Joaquina Fernández

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Post participativo. Cuéntanos en 10 líneas tu experiencia (130)

Ayer en la presentación del libro de Lourdes Molinero los diferentes ponentes contaron anécdotas de la vida en la que las mujeres lograron poner su grano de arena en algún proyecto singular. De ahí surgió la idea del post de hoy.
Os pido que en menos de 10 líneas recordéis alguna anécdota real en la que una mujer o un grupo de mujeres hayan conseguido su meta. Profesional o personal.
Espero que os ilusione esta propuesta y que sean muchos hombres los que cuenten su historia al lado de una mujer, y la participación que ellos tuvieron en ella. Seguramente detrás de cada gran hombre ha habido una extraordinaria mujer. En el caso contrario ha sido así también.
Ánimo. El día de hoy busca agradecer a todas las mujeres de nuestra vida que han puesto un pilar para edificar este mundo.
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La soledad de las mujeres… y otros miedos (129)

 

En el post de hoy contamos con la autora del libro: Una nueva dirección. La aportación de la mujer a las organizaciones excelentes, Lourdes Molinero, que contestará a los nutridos comentarios que hicisteis ayer.
 
Quiero, en primer lugar, agradeceros todos vuestros comentarios que tan constructivos me han parecido, pues recogen diferentes perspectivas y reflexiones que me ratifican en que sí tiene sentido escribir sobre lo que he dado vueltas en mi cabeza durante años de experiencia en la dirección de empresas.
 
Porque a veces nos parece que estamos solas ante un reto apasionante, pero no exento de dificultades…. Y no estamos solas, tenemos a mucha gente, hombres y mujeres, que piensan como muchas de nosotras que no hablamos de luchas, sino de cambiar las cosas desde el fondo, entrando a las raíces, para conseguir una sociedad más justa y enriquecida.
 
En muchos de los comentarios coincidís en que se ha avanzado en la posición de las mujeres y eso es un hecho irrefutable que comparto, además se ha conseguido en poco tiempo pero todavía tenemos que tener en cuenta que hablamos de un cambio social que llevará por lo menos dos generaciones y que ya podemos atisbar en las mujeres que empiezan a lanzar en estos momentos sus carreras profesionales.
 
Como recogéis muchos de vosotros los hombres son más ambiciosos, pero creo que lo son de detentar el poder por el poder, cosa que no ocurre con las mujeres que no queremos tanto el poder como que nos dejen ocupar, en las mismas condiciones que a los hombres, los puestos de toma de decisiones para cumplir con un papel de desarrollo de la compañía que ponen en nuestras manos y de las personas que la componen.
 
Aquí entramos en un punto que me parece clave, y que se ha tocado en bastantes de los comentarios que he recibido. Las mujeres tenemos nuestra manera de dirigir. Un error que han cometido muchas ha sido mirarse en los hombres e imitar sus formas, sus modales y desde mi punto de vista nosotras tenemos que ser femeninas también cuando dirigimos, porque esa es nuestra riqueza, esa es nuestra gran aportación.
 
Las mujeres, de una manera natural, aunque lógicamente hay excepciones y alguien se habrá topado con una jefa tóxica, tenemos una visión más humanista de la empresa que los hombres, porque tenemos más capacidad de empatía, de buscar el desarrollo de las personas que colaboran con nosotras, tenemos más visión de conjunto que nos permite calibrar mejor la repercusión de nuestras decisiones en muchos campos y personas, y todo eso son cualidades a las que no debemos renunciar, sino que debemos desarrollarlas con seguridad.
 
La seguridad que a veces nos ha faltado, pero que es el momento de recuperar, porque la sociedad nos está esperando y nos necesita urgentemente y para que podamos acudir el papel que debe hacer la esfera de lo público no es “obligar” a que las mujeres estén en puestos de responsabilidad, como si fuésemos incapaces de hacerlo solas, sino impedir que se pongan trabas a las mujeres por el hecho de serlo. Tiene que vigilar por que las reglas sean las mismas para que podamos avanzar sin palos en las ruedas.
 
Como dice Alberto no se trata de atacar a los hombres, ni de luchar contra ellos, yo por lo menos no lo entiendo así. Se trata de poder llegar a la corresponsabilidad en la vida familiar y a la colaboración de ambos en todas las facetas, porque el mundo es mixto y es así porque los hombres y las mujeres juntos tienen que aportar sus cualidades y capacidades, que son mayores cuando van conjuntadas.
 
Doy un poco de razón a Rosa Ana en que muchas veces somos las mismas mujeres las que nos ponemos pegas entre nosotras, pero eso creo que también se va venciendo en la medida que nos damos cuenta que sólo podremos hacerlo si nos creemos que somos tan buenas como los hombres y que necesitamos apoyarnos unas a otras como hacen ellos, no por el hecho de ser mujer, no por una discriminación positiva que no entiendo, sino porque ante el mismo valor la mujer no puede salir perdiendo.
Las organizaciones están empezando a ver la eficacia de tener mujeres en los puestos de toma de decisiones, pero todavía nos quedan metas por alcanzar, y creo que aquí está lo bonito del reto, que, como decía Viktor Frankl:” Lo que el ser humano necesita no es una existencia apacible exenta de dificultades, sino luchar por una meta que merezca la pena”. Sinceramente creo que merece la pena este esfuerzo que estamos realizando porque es la mejor manera de dejar una sociedad mejor a las generaciones que nos seguirán.
 

Gracias otra vez a todos por vuestros comentarios.

 

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Una nueva dirección. La aportación de la mujer a las organizaciones excelentes (128)

«La igualdad es una aspiración social. En el caso de las mujeres no ha de entenderse como una lucha reivindicativa que les compete a ellas, sino que debería ser más bien una preocupación de la sociedad en su conjunto. Actualmente, esta realidad se encuentra asumida por una inmensa mayoría de la población, y nadie duda de que la desigualdad de oportunidades entre mujeres y hombres es un escollo en cualquier sociedad que aspire a ser justa».

