Las preguntas que nos planteábamos ayer nos posicionaban en el presente y nos hacían conscientes de qué está sucediendo, y cuánta implicación tenemos en los hechos que vivimos.

¿Es real lo que siento?

A veces damos importancia a emociones que ni siquiera nos hemos cuestionado. Hoy avanza más en este ejercicio y mira con perspectiva tus sensaciones. ¿Qué sientes realmente? ¿Es verídico? ¿Merece que te aflijas por ello?

¿Este sentimiento está conectado a este instante?

Muchos de los momentos de aflicción se derivan de vivencias del pasado que no hemos perdonado. Si no estás seguro de la procedencia de tu malestar no imputes a tus compañeros del presente algo de lo que no son conscientes ni han tomado parte.

¿Es correcta mi actuación para el conflicto presente?

Sólo si estás en paz la respuesta puede ser afirmativa. Si has perdido la paz con tu comportamiento seguramente no es muy adecuada tu disposición.

¿De qué otro modo podría actuar para este momento?

Quizá puedas encontrar otros modos más fáciles y distendidos para resolver lo que te ofende o te molesta. Castigar al otro puede resultarte muy apetecible, pero ¿estás tú exento del dolor?.
Al final lo que buscamos todos es la felicidad y para ello debemos liberarnos de las cargas que llevamos a cuestas. Convirtamos nuestras relaciones en placenteras, divertidas, motivadoras.

Un buen día depende de los pensamientos que nos acompañan. ¿Cuáles son los tuyos ahora?