En el film Deliciosa Martha, de Sandra Nettelbeck, Martha Klein (Martina Godeck) es una afamada chef de un restaurante en Hamburgo que se dedica a la new cuisine. Martha es una neurótica perfeccionista obsesionada por la cocina. Necesita controlar todo lo que le rodea, y cuando no lo consigue, sufre ataques de ansiedad que resuelve metiéndose en el congelador. Sin vida social, Martha focaliza su atención en su pasión culinaria, e intenta alimentar a su psicoterapeuta, al vecino recién llegado, o a cualquier persona para justificar las horas que dedica a este menester.

Nettelbeck trata magníficamente la necesidad de transformación de Martha incorporando a su vida dos personajes. Por un lado a una sobrina, hija de su hermana, fallecida en un accidente de coche, y de otro a un chef italiano, contratado para suplirla mientras ella soluciona su nueva situación familiar. Estas dos personas desestabilizan a Martha, pues le exigen adaptarse a una situación que nunca antes había vivido. Lina, que así se llama la sobrina, es una niña de 8 años, nada fácil, que rompe el relativo confort del que disfrutaba Martha hasta la fecha. Esta incorporación a su vida la obliga a cuidar e intervenir sobre actitudes de la niña que le sobrepasan y le asustan por igual. El segundo intruso, Mario, es un divertido, empático y apacible colaborador que se gana a todos los compañeros y a la propia Lina rápidamente, obligando a Martha a ceder parte de su terreno.
Deliciosa Martha. El encuentro entre una colérica y un sanguíneo (138)
Hay momentos espectaculares en los que cada personaje refleja lo mejor y lo peor de sí mismo. Desbordamientos, negativas, irreflexiones. Enfados y alegrías que van secundándose unos a otros, entretejiendo el entramado de esta comedia deliciosa y entretenida.
Cada una de las secuencias nos transporta a vivencias personales. Nos enseña a resolver algunas de las inquietudes que juguetean dentro de nuestro artesonado emocional. A través de Mario aprendemos que, aunque nos gusten las risas y la frivolidad, se puede ser muy directo y sincero cuando las circunstancias nos exigen que definamos sentimientos y actitudes: «Yo no necesito trabajar aquí. Puedo hacerlo en cualquier otro sitio. Pero quiero trabajar aquí porque te admiro, y es un gran honor para mí aprender de ti, y poder cocinar contigo. Aunque me gusta más trabajar donde me aprecian. Así que, si quieres que desaparezca, dímelo y me iré inmediatamente».
Martha tiene en cuenta a sus compañeros y cede a la presiones de todos en aras de mantener en el equipo al afable Mario. Poco a poco, Mario va ganando el corazón de ambas mujeres, e inician un acercamiento que se tensiona cuando el padre de Lina viene a buscarla. Martha revive su dificultad para enfrentarse a sentimientos intensos, que no sabe manejar.
Cuando se va la niña, Mario intenta consolarla, y Martha, desbordada por su incapacidad de vivir emociones fuertes,  le echa de su casa y de su vida.
Quizá cada uno de nosotros necesitamos vivir una presión, una pérdida, para situar nuestros sentimientos en una realidad y encontrar el equilibrio.
El videoblog que publicaremos mañana, nos ayudará a disfrutar de un cineforum y a comentar los diferentes aspectos de esta comedia, que muestra dos temperamentos muy diferentes y muy complementarios. Mario, un sanguíneo lleno de luz, y Martha, una colérica con necesidad de ajustes emocionales.
Debatid, a puntualizad, a participad con lo que se os ocurra. Todo esto sólo tiene sentido si estáis al otro lado.