Estas palabras de Lourdes Molinero me parece que abordan una de las mayores realidades sociales de la actualidad. La pregunta que cabe ahora hacerse es si esta desigualdad puede ser resuelta desde los estamentos políticos o debemos acometer previamente una formación profunda y transformadora en la educación de la mujer para conseguir que sea ella misma la realizadora de este cambio; una formación que no busque apoyos discriminatorios, pues estos sólo conllevan mayores diferencias e incrementan el riesgo de tensiones entre las partes implicadas.
 
Una nueva dirección. La aportación de la mujer a las organizaciones excelentes (128)Cientos de años de cultura no se olvidan porque una legislación llegue a acuerdos en los que se adoptan medidas que favorezcan a unos en detrimento de otros.
Porque me pregunto ¿cómo es posible que en el siglo XXI estemos dirimiendo la igualdad entre los seres humanos? ¿Cómo es posible que veamos a nuestros hijos diferentes a nuestras hijas? ¿Qué será de esta sociedad si no limamos estas diferencias urgentemente? ¿Qué sentido tiene que estemos formando a nuestras hijas en carreras empresariales si pensamos que no son válidas para ello?
 
Si bien tengo la certeza de que el hombre tiene mucho que ver en las dificultades para obtener beneficios similares, estoy también convencida de que tenemos que ahondar en las cuestiones intrínsecas de la propia mujer, que no deja de ser un individuo social que vive abducido por su cultura y por su situación.
 
Muchas de las mujeres con las que me trato diariamente (madres de familia, esposas, hijas) viven abocadas a una parálisis social, a una falta de éxito profesional, porque se consideran imprescindibles en sus hogares. Cada día luchan con la ilusión de desarrollarse profesionalmente y cumplir con los deberes familiares impuestos. En el libro de Lourdes Molinero se recogen observaciones que son ejemplares en este sentido (pág. 29): «El trabajo doméstico crea unos componentes emocionales y afectivos que son los que mantienen el bienestar y la estabilidad de la familia, y que normalmente desempeña la mujer. El trabajo doméstico debería ser valorado también de forma crematística y no hacerlo sólo con el trabajo realizado en el mercado». 
 
A pesar de que esta propuesta es acertada, por sí sola no resolvería el problema que tienen la mujeres para desarrollarse profesionalmente en puestos de responsabilidad dentro de las organizaciones y las empresas. Remunerar el trabajo doméstico tan sólo llevaría a que la mujer se sintiera útil por aportar rentas a su hogar, lo que, si bien es relevante desde el punto de vista económico, deja indemne el problema de la menor presencia de la mujer en los comités de dirección o en otros cargos dentro de la jefatura de las organizaciones.
 
Y es que no se trata de acomodar a la mujer, sino que sea ella misma la que tenga la capacidad de decidir dónde y en qué forma quiere cumplir su desempeño profesional y personal.
 
La mujer vive en una contradicción con su trayectoria curricular. En los últimos años, y así lo recoge el libro de Lourdes Molinero, ocupa los primeros puestos en las carreras universitarias de humanidades, y va creciendo día a día en todas las demás. En el año 1982/83, del alumnado matriculado un 46,79% eran mujeres, y en el año 2006/2007 éstas han llegado a 54,31 %. Un dato relevante es que la mujer no realizaba diplomaturas en el 82, mientras que en el 2007 lo hace un 70,02 % (capítulo 2). Además de estos datos tan significativos, las mujeres son las que en mayor número acaban sus carreras. Sin embargo, es la misma mujer la que no lucha por optimizar estos conocimientos con un puesto profesional acorde a estos resultados. Algo asusta a la mujer, y ese algo debe ser desvelado por sí misma. La mujer llega a un tope, y en la mayoría de las ocasiones se coarta para seguir avanzando.
 
¿Hay algún condicionante en el arquetipo mujer que la arrastra y que no le permite avanzar profesionalmente? ¿Teme la mujer que con su éxito los hombres la rechacen y la proscriban? Estoy de acuerdo totalmente con la autora de este magnífico ensayo: la mujer tiene la capacidad de no centrarse únicamente en la rentabilidad de los proyectos gracias a una mayor perspectiva, con la que puede contemplar la realidad en su conjunto. Y es esta mirada global la que exige que rompa barreras que la limitan. El mundo vive una orgía de desamor, de manipulación, de desinterés por su propio colectivo.
 
Mi amiga Arantxa me anotaba que la causa puede ser la impotencia. Es decir, para qué me voy a esforzar si, aunque este vale menos, mostrarlo me va a suponer tal conflicto y esfuerzo que no me merece la pena. Estoy bien donde estoy.
 
Mi amiga R. M., directora de una agencia de publicidad, ha comprobado que para cerrar contratos con nuevos clientes una mujer atractiva como es ella, además de muy inteligente, no es válida, y ha tenido que designar a un empleado como director para estas funciones.
 
La autora ahonda en las diferencias más relevantes, en los modos y formas de aprender y dirigir entre las mujeres y los hombres. Lourdes piensa que las mujeres hasta ahora no han podido poner en práctica sus ideas por circunstancias sociales. Y, ya sea por estos impedimentos, o porque ellas mismas se limitan, es necesario que la sociedad active programas para resolver la integración de la mujer proactivamente en la sociedad empresarial, en la vida política. Pero no porque sea mujer. No se trata de hacer discriminación favorable. Es mucho más profundo. Hablamos de permitir que tenga igualdad de oportunidades reales. Que se las prepare para aceptar los retos del poder sin sentirse culpables. Que puedan conciliar la vida profesional con la personal, al igual que los hombres. Que ambos sexos tengan la capacidad de repartirse funciones, sin perder sus cualidades intrínsecas.
 
Es necesario buscar unas medidas reales, ajenas a las posturas electorales o a resultar impactantes. Pienso que es la mujer la que teme su autodeterminación, el liderazgo, el poder, la responsabilidad empresarial por encima de la familiar. Es la mujer la que se siente culpable como madre, como esposa. Y hay que hacer programas que la alivien de esta carga, y si es posible, que el hombre la asuma de alguna manera.
Gracias Lourdes por esta reflexión, que es un punto y seguido tras el cual todos debemos seguir.

Amigos la autora nos contestará a las cuestiones que planteemos. Queremos vitalizar este blog con ideas y fuentes diversas para ser cada día más productivos en el cambio que todos buscamos.

