cerebro

Archivo Histórico

La memoria. Algo más que recuerdos

Una de las acepciones que definen la memoria es la de facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado, facultad que no es perfecta y nos confunde cuando intentamos convertir los recuerdos propios en una realidad única. Esta dificultad es mayor en la medida en que están conectados los recuerdos familiares, las vivencias compartidas, o los momentos especialmente sentimentales en los que se confunden los intereses.

Leer más
Archivo Histórico

Cerebro y nuestras emociones (92)

Comienzo este post con las palabras del investigador del cerebro Andrew Newberg:

«El cerebro es capaz de hacer millones de cosas distintas. Las personas deberían enterarse de lo increíbles que son ellas y de lo increíbles que son sus mentes en realidad. No sólo tenemos esa cosa inaudita en la cabeza capaz de hacer muchísimas cosas por nosotros y de ayudarnos a aprender, sino que puede cambiar y adaptarse y hacernos mejores de lo que somos. Nos puede ayudar a trascender.»
El cerebro y nuestras emociones (92)A pesar de estas contundentes afirmaciones, nos queda mucho para emplear todas las cualidades de nuestro cerebro. No hablamos de procesos cognitivos complejos, ni de un problema sistémico, sino de algo mucho más simple. La mayoría de nosotros nos encontramos con serias limitaciones hasta para resolver una tarea sencilla y cotidiana. Algunos estamos sometidos a las fobias y nos vemos obligados a subir doce pisos para no entrar en un ascensor. Otros vivimos horrorizados por no poder educar a un pequeño mocoso de dos años. Algunos no somos capaces de acabar el mes porque tenemos un «agujero» en nuestro bolsillo, y otros dependemos de una llamada para saber que existimos.
Estamos todavía muy determinados por nuestro mundo emocional y nuestra travesía personal. Para la mayoría de nosotros, las vivencias pasadas y los recuerdos más nimios consiguen reducir nuestro raciocinio a la nada. Nos comportamos tan puerilmente que sólo queda reírse de uno mismo y decir: «Lo hice lo mejor que pude en ese momento», y esperar una nueva oportunidad.
Debemos observar nuestras actuaciones y las de nuestros compañeros de viaje para destapar esta gran realidad, a saber: que todavía dependemos demasiado de lo que nos rodea, de todo lo que pasó, de aquello que estamos esperando, de lo que no puede ser. Y todas estas circunstancias reducen nuestro impulso, y no nos permiten caminar a la par que los grandes descubrimientos de la neurociencia.
A principios del siglo XXI, y cuando ya se han dicho muchas cosas del cerebro, necesitamos detenernos. Es imprescindible revisar nuestras relaciones. Todo lo que concierne al mundo interpersonal exige pararse y descubrir las causas subyacentes de nuestros comportamientos desbordados, y hasta radicalizados, cuando las expectativas previas no se satisfacen.
Necesitamos profundizar en nuestras parcelas emocionales y darles un apoyo firme para que sean nuestras aliadas. Debemos penetrar en nosotros mismos mucho más para vislumbrar el tejido emocional lleno de miedos, temores y angustia.
Vivimos anhelantes y temerosos de no ser reconocidos en nuestras acciones sobresalientes. Cuando sentimos que nos somos aceptados por las personas queridas, la ansiedad crece en una progresión geométrica imparable. Cada día son más los casos de fracaso personal. Los niños sienten una gran desprotección, aunque al mismo tiempo se les concede todos los caprichos, y las familias se rompen. Sin embargo, el cerebro, esa máquina maravillosa, progresa y enriquece nuestras posibilidades. En el cerebro las fronteras no existen, y si aprendemos a manejarlo, todo redundará en una mejor calidad de vida. Aunque este cuento de hadas sólo será posible si la princesa besa al príncipe adecuado y le salva de ser una fea bestia.
Los más recientes escáneres del cerebro nos permiten detectar signos de condiciones complejas de la mente, como la amabilidad, el humor, la crueldad, la sociabilidad, el altruismo o el amor materno. Pero a la ciencia le queda mucho camino que recorrer en la comprensión del alcance total de la capacidad cerebral. Sabemos que el cerebro es la estructura más confusa del planeta. Sabemos que dirige y regula todas las actividades corporales: ritmo cardíaco, respiración, temperatura, procesos digestivos, aprendizaje, emociones… Sin embargo, aún no sabemos manejar nuestro mundo emocional, ni descubrir nuestros verdaderos sentimientos.
Y todo esto es una gran verdad. También lo es que mi amigo … ha perdido la cabeza por los celos y una dosis considerable de belladona. La tomó para que su novia no le dejara. Que mi amiga… no puede conciliar su vida profesional con la personal porque el hombre que ella quería no le corresponde. Que mi compañero… es incapaz de cuidar su alimentación y la bulimia le está mermando su valoración personal. Que el cuñado de … decidió quitarse la vida porque su esposa cambió de ciudad y le separó de sus hijos. Cada día alguien nos muestra que debemos emplear mucho tiempo en estudiar la inteligencia emocional y en aprender a conocernos, regularnos y mantener nuestras motivaciones en un equilibrio entre lo posible y lo imposible.
Este post es también un reclamo para descubrir las miles de posibilidades que perdemos. Porque además de todo eso conviven con nosotros casos maravillosos que nos confirman que todo es posible y estupendo.
El nivel de inteligencia lógico-matemática ha sido una de las grandes carreras del hombre. Le ha gustado competir y saber cada día más. Ahora corresponde aplicar todo ese avance en un nuevo enfoque donde las funcionalidades del cerebro no queden anuladas por el inadecuado manejo de nuestras emociones. Busquemos algún medio para que los sentimientos y la sensibilidad sean el motor de este avance.
Empecemos por observar nuestras pequeñas lagunas emotivas y descubramos su origen. Estudiemos luego el desarrollo cerebral en los niños y los jóvenes. Así podremos enfocarnos en darles a los pequeños una vida mejor. Una vida en la que su inteligencia matemática sea igual de importante que su actitud con los demás y con ellos mismos. Posiblemente sólo podamos cambiar un poco el mundo más próximo, pero seguro que eso nos hará vivir mejor.
En las siguientes semanas iremos hablando de todo esto y descubriendo la parte de la configuración del cerebro que regula las emociones.
Leer más
Archivo Histórico

