En el post de hoy contamos con la autora del libro: Una nueva dirección. La aportación de la mujer a las organizaciones excelentes, Lourdes Molinero, que contestará a los nutridos comentarios que hicisteis ayer.
 
Quiero, en primer lugar, agradeceros todos vuestros comentarios que tan constructivos me han parecido, pues recogen diferentes perspectivas y reflexiones que me ratifican en que sí tiene sentido escribir sobre lo que he dado vueltas en mi cabeza durante años de experiencia en la dirección de empresas.
 
Porque a veces nos parece que estamos solas ante un reto apasionante, pero no exento de dificultades…. Y no estamos solas, tenemos a mucha gente, hombres y mujeres, que piensan como muchas de nosotras que no hablamos de luchas, sino de cambiar las cosas desde el fondo, entrando a las raíces, para conseguir una sociedad más justa y enriquecida.
 
En muchos de los comentarios coincidís en que se ha avanzado en la posición de las mujeres y eso es un hecho irrefutable que comparto, además se ha conseguido en poco tiempo pero todavía tenemos que tener en cuenta que hablamos de un cambio social que llevará por lo menos dos generaciones y que ya podemos atisbar en las mujeres que empiezan a lanzar en estos momentos sus carreras profesionales.
 
Como recogéis muchos de vosotros los hombres son más ambiciosos, pero creo que lo son de detentar el poder por el poder, cosa que no ocurre con las mujeres que no queremos tanto el poder como que nos dejen ocupar, en las mismas condiciones que a los hombres, los puestos de toma de decisiones para cumplir con un papel de desarrollo de la compañía que ponen en nuestras manos y de las personas que la componen.
 
Aquí entramos en un punto que me parece clave, y que se ha tocado en bastantes de los comentarios que he recibido. Las mujeres tenemos nuestra manera de dirigir. Un error que han cometido muchas ha sido mirarse en los hombres e imitar sus formas, sus modales y desde mi punto de vista nosotras tenemos que ser femeninas también cuando dirigimos, porque esa es nuestra riqueza, esa es nuestra gran aportación.
 
Las mujeres, de una manera natural, aunque lógicamente hay excepciones y alguien se habrá topado con una jefa tóxica, tenemos una visión más humanista de la empresa que los hombres, porque tenemos más capacidad de empatía, de buscar el desarrollo de las personas que colaboran con nosotras, tenemos más visión de conjunto que nos permite calibrar mejor la repercusión de nuestras decisiones en muchos campos y personas, y todo eso son cualidades a las que no debemos renunciar, sino que debemos desarrollarlas con seguridad.
 
La seguridad que a veces nos ha faltado, pero que es el momento de recuperar, porque la sociedad nos está esperando y nos necesita urgentemente y para que podamos acudir el papel que debe hacer la esfera de lo público no es “obligar” a que las mujeres estén en puestos de responsabilidad, como si fuésemos incapaces de hacerlo solas, sino impedir que se pongan trabas a las mujeres por el hecho de serlo. Tiene que vigilar por que las reglas sean las mismas para que podamos avanzar sin palos en las ruedas.
 
Como dice Alberto no se trata de atacar a los hombres, ni de luchar contra ellos, yo por lo menos no lo entiendo así. Se trata de poder llegar a la corresponsabilidad en la vida familiar y a la colaboración de ambos en todas las facetas, porque el mundo es mixto y es así porque los hombres y las mujeres juntos tienen que aportar sus cualidades y capacidades, que son mayores cuando van conjuntadas.
 
Doy un poco de razón a Rosa Ana en que muchas veces somos las mismas mujeres las que nos ponemos pegas entre nosotras, pero eso creo que también se va venciendo en la medida que nos damos cuenta que sólo podremos hacerlo si nos creemos que somos tan buenas como los hombres y que necesitamos apoyarnos unas a otras como hacen ellos, no por el hecho de ser mujer, no por una discriminación positiva que no entiendo, sino porque ante el mismo valor la mujer no puede salir perdiendo.
Las organizaciones están empezando a ver la eficacia de tener mujeres en los puestos de toma de decisiones, pero todavía nos quedan metas por alcanzar, y creo que aquí está lo bonito del reto, que, como decía Viktor Frankl:” Lo que el ser humano necesita no es una existencia apacible exenta de dificultades, sino luchar por una meta que merezca la pena”. Sinceramente creo que merece la pena este esfuerzo que estamos realizando porque es la mejor manera de dejar una sociedad mejor a las generaciones que nos seguirán.
 

Gracias otra vez a todos por vuestros comentarios.