 

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El camino del Héroe. El antihéroe el Guerrero (127)

 

El héroe antiguo era el que afrontaba la muerte; el héroe moderno es el que acepta la vida.
 ARDENGO SOFFICI
 
 
En el libro Realidad del alma, Jung propone que en el mundo primitivo todos los hombres poseían una especie de alma colectiva, pero que en el transcurso de los años y con la evolución, surgió un pensamiento y una conciencia individual. Este cambio ayudó a la formación de culturas propias, donde se empezaron a definir diferentes tipos de pensamiento con actuaciones muy plurales que enriquecieron al individuo y a su colectividad. Cada una de estas tipologías integró conductas que diferenció a un grupo de otro. De este modo, cada colectivo se diferenciaba del resto por conductas arquetípicas que reflejaban la naturaleza de cada individuo y sus diferentes caminos y estadios.
 
Carol S. Pearson, en su libro El héroe interior, dice: «los arquetipos son modelos profundos dominantes en la psique humana que continúan siendo potentes y permanentes con el paso del tiempo. Estos arquetipos se perciben claramente en los sueños, el arte, la literatura y en los mitos que nos parecen profundos, conmovedores, universales y aún en ocasiones, aterradores. Para que un arquetipo tenga influencia significativa en nuestras vidas, debe existir alguna duplicación externa o refuerzo del modelo: un suceso de nuestra vida, o narraciones reiteradas en la cultura que activan el modelo».
 
El camino del Héroe. El antihéroe el Guerrero (127)Siguiendo con nuestros héroes y el camino hacia la trascendencia, hoy vamos a iniciarnos con el antihéroe el Guerrero. Porque este héroe arquetípico es el que más se ciñe a los escritos de Jung o de Pearson. Este héroe deambula buscando una salida airosa a su condición de víctima. Disiente de la opresión que vive el mártir. Le percibe sujeto a unas responsabilidades excesivas, donde los demás son prioritarios. Huye del sometimiento. Él quiere vivir su propia lucha. Algo que le movilice a él. Independientemente de lo que sientan los demás.
 
El Antiguerrero reconoce su autoridad y lucha contra la de los demás. El mandatario es su enemigo. Aborrece las dictaduras, aunque aboca a los demás a sufrir su despotismo. En cualquier grupo en el que participa indaga sobre quién tiene la jerarquía. Compite y resuelve sentirse superior a los demás. Aunque no exprese esta necesidad, intentará definir quién es el que ocupa el rango superior. Averigua a quién los demás le otorgan el poder y el liderazgo. Este conocimiento le posiciona y le orienta sobre el poder real que puede lograr sobre su oponente y hasta posible enemigo.
 
Cuando se siente débil reacciona con violencia y mal humor. En algunos casos con un pesimismo y derrotismo insondable. Dominar las situaciones y sentirse seguro es imprescindible para este antihéroe, y no importa cómo lograrlo. Puede destruir a algunos y someter duramente a otros. Lo principal es ganar y marcar su territorio.
 
El guerrero, sin identidad, desprotegido de ideales y sin valores que fundamenten su batalla, deambulará por los territorios inhóspitos, montado en su caballo de la irrealidad, buscará valles y reinos que sólo existen en su imaginación. Como un Quijote enloquecido arremeterá contra los molinos de su quimera. Su espejismo le representará victorioso, y salvará a su particular Dulcinea de los dragones y de los caballeros malvados.
 
Ajeno a la certidumbre de su valía, se agota mostrando que él gana siempre. Que lo sabe todo y que aquello que le contradice es una falacia insostenible por cualquier argumento.
 
El antihéroe necesita huir de sí mismo. De todo aquello que le limita. Rompe las reglas y el orden. Vive ausente de una visión futura, y el pasado le parece horrible y espantoso. Lleno de culpables que le han ido quitando sus reinos y desvalijado sus trofeos. Sólo vale la victoria. No le preocupan los caídos para lograrla. Apegado a los éxitos rápidos, activa sus respuestas cuando puede obtener valiosos premios.
 
El Antiguerrero vive en la inconsciencia de sus actos punitivos. Hay culpables a los que combatir, y no está dispuesto a llegar a acuerdos que le impidan la lucha. La verdad sólo lo es si hay algún muerto en el camino. Para que el poder sea evidente es necesaria la guerra, y la espada es la que sellará la conquista.
 
Su lenguaje es fanfarrón y combativo. Desafiante y pendenciero con el fin de derrocar a cualquiera que intente entrar en lid. Se basa en los hechos, y cualquier cosa que no sea tangible la tilda de despreciable. Desdeña aquello que no ha explorado y que no es demostrable de forma empírica. Las cosas son buenas o malas. Este antihéroe decide qué es correcto y qué no lo es. No permite que se le rebata, y cuando alguien lo intenta puede iniciarse una batalla dialéctica altisonante y hasta irreverente.
 
La mujer es un útil para vencer a los enemigos. Se precia de conseguir a las más bellas y de mayor rango. Todas aquellas que sus enemigos desean. Posesivo, y a veces hasta agresivo, se vanagloria de su pertenencia como si de un objeto se tratara. Exhibe con ostentación su trofeo y pasea del brazo de su amada, invicto ante las más de mil batallas. Sus mujeres son piezas débiles y frágiles que protege y cuida a la vez que domina y somete. Temeroso del engaño, castiga una y otra vez con el desaire y el desprecio, midiendo el amor y la dedicación que le tienen.
 
En su fuero interno el guerrero esconde su cobardía. Vive atemorizado, y este temor le convierte en un agresor que quiere terminar con TODO, porque en esa totalidad se asegura que ningún villano le puede derrocar.
 
En este camino de vuelta a casa el guerrero debe descubrir que sus temores son una invitación al crecimiento. Que todos los encuentros que mantiene son oportunidades de intercambiar con los otros para crear algo nuevo.
 
Querido guerrero, es el tiempo de construir puentes que unan las fronteras y abran las barreras. Debes admitir tu vulnerabilidad humana. Tu necesidad de amor y de todos los demás. Ahora hay que luchar contra la intolerancia. Aceptar la entrega sin esperar nada a cambio, y ante todo ser consciente de que el debate tiene muchos triunfadores. No sólo tú.
 
