A pesar de llevar diez años en una compañía inmobiliaria y de haber vendido más de 200 millones de euros, Antonio se ha convertido en un producto de desecho una vez que le ha vencido la enfermedad. Hasta el mes de mayo pasado acudió a su puesto de trabajo, ajeno a la negativa de los médicos que llevan su caso. A sus 46 años necesita un trasplante de hígado, y está en la lista de espera del doctor Moreno.

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