¿Te asusta reunirte con grupos de personas? ¿Te sientes incapaz de acudir a fiestas en las que hay personas desconocidas? ¿Se te acelera el corazón cuando acudes a reuniones donde puede haber personas no afines a ti?
Estos son indicadores de que padeces miedo social. Este tipo de trastornos que conllevan ataques de pánico ante la exposición social, pueden esconder una obsesión con el rechazo y la opinión negativa por parte de los demás (Nardone 2008).
Quienes padecen de miedo social tienden a sentirse el centro de atención. Suponen que les observan, que les critican, que les valoran. Difícilmente se consideran obviados por los grupos en los que participan. Además de ello, presuponen que les quieren dañar y que todos son posibles detractores de su éxito.
Para algunos de estos fóbicos el eje central es el deseo de estar solos, y eliminar de sus agendas las relaciones que les exigen salirse de su área de confort. Están convencidos que el encuentro en grupos estará siempre aderezado de críticas y desprecios hacia sus personas. En estas almas hay un menosprecio exacerbado hacia ellos mismos, y por ende hacia la sociedad en general. Permanecer lejos de los círculos sociales les conmina a una soledad dolorosa de la que no saben evadirse.
Lo que no cabe duda es que el fóbico social se siente rechazado. Y como dice Nardone, no tiene solamente miedo a que esto pueda suceder, sino que está seguro de que efectivamente sucede. Esta posición provoca un grado de desconfianza en la persona fóbica, que actúa convencida del desagrado, del menosprecio o de la infravaloración de todos los que le rodean. Esta desconfianza se expresa en
un lenguaje no verbal característico de los fóbicos sociales: miradas de soslayo, cabizbajos, brazos cruzados, ocupar los lugares menos frecuentados, hablar con la voz muy baja, sentirse invadidos, echarse hacia atrás cuando alguien se les acerca, hacerse los asustadizos, aparentas que no están… En fin todos estos comportamientos hacen que se cumplan sus expectativas y que los otros se alejen.
Una vez experimentado el rechazo los fóbicos huyen y evitan volver a exponerse durante bastante tiempo. En su reclusión viven obsesionados con la experiencia anterior.
¿Eres un fóbico social? Te propongo un trabajo para el día de hoy. Observa qué piensas tú de los demás. Analiza cuántos pensamientos positivos tienes sobre las actuaciones ajenas y sobre todo qué es lo que más detestas de ti que te hace temer que los otros lo conozcan.
Las fobias surgen para protegernos del cambio, para alimentar nuestros espacios de confort y el inmovilismo.
La única realidad es que nuestros éxitos dependen de los demás. No tiene sentido la vida si no es para compartirla con los otros.
Seguiremos hablando de esta fobia, y de cómo protegernos de ella.