En este tiempo de vuelta a casa. Cuando todas las batallas sepas que son infructuosas entenderás que libre de tu absolutismo tu vida será saludable, útil y positiva.
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El secreto de la felicidad. Historia de El alquimista (126)

Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven anduvo durante cuarenta días por el desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo en lo alto de una montaña. Allí vivía el sabio que buscaba.

Sin embargo, en vez de encontrar a un hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del mundo. El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas para que lo atendiera.

El sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviese dos horas más tarde.
-Pero quiero pedirte un favor- añadió el sabio entregándole una cucharita de té en la que dejó caer dos gotas de aceite-. Mientras caminas, lleva esta cucharita y cuida de que el aceite no se derrame.

El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas las dos horas, retornó a la presencia del sabio.
-¿Qué tal?- preguntó el sabio-, viste los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste el jardín que el maestro de los jardineros tardó diez años en crear? ¿Reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca?

El joven, avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el sabio le había confiado.
Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo -dijo el sabio-. No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa.
Ya más tranquilo, el joven tomó nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar. De regreso a la presencia del sabio, le relató detalladamente todo lo que había visto.
-¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié? -preguntó el Sabio.
El joven miró la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado.
-Pues éste es el único consejo que puedo darte – le dijo el más Sabio de todos los Sabios-, el Secreto de la Felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara.
 
El secreto de la felicidad. Historia de El alquimista (126)
 
Análisis:
 
Nuestros placeres deben convivir con nuestras obligaciones. Pero nuestras responsabilidades no pueden alejarnos de vivir lo gozos que nos rodean, ni de compartir con todos aquellos que nos aman.
 
Después de leer esta bella historia vamos a descubrir qué actividades lúdicas nos alejan de nuestros deberes elegidos libremente. Rellenemos en una hoja de papel los momentos en los que paseamos por nuestro trabajo alejados de nuestras slots actividades profesionales y pensando en lo que vamos a hacer cuando acabemos, o en algún conflicto personal, o en algún recuerdo pasado.
 
Es necesario que seamos estrictos en este punto. Sería muy bueno que nos imaginásemos caminando por los despachos, acudiendo a reuniones, escribiendo, escuchando… con una cucharilla de té en nuestra mano y dos gotas de aceite. Qué pensamiento, que distracción es la más fuerte y qué es lo que hace que perdamos el control de nuestros actos y de nuestras decisiones previas. Qué, cuándo y cómo hemos perdido el aceite de nuestra cuchara.
 
Una vez definido este primer paso, vamos a acometer el segundo. Estamos de viaje, en alguna actividad de ocio, paseando con nuestra pareja, haciendo algún deporte o en cualquier actividad lúdica. O estamos aprendiendo, soñando, imaginando. Recibimos unas clases de relajación. Descubrimos nuestra automotivación. Exploramos por derroteros desconocidos. Qué, cuándo, de qué manera perdemos el contacto con estos momentos y aparecen nuestros quehaceres, nuestros conflictos profesionales. En definitiva, qué nos aleja de estos momentos tan únicos y provocan que dejemos el cuidado de nuestras dos gotas de aceite.
 
Una de las gotas es la vida profesional. Importante, imprescindible. La otra gota es nuestro mundo afectivo, nuestro yo humanista que siente una necesidad de trascender y acometer proyectos de gran calado personal y social. Es la primera gota la que nos permite crecer y desarrollar la segunda. No es que una sea más importante que la otra, o tenga alguna prioridad. Ambas van juntas en la misma cucharilla, y si se cae una la otra va detrás.
 
El joven encontró las respuestas porque hizo el camino de búsqueda. Pero no podrá realizar su sueño si no tiene en cuenta las dos esencias que le conforman.
 
Pongamos atención al amor, a nuestra vida personal, a nuestro mundo, y cuidemos nuestra vida intelectual y práctica, nuestro desarrollo. La una y la otra son el Secreto de la Felicidad. Ambas se necesitan para llegar a la trascendencia.
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Fútbol: fenómeno de fenómenos. Debate con el autor (125)

 

El autor del libro Fútbol, fenómeno de fenómenos, Francisco Alcaide, contesta a la entrada del post de ayer. ¿Qué pensáis de lo que dice?
 
“Creo que todas las cosas tienen pros y contras. Yo prefiero detenerme en lo positivo de las cosas e intentar minimizar lo negativo. El fútbol tiene muchas cosas buenas: como fenómeno económico (da empleo, genera impuestos, etc), como fenómeno social (es un buen argumento de socialización a veces de padres a hijos), educativo (el deporte resulta tan pedagógico porque uno aprende mientras juega y se divierte y se ponen en práctica el trabajo en equipo, motivación (alcorcón?), esfuerzo, aceptación de la derrota…), solidario (una gran caja de resonancia y la primera alternativa a la que se acude para ayudar), etc, etc.

Respecto a lo que comenta Joaquina, es cierto. El fútbol es inabarcable y otras muchas se podrían haber incluido, como el impacto en las relaciones familiares y, sobre todo, cómo en el pasado las mujeres vivían el domingo o la influencia de las victorias / derrotas de sus maridos (o hijos) en el ámbito familiar o cómo tal vez fue un limitador de la comunicación familiar cuando sólo existía un aparato… Interesante análisis que, desde luego, sería necesario estudiar…. aunque también, todo hay que decirlo, cada vez más mujeres forman parte de este fenómeno (por diferentes motivos). ¿Os acordáis de la Eurocopa?… En breve hay un Mundial en Sudáfrica.”

 

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Fútbol: fenómeno de fenómenos (124)

En el libro Fútbol: fenómeno de fenómenos de la editorial LID, mi amigo Francisco Alcaide plantea la importancia del fútbol en entornos como el político, el social, el económico, el cultural y el solidario. Este autor hace un trabajo exhaustivo en cada uno de estos campos resaltando hitos históricos en los que este deporte movilizó a las masas, apoyó a los mandatarios, fue utilizado por los organismos, alteró el mercado de valores y muchas otras proezas que están contadas con gran detalle.

