Cuando muchos te acorralan, otros te defienden y muchos permanecen impasibles, yo quiero darte las gracias. Primero por lo accesible y cercano que eres como persona y como juez. Y porque cuando se te pide ayuda respondes con celeridad. El reloj de la vida te pilla siempre despierto. Eres una de las personas más trabajadoras que conozco. Has pasado muchas horas pensando y desarrollando defensas para el débil en cualquier parte del mundo. Las mujeres de México recibieron tu apoyo, los asesinados en Argentina también, no te olvidaste de mi querido Salvador Allende y los hermanos chilenos, ni de los palestinos…Todos estos y muchos otros genocidios realizados en el mundo merecieron tu estudio y tu defensa.
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