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Mapas representacionales y evolución infantil. (77)

En el post 047 iniciamos una serie de trabajos sobre la comunicación y los mapas representacionales. Siguiendo con la línea abierta en dicho post, mi intención hoy es mirar los estudios de Grinder y Bandler desde la evolución de los niños y su conexión con la maduración de los tramos cerebrales (tema que iremos viendo en las próximas semanas). A priori, la información puede resultar complicada, así que voy a intentar dar unas pinceladas de mi supuesto ampliándolo con links para que podáis profundizar en los estudios teóricos que se han realizado sobre el cerebro trino o los tres tramos cerebrales de Paul Mc Lean.

Nuestra intención es observar qué ha sucedido en el proceso evolutivo de un niño para sesgar la información que les llegaba de sus progenitores, maestros o amigos y quedarse, como la mayoría de nosotros, con un mapa representacional en lugar de nutrirse de los tres, con el beneficio que ello reporta.
Como recordaréis, los investigadores Grinder y Bandler observaron los resultados de profesionales que eran un ejemplo de éxito, suponiendo que realizaban movimientos o expresiones facilitadores de este logro y que, por consiguiente, si replicaban estas acciones y comportamientos, otros podrían obtener los mismos logros. Estos estudiosos, en su libro La estructura de la magia (vol. II), señalan que las personas que sobresalen en su desempeño, sea cual sea su campo de actividad, tienen desarrollada la habilidad de cambiar de un sistema representacional a otro, adecuándose al contexto en el que se encuentran. Los autores afirman que la excelencia se logra nivelando los tres canales.
Si trasladamos estas hipótesis al mundo infantil, lo primero que hay que saber es que los niños admiran profundamente a sus padres como personas triunfadoras, y tienden a repetir todos sus movimientos; sin embargo, en su proceso de maduración comunicativa oral van transmitiendo la información siguiendo unas reglas que son comunes a todos ellos, independientemente del sistema representacional de sus mayores. Por causas que queremos analizar, van perdiendo la habilidad de unos mapas, quedándose muchos de ellos con uno solo. Un ejemplo claro es D.O., que es auditiva pese a que su madre es visual y su padre un encantador kinestésico. Además, en esta familia se da el caso de que uno de los hermanos es visual, y el otro kinestésico.
Hagamos un recorrido por la vida de los niños en su primera etapa. En su infancia, antes de los cuatro años, los niños se quedan extasiados ante los movimientos de sus dedos, que miran y mueven una y otra vez. Sus ojos, llevados por una insaciable curiosidad, van abriéndose poco a poco a todas las formas. Cuando explican lo que hay a su alrededor, transmiten las imágenes que perciben a través de fotogramas que canturrean aleatoriamente. Los objetos son personajes que visionan con gran expectación, e inicialmente aprenden a diferenciarlos por su forma. Su entorno a veces no les enseña a reconocer la importancia de lo que observan, y se quedan paralizados en este modelo visual. Encontraremos niños que están quietos durante muchísimo tiempo, y que cuando se relacionan con los demás procuran ser objeto de las miradas reclamando que se les observe. Pueden incluso llegar a decir: «¿Pero es que no me ves?», o: «¿No ves lo que te estoy contando?».
Cuando se han sentido reconocidos por su entorno, y ya cumplidos los cuatro años, los críos se inician en la expresividad cromática, y resuelven su conexión con el medio mediante caricias que dan y reclaman. Huelen las cosas, y manifiestan una gran inquietud corporal, además de coquetear con los que les rodean. Sus explicaciones son muy desordenadas, y todo su interés está centrado en ser aceptados y queridos por los mayores. Es gracioso verles tan seductores, hecho que polarizan con las personas que más reacias se muestran hacia su comportamiento. Otros resuelven su búsqueda de afecto con gritos y cierta hiperactividad para llamar la atención de todos. En la mayoría de las ocasiones no logran su objetivo, y persisten en su kinestesia para no sentirse fracasados.
Aquellos muchachos que han vivido la aceptación familiar, a partir de los 8 años reducen mucho su ajetreo, que casi desaparece para tornarse en una atenta quietud. Necesitan esa inacción para escuchar los sonidos, a través de los cuales diferencian e incorporan pensamientos más complejos. Empiezan a hablar con menos recursos exteriores, y en ocasiones se quedan extasiados escuchando a sus padres, con un grado de admiración tal que les impide expresarse. Para otros sus palabras cobran importancia y emprenden discusiones «adultas» sobre las cuestiones familiares, las normas, las imposiciones o cualquier orden que implique una limitación de sus deseos o apetencias. A esto se suma su afán de ser escuchados, y para ello organizan los mensajes de modo un tanto monótono, reclamando un tiempo de atención que a veces resulta excesivo, y que por ello les impide lograr su objetivo. En este caso tenderán a hablar por hablar sin importar de qué y cuánto. Cuando los niños han generado un grado de interés y los padres son participativos de sus inquietudes, canalizando su aprendizaje verbal, el resultado es muy gratificante, porque el jovencito amplía vocabulario, busca lecturas y está más abierto al desarrollo intelectual.
Ya cumplidos los 12 años la historia se repite, pero ahora en su relación con el mundo social y externo a su núcleo familiar. Jovencitos que habían superado todas las pruebas en la infancia se quedan sumidos en la inercia y la parálisis cuando son obviados por sus amigos o la pandilla, o viven una conmoción emocional que les incita a sentir a los otros y bloquearse al creerse rechazados. Otros sufren de angustia estudiantil, y recurren a memorizar sus materias y frenar cualquier movimiento o sensación que les pueda llevar al fracaso escolar.
La pregunta es qué parte de la fisiología del joven está influyendo en esta pérdida de su excelencia profesional o personal. Nosotros pensamos que se origina un bloqueo en la madurez cerebral correspondiente a cada sistema representacional, y que ello impide un progreso exitoso en cada una de las exigencias que el entorno exige.
En futuros post iré compartiendo los estudios que se han realizado sobre la maduración cerebral. Así mismo intentaré desarrollar la supuesta conexión con la pérdida de plenitud representacional, tan necesaria según Grinder y Bandler. Focalizaré mi atención en el sistema que tenían los hombres primitivos y en cómo se han ido desarrollando. Haré hincapié en cómo el cerebro del hombre se ha ido ampliando gracias a las relaciones entre individuos y la aparición de la ciencia.
«El cerebro es capaz de hacer millones de cosas distintas. Las personas deberían enterarse de lo increíbles que son ellas y de lo increíbles que son sus mentes en realidad. No sólo tenemos esa cosa inaudita en la cabeza capaz de hacer muchísimas cosas por nosotros y de ayudarnos a aprender, sino que puede cambiar y adaptarse y hacernos mejores de lo que somos. Nos puede ayudar a trascender.»
Espero que entre todos podamos encontrar el modo de aprovechar al máximo todas las posibilidades que nuestro maravilloso mundo cerebral nos proporciona.
Video relacionado. «Supervivencia y Evolución»:
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Dos amigos y dos temperamentos (76)