Nuestro amigo y escritor pormenoriza y aporta datos que confirman este fenómeno como el más impactante que ha dado la historia deportiva. Desde cifras astronómicas en fichajes (Zidane por el Real Madrid por 45,6 millones de euros, ya superado por C.R), pasando por los salarios más altos de los futbolistas. Sirva como ejemplo la retribución percibida durante el año 2008 por David Beckham como jugador del Milán, que ha superado los 32 millones de euros. Y el entrenador Luis Felipe Scolari del Chelsea ingresó 12,5 millones de euros. Cada una de estas cifras sitúa al fútbol como el deporte mejor remunerado.
 
Fútbol: fenómeno de fenómenos (124)Además del interés económico, el autor desgrana historias inquietantes de mandatarios que utilizaron este deporte para detener levantamientos y afianzar su poder. Uno de los ejemplos más significativo es el campeonato del mundo de 1938, en el que Il Duce advirtió a la selección que debían vencer o morir. Cuando acabó el partido, en el que ganaron los italianos por 4 a 2 a la selección húngara, el guardameta de este equipo, Antal Szabó, declaró: «Nunca en mi vida me he sentido más feliz después de un partido». Ante la mirada atónita de los allí presentes añadió: «He salvado la vida a once seres humanos. Me han contado antes de empezar el partido que los italianos habían recibido de Mussolini un telegrama que decía: “Vencer o morir”. Han vencido».
 
El fútbol como fenómeno social lo estudia el escritor a través de varios puntos en los que ha investigado la opinión pública. Cuenta en el punto quinto del capítulo 2, en la página 84, que hace unos años se propuso comparar empíricamente el conocimiento que sobre el fútbol teníamos los españoles. Para ello pidió a un grupo de amigos que preguntaran de forma aleatoria a sus conocidos cuánto sabían sobre fútbol. Se les daban tres opciones: mucho, normal o nada. De 1000 respuestas obtenidas, resultó que el 90%, es decir de 900 personas, contestaron mucho. (Supongo que esto depende de los encuestados. Si yo hiciera esta pregunta a mi grupo de amigos seguramente sería nada).
 
El señor Alcaide estudia en la página 35 el concepto del fútbol como una droga social, término que acuñó el historiador Paul Preston, y que se define como la capacidad de mantener a la población en un estado de pasividad política, de tal manera que se eviten levantamientos y manifestaciones. Esta droga ha sido empleada por algunos regímenes políticos como una herramienta de control de la población, algo que se ha conseguido en la mayoría de las ocasiones gracias al fervor de los hombres de los diferentes países. Esta pasión, en la actualidad, es también compartida por muchísimas mujeres, a veces con mayor exaltación y arrebato. Y cabe esperar tiempos más enaltecidos por las féminas. Según dice Joseph S. Blatter, presidente de la FIFA en el año 2004: «El fútbol está mejor cotizado que nunca, y su popularidad aumenta continuamente, muy especialmente en el sector femenino. En todo el mundo existen más de 30 millones de jugadoras. Esta afición ya viene de lejos. En Escocia, en el siglo XVIII, se disputaban encuentros entre mujeres solteras y casadas con gran expectación». El autor relata anécdotas de varios países de Europa, entre ellos de España (pág. 122).
 
El fútbol y la televisión es el tema que me despertó mayor interés. El programa más visto en televisión, desde que en 1992 se iniciase la medición de audiencia, fue los cuartos de final España-Italia (Eurocopa 2008, penaltis), en el que hubo 15.372.000 televidentes. Este ha sido el programa más seguido de toda la historia televisiva española, que se distancia en menos de 3 millones de televidentes de la final de Operación Triunfo en el año 2002 (12.873.000) y de la final de Eurovisión 2002 (Rosa, 12.755.000 espectadores). El resto de programas más vistos son todos referidos al fútbol. Estos datos me resultan decepcionantes, y me alejan bastante del interés general.
 
Estas cifras clarifican la influencia del fútbol en la vida familiar. El autor resalta la importancia que ha tenido en su infancia su afán por el fútbol, secundado por su padre con una doble dedicatoria:
 
A mi padre, que domingo a domingo me llevaba a ver o a jugar partidos de fútbol
 
A mi madre, que domingo a domingo esperaba pacientemente nuestro regreso
 
En este punto, hay algo que me aboca a cierta tristeza que parecía olvidada. Me sobrecogen los recuerdos, querido Francisco. Y me extrañó que no hubieras dedicado un capítulo a la relación entre las mujeres de antaño y el fútbol, fenómeno de los fenómenos en los hogares. En cientos de domicilios españoles las mujeres, al igual que tu madre, esperaban largas horas a que acabasen las actividades futbolísticas, que se repartían entre partidos presenciales y televisados. Y pobres si el resultado no era favorable al equipo favorito. He presenciado escenas bastante duras y poco apetecibles, donde el fútbol ha sido el catalizador de esas situaciones. Seguramente sabes que algunas personas participan activamente de los resultados con alguna deficiencia para aceptar las derrotas. Y con cierta violencia hacia los equipos contrarios.
 
El fútbol lo he concebido como un limitador de la comunicación familiar en los tiempos donde sólo existía un aparato para toda la familia, y quizá mucho más grave cuando ya existen varios en la familia y cada uno se retira para ver lo que le interesa. En algunos hogares las notas dominicales se escribían entre fútbol, goles, éxitos y fracasos. Gritos y disgustos ininteligibles sufridos por toda la casa. Hay quien no te habla si pierde su equipo. Quien te rechaza si eres de un equipo contrario. Algunos son acerbos con los que les discrepan. He sabido de algún que otro golpe a un hijo porque se le ocurrió pasar por delante del televisor cuando se marcaba un gol.
 
Había también una disposición popular hacia las cualidades futbolísticas como un don de masculinidad y fortaleza que sólo los mejores tenían. En las escuelas los pequeños que mostraban una debilidad, falta de interés por este deporte o cualquier animadversión eran repudiados o tachados de «raros», tilde que a veces tenía connotaciones sexuales degradantes.
 
