Todos los días leemos que en el mundo se han perpetrado acciones horribles, como consecuencia de la violencia del hombre.
Puedes decir: No puedo hacer nada. ¿Cómo podría yo influir en el mundo?
Puedes influir considerablemente si no eres violento contigo mismo, si llevas realmente, cada día, una vida pacífica, no competitiva, una vida sin ambición ni envidia, que no cree enemistades.
Un fuego pequeño puede convertirse en una gran hoguera
KRISHNAMURTI
Reflexionemos sobre nuestra violencia explícita e implícita. Indaguemos en la causa de la agresividad que a veces descargamos contra los más cercanos. Revisemos la enemistad que venimos generando a nuestro derredor.
En algunos casos estamos carcomidos por la envidia y la incomprensión hacia aquellos que logran el éxito. Anhelamos sus victorias sin esforzarnos en alcanzarlas, y tergiversamos sus conquistas para minimizar nuestros fracasos.
Mientras que en el mundo mueren miles de personas vencidos por la metralla y las bombas, nosotros nos guarecemos en nuestras posiciones de confort deteniendo el cambio.
Se trata de domeñar la egolatría personal, avanzar hacia el campo «contrario» blandiendo la bandera blanca de la paz, cerrando las puertas a la competitividad, la ambición y el desenfreno, y clausurando los corrillos en los que se prodiguen dañinas y mortíferas críticas.
Pregúntate hoy, cuando te invada en enfado, qué utilidad tiene para ti y qué buscas con él. Si te anima vencer al otro con tu razón, piensa que obtienes al final con tu victoria. Qué «cadáveres» dejas atrás y si podrás soportar el hedor de su recuerdo.
Cuando sonrías y compartas tu alegría con todos los tuyos, y relativices lo que es superficial y te centres en lo que tiene valor, recréate en la deliciosa paz que has sembrado y recoge tu cosecha fértil e inagotable.
Un día para la no violencia. Todos los demás días para practicarla.
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