Saber qué hacer en todo momento. Esa sería la clave para sentirnos dentro del Camino de vuelta a Casa. Ahora bien, ¿cómo conocer qué es lo correcto y qué no? Posiblemente para clarificarlo es imprescindible ampliar el marco de referencia más allá de lo bueno, y de lo menos bueno.
Cabe preguntarse si aquello que vamos a realizar es útil o no, si es importante o trivial, si está acorde con lo real o es algo ilusorio. También si está vinculado a nuestro egoísmo o nos induce el altruismo y la generosidad.
Para llegar al discernimiento deberemos bucear en nuestro modo de hacer las cosas. Como realizamos los proyectos cada día y cómo podríamos enfrentarnos a las tareas para satisfacer nuestra voluntad suprema, porque es posible que en algunas ocasiones nos quedemos enredados en pequeños deseos que nos alejan de nuestras metas.
Sin duda es necesario ampliar nuestra visión haciendo una introspección sobre nuestro cuerpo emocional y la manera en la que tratamos a los demás. Descubrir cómo gestionamos nuestros sentimientos y si los compartimos priorizando las emociones de aquellos que están cooperando en nuestro retorno al Hogar.
Discernir exige interiorizar, profundizar, descubrir todos los recovecos y circunloquios con los que escapamos de nuestros objetivos trazados previamente para dar satisfacción a las llamadas de nuestro ego.
Revisemos nuestros pensamientos para conocer cuál es la esencia de los mismos. Si el Yo prima sobre el Nosotros. Si la pureza es quien preside nuestras intenciones o nos dejamos arrastrar por inquietudes y deseos un tanto perversos para lograr lo que anhelamos pese a quien pese. Descubramos la grandeza del Camino recreándonos en los pasos que suavemente nos llevan hasta su final.
Feliz domingo de este primaveral abril
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