Todas estaban en la calle. Iba a impartirles un taller que las ayudara en su lucha contra el maltrato, el abuso, el dolor y cualquiera de las situaciones que vivían día a día.

Todas estaban en la calle. Iba a impartirles un taller que las ayudara en su lucha contra el maltrato, el abuso, el dolor y cualquiera de las situaciones que vivían día a día.

“Así es -dijo Sancho- pero tiene el miedo muchos ojos, y ve las cosas debajo de tierra, cuanto más encima en el cielo”
Miguel de Cervantes
En el primer capítulo de su libro No miedo, en un apartado titulado Dr. Jeklyl vs Mr. Hyde, Pilar Jericó distingue dos tipos de miedo: El miedo equilibrante y el tóxico:“El día que yo nací, mi madre parió dos gemelos: yo y mi miedo” Hobbes
Dedico este post a todos los que hemos vivido cualquier tipo de miedo
El miedo se activa en una parte de nuestro cerebro situado en la zona temporal donde se encuentra la amígdala, o lo que es igual, el tramo límbico. Va a depender de nuestra emotividad y desbordamiento emocional el que haya un mayor impacto en esta zona, y por ello una elevación de la percepción temerosa, con su consiguiente inadecuación a esta sensación.«Cuando era joven y mi imaginación no tenía límites, soñaba con cambiar el mundo. Según fui haciéndome mayor, pensé que no había modo de cambiar el mundo, así que me propuse un objetivo más modesto e intenté cambiar solo mi país. Pero con el tiempo me pareció también imposible. Cuando llegué a la vejez, me conformé con intentar cambiar a mi familia, a los más cercanos a mí. Pero tampoco conseguí casi nada. Ahora, en mi lecho de muerte, de repente he comprendido una cosa: si hubiera empezado por intentar cambiarme a mí mismo, tal vez mi familia habría seguido mi ejemplo y habría cambiado, y con su inspiración y aliento quizá habría sido capaz de cambiar mi país y -quién sabe- tal vez incluso hubiera podido cambiar el mundo.»
(Encontrada en la lápida de un obispo anglicano en la Abadía de Westminster)
Muchos de nosotros queremos ser catalizadores del cambio, y soñamos con ayudar a los demás a que encuentren su camino, a que sean mejores o a que desarrollen todo su potencial. Otros muchos mantenemos la ilusión de ser especiales y estar bordeando los límites entre lo humano y lo divino.Algunos estudiosos de los años 70 llegaron a la conclusión que ser resiliente era una patología. Consideraban que se trataba de una enfermedad emocional caracterizada por cierto grado de insensibilidad que impedía que las situaciones estresantes afectaran a las personas implicadas. No se trataba pues de unas cualidades especiales, sino de una imposibilidad para sentir las crisis. Rebatiendo estas teorías, los expertos de la década de los 90 estimaron que la resiliencia es un ajuste saludable ante la adversidad, donde se dan unas condiciones que favorecen la maleabilidad ante procesos críticos y límites.
Aceptando esta verdad inmutable de la cualidad adaptativa de unos frente a otros que se desmoronan y desfallecen ante cualquier cuestión que les supera emocionalmente, quisiera indagar sobre lo que he dado en llamar el elitismo de la resiliencia. Pienso que las personas son resistentes para unas circunstancias muy claras, para las que se sienten competentes, y por el contrario, se sienten sobrepasadas por otras experiencias de igual gravedad.Me contaron este cuento que nos puede ayudar a reflexionar sobre nuestras actitudes para llegar a tener éxito:

El término resiliencia se acuñó hace muchísimo tiempo para señalar la elasticidad de ciertos materiales para adaptarse a cambios de temperatura, absorber energía y deformarse sin romperse.
En la actualidad se dice que una persona tiene resiliencia cuando es capaz de sobreponerse a contratiempos o situaciones de índole emocional. Esta capacidad frente a las adversidades requiere un sentido de enfrentamiento y lucha, en lugar de entregarse al abandono.¿Queréis tener la imagen de un quiosco con las portadas de los periódicos generalistas y deportivos más importantes de España, Europa, América, Asia? Este quiosco virtual nos amplia el marco de referencia y nos posibilita acceder a las noticias casi en tiempo real:
Kurtz Lewin, psicólogo polaco nacionalizado estadounidense, afirmaba que es imposible conocer al ser humano fuera de su entorno y de su hábitat natural y cotidiano. Lewin defendió que la conducta ha de entenderse como una constelación de variables independientes que conforman el campo dinámico. Esta teoría formulada por K. Lewin en el año 1939 y llamada Teoría de Campo remarcaba la importancia del estudio práctico para llegar a conclusiones sólidas e irrefutables en cualquier estudio sociológico.
Uno de sus numerosos experimentos relacionados con esta teoría y concernientes también con el liderazgo es el que se realizó en 1939 (lo podéis ver en el video «El poder de la situación», que ponemos al final del post). La pregunta que originó el experimento fue: ¿cómo es que los dictadores son capaces de moldear el comportamiento de los individuos dándoles una nueva identidad como miembros de un grupo? El objetivo era establecer los distintos tipos de liderazgo y observar la forma en la que las personas se comportan en los grupos ateniéndose al modelo de dirección.