Las vitaminas (que hemos visto en post anteriores) y las sales minerales reciben el nombre de micronutrientes. Se necesitan en cantidades mucho más reducidas que las proteínas, las grasas y los hidratos de carbono, pero son esenciales para una buena nutrición. Estos minúsculos nutrientes son los colaboradores más efectivos para mantener la salud del cuerpo, además de que algunos de ellos forman parte de los tejidos corporales, como es el caso de los huesos, que contienen y guardan el calcio del cuerpo. El flúor se encuentra en los dientes, y la sangre contiene hierro. Amén de favorecer el bienestar corporal, los minerales son el elixir de la juventud. Cuando nuestro organismo se siente nutrido adecuadamente de estos elementos químicos, sentimos una gran vitalidad y tomamos conciencia de todo nuestro potencial transformador.
Los minerales son indispensables para el buen funcionamiento metabólico del organismo humano. Representan el 4% del peso corporal (menos de 3 kg para una persona de 70 kg). Cada uno de los minerales es esencial, porque nuestro organismo no tiene capacidad de producir ninguno de ellos y necesita adquirirlos de la alimentación. El equilibrio de la dieta diaria es imprescindible para evitar su carencia.
Las funciones principales que tienen los minerales podemos dividirlas en tres:
- La función estructural: mantenimiento de la firmeza, la resistencia y la estabilidad de los tejidos, huesos y cartílagos.
- La función reguladora: facilita la permeabilidad neuromuscular y el equilibrio ácido y base o el Ph del cuerpo.
- La función catalítica: mantiene la concentración normal de los minerales en los líquidos del cuerpo y responde a las necesidades de las enzimas y compuestos biológicos.
Estas funciones nos amplían el marco de la importancia físico-emocional de estos nutrientes. A partir de los 35 años empezamos a padecer de ciertas carencias que son localizadas principalmente en la parte estructural (los huesos, los dientes y los músculos). Estas pérdidas provocan una deficiente valoración personal, que conlleva una bajada de la autoestima muy importante. Tanto la mujer (que es quien primero padece estos déficits) como el hombre (que empieza a sufrirlos ya cercano a los 40), buscan desesperadamente mantenerse jóvenes. Su sensación de envejecer desemboca a veces en comportamientos un tanto absurdos e inútiles, como buscar su juventud relacionándose con personas de menor edad, quienes lógicamente no van a reponer la pérdida de su potencial fisiológico.
En este proceso de desgaste orgánico participa muy activamente la deficiente alimentación, los alimentos ricos en grasas y todo aquello que provoca un elevado índice de tóxicos, que modifican el equilibrio ácido-base con respuestas emocionales muy acusadas. El desánimo, la infelicidad, la sensación de oscuridad mental y la obsesión son unos de los indicadores de un
Ph alterado, propio de una mala absorción de los minerales o de una excesiva ingesta de alimentos con una alta saturación de estos micronutrientes que debilitan la sangre.
Se han realizado estudios en más de 45 elementos minerales que están presentes en los organismos vivos en cantidades muy variadas. De todos ellos, únicamente 22 se han considerado esenciales para el ser humano, porque aportan una energía fundamental. Estos minerales sólo se pueden obtener a través de la alimentación. A tenor de las necesidades de los minerales esenciales, los investigadores han dividido estos componentes químicos en dos grandes grupos:
- Los macrominerales (minerales grandes), cuya necesidad diaria es de más de 70 mg/kg. Son: el calcio, el fósforo, el magnesio, el potasio, el sodio y el azufre.
- Los microminerales (minerales pequeños) llamados también elementos traza u oligoelementos, cuya necesidad está por debajo de 70mg/kg. Los más relevantes son: el hierro, el cobalto, el cromo, el manganeso, el zinc, el yodo, el selenio, el flúor, el níquel, el vanadio, el arsénico, el estaño y el molibdeno.
Sin pretender ser exhaustiva en este tema, sí quisiera que fuéramos adquiriendo un pequeño conocimiento de la importancia de los minerales en la alimentación diaria para nutrir y mantener el equilibrio de cada uno de los tejidos del cuerpo, pues dicho equilibrio es esencial para el estado anímico y el sistema inmune.
