Un turista de Nueva York estaba en el muelle de un pueblito costeño mexicano cuando llegó un bote con un pescador. Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño. El turista elogió al mexicano por la calidad del pescado, y le preguntó cuánto tiempo había invertido en pescarlos. El lugareño respondió que poco tiempo. El visitante le preguntó por qué no permanecía más tiempo y sacaba más pescado. El mexicano dijo que tenía suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia.

El estadounidense le preguntó qué hacía con el resto de su tiempo. El pescador le describió cómo era un día cualquiera de su vida:

-Me levanto más bien tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi señora, en las noches me encuentro con mis amigos, tomo vino y toco la guitarra mientras algunos de ellos cantan. Tengo una vida muy entretenida y muy amena -concluyó el mexicano.

El neoyorkino se identificó y le dijo: 

– Soy un MBA de Harvard y podría ayudarle. En primer lugar pienso que debería emplear más tiempo en la pesca, y con los ingresos comprar un bote más grande. Esto redundaría en un incremento considerable de los ingresos, y con ellos podría comprar más barcos hasta lograr una gran flota. En vez de vender el pescado a un intermediario podría hacerlo directamente a un procesador, y eventualmente abrir una procesadora propia. Esto exigiría controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Con el tiempo debería salir de este pueblo e irse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y a Nueva York, desde donde dirigiría su empresa en expansión.

El pescador, que había guardado silencio, preguntó:

– ¿Cuánto tiempo llevará todo eso?

El experto de Harvard respondió:

– Entre 15 y 20 años.

El hombre le miró y le preguntó:

– Y luego que haya logrado todo eso, ¿qué pasará con mi vida?

El consejero se rió y dijo:

-Cuando llegue la hora venderá las acciones de su empresa al público y tendrá millones.

-¿Y luego qué?

-Luego se puede retirar. Se desplaza a un pueblo en la costa donde pueda dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, descansar con su esposa, tomar unos vinos con los amigos y estar libre de preocupaciones.

 El pescador le respondió:

-¿Acaso eso no es lo que tengo ya?

¿Qué pensáis de esta historia? Me gustaría que plantearais vuestra visión sobre el propósito de vuestra vida, qué sucedería en el mundo si todos fuéramos como el pescador, o como el experto, o qué otras posibilidades encontráis que no sean tan polarizadas.

Conciliar la vida personal y profesional exige una conciencia muy desarrollada que aporte equilibrio, congruencia, desarrollo y ante todo bienestar para la persona. En cualquier caso, sin olvidar el progreso de las naciones y la rentabilidad de los proyectos empresariales.

Seguro que hay modos de lograrlo y podemos ampliar el paradigma actual con vuestras experiencias.

Espero vuestros comentarios.