Mi amiga ha sido abandonada por su pareja. El le explicó que se le fue la ilusión y que la magia estaba agotada. Mi querida amiga se ha quedado parada en el tiempo del amor, y rechaza la posibilidad del abandono. No se alimenta. Sus piernas parecen dos palillos y su cadera se ha reducido en casi 5 centímetros. Los mofletes de antaño se han quedado prendidos de alguna fotografía que merodea por el salón.

Mi amiga está desconocida, triste y afligida. Lo peor de todo esto es su estómago. Esta víscera enemiga de las emociones negativas se ha cerrado a cal y canto y no le permite comer. Cuando ingiere algún alimento, que no siempre es el más apropiado, además del malestar le aparece una colitis peligrosa que le deja aún más derrotada que la separación.

 

Dicen que una de las funciones del estómago es servir de recipiente de todas las impresiones que vienen del exterior, que deben ser digeridas adecuadamente. El mensaje de no eres válida y me voy a mi amiga no le ha resultado muy apetecible, y su estómago está emitiendo múltiples señales de malestar y de que la noticia todavía no ha sido digerida.

Algunos amigos más están viviendo una crisis emocional importante. Unos han abandonado su hogar por otro amor nuevo y apasionado, otros dudan sobre la veracidad de sus sentimientos, algunos creen que no viven un amor para toda la vida… En fin, septiembre nos avisa de la agitación en las costas de los sentimientos.

El estómago necesita digerir todo esto. Esta víscera que se encuentra al final del esófago precisa apertura y entrega. Una disposición sensible a las vivencias emocionales y una mayor aceptación de los sentimientos reales que todas estas experiencias activan. Cuando la mente no puede digerir los sentimientos, el estómago asume que debe expresarlos con una sensación de pesadez, aerofagia y alteración de los ácidos estomacales.

Ojo a estos ácidos cuando hemos tenido un disgusto emocional, porque nos atacan, nos corroen por dentro y nos descomponen. La sensación  es de sentirse amargados y un tanto desesperados internamente.

Los autores de La enfermedad como camino lo definen maravillosamente:

Cuando tenemos un disgusto el estómago reacciona produciendo un ácido agresivo con el que pretende modificar y digerir unos sentimientos no materiales, empresa difícil y molesta que nos recuerda que nos es conveniente tragarse el mal humor ni obligar al estómago a digerirlo. El ácido gástrico aumenta porque quiere imponerse.

La falta de responsabilidad y el miedo a los conflictos impide a muchos sufridores emocionales exteriorizar su agresividad. Estas personas viven con la idea de recuperar su vida infantil y ser protegidos por su familia.

Mi amiga carece de confianza y seguridad en sí misma en estos difíciles momentos. La pérdida la mantiene acorralada en el miedo y la desdicha. Quiere retornar al amor de su madre, donde todo era seguro y nada de lo que hacía la alejaba de su confort.

Como volver al útero materno es imposible, sólo cabe como respuesta a esta desgracia amorosa expresar la agresividad y la ira que tiene acumulada. Darse un arrumaco de afecto personal y dejarse arrastrar por sus verdaderos sentimientos sin miedo al conflicto ni a la soledad. Querida amiga, ahora te toca fluir sin prejuicios o controles externos. Haz una buena masticación del problema y obsérvalo como una oportunidad de madurez y de progreso hacia la libertad en la expresión emocional.

Quizá sería estupendo que acudieras a una clase de psicodrama con un experto, y que en el espacio teatral te dejaras ir por el ritmo de la desesperación, la ira y el malhumor para acabar riéndote de ti misma y de la situación. Porque, en el fondo, quién ha perdido. Seguro que este buen mozo. Este hombre y muchos otros algún día se darán cuenta de la estupenda y maravillosa mujer que han dejado volar a otros brazos y tras otros sueños.

Estas vivencias emocionales son provechosas y útiles, porque aunque en el momento parece que nos morimos de amor, son sin duda enseñanzas vitales para aprender a expresarnos en lugar de ahogarnos de amargor, malos ácidos y eructos a destiempo.

Un estómago sano exige una expresividad rotunda y a tiempo. Lo peor para la úlcera de estómago es mantener la agresividad y la ira hacia dentro. Un buen aprendizaje para evitar problemas de estómago es enfrentarse conscientemente a los conflictos y digerir todas las impresiones, aunque no sean gratas.

Si queremos ser queridos no escondamos estos anhelos detrás de una mirada fría y distante. ¿A quién beneficia esto? Al estómago, desde luego, no.