El segundo post más visitado por todos vosotros fue el nº 84 La pereza, del día 8 de septiembre con 379 visualizaciones y 39 comentarios.
martes, 08 de septiembre de 2009 8:51

El segundo post más visitado por todos vosotros fue el nº 84 La pereza, del día 8 de septiembre con 379 visualizaciones y 39 comentarios.

El poeta alemán Goethe (1749-1832) estudió el comportamiento humano y las diferencias que percibía, empleando el término sístole y diástole para señalar estas diferencias. El poeta se fijó en que los hombres tienen dos modos muy diferentes de vivir y vivirse. Está el que siente una llamada que le pide apertura y libertad, como la sangre que sale del corazón para llenar todo el cuerpo (sístole), y el que siente un llamamiento interior que dilata su corazón y le colma de sangre (diástole). Este precisa de su silencio y recogimiento para vivirse en sí mismo. Se trata de dos modos de acceder al arte, la música, la belleza: uno comparte con el mundo; otro cierra sus ojos y reclina sobre sí toda la emoción para vivirla en soledad.
Para Jung, los extrovertidos interactúan con su entorno y participan de él seducidos por el objeto y todas las inmanencias que de él se derivan. Parece que están cautivados por el objeto, del que no pueden substraerse. El objeto es el valor preponderante, y el sujeto está subordinado a él. Es el movimiento que Goethe llama «sístole», y Freud «Eros».
Darán las campanadas y sentiremos cierto alivio al despedirnos de este año caduco y postrero. Algunos lo han vivido con gran esfuerzo y pobres resultados. Otros han disfrutado de alguna que otra ventura que se entremezcló con algún fracaso. Quizá pocos disfrutaron de enormes beneficios y obtuvieron grandes éxitos. También están los que aceptaron el devenir de los hechos, y tomaron nota para aprender de las oportunidades de la crisis.
Defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
Defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
Defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
Defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
Defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría
Las estadísticas son crueles. A veces nos hieren y nos conmueven. Pero pocos de estos datos, que son escalofriantes, nos movilizan. En muchos casos todo se queda reducido a algunos comentarios a la hora del café.
Un ejemplo estadístico son los más de 49 millones de norteamericanos que pasan hambre (más de un 16% de la población). De esta cantidad, 35 millones están por debajo del umbral de pobreza. La ciudad de Nueva York tiene más de 1,5 millones de neoyorquinos que están en condiciones miserables, y una cantidad superior a 1,3 millones viven en situación de «emergencia alimentaria».Hoy tenemos millones de cosas para escoger. Cada día la oferta para elegir algo que nos interesa es más intensa. A la vez, nuestro tiempo para invertir en esa elección es más pequeño. Resulta tremendamente difícil lograr que nuestros productos sean escogidos entre un abanico de posibilidades tan amplio como el que tenemos.
El video más visto en YouTube durante este 2009 ha sido el de Susan Boyle, Britain’s Got Talent, con 120 millones de visitas. En segundo lugar, con más de 36 millones de visualizaciones, fue el de un niño mareado por el efecto de la anestesia. La película más taquillera del año es Luna Nueva, de la saga Crepúsculo, que versa sobre un vampiro vegetariano que tiene una novia que lo arrastra al amor. En el post nº 141, «Buscando el amor», os pedíamos que compartierais vuestras ideas de cómo mantener la llama eterna del amor. Cuando leía algunas de vuestras respuestas, recordé el libro El banquete, de Platón, en el que Aristófanes apuntaba que los hombres no valoramos adecuadamente el «poder» del amor. Este filósofo pensaba que, si fuéramos conscientes de ello, lo reconoceríamos y le daríamos el boato y festejo que se merece. Aristófanes cuenta que al principio había tres géneros: el masculino, el femenino y el andrógino que participaba de los dos sexos. «La forma de cada individuo era en su totalidad redonda, su espalda y sus costados formaban un círculo; tenía cuatro brazos, piernas en número igual al de los brazos, dos rostros sobre un cuello circular, semejantes en todo, y sobre estos dos rostros, que estaban colocados en sentidos opuestos, una sola cabeza; además cuatro orejas, dos órganos sexuales y todo el resto era tal como se puede uno figurar por esta descripción.»
Según dice este filósofo, lo masculino procedía del sol, lo femenino de la tierra, y lo andrógino de la luna, porque este astro contiene a los otros dos. Era tal la fuerza y prepotencia que tenía el hombre en este tiempo, que atentó contra el Olimpo. Cuando Zeus, junto con los otros dioses, analizó la cuestión, decidió que el mayor castigo que podía conferir a este hombre circular y poderoso era cortarle en dos. Una vez sesgados, Apolo fue el encargado de darles la vuelta para que vieran su sección, formando el ombligo como recuerdo de este suceso. Este hecho generó la añoranza de un sexo por el otro, y a partir de ese instante trataron de ser uno solo. Para Aristófenes, el llamado amor es el anhelo de fundirse nuevamente una parte en la otra.El clásico de todas las Navidades “Qué bello es vivir” es la película más emitida en estas fechas en todo el mundo. Dirigida por Frank Capra, sus dos protagonistas son James Stewart y Donna Reed. Es una película sobre sueños que creemos no cumplidos, sobre cómo afloran las cualidades más excelsas, sobre nuestro propósito vital, sobre la amistad…
Os recomiendo pulsar el botón HD en el lateral derecho de la pantalla cuando de comienzo el video.
