¿Eres feliz? Una y otra vez he preguntado por su felicidad a todos aquellos que han pasado por mi vida. Buscaba, y aún investigo, el grado de satisfacción y alegría que nos inunda a cada uno de nosotros. Algunos me han mirado con aquiescencia, otros como si estuviera falta de cordura. Los menos se han permitido despreciar cualquier afán de ser feliz.
Los significados de la felicidad han sido discutidos por filósofos, sociólogos, y por muchos estudiosos que ahondan en los paradigmas del hombre. Y ha sido una cuestión vital resolver el secreto de este tesoro. Algunos hemos ansiado descifrar el mapa de la felicidad. Infructuosamente. Porque si bien casi todos los pensadores coinciden en que el hombre busca insistentemente su felicidad, también lo es que pocos coinciden a la hora de precisar qué significa exactamente.
Quizá, como decía Aristóteles en su Ética a Nicómaco, la felicidad debía ser algún tipo de actividad. Aristóteles desterraba la posibilidad de que la felicidad fuera un placer en sí misma, dado que el placer surge de una sensación o estado que se deriva de actividades que resultaban placenteras. Este gran filósofo consideraba que el hombre tenía habilidades y cualidades, tanto psicológicas como físicas, y que la felicidad debería derivarse de poner en práctica lo mejor de cada uno. La meta se centraría en lograr la felicidad en sí misma. No sería un fin para conseguir a través de ella otra cosa. Es decir: la felicidad como meta y objetivo único. En ningún caso como medio.
Sócrates pensaba que el conocimiento es verdadero cuando llega desde dentro de las personas. La comprensión de la felicidad no podría darse, por tanto, mientras no proceda del interior de uno mismo. No hay posibilidad de que sea impuesta por otros ni que las conclusiones de unos sirvan para los demás.
En la Grecia clásica había varias posturas sobre la felicidad. Todas ellas ponían de manifiesto la divergencia de criterios sobre la misma:
- Aristóteles defendía que ser feliz es la autorrealización. Cuando un ser humano lograba sus metas, conseguía la felicidad.
- Los estoicos pensaban que la felicidad era lograr la autosuficiencia, no depender de otro para vivir o alcanzar las metas propias.
- Ser feliz para los epicúreos era experimentar placer en el desarrollo intelectual y físico, evitando el sufrimiento en todos los niveles.
Entre Aristóteles y Epicuro existía una gran diferencia. El primero pensaba que era natural que el hombre fuera feliz, y que convirtiera dicho estado en su razón de existir, mientras que el segundo planteaba la felicidad como el resultado de vivir el placer.
El 2 de Junio de 1974, en su discurso de coronación, Jigme Singye Wangchuck dijo: «La felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto» (El País Semanal Nº 1.731). Tenía 18 años y se convertía, tras la repentina muerte de su padre, en el monarca más joven del mundo. Más de veinte siglos separan los pensamientos de los clásicos griegos de este joven e inexperto rey, y sin embargo parecen existir grandes coincidencias con el pensamiento socrático y aristotélico. Jigme Singye Wangchuck ha implementado en su pequeño país del Himalaya el índice de felicidad bruta, FIB, a diferencia del PIB, que mide la economía y el bienestar de todos los demás países del mundo.
El gobierno butanés considera que el progreso de sus ciudadanos debe medirse por algo más que los logros económicos. La sociedad debe equiparar los beneficios materiales con los espirituales y con el desarrollo de las personas. Cada movimiento debe buscar no sólo el rendimiento económico, sino analizar si conduce a la felicidad. El FIB se basa en los principios filosóficos del budismo, en el que todos los seres persiguen la felicidad. A esto se añade que en Bután se considera que es el gobierno quien debe crear el entorno favorable para que se logre, pero que sólo los ciudadanos podrán decidir si se ha logrado o no.
Posiblemente la falta de tecnología sea un factor determinante para que muchos de estos logros hayan sido posibles. Y probablemente es esa misma falta la que permite vivir este sueño.
Los pilares sobre los que se sustenta el FIB son los siguientes:
1. Desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo
2. La preservación y promoción de la cultura
3. La conservación del medio ambiente
4. El buen gobierno.
Para llevarlo a la práctica, el cuarto rey creó una nueva infraestructura institucional al
servicio de esta filosofía, con una comisión nacional de FIB y una serie de comités a nivel local. Este bienestar y satisfacción debe ser valorado por los ciudadanos cada dos años para contemplar posibles desviaciones que alejen los resultados de la intención inicial. En el sondeo que se llevó a cabo en el año 2008, 950 butaneses contestaron más de 180 preguntas que recogían aspectos como el uso del tiempo, el nivel de estrés, el bienestar psicológico, la vitalidad de la comunidad, la cultura, el nivel de vida, el gobierno. El resultado fue que el 52% de los butaneses declararon sentirse felices, el 45% muy felices y sólo un 3% dijo que no lo era. Además de este alto índice de FIB, la economía butanesa fue la que creció más rápidamente en el mundo según los estudios realizados en el año 2007.
La Universidad de Leicester (Reino Unido) publicó en el año 2006 un estudio sobre los países más felices del mundo. De los 178 países estudiados, Bután fue el octavo. Los primeros puestos los ocuparon Dinamarca, Suiza, Austria, Islandia, Bahamas, Finlandia y Suecia (El País Semanal Nº 1731).
La ilusión de Hune es combinar la búsqueda de la felicidad con la rentabilidad de cada acción. Para asegurar un incremente en nuestro FIB y en los beneficios empresariales y profesionales. Dos fuerzas que subsisten en cada uno de nosotros. Un yo trascendente y un yo vital para llegar a la identidad excelente.
Gracias por vuestros comentarios y aportaciones para ser mas felices y más proactivos. Eficacia y felicidad juntas. Tanto monta, monta tanto lo uno como lo otro para lograr un equilibrio.
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