenta días por el desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo en lo alto de una montaña. Allí vivía el sabio que buscaba.

Sin embargo, en vez de encontrar a un hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del mundo. El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas para que lo atendiera.

El sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviese dos horas más tarde.
-Pero quiero pedirte un favor- añadió el sabio entregándole una cucharita de té en la que dejó caer dos gotas de aceite-. Mientras caminas, lleva esta cucharita y cuida de que el aceite no se derrame.

El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas las dos horas, retornó a la presencia del sabio.
-¿Qué tal?- preguntó el sabio-, viste los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste el jardín que el maestro de los jardineros tardó diez años en crear? ¿Reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca?

El joven, avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el sabio le había confiado.
Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo -dijo el sabio-. No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa.
Ya más tranquilo, el joven tomó nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar. De regreso a la presencia del sabio, le relató detalladamente todo lo que había visto.
-¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié? -preguntó el Sabio.
El joven miró la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado.
-Pues éste es el único consejo que puedo darte – le dijo el más Sabio de todos los Sabios-, el Secreto de la Felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara.
 
El secreto de la felicidad. Historia de El alquimista (126)
 
Análisis:
 
Nuestros placeres deben convivir con nuestras obligaciones. Pero nuestras responsabilidades no pueden alejarnos de vivir lo gozos que nos rodean, ni de compartir con todos aquellos que nos aman.
 
Después de leer esta bella historia vamos a descubrir qué actividades lúdicas nos alejan de nuestros deberes elegidos libremente. Rellenemos en una hoja de papel los momentos en los que paseamos por nuestro trabajo alejados de nuestras slots actividades profesionales y pensando en lo que vamos a hacer cuando acabemos, o en algún conflicto personal, o en algún recuerdo pasado.
 
Es necesario que seamos estrictos en este punto. Sería muy bueno que nos imaginásemos caminando por los despachos, acudiendo a reuniones, escribiendo, escuchando… con una cucharilla de té en nuestra mano y dos gotas de aceite. Qué pensamiento, que distracción es la más fuerte y qué es lo que hace que perdamos el control de nuestros actos y de nuestras decisiones previas. Qué, cuándo y cómo hemos perdido el aceite de nuestra cuchara.
 
Una vez definido este primer paso, vamos a acometer el segundo. Estamos de viaje, en alguna actividad de ocio, paseando con nuestra pareja, haciendo algún deporte o en cualquier actividad lúdica. O estamos aprendiendo, soñando, imaginando. Recibimos unas clases de relajación. Descubrimos nuestra automotivación. Exploramos por derroteros desconocidos. Qué, cuándo, de qué manera perdemos el contacto con estos momentos y aparecen nuestros quehaceres, nuestros conflictos profesionales. En definitiva, qué nos aleja de estos momentos tan únicos y provocan que dejemos el cuidado de nuestras dos gotas de aceite.
 
Una de las gotas es la vida profesional. Importante, imprescindible. La otra gota es nuestro mundo afectivo, nuestro yo humanista que siente una necesidad de trascender y acometer proyectos de gran calado personal y social. Es la primera gota la que nos permite crecer y desarrollar la segunda. No es que una sea más importante que la otra, o tenga alguna prioridad. Ambas van juntas en la misma cucharilla, y si se cae una la otra va detrás.
 
El joven encontró las respuestas porque hizo el camino de búsqueda. Pero no podrá realizar su sueño si no tiene en cuenta las dos esencias que le conforman.
 
Pongamos atención al amor, a nuestra vida personal, a nuestro mundo, y cuidemos nuestra vida intelectual y práctica, nuestro desarrollo. La una y la otra son el Secreto de la Felicidad. Ambas se necesitan para llegar a la trascendencia.
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Dar de corazón. El alimento del alma (88)

Un cuento para reflexionar sobre el poder de la generosidad.