En fin, que el fenómeno de fenómenos tiene varias lecturas. Las que tiene este libro me parecen de gran interés, aunque me falta el lado más humanista, más intimista de los reflejos familiares y sociales, que se viven y se han vivido desde siempre.
 
Los aficionados a este deporte leer este libro. Su rigor es inconmensurable. Los que tenéis menos afición sería bueno que le echarais una ojeada. Es increíble lo que mueve este fenómeno de masas.
 
Espero vuestros comentarios y que podamos ampliar esta visión, que me ha parecido un poco sesgada. Quizá tengáis historias que queráis contar.

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Fútbol: fenómeno de fenómenos (124)

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Infiltrados. Cambiar el mundo exige valores firmes (123)

En el film de Martin Scorsese Infiltrados (The Departed) del año 2006 los protagonistas principales, Billy Costigan (Leonardo DiCaprio) y Colin Sullivan (Matt Damon), participan en un plan contra la mayor banda del crimen organizado que existe en Massachussets. La élite de la policía desarrolla una estrategia en la que es imprescindible introducir un topo dentro de la organización mafiosa. Para este papel eligen a Billy Costigan, un joven policía procedente del sur de Boston y cuyo tío era mafioso, dato que posteriormente hará creíble que deje la policía y que le encierren en la cárcel por un delito menor.

Escena a escena, los personajes van desgranando habilidades para parecer corruptos (Billy), o aptitudes singulares para dar una imagen perfecta de ejemplaridad (Colin). Billy simula ser un joven malo y perverso, y Colin el mejor policía del cuerpo. Ambos están mintiendo, y la trama va configurando acciones que mantienen en tensión a los espectadores. Cuando parece que van a ser descubiertos y tocan los límites de la credibilidad, el público se inquieta queriendo avisar al bueno de lo próximo que está el malo.
 
Porque en este camino de mostrar y convencer de lo que no son, el supuesto bueno se lleva golpes a diestro y siniestro, y el que realmente es corrupto vive felizmente. Hasta consigue enamorar a una estupenda psicóloga policial (Vera Fármiga), a la que quiere utilizar para descubrir al infiltrado policial (ser auténtico acaba teniendo premio).
 
Infiltrados. Cambiar el mundo exige valores firmes (123)Durante la proyección es imposible desviar la atención de la película. Cada escena se compone de los elementos más sutiles y explícitos del bien y el mal. De lo correcto y de lo que no lo es tanto. Los personajes abominables te abducen, y hasta parece que te sientes feliz cuando fracasan. Los estudiados matices perversos que manifiestan Frank Costelo y su banda, ya adentrados en la trama, te van conduciendo a tomar partido. En mi caso me molesta la lentitud de Billy, y me niego a que gane la rapidez y sagacidad de Colin. Uno y otro van encontrándose y cercando la zona en la que se dirimirá la gran final, en la que, como parece lógico, ambos pierden.
 
Scorsese se reinventa y cumple con las expectativas del film, que le llevan a ganar 4 Oscars (Mejor Director y Mejor Película entre ellos). Es posible que este gran director y el guionista William Monahan hayan decidido este tema sin más. Pero en mi caso cada escena me revuelve. Me atenaza y me incita a una reflexión permanente. Los protagonistas de la película necesitan modelar los personajes que realizan. Bill debe convertirse en un malvado y corrupto policía, y para ello adopta el papel agresivo, malévolo y confuso. Y poco a poco va siendo abducido por este personaje, perdiendo su condición y muchos de sus valores. Aquellos por los que ha luchado toda su vida, y que se van oscureciendo entre golpe y golpe. Entre mentira y mentira.
 
¿Qué nos pasa cuando queremos convivir en ambientes que difieren y nos alejan de nuestros verdaderos ideales? ¿Qué sucede cuando los jóvenes dúctiles, de almas inmaduras, acuden a los grupos más marginales para ser aceptados y malean su espíritu? Mimetizan para ello comportamientos arriesgados, buscando que todos se sorprendan y les permitan entrar en su grupo. Cada hazaña es un reto que busca la admiración, sin que importe el riesgo.
 
Recordé a un gran muchacho. Uno de los más nobles que he conocido. Cuando tenía 16 años se sentía el más feo de la pandilla. Pelirrojo, gafotas, débil y sobre todo influenciable. Un día coincidimos en una taberna. Sus «amigos», mucho mayores que él, le animaban a beber una botella de coñac. Si se negaba era un cobarde y un imberbe. Se la bebió. No dejó ni una gota. Los ojos grises de aquel crío parecía que iban a estallar cuando dejó la botella en la barra. Nadie tuvo la oportunidad de detenerle. Su cabeza se levantó desafiante y los muchachos se rieron de él y se marcharon. Deambuló durante mucho tiempo ebrio por los lugares. Su mayor deseo era que le aceptaran en el grupo de los mayores. Quería ser el mejor, el más valiente. Intentaba repetir todo lo que aquellos salvajes hacían.
 
Colin se respeta a sí mismo, y todo lo que hace está meditado. Busca ganar dinero, y no le importa el medio. Es corrupto y puede estar en cualquier ambiente. Se siente fuerte. No se deja arrastrar por la compasión, y quiere llegar hasta la meta que se ha trazado. Billy, por el contrario, es débil. Busca limpiar su nombre. Ser admirado por sus logros, y que los demás sepan que no es como su tío. Ni como su familia. Él es respetable. Él tiene un sentido de la responsabilidad diferente. Pero actúa como su tío. Consigue atacar, golpear, y cada uno de estos actos le lleva a rebasar los límites y le alejan de su objetivo. Todos consiguen que dude de quién es y para qué está allí.
 
Quizá debamos fortalecer mucho más nuestros verdaderos valores antes de intentar cambiar el mundo que nos rodea. Es posible que, si no lo hacemos, los vientos malditos nos arrastren y nos conviertan en piltrafas con las que juega el destino.
 