Cuenta una historia popular árabe, que dos amigos iban caminando por el desierto. En un momento dado, tuvieron una discusión, y uno abofeteó al otro. El otro, sin decir una palabra, escribió en la arena:
«Hoy mi mejor amigo me ha dado una bofetada.»
Siguieron andando hasta que se encontraron un oasis, donde se bañaron. El que había sido abofeteado tuvo un mareo y comenzó a hundirse en medio del lago, pero su amigo lo salvó. Cuando se recuperó, esculpió en una piedra:
«Hoy mi mejor amigo me ha salvado la vida.»
El otro le dijo: «Después de abofetearte escribiste en la arena. Ahora grabas en una piedra, ¿por qué?». El amigo contestó: «Cuando alguien te haga daño, escríbelo en la arena, donde los vientos del perdón lo borrarán, pero cuando alguien te haga bien, grábalo en la piedra, donde ningún viento lo pueda jamás borrar».
Dos amigos y dos temperamentos (76)
Conclusiones:
  • Uno de los mayores hándicap de dos temperamentos es su rencor, y el recuerdo del daño recibido durante mucho tiempo. Esta actitud impide que estos temperamentos evolucionen y que logren los éxitos que la vida les ofrece. Necesitan escribir sobre la arena para que los vientos del perdón les ayuden.
  • Por otro lado hay dos temperamentos que no recuerdan el daño que infringen a los demás reduciendo de este modo su posibilidad de cambio.
Todos ellos deben realizar un progreso en cuanto a la correcta valoración de los actos que suceden a su alrededor.
  1. ¿Qué temperamento tiene el que abofeteó?
  1. ¿Qué temperamento, si superase el rencor, escribiría en la arena y esculpiría la piedra?
  1. ¿Qué temperamento es rápido y tendría la capacidad de salvar al que se está ahogando (aunque todos pueden, hay uno que posee en grado sumo esta cualidad)?
  1. ¿Qué temperamento es el que más analiza y podría responder a estas cuestiones y dejarnos mensajes con esta profundidad?
  1. ¿Qué temperamento es poco analítico y necesita preguntar al amigo el significado de la arena y la piedra?
  1. Reflexiona sobre estos temperamentos y busca detalles que te ayuden a fortalecer lo mejor que tienes de cada uno de ellos.
  1. Recuerda momentos en los que has actuado como cada uno de estos temperamentos. Seguro que has hecho aprendizajes que te sirven para llenarte de fuerza y hacer cambios relevantes en tu día a día.
Aunque todos somos todo, y lo positivo de ambos está dentro de nosotros, debemos potenciar lo que deseamos de nosotros y detener lo que no nos favorece.
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Alimentación emocional: las vitaminas. Aprender y ser felices depende de ellas (75)

