Se cuenta que Alejandro Magno, durante su epopeya hacia Oriente, se topó con una fortaleza inexpugnable en las montañas del actual Pakistán. A primera vista, parecía un obstáculo insuperable: la fortaleza estaba situada a una altura de unos 2000 metros, entre dos picos aún más elevados de paredes lisas imposibles de escalar. La única vía de acceso era un desfiladero entre las montañas hasta la entrada de la fortaleza.

Alejandro, antes de tomar cualquier decisión, acampó y convocó a todos sus consejeros. Todos ellos decidieron que el único modo de atacar la ciudadela era desde arriba. Si intentaban cruzar el desfiladero miles de soldados morirían y vivirían una gran derrota. Si asediaban la ciudad ellos mismos, quedarían paralizados sin saber cuánto tiempo llevaría que los enemigos salieran a buscar víveres.

Una vez decidido cuál era el objetivo y cómo resolverlo, Alejandro y su equipo centraron su atención en cómo lograr escalar aquellas paredes lisas. Los sabios estimaron que había que preparar asideros progresivos con anillas que permitieran hacer una escalera por la que podrían pasar todos los soldados uno tras otro, apoyándose con una cuerda para acelerar el proceso y garantizar el menor número de accidentes.

Cuando sus mejores hombres lograron elevarse por encima de la fortaleza, Alejandro hizo saber al gobernador la situación, obligándole a entregarse.

Si empleamos este símil para revisar algún conflicto en el que nos encontremos encerrados sin posible solución, podríamos pensar lo siguiente:

  • Que la fortaleza es el objetivo que queremos alcanzar.
  • Que el desfiladero representa a todos aquellos intentos fallidos que hemos tenido hasta la fecha, a través de los cuales nos hemos convencido de la imposibilidad de lograrlo.
  • Que el asedio refleja el tiempo perdido al fijarnos en el objetivo y en los obstáculos, y no en otras posibles soluciones.
  • Los asideros y las anillas son aquellas ideas que amplían nuestro marco de referencia y nos posibilitan llegar a nuestros objetivos por vías alternativas.

Si buscas ahora un problema por el que te sientas ahogado, repasa la cantidad de veces que ante esa situación te has quedado detenido en el pasado, y has vuelto a repetir las mismas acciones con idénticos resultados.

Piensa de modo diferente.  Sal de tu área de confort y no temas hacer algo opuesto a todo lo que has intentado hasta la fecha.

Me encantaría que pusiéramos ejemplos, y jugar a conquistar la fortaleza juntos.