Cabe recordar las veces que hemos sido sometidos por las intenciones de otros. Y aceptar que hemos claudicado en actos que nos parecían despreciables. Robado, criticado, mentido, engañado… En fin, es posible que todos hayamos sido un poco Billy, junto a muchos Colin, Costelo… Ahora nos queda analizar nuestros valores y retornar a ellos. Hacernos muy fuertes para que después, y quizá sólo después, podamos salir a cambiar el mundo, pero antes el nuestro.
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Áreas de mejora del melancólico (122)

El temperamento melancólico ha provocado comentarios derrotistas y algo pesimistas. Cómo no, es su cualidad más notoria. En realidad, todos los comportamientos que nos disgustan son complicados de asumir como propios. Los temperamentos más polarizados en sus áreas de mejora son el colérico y el melancólico. Más por su rencor y su dificultad para perdonar que por otras de sus características, que son también relevantes. Los temperamentos que no recuerdan las ofensas, los que viajan ligeros de equipaje, aquellos que llevan en su maleta sólo lo necesario, son mucho más sencillos. Por ello las debilidades del sanguíneo y el flemático son menos insidiosas y avivan menos resquemor y rechazo.

Ahora bien, los motores del cambio, los enardecedores de las transformaciones vitales, son los temperamentos que afectan a las relaciones y su evolución. El origen es su tendencia a vengarse cuando las cosas no salen como ellos quieren. El melancólico se ataca y menosprecia casi de continuo. El colérico hace lo mismo, pero con los demás.
Por ello es necesario relajarse. Relativizar estas lecturas y plantearse la tarea de arremeter contra los dragones de la soberbia que nos conminan a escondernos. Aligeremos el equipaje de los miedos y enfrentémonos valientemente contra todo aquello que nos debilite y nos asuste.
Gestionar lo imperfecto de uno mismo. Las áreas de mejora del melancólico

Consigo mismo: su mirada sobre el mundo que le rodea es negra y adversa. Este advenedizo futuro que presagia tormentas permanentes en la vida de este temperamento, se aviva mucho más cuando se analiza a sí mismo. Su corazón llora casi constantemente. Podríamos decir que en los pocos momentos de cordura analítica, en la que se atisba una pequeña apertura a la luz, este temperamento sigue viendo nubes grises que pronto serán nubarrones negros.
Volátil en su concepción vital, pasa por etapas de gran inestabilidad emocional que le desbordan. Las cadenas de su cuerpo material y la ausencia de entendimiento sobre los otros temperamentos (el sanguíneo, sobre todo) le hacen sufrir, le tensionan y le paralizan. Parece vivir en una nube de irrealidad esperando que algo cambie y que le permita acceder al discernimiento. La materia representa una cadena insuperable que le ata y le limita. Le alienta una llamada interior que busca trascender, y su tendencia al sacrificio pide ser víctima de un dolor irreparable.
Mi querido melancólico, con cuánta saña arremetes contra ti mismo. Con cuánta negrura visionas los dones recibidos y qué poca condescendencia tienes hacia tus pequeños o grandes errores. A esta condición añades que cualquier propuesta o proyecto lo miras desde el lado desfavorable y le niegas cualquier oportunidad de éxito.
Esta disconformidad que tienes contra ti mismo deja en evidencia tus orígenes, de los que muchas veces reniegas. Durante tu infancia has sido muy crítico con uno de tus progenitores, al que rechazas, y te has apasionado ardientemente por el otro. Sin causa aparente aunque intentaras justificarlo. Idolatrabas al que te parecía inalcanzable y criticabas con dureza al otro. Esta es una pauta que sigues manteniendo. Vibras de amor (aunque pocas veces lo expresas) a la vez que criticas descarnadamente. Cal y arena emocional, que se identifican como tus pautas amorosas.
Tu pensamiento es bastante perjudicial y te convierte en un maniático, a veces depresivo, con reflexiones autopunitivas. Todo esto hace que seas ciclotímico e inestable en tus decisiones y en tus afectos. Y sobre todo en la valoración que haces de ti mismo.
Te vives como una persona equivocada y te sientes de una gran bajeza moral si no estás permanentemente realizando lo que esperas de ti mismo. Implacable con tus acciones y rígido con los placeres, no te permites licencias que te hagan vivir más relajado y distendido. Cuando te lo permites sufres y te flagelas durante largo tiempo.
En fin, eres intolerante y te cuesta hacer equipo contigo mismo cuando estás mirando el lado oscuro de tu personalidad.
En la comunicación: el melancólico no habla sobre su vida privada. De hecho le incomoda contestar a cualquier pregunta que atente contra su intimidad. El intrusismo comunicativo le parece poco elegante y lo critica desabridamente. Antes de llegar a un coloquio saludable necesita superar limitaciones e impedimentos que emanan de su timidez y su falta de calma. En ocasiones se le tilda de torpe por estas imprecisiones expresivas. Cuando se siente muy abrumado por el desconocimiento de su interlocutor inicia la conversación con una objeción o censura que a veces está fuera de contexto. Esta confrontación tan inesperada como absurda resulta inadecuada y deriva en una enemistad inicial.
La calidad de observación de un melancólico hace que se exprese tácitamente con la mirada. A veces su desaprobación la evidencia, tensionando el ambiente más de lo habitual. Cuando está sumido en la melancolía ve enemigos en todas las partes, y eso entorpece mucho su comunicación y le lleva a enemistarse con los otros. Con tendencia a ser agorero, expresa fácilmente las dificultades que observa en los planes que le presentan. Pocas veces participa de un plan con relajación o positivamente.
El melancólico es muy introvertido y muy elitista en sus relaciones, al igual que el flemático. Escucha bien cuando le interesa el tema y es afín a él. Es poco abierto a ideas nuevas o diferentes a sus criterios. Cuando está en grupos de extrovertidos se pliega en sí mismo y muestra su rechazo. Esto se evidencia más cuando está con personas que alardean de sus éxitos. El melancólico es humilde en las evaluaciones de sus actos, y le resulta incomprensible que otros se jacten de sus premios sin recato. En una reunión puede permanecer mudo durante horas si el tenor de sus interlocutores es presuntuoso o fatuo. Independiente de que sea real o no lo que sus acompañantes digan.
Huye de la vida en sociedad. En familia es poco habilidoso para hacer feliz a los suyos por su exigencia y su ánimo perfeccionista. No permite que se frivolice en las conversaciones cuando son muy interesantes para él. En este sentido es muy radical, y no participa de las opiniones, aunque sean de personas muy cercanas. Una de las deficiencias más notorias del melancólico es que no entiende de bromas ni de ironías. Se siente muy afectado por esta particularidad de los sanguíneos y en ocasiones pueden llegar a romper su relación.
Pienso que estos puntos recogen lo menos grato del temperamento melancólico, que, recordemos que como el colérico, recuerda todo lo negativo casi para siempre. Si tu temperamento es éste, entiende esta información como un mapa de ruta que te recuerda el camino que has recorrido y que no puedes desandar. Estas son las debilidades que te acompañan. A la postre no somos perfectos, y que en nuestro camino de retorno esta es una posibilidad más. Nada es decisivo ni condenatorio. Ni las grandes fortalezas ni las pequeñas áreas de mejora.
Asomarnos al lado luminoso del temperamento melancólico nos ayudará a plantearnos planes de acción para revisar nuestro perfil y aprender a aceptarlo y modelarlo de cara a alcanzar nuestros logros.
Si alguien de tu entorno tiene estas características como más sobresalientes y observas que se cumplen, entiende que es una parte de sí mismo tan irremisible como la tuya. Nada es mejor que nada. Ni peor una cosa que otra. Somos una maravillosa obra que se va conformando cada día con pequeñas partículas de conocimiento.
En breve analizaremos las relaciones entre temperamentos y será más fácil comprender porqué ha sido tan complicada la relación con unos y tan fácil y maravillosa con otros. Y porqué somos tan impredecibles con nosotros mismos.
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Historia de las cuatro esposas y el rey. Cuidar lo imperecedero (121)

