Kurtz Lewin, psicólogo polaco nacionalizado estadounidense, afirmaba que es imposible conocer al ser humano fuera de su entorno y de su hábitat natural y cotidiano. Lewin defendió que la conducta ha de entenderse como una constelación de variables independientes que conforman el campo dinámico. Esta teoría formulada por K. Lewin en el año 1939 y llamada Teoría de Campo remarcaba la importancia del estudio práctico para llegar a conclusiones sólidas e irrefutables en cualquier estudio sociológico.
Uno de sus numerosos experimentos relacionados con esta teoría y concernientes también con el liderazgo es el que se realizó en 1939 (lo podéis ver en el video «El poder de la situación», que ponemos al final del post). La pregunta que originó el experimento fue: ¿cómo es que los dictadores son capaces de moldear el comportamiento de los individuos dándoles una nueva identidad como miembros de un grupo? El objetivo era establecer los distintos tipos de liderazgo y observar la forma en la que las personas se comportan en los grupos ateniéndose al modelo de dirección.
Los resultados fueron los siguientes:
Bajo el modelo de liderazgo autocrático, los jóvenes trabajaban más duro, pero solo cuando el líder estaba presente y les vigilaba. Entre ellos eran más agresivos y hostiles, mientras que se mostraban sumisos ante el dirigente.
Con el tipo de liderazgo liberal: los muchachos hacían el mínimo trabajo posible y de la peor calidad. La libertad sin guía les condujo al caos. Entre ellos discutían, se culpabilizaban y llegaban a la violencia.
Cuando el estilo de liderazgo fue democrático: los chicos mostraron los más altos índices de motivación y originalidad, con un mayor intercambio de elogios. En el grupo se consiguieron elevados niveles de colaboración y amistad.
El pasado 25 de febrero, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y los principales dirigentes de la oposición conservadora, expusieron en directo ante las cámaras de televisión sus posiciones sobre la reforma sanitaria. Cada partido eligió a un grupo de senadores y representantes, y todos ellos intercambiaron preguntas, datos, reproches y sugerencias.
Al final de esta reunión los representantes republicanos opinaban que Obama había sido elegido para gobernar, y no para entretenerles con esas cuestiones. En prensa se leyeron opiniones de todo tipo, y no muy agradables para el dirigente americano. La oposición considera que es una pérdida de tiempo debatir o negociar.
No es aislada esta situación en la que grupos de dirigentes consideran que solo se gobierna desde un liderazgo autocrático en el que el mandatario ordena y manda. El rechazo de ciertos grupos al liderazgo democrático nos sitúa como individuos en posturas dominantes y cercanas a las dictaduras.
Kurt Lewin mostró con su experimento que los jóvenes no actuaban dependientes del líder, sino que la influencia provenía del modelo que se ejerciera. Mucho me temo que nuestra falta de motivación, nuestro bagaje intelectual limitado y nuestra parca ilusión por cambiar este mundo, nos abocarán a gobernantes autócratas.
Pobres de nosotros si no aprendemos rápido la lección de que solo con la democracia podremos experimentar la excelencia de nuestras competencias y lograr un éxito que se dilate en el tiempo. Las dictaduras logran victorias para unos y malestar para otros. La democracia permite participar del desarrollo de nuestra nación y de nuestras gentes.
Recordemos que la democracia es algo más que poder votar. Ser demócrata conlleva participar, estudiar, considerar, avanzar, tener en cuenta a la totalidad y su bienestar. En fin, ser demócrata es ser parte de la nación y actuar en todo lo que suceda en ella, en lugar de ejercer un papel de mero espectador crítico que denosta el progreso.
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