comunicación

Archivo Histórico

Comunicación y sexualidad. Mantener vivo el amor de pareja (162)

El fin de semana, cuando el fragor de nuestra batalla profesional se ha reducido, quizá sea el momento para detenernos y comprobar cómo está nuestra vida personal. Deberíamos contestarnos a cuestiones cómo: ¿cuántas horas dedicamos a nuestra relación? ¿Cuándo ha sido la última vez que hemos paseado de la mano sintiendo la piel del uno al lado del otro? ¿Cuántos días han pasado desde la última vez que hemos compartido un frenesí amoroso? ¿Qué han sido de aquellos días locos en los que los dos reíamos y soñábamos con nuestra vida en común?

Seguramente ya no viajas por puro ocio. Posiblemente ya no hablas de cosas informarles, ni indagas en cómo se siente tu pareja más allá de lo que es obvio. Quizá la sexualidad ha quedado relegada a un intercambio fisiológico apetente pero sin chispa.
Comunicación y sexualidad. Mantener vivo el amor de pareja (162)Cuando empezaste con tu pareja los ríos de la pasión corrían por tus venas, y cuando mirabas sus ojos estallabas de amor. Reías sin más. Corrías a buscarle para deleitarte durante breves minutos robados al reloj. Y le llamabas una y otra vez para simplemente escuchar la voz amada. Es probable que ya no recuerdes qué sentiste cuando te dijo te quiero. O cuando rozaste sus labios por primera vez, ni el instante en el que penetraste en su intimidad, o abriste las puertas de tu calidez al cuerpo turgente.
Porque la memoria es selectiva, y ahora dudas de que todo eso haya sucedido con la relación presente, con la que llevas tiempo, y con la que te has dejado invadir por la monotonía y la cotidianidad. Ya no preparas el baño caliente para juguetear con el agua. Ni acaricias su cuello, ni pasas tus manos por esas zonas tan incitantes. Has olvidado cómo se te erizaba la piel y cómo te invadían los deseos de hacerte uno, aquel impulso de atracción y cierta lujuria que ahora está adormecido por el tiempo y la rutina.
Has aletargado tu sexualidad compartida, y las has convertido en un medio independiente con el que consigues escaparte de tus responsabilidades a través de fantasías y locuras. Sueñas con otros cuerpos, con otra vida paralela en la que te vas enredando sin comprender el riesgo de la distancia. Y no es que hayas perdido el amor, seguro que no, lo que ha caducado es la ilusión, la pasión, la novedad y la imaginación.
Convendría que retomaras la sexualidad como un medio de comunicación, a modo de un intercambio energético que propicia una comunión en la que podéis reconoceros y proyectaros en vuestros cuerpos, y experimentar la desmaterialización de la individualidad. Cuerpo a cuerpo, con respeto y dulzura, con conocimiento y habilidad. Rozando lo excelso de ser uno sabiendo que a la vez sois dos seres independientes.
En Oriente la sexualidad tiene un principio energético, en el que dos personas pueden compartir y expresar toda la fuerza colmándose de gozo y experiencias llenas de libertad y belleza. El sexo no es una conquista o posesión, sino generosidad y capacidad de compartir la vivencia interior acatando el principio de igualdad, en el que dar y recibir, pedir y entregar, son una misma cosa.
Ahora que os conocéis, que sabéis cada uno de las necesidades del otro, es el momento de ampliar los horizontes y acercaros con agradecimiento. Porque esta vida diaria exige ampliar el mapa de conocimiento mutuo. Hay que romper con la pereza, la desmotivación, el costumbrismo que hace aburrida y caduca la vida sexual, para retomar la comunicación de los cuerpos y sentir el roce del alma.
Y todo ello es necesario porque una nueva relación acabaría en el mismo puerto si no resolvemos previamente la indulgencia en la que vive el deseo cuando no le excita el ánimo de poseer.
Empezad por hacer un DAFO de vuestra relación afectiva sexual. Comprobad cuáles son vuestras fortalezas, vuestras debilidades, las oportunidades que os aportan el cambio y las amenazas.
Si os interesa, podemos seguir cada sábado con la comunicación sexual y mi lucha por mantener las parejas en una relación gozosa y eterna.
Leer más
Archivo Histórico

Comunicación asertiva. La expresión de los ideales (161)

La asertividad se define como un estilo de comunicación en el que la persona habla desde su voluntad sin zaherir a los demás, teniendo como única meta expresar sus ideales y defender sus derechos.

Este comportamiento comunicativo está muy lejos de la agresividad o la pasividad. Más bien cumple un equilibrio entre la fuerza y la templanza que lo convierte en uno de los valores más interesantes para participar en cualquier foro, debate, relación o exposición personal o profesional.