Alimentación emocional: las vitaminas. Aprender y ser felices depende de ellas (75)Casi todos los descubrimientos en el campo de la alimentación tienen un recorrido largo donde el hombre ha ido aplicando sus observaciones sobre los cambios físicos y psicológicos que advertía en grupos de individuos que vivían situaciones adversas. En relación al estudio de las vitaminas, uno de los grandes precursores fue Hipócrates, médico de la antigua Grecia, quien postuló que se mejoraba la visión nocturna comiendo hígado.
Durante muchos siglos se le dio gran importancia a la alimentación como un medio de superar enfermedades; sin embargo, en relación a las vitaminas es a partir del siglo XVIII cuando aparecen verdaderos hallazgos que arrojan luz sobre la necesidad de complementos en mínimas cantidades para resolver graves dolencias en conjuntos determinados de individuos.
Alimentación emocional: las vitaminas. Aprender y ser felices depende de ellas (75)A mediados de 1700 el médico escocés James Lind (1716-1794), de la marina inglesa, consideró mucho más significativas las bajas del ejército inglés por enfermedades, como el escorbuto, que las provocadas por las batallas con las flotas de Francia y España. Este médico fue el precursor de incorporar alimentos frescos en la dieta de los marinos de la armada inglesa después de haber comprobado que los marinos que tomaban zumo de limón en las travesías no enfermaban como el resto de sus compañeros. Este galeno procuró que los barcos realizaran sus travesías cargados de limones (bastante más imperecederos que otras frutas), con un gran éxito y una reducción considerable de las bajas por escorbuto.
Alimentación emocional: las vitaminas. Aprender y ser felices depende de ellas (75)A finales de 1700, el conde Constantino Francisco Chassebeuf (Conde de Volney), en su obra Las ruinas de Palmira y su ley natural, propone alejarse de todo lo que hace daño a la salud del hombre. Volney pensaba que la cantidad, calidad y combinación de los alimentos tenían una fuerte influencia en los comportamientos diarios del ser humano, además de afectar a las actitudes del alma. Volney fue un gran precursor de las conexiones entre la alimentación y la salud del cuerpo y de la emoción. Su obra fue un revulsivo social sobre la conexión entre el cuerpo, la emoción y el alma.
Alimentación emocional: las vitaminas. Aprender y ser felices depende de ellas (75)Más adelante, ya por el siglo XVIII, y gracias a los estudios del polaco Casimir Funk, se llegó a la conclusión de que enfermedades como la pelagra (por nutrirse con maíz), el beri-beri (por comer arroz descascarillado), el escorbuto (por falta de frutas y carnes frescas), el raquitismo (por ausencia de luz solar y de ciertos alimentos),  tenían como denominador común la ausencia de nutrimentos frescos, tales como frutas y verduras.
Alimentación emocional: las vitaminas. Aprender y ser felices depende de ellas (75)A finales de 1800, el premio Nobel Frederick Gowland Hopkins descubrió que las ratas enfermaban gravemente si sólo comían los macronutrientes (proteínas, grasas y azúcares), y que al incorporarles leche a la alimentación empezaron a mejorar de manera notable. Hopkins llegó a la conclusión de que la leche era imprescindible para el normal crecimiento de sus animales de ensayo. Este relevante médico descubrió que si faltaba una substancia soluble en las grasas se provocaba una gravísima enfermedad en los ojos de sus cobayas. Hopkins llamó a esta sustancia Accesory Food Factors (Factores Alimenticios Accesorios). Hopkins y Funk recibieron en 1929 el premio Nobel de Medicina por estos hallazgos científicos.
La palabra «vitamina» fue acuñada por Casimir Funk en 1912, y proviene del latín vita (vida) y de amina (amina necesaria para la vida). Como estas dos definiciones nos indican, nuestra vida depende de estos micronutrientes que se encuentran en pequeñas cantidades en casi todos los alimentos.
Las vitaminas son un grupo de compuestos vitales para el funcionamiento celular y el correcto desarrollo orgánico. Al igual que sucedía con los aminoácidos esenciales, la gran mayoría de las vitaminas no pueden ser sintetizadas (elaboradas) por el organismo, por lo que sólo podemos obtenerlas de los alimentos naturales.
A estos pequeños nutrientes se les denomina «elementos de acción biológica» o «catalizadores», ya que promueven y activan el buen empleo y aprovechamiento de los alimentos energéticos (hidratos de carbono y grasas) y de los alimentos plásticos (proteínas). La carencia de vitaminas acarrea un buen número de enfermedades y trastornos de índole física y psíquica.
El fraccionamiento de la leche realizado por Hopkins permitió deducir que tanto la fracción grasa como la acuosa eran igualmente indispensables, y a los componentes esenciales (todavía desconocidos) se les llamó vitamina A (presente en la grasa) y B (presente en la fracción acuosa).
En consecuencia, los estudios realizados posteriormente tuvieron muy en cuenta esta división, y todavía se consideran las vitaminas como pertenecientes a dos grandes grupos: las vitaminas hidrosolubles (solubles en agua y presentes en las partes acuosas de los alimentos) y las vitaminas liposolubles, insolubles en agua y presentes en las partes grasas de los alimentos.
Vitaminas liposolubles: para su absorción se necesita, además de los minerales, una substancia grasa. Se depositan, en reserva, en el cuerpo, principalmente en el hígado. Pertenecen a este grupo las vitaminas A, D, E , F, K , y P. Su ingesta en grandes cantidades representa un grave riesgo, porque el organismo no puede eliminarlas con facilidad.
Vitaminas hidrosolubles: Además de los minerales, necesitan para su absorción un medio acuoso, y se distribuyen por el cuerpo en los líquidos intra y extra celulares. Estas vitaminas no se depositan en el cuerpo, a excepción de la vitamina B12, por lo que es imprescindible su ingesta diaria. No hay riesgo de hipervitaminosis, porque el superávit se excreta por vía urinaria. Pertenecen a esta categoría principalmente las del grupo B y C. Es importante tener en cuenta que casi todas las vitaminas hidrosolubles se encuentran en la levadura de cerveza fresca, y las vitaminas liposolubles en el germen de trigo. La vitamina C se halla en el limón, además de en los pimientos verdes, el kiwi y otros.
Llegados a este punto, podemos imaginar la importancia de las vitaminas y sus funciones orgánicas. Nos ayudará saber que cuando ingerimos demasiadas proteínas es imprescindible incorporar vitamina B6 en la alimentación para evitar los procesos anémicos, mareos y convulsiones, así como una cierta lentitud mental. O que la vitamina B12 es imprescindible para el correcto metabolismo, la formación de glóbulos rojos o el mantenimiento del sistema nervioso central. También que la vitamina C permite que nuestras encías y dientes permanezcan jóvenes y saludables, amén de ayudar a la síntesis del hierro.
En fin, que durante unas semanas estaremos juntos para sensibilizarnos hacia la importancia de estas micro substancias. Está en mi ánimo retomar la alimentación a base de ensaladas, frutas frescas, zumos naturales, verduras de hojas verdes, yemas de huevo, legumbres, levaduras de cerveza, kiwi y un amplio surtido de alimentos que nos enriquecen y nos dan una muy buena salud física y un estado muy placentero de felicidad y de rápido aprendizaje.
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Escucha activa. Cómo lograr la obediencia de los niños (74)

Recordemos nuestro post 64 sobre la obediencia y la escucha activa. En él decíamos lo siguiente: «La obediencia exige un primer momento de escucha atenta, que conduce a la acción… ¿Cómo se debe proceder para que el niño obedezca?  Primeramente, hay que valorar cada palabra que se le trasmite y asegurarse de que el niño ha entendido qué se le está requiriendo; después, comprobar si tiene la capacidad para realizarlo, y por último, si entiende cuáles son las consecuencias positivas y negativas de su comportamiento.»

La mayoría de los estudiosos sobre comunicación consideran que el ejercicio de escuchar exige mucho más esfuerzo que el de hablar. Uno de los puntos a tener en cuenta en esta afirmación es que, cuando hablamos, tendemos a estar pendientes de lo que decimos. Esto conlleva que estemos menos interesados en el impacto que han tenido nuestras palabras sobre el receptor, y en si ha comprendido exactamente lo que queríamos decir. En la comunicación esto es habitual, y lo podemos comprobar en todas aquellas situaciones en las que pretendemos movilizar a otro para que acometa una acción que le aleja de su espacio de confort. El índice de fracasos será proporcionalmente más elevado si se olvidan ciertas normas y reglas que potencian y facilitan la escucha activa.
La escucha activa. El primer paso para lograr la obediencia de los niños (74)
Cuando emitimos una orden o mandato a un niño o a un adulto, se producen dos hechos bien definidos, a saber: el primero es que expresamos algo que nos interesa, pero nos lo expresamos sobre todo a nosotros mismos (subyace un interés hacia el receptor que él no valora como tal), y el segundo, que el receptor, ante este requerimiento, precisa alejarse de su espacio de confort, lo que supone tener que hacer un esfuerzo para el que, en la mayoría de los casos, no está bien dispuesto.
Existe una creencia muy generalizada, y en los padres está más acentuada, de que se escucha de forma automática; un padre cree (o quiere creer) que emite una orden y de inmediato el receptor (hijo) la ha escuchado, comprendido y aceptado. No se puede imaginar el padre cuán lejos está de poder cumplir esa ilusión. Quizá sea necesario ampliar algunos conocimientos sobre oír y escuchar que nos posicionen en un lugar más experimentado para aprender a dirigir a los niños.
Marquemos primero las diferencias notables que existen entre oír y escuchar. Oír precisa del esfuerzo físico de detectar sonidos y para ello el pabellón auricular ha de funcionar bien, así como todo el sistema de audición. Cabe resaltar que este sistema, además, se encarga del equilibrio de la persona. Para escuchar es necesario no sólo el perfecto funcionamiento del sentido del oído, sino que haya una triple acción. Esta acción es, en primer término, intelectual, en la medida en que requiere que se tengan suficientes conocimientos para comprender el significado de las palabras; en segundo  término, la acción es emocional, pues el timbre de la voz y su modulación ha de resultar auténtico, atractivo y ha de tener prestigio para el receptor. En tercer y último término, la acción es empática, pues si no hay un cierto grado de identificación mental y afectiva entre el emisor y el receptor la escucha resulta defectuosa o nula.
Oír se produce de forma natural, y sólo exige la salud del órgano, mientras que escuchar requiere entrenamiento. Seguramente habéis tenido alguna experiencia en la que, después de haber estado escuchando largo tiempo a una persona, os encontrasteis incapacitados para repetir una sola idea de lo que os había dicho. Estabais oyendo, porque oír es un acto pasivo, mientras que escuchar exige la intención y la participación consciente el receptor, que en ese momento, por alguna causa, os faltaba.
Para oír se exige la captación de la palabra, que no la correcta comprensión de la misma; sin embargo, para escuchar es necesario el entendimiento de las ideas que el emisor quiere transmitir con el fin de que pueda ser realizada la acción que está reclamando. Suele existir muy poca empatía entre las necesidades de un padre y las de su hijo, y eso se percibe en el tono que emplea el progenitor para hacer llegar sus órdenes. En este caso, el receptor busca anular su capacidad de entender la idea del emisor. Una de sus primeros impulsos es reducir el interés por el mensaje, y lo más habitual es que lo interprete desde su conveniencia, por lo que es normal, cuando se le reprocha no haber escuchado, que se excuse con un «Yo pensaba que lo que me querías decir era… ».
La próxima semana seguiremos con la escucha activa. Daremos los pasos para que se produzca la escucha. Así como pautas para distinguir una correcta escucha de otra que no lo es tanto.
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Dónde escondieron la felicidad (73)