Había una vez un rey que tenía cuatro esposas.
Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás y la adornaba con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas más finas. Sólo a ella le daba lo mejor.

También amaba mucho a su tercera esposa, y siempre la exhibía en los reinos vecinos. Sin embargo, temía que algún día ella se fuera con otro.

También amaba a su segunda esposa. Ella era su confidente y siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a superar los tiempos difíciles.

La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca.
Sin embargo, él no amaba a su primera esposa, y aunque ella le amaba profundamente, él apenas se fijaba en ella.

Un día, el rey enfermó y se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo. Pensó acerca de su vida de lujo y caviló:

«Ahora tengo cuatro esposas conmigo pero, cuando muera, estaré solo».
Así que le preguntó a su cuarta esposa: «Te he amado más que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?».

«¡Ni pensarlo!», contestó la cuarta esposa, y se alejó sin decir más palabras.

Su respuesta penetró en su corazón como un cuchillo afilado.

El entristecido monarca se dirigió a su tercera esposa: «Te he amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?».

«¡No!», contestó su tercera esposa. «¡La vida es demasiado buena! ¡Cuándo mueras pienso volverme a casar!»

El corazón del monarca experimentó una fuerte sacudida.

Entonces, desconsolado, preguntó a su segunda esposa: «Siempre he venido a ti a por ayuda y siempre has estado ahí para mí. Cuando me muera, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?».

«¡Lo siento, no puedo ayudarte esta vez!», contestó la segunda esposa. «Lo más que puedo hacer por ti es enterrarte.»

Su respuesta llegó como un relámpago estruendoso que devastó al rey.

Entonces escuchó una voz:

«Me iré contigo y te seguiré donde quiera que vayas.»

El rey dirigió la mirada en dirección de la voz, y allí estaba su primera esposa. Se veía tan delgaducha, sufría de desnutrición. Profundamente afectado, el monarca dijo:

«¡Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!»

La historia de las cuatro esposas y el rey. Cuidar lo imperecedero (121)

Comentarios:
Todos tenemos cuatro compañeros en nuestra vida. El cuarto es nuestro cuerpo. No importa cuánto tiempo y esfuerzo invertimos en cuidarle y darle lo mejor; cuando llegue nuestra muerte nos abandonará.
El tercero son nuestras posesiones y condición social. Cuando fallezcamos irán a parar a otros. Tal como decía esta esposa, se casará con otro una vez que nos hayamos ido.
El segundo es nuestra familia y amigos. Que al contrario de los anteriores, le duele nuestra marcha, pero lo más que pueden hacer por nosotros es darnos un entierro digno y acompañarnos durante el sepelio.
Nuestro primer esposo o esposa, nuestra compañera para siempre, es nuestra alma. Ignorada y olvidada por nosotros, que hemos empleado nuestro tiempo en lograr éxitos perecederos. Los éxitos, posesiones, amigos, placeres rápidos y todo aquello que no nos puede acompañar cuando acaba nuestra vida. La única que trascenderá nuestra muerte es el alma, que irá allá donde vayamos.
Conclusiones:
Cambiemos el orden de nuestros compañeros y demos prioridad a las necesidades de nuestra alma.
En nuestro plan de acción diario tengamos en cuenta qué necesidad tiene nuestro primer compañero, y no cejemos hasta que no esté satisfecho. Después cuidemos a nuestros amigos y familia. Seamos honrados y compartamos nuestras propiedades y nuestra condición social con aquellos que nos necesitan. Al cuerpo es imprescindible darle lo mejor, que no siempre coincide con lo que más nos apetece o gusta. Cuidemos el cuerpo para que nuestra alma se siente libre y satisfecha todos los días.
Pensad en lo efímero de nuestra existencia. Ahora creemos que es largo el camino hasta la muerte; sin embargo, por muy largo que sea, llegará el momento en el que tengamos que enfrentarnos a esta disyuntiva: no queremos irnos solos. Queremos que nos acompañe lo mejor.
Todas las noches pienso como si fuera la última, y reviso cómo he cuidado mi vida y la de los demás en ese día para iniciar el próximo de la mejor forma. De este modo atenderé más rápido y mejor las necesidades de mi primer esposo.
Nota: Platón consideraba el cuerpo como la cárcel del alma. Afirmaba que el alma estaba compuesta de lo idéntico y lo diverso, substancia que el Demiurgo usó para crear el alma cósmica y los demás astros. Además los dioses inferiores crearon dos almas mortales: la pasional que reside en el tórax, y la apetitiva que reside en el abdomen (ver el mito de los caballos alados)
Seguiremos hablando en otras ocasiones de estos pensamientos filosóficos.
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