mirada interior

Alguien le preguntó a Chiblí: «¿Quién fue el primero en guiar tus pasos en el camino de la trascendencia?».

Chiblí respondió: «Vi un día a un perro, que se moría de sed, al borde del agua de un estanque. Cuando miraba la superficie del agua veía su propio reflejo, que creía que era otro animal , y cada vez huía ante aquella imagen sin haber bebido. Al final, la sed le hizo perder todo conocimiento y se le acabó la paciencia; de un salto se arrojó al agua, y al mismo tiempo desapareció el otro perro. Desvanecido así aquel perro ante sus propios ojos, se esfumó entre él y su deseo aquel obstáculo que no era sino él mismo. Así es como desapareció el obstáculo que se alzaba ante mí. Sin duda, quien fue aniquilado era mi yo. De esta manera fui salvado».

Este cuento nos recuerda el miedo que tenemos a conocernos y a penetrar en nuestro interior. Como el perro, vivimos sedientos, y al acercarnos para beber del conocimiento interior huimos despavoridos, temerosos de descubrir nuestras grandes capacidades.

Algún día la llamada interior será más fuerte que nuestro miedo y podremos acercarnos a la fuente de la sabiduría. El descubrimiento será un impulso para adentrarnos más y más en todo lo que somos y en lo que podemos llegar a ser.

Feliz domingo. Espero vuestras reflexiones para ampliar mi mirada interior