Dicen los orientales que el elemento fuego sirve para superar cualquier avatar. Sus llamas dan luz y claridad a las situaciones, y cuando se eleva nos convierte en observadores de nuestros miedos diluyéndoles con su calor y su fuerza. Además el fuego nos reconforta y reanima para continuar las jornadas cuando parece que estamos exhaustos.
En la alimentación emocional el elemento fuego son Las Vitaminas. Estos microalimentos son generadores de salud, bienestar, alegría, confortabilidad, y de todo aquello que hemos necesitado para superar las pasadas crisis. Estas pequeñas amigas han sido las promotoras de esos momentos de gran poder que nos han llevado hasta el momento presente.
El post nº 95 Las Vitaminas. Aprender y ser felices depende de ellas. Vitamina C ha sido el tercer post más visitado por vosotros con 368 visualizaciones.
Os agradecemos vuestra colaboración en este año 2009 que hemos dejado atrás y esperamos que en este nuevo año sigamos compartiendo conocimientos y experiencias y que el elemento fuego nos siga dando el calor y la luz que precisamos para ello.
Alimentación emocional: las vitaminas. Aprender y ser felices depende de ellas. Vitamina C (95)
Publicado por: Joaquina Fernández
miércoles, 23 de septiembre de 2009 6:31
¿Tus defensas están altas? ¿Tus heridas cicatrizan rápidamente? ¿Absorbes el hierro y alejas las anemias de tu vida? ¿Tus encías están sanas y no sangran? ¿Tus huesos son sólidos y soportan los golpes sin romperse? ¿Tu cabello es resistente y soporta los cambios de estación? ¿Tu ánimo se mantiene cuando llega el invierno o hay menos horas de sol? Estas respuestas serán positivas si tu alimentación te aporta suficiente vitamina C.
El descubrimiento de esta vitamina está unido a la inquietud social de finales del siglo XIX por el alto índice de muertes de los navegantes. Los datos apuntaban a que los marineros fallecían debido a su alimentación deficitaria en productos perecederos como frutas y verduras. Tras estudiar los grupos de riesgo, se comprobó que los barcos provistos de limones tenían menos tasas de muertos. Los hombres de mar que tomaban cítricos (con una alta tasa de vitamina C) llegaban a puerto en mejores condiciones que los otros.
El químico e investigador británico Walter Norman Haworth determinó la estructura química de esta vitamina en el año 1933 (recibió el Premio Nobel de Química por este descubrimiento en 1937). Por otra parte, Albert Szen-Györgyi de Nagyrápolt, fisiólogo húngaro, investigó la combustión biológica y la oxidación celular, y la relacionó con la vitamina C. A este investigador se le concedió el Premio Nobel de Medicina ese mismo año. El químico Paul Karrer, científico ruso que compartió el Premio Nobel de Química con Haworth, relacionó los hidratos de carbono con esta vitamina. Estos científicos indagaron sobre qué y de qué modo podían paliar la ausencia de los alimentos vivos, que provocaban un gran daño a los navegantes.
Estos sabios buscaron, y lograron, sintetizar químicamente la vitamina C o ácido ascórbico, que se convirtió en uno de los más reconocidos aditivos. A partir de esta síntesis, se empleó el ácido ascórbico en las grandes travesías marinas.
En la década de los 80 se definieron otras muchas aplicaciones de esta vitamina, que desembocaron en la creencia popular de que era la panacea de la salud y la cura definitiva para todas las enfermedades del hombre, creencia un tanto exagerada, aunque ciertamente el consumo diario de esta vitamina es muy importante.
Dentro de las funciones más sobresalientes de esta vitamina cabe distinguir su colaboración en el desarrollo de los dientes y las encías, los huesos y todos los cartílagos del cuerpo. Es un coadyuvante en la metabolización de las grasas, y ayuda en el crecimiento y cuidado del tejido conectivo. Las personas que absorben esta vitamina presentan pieles más suaves y tersas. La vitamina C participa en la producción del colágeno (factor que evita el envejecimiento), y es imprescindible para el buen funcionamiento de neurotransmisores tales como la dopamina, la serotonina y la acetilcolina. Se la considera como la vitamina protectora del sistema inmune (este dato está siendo muy discutido desde la aparición del SIDA).
