Este es el momento de hacer grandes propuestas al año y a su corta incorporación a nuestra vida. Yo os propongo enfrentarnos al cambio. Al crecimiento personal con mayúsculas. Este post. El primero de muchos otros de esta nueva andadura tiene como tema central: Revisar nuestra actitud ante el cambio. ¿Qué os parece?

A modo de ejemplo, comparo el proceso de crecimiento personal con un niño de cero a cuatro años en los momentos previos a empezar a andar: él sólo piensa en sí mismo porque está centrado en mantener su cuerpo en equilibrio y en desarrollar su sistema locomotor.

El niño en esos momentos necesita confiar y es imprescindible para él testar la validez de su cuerpo –su único instrumento de conocimiento- para todas las acciones que empieza a acometer. Precisa conectar con la estabilidad y el equilibrio, un equilibrio que surge entre la fuerza de la tierra que le arrastra, y la de su cuerpo que le mantiene. En esos momentos hay una lucha y complicidad entre la gravedad y la movilidad de su físico, la celeridad que imprime para satisfacer sus deseos, y la posibilidad de que esta rapidez esté en consonancia con la gravedad que es capaz de soportar. El equilibrio entre su deseo, su movimiento y la gravedad de la tierra, lo alcanza con el desarrollo de su fuerza y poder, valores que se desarrollan a través de la confianza y la seguridad en sus posibilidades de autodeterminación.

Ahora imaginémosle gateando por el suelo y de pronto se encuentra con una silla, ¿qué hará en ese momento? Sin duda se agarrará a una de las patas e intentará ponerse de pie creyendo que ya tiene capacidad para ello. La pregunta es ¿está preparado para estar de pie por sí mismo? ¿La silla le permite medir la gravedad que puede soportar? Sin duda no.

Si queremos que un niño se relacione con su verdadero potencial y con su crecimiento vital necesitamos situarle en una habitación sin objetos de soporte, donde la pared sea el medio que utilice para ponerse de pie. ¿Qué hará entonces? Se aproximará a la pared e intentará levantarse, y es en ese lapso en el que el tanteará la diferencia que existe entre el peso de su cabeza y la capacidad de sostenerse en pie. Es en ese periodo cuando el pequeño decidirá si continúa intentándolo o cede. Cuando note que su cabeza le vence, se tirará al suelo y seguirá gateando, haciendo comprobaciones de lo que puede conseguir y de lo que no, una y otra vez. Tensará sus posibilidades en reiteradas ocasiones hasta que él salga victorioso, siempre y cuando los adultos no intervengan facilitándole salidas más cómodas, pero inadecuadas.

El niño, que se está haciendo mayor y poderoso, ya ha sentido la diferencia entre estar erguido y tirado por el suelo. Estos cambios le impresionan tanto, que repetirá el ejercicio todas las veces que sean necesarias hasta que pueda ir venciendo el peso de su cabeza, y sólo sea la fuerza de sus piernas la que le sostenga. Es en ese instante cuando el crío se elevará con un gesto retador y empezará a movilizarse con mayor autonomía, separándose de la pared una y otra vez, y dejándose caer cuando sienta que las fuerzas le flaquean. Sus pies pisarán más fuerte progresivamente y la gravedad será vencida con autodeterminación y voluntad. Se acaba de forjar un pequeño líder.

Para realizar un verdadero proceso de cambio y crecimiento interior necesitamos eliminar la silla. Todos esos consejos fáciles que buscamos de los demás y que en el fondo no escuchamos porque lo que realmente deseamos es que nos reafirmen en nuestros criterios.

En relación con el símil de la silla y la pared podríamos decir que la mayoría hemos crecido sin conocer nuestra capacidad real, y nos hemos sujetado en sillas que han resuelto una parte de nuestra movilidad mediante apoyos que han impedido o limitado que nos hayamos podido identificar con nuestro potencial en soledad, sin mediadores que nos hayan facilitado la vida.

Te propongo que antes de decidir tu cambio pasees por tu vida y te hagas conscientes de las “sillas” que han limitado tu verdadero yo, que han frenado tu fuerza al pisar la tierra de tus conflictos.

Nos vemos muy pronto. Entre tanto podemos conversar por aquí. Contestaré a vuestras preguntas. Gracias.