No es lo mismo conocer el camino que andar el camino. (MORFEO)
El film de los hermanos Wachowski (Larry y Andy) The Matrix, que el jueves se emitió en la Cuatro, se inicia con una persecución de un grupo de policías que van detrás de Trinity (Carrie-Anne Moss) quien, en una carrera magistral, y salvando todas las leyes de la gravedad, consigue escapar. Trinity volando entre los edificios con su cuerpo entubado de negro es una buena presentación de la guerrera impecable que ayudará al protagonista a encontrar su camino y a cumplir su meta.
Más adelante, en el ambiente sofisticado de una discoteca, descubrimos a Trinity sensual, con voz aterciopelada, que se acerca a Neo (Keanu Reeves), un joven pirata informático, y le dice: «Cállate y escucha. Sé porque estás aquí. Porque vives solo y noche tras noche te sientas delante de tu ordenador. Le buscas a él. Lo sé porque una vez yo estuve buscando lo mismo, y cuando él me encontró me dijo que en realidad no le buscaba a él. Lo que buscaba era una respuesta. Es la pregunta la que nos impulsa, Neo. La respuesta la encontrarás por ahí. Te está buscando y te encontrará siempre que lo desees».
La película se detiene. Como si alguien le hubiera dado al pause, todo se interrumpe. De nuevo, las palabras de Trinity escenifican una realidad de la que a veces no soy consciente. Quiero saber qué hago aquí. Por qué y para qué cada día me siento delante del ordenador. Qué busco. Por qué necesitamos respuestas. Cuántos de nosotros tenemos clara la pregunta que nos moviliza, que nos conduce a hacer y a estar donde estamos. Es la pregunta la que nos impulsa y nos conduce a descubrir para qué queremos encontrar la respuesta y lo que significa llegar a ella.
Cuando todo comienza de nuevo, Morfeo (Laurence Fishburne) le está diciendo a Neo: «Ellos te han encontrado antes, pero subestiman lo importante que eres. Tú eres el elegido, Neo. Te habrás pasado los últimos años buscándome, pero yo me he pasado toda mi vida esperándote». Morfeo nos recuerda la verdad más irrefutable: cada uno de nosotros somos los elegidos, y estamos haciendo un recorrido imparable y único. Somos una pieza clave en el puzzle de la humanidad. El papel que desempeñamos es imprescindible para nosotros, los buscadores, pero también es esencial para los buscados. Esta individuación, esta mismidad tan única e irrepetible, es la que permite que lleguemos al final de nuestro destino.
Morfeo sigue: «Neo te explicaré porque estás aquí. Algo no funciona en el mundo. No sabes lo que es, pero ahí está como una astilla clavada en tu mente. Y te está enloqueciendo. Esa sensación te ha traído hasta mí». Es esa obsesión en forma de esquirla la que nos hace revisar el sentido trascendente de nuestra vida. Platón, en la teoría de los dos mundos, ya planteó el mundo real y ficticio como una imposibilidad de dar definiciones comunes a objetos que están en permanente cambio. Morfeo explica que no se puede definir Matrix. Hay que verla, vivirla, descubrirla. Los hermanos Wachowski, inspirándose en la metáfora de la cueva de Platón, plantean que todos estamos metidos en una cueva, y tomamos por realidad las sombras. Nos creemos una percepción proyectada de nuestras ilusiones. Para descubrir lo que realmente anhelamos, debemos penetrar en ello. Convertirnos en aquello que buscamos. Al embebernos en ello, descubriremos lo que tanto tiempo hemos anhelado.
«Esta es tu última oportunidad. Si tomas la pastilla azul, fin de la historia. Despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creerte. Si tomas la roja, te quedarás en el país de las maravillas, y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos ».El primer día que nos planteamos un cambio ya hemos decidido elegir entre la pastilla azul y la roja. Delante están todos los maestros que cada jornada nos muestran puertas para tomar esa gran decisión. En algún sitio nos está esperando. Como Morfeo, podemos creer que un oráculo nos dirá el camino y nos confirmará que somos únicos. Pero debemos recordar lo que este personaje advierte: «Yo sólo puedo mostrarte la puerta. Tú tienes que atravesarla». Nadie puede traspasar la puerta por nosotros. Si queremos llegar al punto de destino, debemos convertirnos en ese destino. La cuchara no puede doblarse. Debemos ser nosotros mismos los que confiamos, aceptamos, nos comprometemos y nos movilizamos hacia nuestro cambio. Entonces, y no antes, nos doblaremos, y podremos trascender.
Al igual que Neo, tendremos que superar las pruebas a las que nos enfrentan nuestras limitaciones, nuestros miedos, nuestras inquietudes. Encontraremos muchos Cifras en nuestro deambular, y quizá hasta lo seamos nosotros. Cuando el enemigo interior nos ataque, tendremos que decidir entre entregarnos a los demás o dejarnos vencer por el egoísmo. Y es que nuestro yo ha de estar al servicio de la sociedad que necesitamos. Ese será el momento en que nuestras cualidades de elegidos nos revitalizarán para, al final, recibir el beso de Trinity, que nos empujará a dar nuestro último impulso. Las heridas abiertas por nuestros errores se curarán con el perdón, y cubriremos nuestro cuerpo con una armadura que nada ni nadie podrá penetrar. Ahí habremos llegado al final de la madriguera de conejos: construyendo un mundo donde cualquier cosa sea posible.
Gracias por leerme hoy.
Video de la escena de la elección de pastilla:
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