Poco después de que empezara a existir la humanidad se reunieron varios duendes para estudiar el modo de quitar la alegría a los moradores de la tierra.

Uno de ellos dijo: «Debemos quitarles algo, pero, ¿qué les quitamos?». Después de mucho pensar, otro dijo: « ¡Ya sé! Vamos a quitarles la felicidad. El problema va a ser dónde esconderla para que no puedan encontrarla».
Propuso el primero: «Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo». A lo que inmediatamente repuso otro: «No, recuerda que tienen fuerza; alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está».
Luego propuso otro: «Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar». Y otro contestó: «No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará».
Uno más dijo: «Escondámosla en un planeta lejano». Y le dijeron: «No, recuerda que tienen inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que puedan viajar a otros planetas, y la van a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad».
El último de ellos era un duende que había permanecido en silencio y escuchando atentamente las propuestas de los demás duendes. Analizó cada una de ellas, y entonces dijo: «Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren». Todos le miraron asombrados y preguntaron al unísono: « ¿Dónde?».
El duende respondió: «La esconderemos dentro de ellos mismos, así estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán».
Todos los duendes estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.
Ejercicio:
Paso Uno:
  1. Haz una lectura detenida de esta historia
  2. Ahora reflexiona sobre qué necesitas para buscar en tu interior la felicidad
  3. Repasa los beneficios que te aporta evitar confrontarte con el esfuerzo para ser feliz
  4. Anota al menos cinco cosas que buscas fuera de ti, y que te apartan de tu verdadera felicidad
Paso Dos:
  1. Medita sobre el momento en el que más cerca has estado de vivir, aunque sea un instante, la felicidad soñada.
  2. Haz una lista de todo lo que había en aquel intervalo.
  3. Separa de esa lista lo que dependía de ti y lo que provenía del exterior.
  4. Define qué cosas son replicables en la situación actual.
  5. Ahora decide qué tendrías que hacer para que eso se repitiera al menos un instante cada día.
Paso Tres: Plan de acción
  1. Qué vas a hacer:
  2. Cómo te vas a planificar en tiempo y método:
  3. Para qué será útil en tu vida la felicidad:
  4. Cuándo notarás que has logrado esa felicidad: (recurre al punto dos para recordar otros momentos)
  5. Con quién vas a compartir tu felicidad:
Si quieres ser feliz, respeta tu plan de acción para que eso sea factible y para que puedas mantenerlo como una meta de vida. Los duendes valoraron muy positivamente nuestra fuerza, curiosidad e inteligencia. Para buscar la felicidad dentro, además se necesita: Alejarse del miedo al fracaso, y estar plenamente dispuestos al éxito personal, profesional y social.
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PNL. Acceso ocular. Mapas representacionales (72)