La asertividad nos permite expresar todo aquello que pensamos, además de razonar sobre el origen del pensamiento y actuar en consecuencia. Esta actuación tiene muy en cuenta todo aquello que consideramos apropiado para nosotros, defendiendo nuestros valores, intereses y necesidades, sin agredir ni ofender a nadie.
Decía J. A. Vallejo Nájera que «una persona asertiva es aquella que tiene el poder y la capacidad de asegurar con firmeza y decisión cuanto dice y hace. Por ello podemos equiparar asertividad a seguridad en sí mismo y autoafirmación». Según estas palabras, podemos considerar la asertividad como uno de los pilares de la autoestima, que evita que seamos manipulados por los demás y viceversa.
Ya Plutarco, en el siglo II a. C., decía: «Toda la ciencia del hombre consiste en saber decir lo que conviene decir, y callar lo que es necesario callar». La asertividad requiere un alto grado de tolerancia hacia los errores propios y ajenos, y para ello es preciso manejar los silencios, proponer soluciones realizables, y acallar las discusiones o enfrentamientos innecesarios.
Comunicación asertiva. La expresión de los ideales (161)Todas estas cualidades convierten a la asertividad en el mejor medio para llegar a acuerdos y consensos, y para resolver conflictos de todo tipo. Ahora bien, ser asertivo supone tener un mayor autoconocimiento para manifestarse en libertad estando seguros de que nada será utilizado en nuestra contra. Además de todo ello, exige poseer un sentido de equidad e igualdad en todo para lograr una apertura a cualquier contraposición de nuestros deseos.
Richard Stanley Lazarus expresaba que la asertividad le confiere al hombre una libertad emocional que le permite luchar por los derechos propios y ajenos. Este psicólogo que estudió el afrontamiento consideró la asertividad como uno de los pilares comunicativos.
Podemos definir por ende asertividad como la cualidad de encontrar las palabras y el momento apropiado para expresar las ideas, sentimientos y deseos, positivos o no, de forma eficaz, respetando los derechos de todas las partes.
Las cualidades asertivas las tienen personas cuyas características son:
· Tener una personalidad activa y voluntariosa.
· Poseer libertad de expresión y ejercer una comunicación directa.
· Tener prestigio y ser respetada.
· Aceptar sus limitaciones.
· Saber decir sí y no en los momentos y tiempos adecuados.
Se diferencian de otras personas porque:
· Se aseguran de ser justos.
· Solicitan lo que desean con claridad.
· Aceptan las críticas y el elogio con ecuanimidad.
· Expresan sus sentimientos abiertamente.
Hay dos modos disfuncionales de resolver las situaciones conflictivas:
· Pasivo dependiente: cuando esperamos sin intervenir en las situaciones y nos adaptamos a los que nos rodea sin exigencias.
· Agresivo exigente: en los casos en los que nos impacientamos y estimamos que los demás deben adaptarse a nuestro a ritmo.
En el caso del pasivo dependiente no se explicitan las necesidades, y en el agresivo no sólo se expresan con brusquedad las propias, sino que además no hay disposición para escuchar lo que los demás reclaman o necesitan.
Además de las habilidades de las que hemos hablado, es prioritario trabajar una serie de actitudes que son indispensables para logar una asertividad concluyente y sólida, entre las que se encuentran:
· La escucha activa.
· La transparencia en la comunicación. Decir lo que se piensa sin dobleces.
· La disposición a la acción y a la tarea.
· Plantear alternativas concretas.
· Aceptar la diversidad y evitar en todo momento la crítica.
Podemos resumir diciendo que la persona asertiva es activa, directa, clara y oportuna. Se comunica en el nivel verbal, emocional y simbólico con autoridad, defendiendo los fines que persigue con respeto y tolerando la disparidad de opiniones e intereses.
Espero que vuestros comentarios sean hoy concretos y asertivos
Leer más
Archivo Histórico

Claves para una comunicación concreta (159)

