Es fácil tener confianza en ti mismo y disciplina cuando eres un triunfador, cuando eres el número uno. Lo que necesitas es tener confianza y disciplina cuando todavía no eres un ganador.

Vicent Lombardi
Entrenador de fútbol americano
El film de Oliver Stone Un domingo cualquiera (Any Given Sunday) recoge la vida deportiva de un equipo de fútbol americano, los Miami Sharks, cuyo entrenador, Tony D’Amato (Al Pacino), se enfrenta a la mayor crisis de la historia del equipo.
El primer quarterback, el veterano Jack Rooney (Dennis Quaid), cae lesionado, y el segundo quarterback, Tailer, que no había entrenado en toda la temporada, hace lo mismo unos minutos más tarde. En ese momento, la dueña de este equipo (Cameron Díaz) busca desesperadamente en el mercado alguien para sustituir a sus jugadores veteranos y duramente golpeados. Lo importante es ganar y rentabilizar a su equipo. Los aficionados han perdido el interés. Los Sharks han sido derrotados en tres partidos, y quedan tres más para el play off. El único medio de salvar una temporada desastrosa es realizar un gran fichaje.
Entre tanto, Tony D’Amato saca a su tercer quarterback, un joven de 26 años que lleva sólo esa temporada con los Sharks (Jamie Foxx); un jugador asustado que está ajeno a lo que pasa en el partido. El entrenador le exige que lo haga bien y él, anonadado, sale al campo sin saber cómo enfrentarse a la situación. El susto le descompone, y vive dramáticos momentos ante sus oponentes, que le insultan y le amilanan. Se enfrenta a las circunstancias como puede, lo que le lleva a  salirse del mapa del entrenador y hacer su jugada. Lo peor es que no conoce la estrategia del equipo y desorienta a sus compañeros.
Después del descanso, en un momento en que han recuperado el balón, el entrenador pide tiempo muerto. Y le dice: «¿qué pasa, Willy? Sólo puedes mejorar. Y no te preocupes por la sustitución, porque no me queda nadie. Tú sabes jugar a esto, lo llevas haciendo toda la vida. Has crecido en Dallas. Piensa que estás allí y que has vuelto a tu casa, y tu madre te está esperando. Olvídate de todo. De las gradas, de las luces, del cuaderno de jugadas». Willy le obedece y se olvida de todo. Desdibuja en su mente el entorno que le acobarda, y se concentra en el siguiente pase.
Y es aquí cuando para mí tiene sentido la película. Muchos de los entramados de este film muestran falta de valores, una moral muy reducida, creencias a priori equivocadas. Cada personaje presenta un lado oscuro y tenebroso. Sin embargo, pararnos en la miseria, la debilidad y el dolor es fácil. Lo difícil es renunciar a nuestro confort cuando alguien nos arrebata el poder. Es decir, cuando alguien hace las cosas mejor, o no nos escucha, o no nos entrena. Entonces tan sólo queremos ver las tareas desde la barrera, sin implicarnos, pues estamos adormecidos, y hemos perdido nuestra autoestima. En estos casos,  de poco nos ayudará definir al culpable, desasosegarnos o alejarnos del problema. En algún momento la situación puede exigir que tomemos las riendas de la vida. El mejor, y hasta los dos mejores, los que van delante de nosotros, pueden desaparecer y dejarnos el puesto libre para empezar a desarrollarnos. Quizá en ese momento no estemos preparados y perdamos esa oportunidad.
O quizá sea mejor creer en nuestro potencial sin que tengan que caer los que están a nuestro alrededor. Viví una situación de gran cobardía en mi vida. Sólo cuando se murió la persona a la que temía pude dar un paso adelante. Sólo que allí se quedó un material que no he recuperado. Hoy todavía no sé cuán valiente soy.
Espero que el intento de un video blog, que acompaña a este post, nos aproxime más. Decidme si os parece válido. Es estupendo estar juntos cada día.

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