Hubo una vez un limosnero que estaba tendido al lado de la calle. Vio a lo lejos venir al rey con su corona y su capa. Pensó: «Le voy a pedir, pues seguro que me dará bastante». Y cuando el rey pasó cerca, le dijo: «Majestad, ¿me podría por favor regalar una moneda?», aunque en su interior pensaba que el rey le iba a dar mucho más.
El rey le miró y le dijo: « ¿Por qué no me das algo tú?, ¿acaso no soy yo tu rey?».
El mendigo no sabía qué responder a la pregunta, y dijo: «Pero majestad, ¡yo no tengo nada!».
El rey le respondió: «Algo debes tener, ¡busca!».
Entre el asombro y el enojo, el mendigo buscó entre sus cosas y supo que tenía una naranja, un bollo de pan y unos granos de arroz. Pensó que el pan y la naranja eran mucho para darle, así que, enfadado, tomó cinco granos de arroz y se los dio al rey.
Complacido, el rey le dijo: «¡Ves como sí tenías!», y le dio cinco monedas de oro, una por cada grano de arroz.
El mendigo dijo entonces: «Su majestad, creo que acá tengo otras cosas», pero el rey no hizo caso y dijo: «Solamente de lo que me has dado de corazón, te puedo yo dar».
La vida nos da muchas oportunidades para ser generosos de corazón. De todas ellas aprovechamos muy pocas o ninguna.
Recordemos que somos generosos únicamente cuando entregamos lo que el otro necesita. En ningún caso cuando damos lo que nosotros queremos o nos sobra.
Ejercicio:
  • Recuerda alguna historia en la que hayas entregado lo mejor de ti mismo y hayas logrado la satisfacción tuya y la del otro
  • Rememora algún momento en el que has negado a alguien ayuda, colaboración o apoyo, porque pensabas que no podías. Que tu situación era peor.  Que no era tu momento. Que tú necesidad era superior a la del otro
  • Valora los resultados que ambas acciones han reportado a tu vida. Seguramente has encontrado un paralelismo aleccionador
  • Busca algún bien tuyo personal que cada día puedas compartir con alguien más necesitado que tú. Una “riqueza” tuya que puedas dar de corazón, sin que medie tu interés de reconocimiento o agradecimiento. Algo que puedas dar al instante y tu beneficiado pueda aplicarlo en su vida de inmediato.
La película “Cadena de Favores” es un vivo ejemplo del enorme bien que podemos hacer con muy poco
Sueño todos los días con un mundo donde la generosidad permee todos los espacios, todos los rincones. Que cada corazón esté abierto a dar sin pensar qué tiene el otro ni para qué lo necesita.
Se trata de hacer crecer la sociedad. No de empobrecerla con nuestra compasión. Todos somos ricos de algo. Compartamos esa riqueza.
Algo así he vivido el viernes con vuestras aportaciones al Blog. Gracias a cada una de las personas que hacen posible este ejercicio de estar juntos.
Espero con ilusión vuestros comentarios.

Video musical relacionado:

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Dónde escondieron la felicidad (73)

Poco después de que empezara a existir la humanidad se reunieron varios duendes para estudiar el modo de quitar la alegría a los moradores de la tierra.

Uno de ellos dijo: «Debemos quitarles algo, pero, ¿qué les quitamos?». Después de mucho pensar, otro dijo: « ¡Ya sé! Vamos a quitarles la felicidad. El problema va a ser dónde esconderla para que no puedan encontrarla».
Propuso el primero: «Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo». A lo que inmediatamente repuso otro: «No, recuerda que tienen fuerza; alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está».
Luego propuso otro: «Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar». Y otro contestó: «No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará».
Uno más dijo: «Escondámosla en un planeta lejano». Y le dijeron: «No, recuerda que tienen inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que puedan viajar a otros planetas, y la van a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad».
El último de ellos era un duende que había permanecido en silencio y escuchando atentamente las propuestas de los demás duendes. Analizó cada una de ellas, y entonces dijo: «Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren». Todos le miraron asombrados y preguntaron al unísono: « ¿Dónde?».
El duende respondió: «La esconderemos dentro de ellos mismos, así estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán».
Todos los duendes estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.
Ejercicio:
Paso Uno:
  1. Haz una lectura detenida de esta historia
  2. Ahora reflexiona sobre qué necesitas para buscar en tu interior la felicidad
  3. Repasa los beneficios que te aporta evitar confrontarte con el esfuerzo para ser feliz
  4. Anota al menos cinco cosas que buscas fuera de ti, y que te apartan de tu verdadera felicidad
Paso Dos:
  1. Medita sobre el momento en el que más cerca has estado de vivir, aunque sea un instante, la felicidad soñada.
  2. Haz una lista de todo lo que había en aquel intervalo.
  3. Separa de esa lista lo que dependía de ti y lo que provenía del exterior.
  4. Define qué cosas son replicables en la situación actual.
  5. Ahora decide qué tendrías que hacer para que eso se repitiera al menos un instante cada día.
Paso Tres: Plan de acción
  1. Qué vas a hacer:
  2. Cómo te vas a planificar en tiempo y método:
  3. Para qué será útil en tu vida la felicidad:
  4. Cuándo notarás que has logrado esa felicidad: (recurre al punto dos para recordar otros momentos)
  5. Con quién vas a compartir tu felicidad:
Si quieres ser feliz, respeta tu plan de acción para que eso sea factible y para que puedas mantenerlo como una meta de vida. Los duendes valoraron muy positivamente nuestra fuerza, curiosidad e inteligencia. Para buscar la felicidad dentro, además se necesita: Alejarse del miedo al fracaso, y estar plenamente dispuestos al éxito personal, profesional y social.
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