Los tejidos que más cantidad de esta vitamina acumulan son los que están más unidos al crecimiento y desarrollo orgánico, así como los que tienen una mayor influencia en la formación de la sangre. Para contrarrestar la actividad de los radicales libres se acumula en el sistema nervioso central. Se acumula igualmente dentro de los glóbulos blancos para hacer más eficaz la respuesta inmunológica.
Uniendo todos estos datos, podemos valorar esta vitamina como de gran utilidad para mantener el cuerpo joven y elástico, revitalizar el organismo con la correcta absorción de las vitaminas y minerales, y también para evitar las enfermedades degenerativas como el Alzheimer, la arterioesclerosis, el Parkinson y los problemas de córnea.
Además de todo lo expuesto, la vitamina C tiene un valor antioxidante que produce una sensación de limpieza y pureza interna. Cuando la persona se siente hastiada de alimentos basura, o no ha ingerido alimentos crudos durante varios días, el ánimo se debilita y surge un pesimismo persistente, que desemboca en un espíritu crítico. El mal humor pasa a ser un compañero fiel, y surge la cólera reprimida. El organismo se siente viejo y gastado. Los pensamientos de desconfianza hacia el futuro son constantes, y la piel de la cara se avejenta. El esfuerzo es mal recibido casi siempre. Todas estas señales son índice de una alimentación muy pobre en esta vitamina. Para reponer este estado mediante la nutrición es imprescindible incorporar todos los días ensaladas sin aditivos, elaboradas con verduras y hortalizas crudas, que se tomarán como primer plato. Como complemento, conviene tomar la fruta media hora antes de las comidas, y en ningún caso detrás.
Durante bastantes años se pensó que las aportaciones extras de estas vitaminas en forma de complementos ricos de ácido ascórbico eran muy beneficiosas. Estudios posteriores llegaron a la conclusión que es imprescindible el consumo de frutas y verduras para su absorción y metabolización orgánica, y que no es tan aconsejable el consumo adicional de ascorbato a través de suplementos.
Cuando estamos en este proceso de baja absorción de vitamina C es oportuno incluir en la alimentación diaria productos muy ricos en esta vitamina:
- Frutas: mango, cítricos (naranja, pomelo y limón), grosellas, fresas, frambuesas, arándanos, piña, escaramujo y moras
- Verduras: acedera, hojas de rábano, diente de león, coles de Bruselas, repollo, coliflor, brécol, nabos y todas las lechugas. Las ensaladas en general tienen gran cantidad de esta vitamina
- Hortalizas: pimiento verde, rojo y amarillo; perejil,
- Hay que hacer una mención muy especial al kiwi, considerado el tesoro de la vitamina C. Su densidad nutritiva está en 16, y su seguidora más cercana es la papaya con 14, seguida del limón con 13 y de la fresa con 12. (Ver estudio de Rutgers realizado por el Dr. Paul Lachance en: www.zespri-europe.com)
En momentos de alta exigencia a nivel de fuerza, estética y resultados personales, puede resultar muy beneficioso optimizar nuestra alimentación con frutas, verduras y alimentos naturales. Seguro que sentiremos mejor humor, mayor resistencia al paso de las horas en el trabajo y también una mayor voluntad a la hora de cuidarnos. La vitamina C eleva el nivel de valentía personal, y da una mayor resistencia en los huesos y el tejido conectivo. Es como si nuestro edificio incrementara el hormigón en sus bases o cimientos. A las personas coquetas les gustará saber que las mantendrá mucho más jóvenes.
Espero que esta información os resulte interesante, y que podamos compartir comentarios y experiencias.
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