Un día el viejo león se despertó y conforme se desperezaba pensó que no recordaba haberse sentido tan bien en su vida. El león se sentía tan lleno de vida, tan saludable y fuerte que pensó que no habría en el mundo nada que lo pudiese vencer. Con este sentimiento de grandeza se encaminó hacia la selva; allí se encontró con una víbora a la que paró para preguntarle:
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