Si tienes problemas visionando el video PULSA AQUÍ, o en la siguiente fotografía:
Leer más
Muchas gracias a todas por vuestras historias. Cuando me preguntan por qué escribo sobre la infancia y la adolescencia, me gusta citar un texto de la película La niña santa, de Lucrecia Martel, que dice así: «Teníamos catorce o quince años. El mundo tenía la medida exacta de nuestras pasiones. La intensidad de las ideas religiosas y el deseo sexual nos hacía voraces. Éramos implacables en nuestros planes secretos. Alrededor la vida se desnudaba, más rápido que nosotras en su basta complejidad. Estábamos alerta porque teníamos una misión santa, pero no sabíamos cuál era. Cada casa, cada pasillo, cada habitación, cada gesto, cada palabra, necesitaba de nuestra vigilia. El mundo era monstruosamente bello». Creo que vuestros textos reflejan también esta cualidad de la que habla la directora de cine argentina, y que se tiene durante los primeros años de vida, de asistir a los acontecimientos como si fueran epifanías.
Meruta, me gusta lo que cuentas porque me ha recordado la fatal impresión, muy viva en la infancia, de que acaba de escapársenos algún tipo de realización que parecía definitiva.
Siloé, gracias por ese vitalismo. A ti no parece habérsete escapado nada.
Cristi, hay un filósofo, Kant, que tiene toda una teoría sobre de qué modo lo exterior, la naturaleza (aunque tú hablas de una ciudad), refleja la libertad del hombre, y eso, cierto o no, es lo que logras trasmitir con tu cuento.
Tzazu, tu texto también refleja lo que le he comentado a Cristi, pero desde la voluntad. Y qué ganas no de huir, que también, sino de tirarse de cabeza a la aventura.
Miss Obsesiones, a veces creemos que alguien nos acompaña, y es una invención de la que no nos gusta responsabilizarnos. En el amor platónico, que es de lo que trata tu historia, se proyectan expectativas sobre la otra persona que son pura ciencia ficción.
Cristina V, yo soñaba con unas voces que me aplastaban. Y en un cuento perteneciente a mi primer libro, La ciudad en invierno, recreo un ambiente muy parecido al que describes:
«Miradas a hurtadillas, el sonido del reloj, las cortinas echadas y la áspera respiración de las mujeres adormecidas en el sofá; calma chicha en la que la pequeña permanece quieta, muy quieta, con los ojos cerrados como ahora y atenta a las virutas de muchos colores, hasta que a veces Estrella se despierta y viéndola en trance le pregunta:
– ¿De qué tienes miedo, Clarita?
La niña suele mirarla con ojos tristes. Algo parecido al desamparo llega, y se sabe infinitamente pequeña ante la tía, por cuyo amor siente verdadero asco.»
RA, de niña vivía en un pueblo atravesado por una carretera. Había un túnel subterráneo para cruzar al otro lado del pueblo, por el que tenía que internarme diariamente para ir a la escuela. Los chicos mayores nos decían que en el túnel vivía un doberman presto a saltar sobre nuestra yugular. Jamás lo vi, pero no he podido superar el miedo a los perros.
La Motita, te diría lo mismo que a RA.
D22, pienso que la obsesión tiene mucho de metaliteraria, pues su contenido es una mera excusa. Nos entregamos al estado obsesivo pensando que tiene un sentido. Pero no hay más sentido que el propio bucle.
Encarna, en La orilla escribo esto: «Nada es tan excitante como sentir que traspasamos el umbral de lo conocido, que somos capaces de ir de la mano con nuestro propio miedo y con la adrenalina en el estómago. Es como el vértigo que en las montañas rusas precede a la caída, sólo que en las atracciones de feria éste tiene un fin definido y mecánico, mientras que el territorio que se nos abre con los films continúa luego en la noche, cuando los fantasmas de la pantalla pueblan también los armarios y hacen moverse a los muñecos de su sitio». Les pido además a los fantasmas que no se les ocurra sonreírme.
Sara, yo creía profundamente en el hombre del saco. Que los adultos nos construyeran el mundo, o ciertas partes de él, como una amenaza, tenía dos cosas buenas: el misterio y el desafío.
Lorenzo, qué buenísima historia y qué bien escrita. En esto de escribir, la credibilidad depende de la coherencia entre muchos elementos (voz, tono, tema, ritmo, personajes), pero además hay un extra, un aura como de «verdad», no porque se nos esté adoctrinando sobre nada, sino porque se nota que lo que se narra viene de una necesidad del que escribe de contar esa situación y de trasmitirla con fidelidad. Por otra parte, la fidelidad no tiene que ver con contar las cosas tal y como ocurrieron, sino con ser fiel a las palabras que permiten vehicular lo que se pretende narrar, sin deslizarse a efectismos. Tiene que ver, en fin, con respetar la correspondencia entre la forma y el contenido. Tu pequeña narración, desde mi punto de vista, consigue todo eso. Y no te creas que es fácil, así que te felicito
Gracias de nuevo a todas y felices fiestas.
Leer másEl vecino del sexto golpeó la puerta al cerrarse. El silencio de la noche se rasgó. Dejé la novela de Elvira Navarro, La ciudad feliz, encima de la mesilla, y cerré los ojos.
«Me detengo en la boca del garaje donde mis padres guardan sus coches. Tengo miedo. Espero justo donde empieza la rampa, aspirando el olor a neumático y gasolina, enfrente hay una papelería con un luminoso morado que acaba de encenderse, y todo está impregnado de humedad. Le doy vueltas a lo que me acaba de pasar; lo que más temo es estar volviéndome loca.»El sábado 7 de diciembre a las 12 horas, cuando empezaron a sonar las campanas de mediodía en todas las iglesias de Siena, entrábamos en el laberinto de calles que bordean la Piazza del Campo, eligiendo en este caso la Vía di Citta, que accede a la Piazza a través de una escalera por detrás de la Fonte Gala.