En los post anteriores vimos que cada persona tiene un mapa representacional dominante, con el que procesa sus pensamientos y hace la interpretación de los mensajes que recibe del exterior. El primer sistema que analizamos fue el visual (que, recordemos, utilizaba las imágenes) (57), el siguiente fue el kinestésico, que adoptaba las sensaciones como medio para llegar a los demás y mantener su relación con el entorno (62) y, por último, revisamos el modelo auditivo, que recurría a los sonidos de las palabras para entablar procesos de intercambio con los otros (67).
Aunque todos usamos los tres mapas para comunicarnos con el exterior y con nosotros mismos, deberíamos conocer cuál es nuestro preferente para ampliarlo y potenciarlo en lo posible, y así estar dispuestos a aprender de los dos sistemas restantes sintiéndonos seguros y protegidos.
Una vez que hayamos definido qué mapa predomina en nosotros podremos estudiar qué acontece cuando entablamos algún tipo de comunicación con otras personas, estando atentos no sólo de lo que sucede con nosotros, sino también con la persona o personas que tenemos en frente. No cabe duda que es un gran beneficio descubrirnos a nosotros mismos; sin embargo, también lo es el conocer el sistema representacional mediante el cual piensa una persona cuando está interactuando con nosotros. Una forma de averigüarlo es a través de la observación de la posición de sus ojos durante la conversación.
PNL. Acceso ocular. La colocación de los ojos y los mapas representacionales (72)
Cuando nos asomamos a los ojos de nuestro interlocutor podemos recabar detalles que revelan el sistema representacional que está manejando en ese momento. Es lo que en PNL se llama la pista de acceso ocular. Estas pistas se basan en las conexiones neurológicas que existen entre los movimientos de los ojos y los mapas mentales.
Con el fin de preparar al sistema nervioso para sentir o recuperar información, existen ciertas claves que predisponen a nuestro sistema neurológico. El autor y experto en PNL Robert Dilts indica en su libro Aprendizaje dinámico con PNL que la posición de los ojos desempeña un papel en la organización neurofisiológica que facilita la representación o recuperación de información. Este dato es especialmente relevante cuando los datos procesados pertenecen al pasado, al presente o al futuro.
Tras analizar muchos casos, se llegó a la conclusión de que los ojos se posicionaban dentro del globo ocular dependiendo del mapa representacional y de la época que se estuviera evocando. Se constató que a través de los ojos se podía diferenciar claramente si la persona estaba pensando en pasado, en presente o en futuro. Los visuales, por ejemplo, elevaban sus ojos y los llevaban hacia la derecha si estaban visionando algo actual o estaban creando un posible futuro, y hacia la izquierda si estaban recordando alguna imagen de su pasado. Esta particularidad fue muy estimada para detectar si la persona estaba mintiendo o no en un interrogatorio policial.
La clave, que pareció matemática, era que si los ojos miraban hacia la izquierda estaban recordando datos, y que si se posicionaban hacia la derecha estaban creando, imaginando o desarrollando detalles nuevos. Es decir, la posición ocular hacia la izquierda era el pasado, y hacia la derecha el presente o futuro imaginado.
Otro punto que quedó muy claro fue que, si la mirada iba hacia arriba, se estaba empleando el mapa visual, si se miraba hacia el centro, como si se leyera un libro, se estaba utilizando el sistema auditivo, y cuando la mirada iba hacia abajo, el sistema que estaba funcionando era el kinestésico.
Podemos comprobar que movemos y colocamos los ojos en direcciones diferentes de forma sistemática dependiendo de cómo estamos pensando, siendo las claves que recoge la PNL las siguientes:
·Visual recordado: cuando visualizamos algo referente a nuestras experiencias pasadas. Los ojos tienden a mirar hacia arriba y a la izquierda.
·Visual construido: cuando imaginamos algo que no hemos visto antes. Los ojos tienden a mirar hacia arriba y a la derecha
·Auditivo recordado: cuando recordamos sonidos o palabras. Los ojos tienden a moverse en horizontal hacia la izquierda.
·Auditivo construido: cuando construimos sonidos o palabras. Los ojos tienden a moverse en horizontal hacia la derecha.
·Kinestésico: cuando accedemos a sensaciones que estamos viviendo. Los ojos tienden a mirar hacia abajo y a la derecha.
·Diálogo interno: cuando hablamos con nosotros mismos sobre situaciones pasadas. Los ojos tienden a mirar hacia abajo y a la izquierda.
Estas claves de acceso ocular fueron puestas de manifiesto por primera vez por Grinder y Bandler en su libro De sapos a príncipes. Con ellas obtenemos información sobre el mapa con el que nos están hablando, además de si están recordando el pasado, o por el contrario están en el presente. Aparte de todo lo que nos aporta como diagnóstico, nos amplía la perspectiva para responder a nuestro oyente atendiendo a sus necesidades.
Aprender qué sistema representacional es habitual en nuestra pareja, jefe o subordinado nos abrirá las puertas a una comunicación más cercana y a unos niveles mayores de empatía.
Podemos hacer unos ejercicios para experimentar las indicaciones previas:
1.Invita por primera vez a algún conocido a visitar tu casa. Cuando le abras la puerta, observa hacia dónde pone los ojos. Hay grandes posibilidades de que eleve sus ojos hacia arriba a la izquierda, buscando recuerdos de otras casas, de otras vivencias en algún hogar. Es la forma en la que evocamos imágenes, y tu amigo acudirá a recuerdos similares.
2.Piensa ahora qué sentirías si tus dedos estuvieran acariciando terciopelo. Al pensarlo, seguramente tus ojos se han dirigido hacia abajo y a la derecha. Intenta también pensar sobre una situación tuya que necesites revisar. Es posible que hayas bajado tu cabeza y que tus ojos hayan mirado hacia la izquierda

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Autoconocimiento tu perfil temperamental (71)

Vamos a seguir con nuestro trabajo de introspección para identificar nuestro temperamento preferente. Esta revisión está orientada a todos aquellos que todavía no han decidido qué temperamento es el que les rige, y cuales son sus ayudantes en la tarea de vivir cada día. En el post anterior marcábamos el hito de cada temperamento, aquello que le hacía significativamente diferente a los demás.  Recordemos:

Sanguíneo: Expresividad
Flemático: Inmutabilidad
Colérico: Actividad en pleno rendimiento y multifuncional
Melancólico: Entrega al prójimo olvidándose de si mismo apoyado en un análisis muy profundo de cada situación.

Gestionar lo imperfecto de ti mismo. Cierre del autoconocimiento de tu perfil temperamental (71)

Continuaremos con un mayor desarrollo de los entramados de cada temperamento, manteniendo nuestra mirada en el lado de fuerza y actividad; para ello valoraremos las cualidades positivas desglosadas de cada temperamento:

Sanguíneo: Su máxima es la Expresividad
•    Hay dos cualidades que son propias de este temperamento y que deben cumplirse para elegir esta preferencia: Que es extravertido y que no es rencoroso, Se recupera de los ataques que infringe o que recibe sin rencor. Los olvida al instante.
Si estas tres máximas: Expresividad, extraversión y exento de rencor no se cumplen, no sigáis mirando este temperamento de forma preferente. Si la respuesta es positiva valorar los siguientes aspectos:
•    Vivir su explosión
•    Realizar sus ilusiones
•    Ser el centro de atención de los grupos
•    Vivir las experiencias con total alegría
•    Excelente sentido del humor
•    Vida al aire libre, fuera de entornos cerrados
•    Sentimiento de éxito y de plenitud
•    Creador de climas agradables
•    Actor consumado

Flemático: Su máxima es la Inmutabilidad
•    Hay dos cualidades que son propias de este temperamento y que deben cumplirse para elegir esta preferencia: Que es introvertido y paciente. Su calma le permite realizar trabajos meticulosos hasta su finalización.
Si estas tres máximas: Inmutabilidad, introversión y paciencia no se cumplen, no sigáis mirando este temperamento de forma preferente. Si la respuesta es positiva valorar los siguientes aspectos:
•    No se alarma y difícilmente se enfada
•    La vida le resulta grata
•    Evita comprometerse con las actividades de los demás que respeta
•    La gente le gusta si respetan su vida y no se inmiscuyen en su vida
•    Magnífico mediador
•    Aire sereno y tranquilo
•    El más simpático de todos porque ve el lado positivo de las cosas
•    Un sin partido cuando hay discusiones a tu alrededor
•    Maestro de las manualidades

