Un soldado habló a sus padres desde San Francisco.
– Mamá, papá. Voy de regreso a casa, pero os tengo que pedir un favor. Me acompaña un amigo que me gustaría que se quedara con nosotros.
– Claro – le contestaron-. Nos encantará conocerlo.
– Hay algo que deben saber – siguió diciendo el hijo-, mi amigo ha resultado malherido en la en la guerra. Pisó una mina y perdió un brazo y una pierna. No tiene adonde ir, y quiero que se venga a vivir con nosotros.
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