Continuando con nuestro
post de la semana pasada, vamos a desarrollar el macromineral el
calcio, que está estrechamente relacionado con la vitalidad estructural, y es el que padece el mayor desgaste con el paso del tiempo. Se comprueba que se vive este proceso de deterioro óseo cuando existe una sensación de falta de libertad muy intensa que aparece cuando la persona se mueve con miedo. Hay temor a romperse algún hueso o a dañarse gravemente. Los impulsos vitales son más débiles y se pierde la pasión y la fuerza. La agilidad se reduce notablemente. En la mayoría de los casos, las personas se encierran en sus hogares y hacen mucha menos vida social. Este ostracismo les perjudica y va fragilizando poco a poco el sistema óseo.
Dentro de algunas alteraciones producidas por el desequilibrio de este mineral cabe resaltar la excitabilidad, que es muy propia cuando la cantidad es inferior a 30 ó 40 mg por kg de peso. Se nota una especie de agitación, mal control de los nervios, respuestas un poco exacerbadas sin motivos.
Con el paso del tiempo se llega a reducir el 50% de la cantidad de calcio en los huesos. Esto provoca una sensación de fragilidad e inestabilidad junto a un sentimiento de senectud. Parece que el edificio se derrumba con nosotros dentro. Si bien esta percepción tiene mucho de real, también lo es que la persona, según van pasando los años, tiene una vida más sedentaria que exige más reflexión y autoanálisis, por ello no es aconsejable acelerar la máquina, sino ralentizarla para adecuarla al desgaste natural del tiempo. Ahora bien, si en los años previos no se ha tenido en cuenta todo este proceso posterior, nos encontraremos abocados a roturas óseas peligrosas y muy delicadas.
Es interesante conocer que el calcio es el mineral más abundante en el organismo. El 90% del calcio que hay en el cuerpo está en los huesos en forma de
fosfato. También se encuentra en el
citoplasma de la célula y en el líquido extracelular en muy poca cantidad. Es uno de los minerales más importantes para las funciones fisiológicas, y cabe resaltar su función en la integridad de los nervios y músculos. Es vital en la contracción muscular del corazón y para su correcta funcionalidad. Cuando falta calcio pueden aparecer síntomas disfuncionales del ritmo, que se resuelven con una alimentación adecuada.
La absorción de este mineral se produce principalmente en el intestino, y la eliminación por vía renal. Cuando hay un exceso pueden formarse
cálculos renales de difícil eliminación, y la mayoría de las veces muy dolorosa.
La deficiencia de este mineral provoca
tetania muscular y deficitaria contracción muscular. Algunos estudiosos consideran que la carencia de calcio desencadena alteraciones graves en la paratiroides con efectos dolorosos en los músculos y en las articulaciones.
Que un alimento sea rico en calcio no implica que dicho calcio se aproveche bien. Hay factores que favorecen o dificultan la incorporación del calcio al organismo. La vitamina D, las proteínas, la lactosa (azúcar de la leche), así como una adecuada proporción entre el calcio y el fósforo en el alimento o en el conjunto de la dieta son factores que mejoran su asimilación.
Los lácteos (leche, yogur, cuajada, quesos…) tienen fama de ser las mejores fuentes de calcio, pero hay otras alternativas. También contienen calcio: los pescados de los que se come la espina (como las sardinas enlatadas), la anchoa (el bocarte), los huevos, el sésamo, la melaza, la leche de almendras, de coco o de avena, ciertas algas que se emplean como complemento dietético, lentejas, soja, judías blancas, espinacas, acelgas, repollo, pimiento verde y frutas, así como algunos frutos secos. El aprovechamiento por parte del organismo es muy inferior en los vegetales al de otras fuentes alimenticias. Esto se debe a que en los vegetales el calcio cumple una función estructural formando complejos con otras sustancias como la fibra, por lo que apenas pueden ser aprovechados.
Las cantidades estimadas para un adulto que pesa 70 kgs, viene a ser de 800mg diarios. Para su correcta síntesis se necesita vitamina D (las sardinas y los boquerones, el atún y el bonito fresco, los quesos grasos, la margarina, los champiñones, los huevos, la leche y elyogur).
Quedan seguramente muchos puntos por tratar sobre el calcio. Y mucho más sobre el resto de minerales. Espero que os apetezca seguir con este tema.
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