Colérico: Su máxima es la Actividad en pleno rendimiento y multifuncional
•    Hay dos cualidades que son propias de este temperamento y que deben cumplirse para elegir esta preferencia: Que es extravertido y constante luchador. Su constancia le ayuda a desarrollar nuevos proyectos de forma permanente.
Si estas tres máximas: Actividad en pleno rendimiento y multifuncional, extraversión y constante luchador, no se cumplen, no sigáis mirando este temperamento de forma preferente. Si la respuesta es positiva valorar los siguientes aspectos:
•    Práctico y activo
•    Todas las acciones tienen un propósito concreto
•    Reconoce las oportunidades de inmediato
•    Líder natural
•    Aporta ideas y planes continuamente
•    Vive la vida como un mundo de oportunidades
•    Es muy decidido sobre cualquier asunto
•    Logra objetivos que parecían inalcanzables
•    Prima la celeridad por encima de la perfección

Melancólico: Entrega al prójimo olvidándose de si mismo apoyado en un análisis muy profundo de cada situación.
•    Hay dos cualidades que son propias de este temperamento y que deben cumplirse para elegir esta preferencia: Que es introvertido y tiene una escucha activa muy desarrollada. Su atención a todo lo que le rodea le permite desarrollar su talento.
Si estas tres máximas: Entrega al prójimo apoyada en un análisis profundo, introversión y escucha activa muy desarrollada, no se cumplen, no sigáis mirando este temperamento de forma preferente. Si la respuesta es positiva valorar los siguientes aspectos:
•    Talentoso, perfeccionista y abnegado
•    Rememorar el pasado vívidamente
•    Profundidad en el pensamiento
•    Búsqueda de la perfección en todo lo que hace
•    Esforzado y dispuesto al sacrificio
•    Gran observador
•    Alma esforzada dispuesta al sacrificio
•    Amigo fiel
•    Dedicado al servicio

Además de los puntos clave de cada temperamento es imprescindible hacer dos grandes distinciones:
•    La rapidez de respuesta ante las impresiones externas
•    La profundidad del impacto de estas impresiones

Los temperamentos de respuestas casi inmediatas son: el sanguíneo y el colérico, mientras que el flemático y el melancólico necesitan madurar los significados de todo lo que viene del exterior.

Los temperamentos que tienen un impacto más profundo ante las impresiones y que permanecen largo tiempo en el recuerdo son: el colérico y el melancólico.  De otro lado están los que viven un impacto más superficial y olvidan con gran rapidez que son: el sanguíneo y el flemático.

Hemos ampliado los campos para que puedas hacer un trabajo de introspección con el que puedas identificarte y decidir quien es tu preferente, y quienes sus compañeros de camino.

Espero que disfrutes de esta información que cierra el autoconocimiento de tu temperamento. En próximas semanas daremos más pistas sobre las mejores asociaciones internas, y cómo suavizar las tensiones cuando no son muy óptimas.

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Alimentación emocional: algo más que comer. Las proteínas (70)

«El metal es austero como una extensa pradera desolada antes de las lluvias invernales, tan afilado como el alto pico de una montaña asomándose a través de la neblina a un cielo limpio y despejado.» Así introduce el metal Harriet Beingfield y Efrem Korngold en su libro Entre el cielo y la tierra, un buen tratado para entender la medicina china. A la vez es una bella introducción para acabar nuestro trabajo sobre las proteínas y la alimentación emocional.
Los hombres, que tanto queremos saber sobre la alimentación equilibrada y sus efectos positivos en el cuerpo, pocas veces nos fijamos en la sabia mirada que la cultura oriental tiene sobre la naturaleza, sus cambios climáticos, las estaciones y todo aquello que le permite aprender de sí mismo en las expresiones simbólicas externas. Para los orientales, el organismo es una imagen de todo lo que sucede a su alrededor. Estudian los movimientos de su ecosistema para optimizar y alargar lo más posible su bienestar físico. Los occidentales, por el contrario, consideramos nuestra configuración física como una estructura aislada de nuestro entorno, que no aprende ni se conduce en él. Somos prohombres (me asusta pensar en superhombres) que obviamos ciertas leyes naturales y que articulamos nuestra vida, nuestra alimentación, nuestra higiene y nuestros sentimientos sin considerar que lo que ingerimos y la forma en como nos conducimos es, en cierto modo, nuestro sostén energético. Cuidar el cuerpo significa cultivar el discernimiento sobre aquello que es más adecuado para el sistema orgánico, con la consiguiente supresión de ciertos alimentos que nos subyugan y nos maniatan con su atractivo sabor y sus efectos sobre las emociones.
Alimentación emocional: algo más que comer. Las proteínas (70)Parece haber una confabulación del hombre occidental contra sí mismo. Ya hemos visto, en este sentido, los excesos que cometemos con los hidratos y las grasas, así como la manera más adecuada de ingerir estos alimentos. Para ampliar cuál es la forma más sana de consumir las proteínas, nos fijaremos en nuestros aventajados amigos chinos, revisando el estudio pormenorizado que han realizado sobre el metal y su simbolismo con la estructura de nuestro organismo.
Como hemos visto en los post anteriores, los aminoácidos conforman y fabrican los elementos más importantes para el desarrollo físico, emocional e intelectual del individuo. Los neurotransmisores, las hormonas, el sistema neurológico y cada uno de los sistemas que componen el organismo humano dependen del correcto aporte de proteínas para el cuerpo.
Siendo el más importante de todos los macronutrientes, sin embargo, no es el que mayor cantidad de ingesta necesita. No se trata de la cantidad, sino de la calidad, la oportunidad, y de su capacidad de síntesis. Para ello, es imprescindible el equilibrio de los azúcares, de las grasas y del resto de micronutrientes que iremos viendo en los próximos post.
El metal, el otoño, el final del verano, es la representación para los orientales de las proteínas. Todo acaba y a la vez se inicia. Atrás han quedado los días de cosecha y los campos se han quedado secos después de entregar sus productos. Las hojas de los árboles inician su caída una vez más, y van descomponiéndose dejando su orín sobre la tierra y devolviendo al terreno los metales que requiere para enriquecerse de otro comienzo. En el otoño se esconden los fríos del invierno pasado, las lluvias primaverales, los primeros rescoldos del sol, los débiles rayos del septiembre tardío. El otoño se desprende de los calores, se prepara para la carencia del invierno y se abriga entre matorrales y hierbas caídas que le saturan de las esencias envejecidas que en su descomposición le enriquecen.
Es el momento de eliminar lo innecesario, de guardar únicamente aquello que sea imprescindible para el largo y tedioso invierno. La vida se va ralentizando y replegando hacia dentro.
El metal procedente de la tierra es una sustancia pura que se genera por un proceso de reducción. Atendiendo al proceso alquímico de convertir los metales básicos en oro, esta fase representa la transformación de los materiales groseros en «esencia» pura. Al igual que este símbolo ambiental, el organismo depura de los groseros alimentos la esencia suprema para convertirla en el mecanismo sobre el que gira el poder y la fortaleza del ser humano. Cada una de esas partículas florece en todo el ser para darle la consistencia que le permite madurar hasta llegar a envejecer.
La materia vuelve a su origen preparándose para su posterior renacimiento. Los frutos podridos dejan sus semillas, y el material que se descompone nutre el germen que se producirá en primavera.
El metal invita al recogimiento, a la mirada interna, con un sentimiento de recoger, de guardar. El Nei Jing dice que la energía metal es cortante, retractiva y supresora.
Este macronutriente nos enseña la necesidad del desapego, del desprendimiento de lo viejo, para logar lo máximo. El abuso de este nutriente nos evidencia como personas posesivas, apegadas y con gran miedo a perder. El cuerpo, cuando ha ingerido muchas proteínas, tiende a acumular substancias de reserva innecesarias que provocan desarmonías físicas importantes. Además el exceso de proteínas propicia el miedo a lo desconocido y nos somete a los recuerdos de lo que hubo y no volverá. Nos arrastra por las evocaciones del verano que se fue y nos aleja de la actividad. Las proteínas evitan la acción y nos abocan a pensar en lo que podría haber sido si lo hubiésemos conseguido.
Cuando nos apegamos al metal envejecido aparece la tristeza por los recuerdos, por lo que no hemos dejado ir. Muchos recuerdos marchitos no permiten que los árboles suelten sus hojas para enriquecer la tierra. Todo lo que guardamos de un año para otro dentro de nuestro organismo no nos renueva, nos anquilosa y nos detiene. La avaricia es un vivo reflejo de un cuerpo lleno de proteínas viejas, de una inadecuada síntesis y una ineficacia alimentaria que sólo conduce a la depresión y la repetición de lo arcaico y decrépito.
Si bien las necesidades de este macronutriente son diarias, no se necesita que cubran más de un 15% de la totalidad de los alimentos del día. Hay que comer una proteína al día de origen animal cómo máximo, legumbres o cereales una o dos veces en semana, y además las vegetales, amén de seguir las consideraciones sobre el triptófano.
Al elemento metal le estimulan los sabores picantes y el color blanco, y se equilibra con alimentos de energía concentrada propios del invierno, como las raíces. Los nabos picantes y blancos son los más «resonantes» con este metal. El picante suave, como el jengibre, estimula el intestino grueso y las secreciones digestivas, además de ayudar a limpiar los tejidos.
Probad a tomar una infusión de jengibre muy suave antes de las comidas, pues os ayudará a hacer la digestión y eliminar alguno de los residuos innecesarios.
Cuando notéis que aflora el apego, el miedo a la falta de los resultados esperados, la avaricia por los logros, la tristeza, y ante todo la pasividad para llevar a término vuestros planes, revisar la distribución proteínica diaria.

