Pretendemos hacer un resumen del curso que hemos impartido  para aproximarnos a todas las personas que cada día conectáis con nuestro blog desde diferentes lugares.

Seguramente este pequeño apunte, unido a la píldora formativa que pondremos en YouTube en breve, os proporcionará algunas  herramientas para vivir mucho más conscientes de las múltiples posibilidades que se nos presentan.

Iniciamos el taller explicando las cualidades de la neuroplasticidad en contraposición con la rigidez:

«La neuroplasticidad tiene que ver con la habilidad del cerebro para cambiar conexiones sinápticas a través de la obtención de información y el archivo de experiencias. Podemos decir que la plasticidad  nos permite desarrollar nuevas acciones y modificar nuestros comportamientos para mejorar nuestra vida», dijimos. A priori, nos parece que aprender a realizar diferentes combinaciones sinápticas  novedosas, estimulantes, liberadoras, podría ser una asignatura para el desarrollo profesional y personal.

Una de las características de los últimos meses es la repetición de ideas fatalistas, sin posibles oportunidades para las empresas y para las personas. La crisis y sus consecuencias agotan la visión optimista y hacen declinar a los valientes en su intento aventurero de superación. Cuando hemos analizado la neurorigidez o las conexiones sinápticas preestructuradas, hemos supuesto que pensar dentro de lo establecido y vivir desde el pasado, sin valorar las experiencias nuevas, no estimula ni favorece  las nuevas combinaciones,  y quizá por ello afloren pensamientos derrotistas que conducen a una visión muy sesgada de la realidad, sin recursos inmediatos.

La neuroplasticidad en la videa cotidiana
Dentro de los patrones recurrentes en los tres tipos de rencor de los que hablábamos en nuestro anterior post establecimos los siguientes parámetros:

  1. Rencor intrínseco: lo alimenta un sentimiento de carencia. La persona, independientemente de su entorno, considera que otros tienen cualidades que ella no posee. Este sentimiento de falta es posible que desemboque en envidia o celos cuando  a los otros los identifica como plenos.
  2. Rencor relacional: en la relación con otros ha habido una expectativa que, al no ser cubierta, ha provocado malestar, y en muchos casos ha originado ataques y rupturas repetidas.
  3. Rencor episódico: el recuerdo de las experiencias vividas está sujeto a una memoria intolerante hacia las actuaciones de los otros, juzgándoles parcial y duramente. La revisión de los actos de los demás con un espíritu crítico nos distancia de un sentimiento empático negándonos a nuestra realidad, igual de errónea  que la de nuestros recusados..

Joe Dispenza propone en su libro Desarrolla tu mente que empleemos la información almacenada en el cerebro para adquirir nuevos datos y así construir circuitos inéditos partiendo de los existentes. De este modo, si analizamos nuestra carencia y determinamos claramente cuál es, podremos buscar modelos que no tengan este déficit y desarrollar un plan de acción para ir incorporando sus actuaciones en nuestra cotidianidad.

Proponemos decidir en qué parcela de nuestra vida queremos poner el foco de cambio (profesional, personal o social) y planificar alguna acción de gran poder revulsivo para repetir una y otra vez este comportamiento, hasta que se convierta en natural, automático y fácil para nosotros.

Al mismo tiempo, revisemos  en nuestra vida profesional, qué tipo de relación mantenemos con los diferentes colaboradores y compañeros, podemos seguir esta pauta:

A) Nos sentimos carentes y pensamos que es imposible cumplir nuestras metas

B) Mantenemos una constante expectativa de reconocimiento o valoración de nuestros mandos reduciendo el rendimiento

C) Tendemos a la crítica de los demás para sentirnos más válidos

Espero que este resumen nos ayude a todos a continuar en la intención activa de cambio.