El secreto de aburrir a la gente es decirlo todo

VOLTAIRE

Dice Rafael Echevarría en su libro Ontología del lenguaje: «Por siglos, hemos considerado al lenguaje como un instrumento que nos permite “describir” lo que percibimos (el mundo exterior) o “expresar” lo que pensamos o sentimos (mundo interior). Esta concepción hacía del lenguaje una capacidad fundamentalmente pasiva o descriptiva (…) Nuestro segundo postulado se hace cargo, precisamente, de cuestionar la concepción tradicional del lenguaje. Apoyado en los avances registrados durante las últimas décadas en el campo de la filosofía del lenguaje, este postulado reconoce que el lenguaje no sólo nos permite hablar “sobre” las cosas: el lenguaje hace que sucedan cosas (…) El lenguaje no sólo nos permite describir la realidad, sino que crea realidades».
¿Deberíamos cuidar el lenguaje en beneficio de la comunicación? En algunas ocasiones abusamos del lenguaje en un deseo vacuo de remarcar lo obvio y enredarnos en circunloquios que agotan, abruman y nos abocan a la no escucha y el desinterés. Y todo ello se produce porque, por nuestro egocentrismo, creemos que aquello que pensamos o sentimos es de interés general. De ahí la importancia de la concreción, importante pilar para conseguir generar una mayor atención y mantener más tiempo la atracción.
En geología, se denomina concreción a la acumulación en el seno de una roca de sustancias transportadas en disolución por el agua, que posteriormente se endurecen. La naturaleza nos brinda la mejor de las metáforas para definir la concreción: la esencia que queda una vez que el torrente de la comunicación se ha diluido. La reducción a lo preciso de un asunto o materia. Como define la Real Academia, concretar es tratar de una sola cosa que se considera principal, excluyendo las prescindibles o circunstanciales.
Nuestra comunicación debe ser precisa, concreta, ordenada, directa y honesta. Con ello conseguiremos lo más importante en el inicio de un proceso comunicativo: saber QUÉ queremos decir y PARA QUÉ. Y evitar todo aquello que es prescindible y somero.
Si bien conocer lo qué quiero comunicar es un primer paso, debemos analizar de inmediato al interlocutor a quien vamos a transmitir el mensaje y cuán oportuno es en este momento. Porque no se trata sólo del tema, ni tampoco del receptor, debemos ir mucho más lejos y considerar la oportunidad de la situación.
Claves para una comunicación concreta (159)
Con nuestro lenguaje construimos una imagen de nosotros que adquiere un significado preciso y diferente dependiendo de nuestra capacidad de materializar nuestro pensamiento abstracto en algo concreto y entendible. Y para ello debemos fijarnos como meta ser personas que manejemos una comunicación precisa y práctica.
Las características más sobresalientes de una persona concreta son:
Dice exactamente lo que quiere decir.
Se centra en el objetivo y no personaliza.
Informa y da datos constatables.
Habla de hechos.
Para lograr que la comunicación cumpla sus funciones de concreción debemos tener en cuenta tres pasos:
1. Asegurar que la expresión es cercana al receptor, reduciendo al máximo el personalismo, o las expresiones que no son compartidas.
2. Manejar un contenido exacto y medible, de tal modo que sea constatable y fiable.
3. Centrarse en objetivos específicos y experiencias concretas.
¿Para qué utilizamos la falta de concreción? La mayoría de nosotros empleamos la vaguedad como un juego que nos aleja de los compromisos y de las posibles reacciones negativas en el otro y en nosotros mismos. Es esta ambigüedad la que evita un contacto real y comprometido con los demás. Esconde el miedo y la cobardía a confrontar nuestra realidad con un entorno que desconocemos y que tememos. Creemos que un diálogo grandilocuente y sin objetivos nos escuda de cualquier malentendido.
¿Cómo comunicar concreción?
1. Especificar claramente qué se quiere decir y para qué.
2. Centrar el lenguaje en los asuntos que son realmente importantes evitando rodeos.
3. Valorar la necesidad del otro. Sopesar la utilidad real que tiene lo que se está comunicando.
4. Evitar teorizaciones estériles que llevan a conversaciones circulares.
5. Decir lo que se quiere con el menor número de palabras
Son varias las barreras que impiden o dificultan la comunicación concreta:
  • Lenguaje fuera de contexto. Tendencia a querer sentirse separado con un lenguaje poco próximo y que diferencie niveles.
  • No estructurar el mensaje, siendo un poco alocado, demasiado profundo o en su defecto muy superficial.
  • Una comunicación no verbal que altera el resultado comunicador.
  • No escuchar. Seguir hablando cuando el interlocutor no está prestando atención.
  • Entorno no adecuado. Desarrollar un tema de forma exhaustiva cuando el contexto no lo permite o exige otras modalidades de comunicación.
  • Sobrevalorar las ideas propias en detrimento de otras.
Para finalizar, quiero recordaros una máxima utilizada por publicistas y expertos en presentaciones: «Las abstracciones provocan distracciones. Lo concreto se entiende y recuerda».
Comparte este post con aquellas personas con las que quieras generar una comunicación repleta de lenguaje generativo y práctico.
Unas aclaraciones uniéndolo con los temperamentos que hemos estado viendo:
Sanguíneo: Pocas y útiles palabras engrandecen tu encanto
Colérico: Ser concreto no significa ser brusco
Flemático: Si dices algo ganas en simpatía
Melancólico: Buenas y pocas palabras enriquecen tu análisis
Leer más