Neuroplasticidad (24)

Pretendemos hacer un resumen del curso que hemos impartido  para aproximarnos a todas las personas que cada día conectáis con nuestro blog desde diferentes lugares.

Seguramente este pequeño apunte, unido a la píldora formativa que pondremos en YouTube en breve, os proporcionará algunas  herramientas para vivir mucho más conscientes de las múltiples posibilidades que se nos presentan.

Iniciamos el taller explicando las cualidades de la neuroplasticidad en contraposición con la rigidez:

«La neuroplasticidad tiene que ver con la habilidad del cerebro para cambiar conexiones sinápticas a través de la obtención de información y el archivo de experiencias. Podemos decir que la plasticidad  nos permite desarrollar nuevas acciones y modificar nuestros comportamientos para mejorar nuestra vida», dijimos. A priori, nos parece que aprender a realizar diferentes combinaciones sinápticas  novedosas, estimulantes, liberadoras, podría ser una asignatura para el desarrollo profesional y personal.

Una de las características de los últimos meses es la repetición de ideas fatalistas, sin posibles oportunidades para las empresas y para las personas. La crisis y sus consecuencias agotan la visión optimista y hacen declinar a los valientes en su intento aventurero de superación. Cuando hemos analizado la neurorigidez o las conexiones sinápticas preestructuradas, hemos supuesto que pensar dentro de lo establecido y vivir desde el pasado, sin valorar las experiencias nuevas, no estimula ni favorece  las nuevas combinaciones,  y quizá por ello afloren pensamientos derrotistas que conducen a una visión muy sesgada de la realidad, sin recursos inmediatos.

La neuroplasticidad en la videa cotidiana
Dentro de los patrones recurrentes en los tres tipos de rencor de los que hablábamos en nuestro anterior post establecimos los siguientes parámetros:

  1. Rencor intrínseco: lo alimenta un sentimiento de carencia. La persona, independientemente de su entorno, considera que otros tienen cualidades que ella no posee. Este sentimiento de falta es posible que desemboque en envidia o celos cuando  a los otros los identifica como plenos.
  2. Rencor relacional: en la relación con otros ha habido una expectativa que, al no ser cubierta, ha provocado malestar, y en muchos casos ha originado ataques y rupturas repetidas.
  3. Rencor episódico: el recuerdo de las experiencias vividas está sujeto a una memoria intolerante hacia las actuaciones de los otros, juzgándoles parcial y duramente. La revisión de los actos de los demás con un espíritu crítico nos distancia de un sentimiento empático negándonos a nuestra realidad, igual de errónea  que la de nuestros recusados..

Joe Dispenza propone en su libro Desarrolla tu mente que empleemos la información almacenada en el cerebro para adquirir nuevos datos y así construir circuitos inéditos partiendo de los existentes. De este modo, si analizamos nuestra carencia y determinamos claramente cuál es, podremos buscar modelos que no tengan este déficit y desarrollar un plan de acción para ir incorporando sus actuaciones en nuestra cotidianidad.

Proponemos decidir en qué parcela de nuestra vida queremos poner el foco de cambio (profesional, personal o social) y planificar alguna acción de gran poder revulsivo para repetir una y otra vez este comportamiento, hasta que se convierta en natural, automático y fácil para nosotros.

Al mismo tiempo, revisemos  en nuestra vida profesional, qué tipo de relación mantenemos con los diferentes colaboradores y compañeros, podemos seguir esta pauta:

A) Nos sentimos carentes y pensamos que es imposible cumplir nuestras metas

B) Mantenemos una constante expectativa de reconocimiento o valoración de nuestros mandos reduciendo el rendimiento

C) Tendemos a la crítica de los demás para sentirnos más válidos

Espero que este resumen nos ayude a todos a continuar en la intención activa de cambio.

Leer más