Un cuento para reflexionar sobre el poder de la generosidad.

Hubo una vez un limosnero que estaba tendido al lado de la calle. Vio a lo lejos venir al rey con su corona y su capa. Pensó: «Le voy a pedir, pues seguro que me dará bastante». Y cuando el rey pasó cerca, le dijo: «Majestad, ¿me podría por favor regalar una moneda?», aunque en su interior pensaba que el rey le iba a dar mucho más.
El rey le miró y le dijo: « ¿Por qué no me das algo tú?, ¿acaso no soy yo tu rey?».
El mendigo no sabía qué responder a la pregunta, y dijo: «Pero majestad, ¡yo no tengo nada!».
El rey le respondió: «Algo debes tener, ¡busca!».
Entre el asombro y el enojo, el mendigo buscó entre sus cosas y supo que tenía una naranja, un bollo de pan y unos granos de arroz. Pensó que el pan y la naranja eran mucho para darle, así que, enfadado, tomó cinco granos de arroz y se los dio al rey.
Complacido, el rey le dijo: «¡Ves como sí tenías!», y le dio cinco monedas de oro, una por cada grano de arroz.
El mendigo dijo entonces: «Su majestad, creo que acá tengo otras cosas», pero el rey no hizo caso y dijo: «Solamente de lo que me has dado de corazón, te puedo yo dar».
La vida nos da muchas oportunidades para ser generosos de corazón. De todas ellas aprovechamos muy pocas o ninguna.
Recordemos que somos generosos únicamente cuando entregamos lo que el otro necesita. En ningún caso cuando damos lo que nosotros queremos o nos sobra.
Ejercicio:
  • Recuerda alguna historia en la que hayas entregado lo mejor de ti mismo y hayas logrado la satisfacción tuya y la del otro
  • Rememora algún momento en el que has negado a alguien ayuda, colaboración o apoyo, porque pensabas que no podías. Que tu situación era peor.  Que no era tu momento. Que tú necesidad era superior a la del otro
  • Valora los resultados que ambas acciones han reportado a tu vida. Seguramente has encontrado un paralelismo aleccionador
  • Busca algún bien tuyo personal que cada día puedas compartir con alguien más necesitado que tú. Una “riqueza” tuya que puedas dar de corazón, sin que medie tu interés de reconocimiento o agradecimiento. Algo que puedas dar al instante y tu beneficiado pueda aplicarlo en su vida de inmediato.
La película “Cadena de Favores” es un vivo ejemplo del enorme bien que podemos hacer con muy poco
Sueño todos los días con un mundo donde la generosidad permee todos los espacios, todos los rincones. Que cada corazón esté abierto a dar sin pensar qué tiene el otro ni para qué lo necesita.
Se trata de hacer crecer la sociedad. No de empobrecerla con nuestra compasión. Todos somos ricos de algo. Compartamos esa riqueza.
Algo así he vivido el viernes con vuestras aportaciones al Blog. Gracias a cada una de las personas que hacen posible este ejercicio de estar juntos.
Espero con ilusión vuestros comentarios.

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