Seguiremos hablando de alimentación emocional y el resto de nutrientes, por lo mucho que nos ayuda a superarnos desde nuestro día a día, a través de nuestro propio cuerpo y revirtiendo en nuestra vida emocional.

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Carta de un hijo a todos los padres del mundo (69)

Carta de un hijo a todos los padres del mundo (69)

1.    Dame sólo lo que necesito y es bueno para mí. A veces sólo te pido para saber hasta cuánto puedo lograr

2.    Mantén tu opinión sobre lo que debo hacer. No cambies tan a menudo sobre lo que debo o no debo hacer. Decide y mantén tu decisión

3.    Déjame valerme por mi mismo. Si haces las cosas por mí yo nunca podré aprender a ser autosuficiente

4.    Háblame con tranquilidad. Te respeto menos cuando me gritas y me enseñas a gritar a mí también; y yo no quiero hacerlo

5.    Pídeme las cosas en lugar de darme órdenes. Yo de este modo haría las cosas más rápido y con más gusto

6.    Valórame y no me compares con otros, especialmente con mis hermanos. Si me consideras mejor que los demás, alguien va a sufrir, y si me infravaloras a mi seré yo quien sufra

7.    Cuando te cuente un problema mío dime que tienes tiempo, e intenta comprenderme. No me digas que son boberías, o que no tiene importancia

8.    Cumple con todas tus promesas, buenas o no. Si me prometes un premio dámelo, pero también si es un castigo

9.    Habla con sinceridad delante de mí. No mientas, ni me digas que lo haga para sacarte de un apuro. Me hace sentirme mal, y perder la fe en lo que dices

10.    Cuando me equivoco, o hago algo incorrecto no me exijas una explicación de por qué lo hice. A veces, ni yo mismo lo sé

11.    Cuando te equivocas en algo admítelo y crecerá la opinión que tengo de ti. De este modo me enseñarás y aprenderé a admitir mis equivocaciones también

12.    Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos, ya que porque seamos familia, eso no quiere decir que no podamos ser amigos también

13.    Dime que haga las cosas que tú haces. Yo aprenderé y haré lo que tú, aunque no me lo digas, lo bueno y lo malo. Pero no haré lo que me digas si tú no lo haces

14.    Enséñame a amar y conocer los valores que tú respetas y amas. No me vale que en el colegio me enseñen creencias que no veo en ti

15.    Quiéreme y dímelo. A mí me ayuda y me gusta oírtelo decir, aunque tú no lo creas necesario

Ejercicio

1.- Repasa cada una de las preguntas.

2.- Analiza en cuál de ellas es en la que más fallas con tus hijos, con tus alumnos…

3.- Piensa qué le hubieras dicho a tus padres en ese caso

4.- Decide qué quieres cambiar y cómo

5.- Observa qué sucede a tu alrededor

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Historias de la vida. Hoy he cocinado para ti (68)

Cerró la puerta tras de sí. Como venía sucediendo en los últimos meses, él llegaba mucho antes que ella. Manuel le había llamado al móvil y, como siempre, ella se había disculpado. La excusa de hoy le había parecido, al menos, más creativa. «Estaba leyendo un libro para mi clase de escritura.» Sintió nuevamente la inquietud. Le venía sucediendo desde la primera vez que le planteó la ruptura. Cuando cruzaba el hall experimentaba diferentes sensaciones. Primero estaba la dentellada en el estómago y el nudo en la garganta, luego sentía un calor intenso que le recorría la piel y que solía acabar con una especie de respingo por toda la espalda. Miró alrededor congraciándose con la decoración. La había hecho con mucho mimo, cuidado cada detalle y pensado que a ella le gustaría. En aquella casa había vivido instantes maravillosos y momentos sombríos que le conducían a conflictos hasta ahora irresolubles. Para él eran incomprensibles tantos altibajos, aunque lo peor era la tensión, que le resultaba insufrible. Movió la cabeza quitándose esos recuerdos de encima y se dirigió a la cocina.
Fue poniendo la compra sobre la mesa. Sus movimientos eran muy pausados, como siempre. Este comportamiento, tan suyo, era otra de las muchas cosas que a ella le crispaban. Ella era como un volcán en permanente estado de erupción. Cualquier cosa que hacían juntos acababa en discusión, primero por los ritmos tan diferentes, y luego por las prioridades. Lo que para ella era vital a él le parecía una nimiedad, y viceversa.
Historias de la vida. Hoy he cocinado para ti (68)
Siguió colocando la compra. Había recorrido las estanterías de la Boutique del Gourmet. Marta, la dependiente más eficiente y simpática, le había ayudado a elegir la fruta madura en su punto, las piñas de importación, la ventresca de bonito, los quesos semicurados… Y siempre le preguntaba por ella. «¿Dónde está hoy? Hace mucho que no la veo.»
Continuó colocando cada una de las exquisiteces en el lugar correspondiente, separando las que iba a utilizar para la cena de esa noche. Había decidido sorprenderla: cogollos de Tudela, corazones de alcachofas, espárragos enormes de Navarra, granadas, queso de cabra… Con ella había aprendido a saborear platos diferentes, a cuidar la madurez de la fruta, la importancia de la presentación, la cantidad y calidad de todo lo que comían.
– Oye, Manuel, ¿tú crees que podría enamorarte por el estómago? Mi madre me decía que a los hombres se les enamora por el estómago, y que luego viene todo lo demás. Aquel demás me resultó muy prometedor.
– No. A mí no se me enamora por el estómago.
Su mohín de enfado les resultó a los dos muy divertido, y se rieron como locos. Ahora sabía que su respuesta había sido muy precipitada, fruto de sus relaciones anteriores. La alimentación no había sido protagonista de las cinco relaciones más importantes que había tenido hasta ahora; por el contrario, había primado la rapidez y la eficiencia, el quitarse de encima el «rollo culinario» de su familia norteña. Su madre había dedicado su vida a agradar a su padre, y sin embargo él le había cambiado por otra un poco más culta, bastante más mundana y con un desparpajo vital que le enloquecía. Con esta historia había aprendido bastante sobre dónde poner el foco, y pensaba que no era en la comida. Sentía, al igual que su padre, que había asuntos más importantes que un manjar, que a la postre se podía lograr en un buen restaurante. Estaba seguro de que se había fijado en ella por su especie de locura y porque era todo lo contrario que él. Rápida, siempre haciendo cosas, impulsiva y un poco traviesa.
Sonrió al recordar los exquisitos platos que en el tiempo que llevaban juntos le había preparado, todo elaborado rápidamente. En ella se combinaban la importancia del tiempo y el buen yantar que había vivido en su familia. Pasaba por la cocina como un rayo. Era igual que preparase pescado al horno que una ensalada o unos entremeses. Había descubierto mezclas de sabores que eran impensables y que adornaba con cientos de caricias, risas y miradas de soslayo. Ya no sabía si le engatusaba con la cocina, con el sexo (único hasta ahora) o con las charlas sobre el bien y el mal que tenían cada noche.
Dejó que el chorro frío del agua paseara por sus manos, mientras lavaba con cuidado cada verdura. Aquel frescor rompió el hilo de sus pensamientos, y cerrando los ojos la imaginó nuevamente. Un suave cosquilleo recorrió todo su cuerpo.
Ella pasó veloz, sin detenerse. No la había escuchado entrar, ensimismado como estaba. Realmente las risas, las caricias y aquella complicidad habían durado sólo unos meses desde que habían decidido vivir juntos. El saludo le llegó imperceptible. Aún no había abierto los ojos cuando comenzó a sentir sus movimientos por la habitación. Se estaba quitando la ropa para ponerse otra más cómoda. Rememorar los tiempos pasados le permitió aminorar la sensación de fracaso. La imaginó como antes, corriendo a la cocina o buscándole, llamándole y besándole el rostro.
Cenaron despacio, casi sin palabras, salvo algún que otro «Te ha quedado exquisito» o «Cómo ha ido tu día». Palabras que de tan monótonas se habían vuelto insoportables.
– Oye, Manuel.- Él apoyó su cabeza en el sofá y elevó su mano izquierda hacia la cara. Sintió un cansancio profundo. Extendió las piernas hasta tocar el reposabrazos. Su imagen derrotada no la enterneció. Con todo, no estaba dispuesto a discutir, posiblemente por haber estado deleitándose con los buenos recuerdos. Unos recuerdos que todavía le ilusionaban. No quería romper su precaria sensación de paz.
Se tapó la cabeza con la mano y se adormeció tras la rendija carnosa de sus dedos. Poco a poco dejó de escucharla, y las palabras se fueron alejando. Él caminaba por un sendero dorado, la llevaba de la mano y volaban.
– Tú sabes que esto no puede seguir así -decía ella en ese momento, y sus palabras eran como tambores lejanos. Se abstrajo. Sólo veía sus ojos verdosos melados, un gesto de rabia y la necesidad de ser escuchada.
Volvió a sentir la dentellada en el estómago, y de pronto se sentó, la miró, y le preguntó qué buscaba, qué era aquello que sentía cada noche para que tuvieran la misma conversación y la misma encerrona. Ninguno tomaba una solución, y aquello sólo servía para discutir y agrandar las distancias. «¿Qué quieres…?» No daba crédito a su voz, a su fuerza. Su mirada era directa, igual a la de ella. Estaba dispuesto a todo, a irse, a trabajar su relación. A lo que fuera.
-Ma-le sonó a delicioso caramelo en su boca- lo que quiero es tener mi espacio. Salgo a primera hora de la mañana y te quedas aquí, y cuando vuelvo siempre estás. No tengo espacio, Manu… No sé cómo decirlo. Ni siquiera sé si es razonable lo que te pido. Pero necesito estar sola en algún momento. Caminar por la casa, leer un libro, ducharme, hablar con una amiga… Sentir mi casa como un lugar íntimo. He nacido en una familia llena de gente, y desde mi infancia hasta ahora no he estado nunca sola, y no puedo más. Lo siento. Seguramente debería pensar de otra manera, pero no puedo. Te ataco, te aniquilaría cuando te veo. Te estoy diciendo una salvajada, lo sé. Pero es la realidad.
– ¿Quieres que me vaya?
Silencio.

– No, Manu… Seguro que hay otra solución. Busquémosla.

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